La pulcra y elegante forma de narración del pensamiento obstinado del protagonista es tan poética y cruda a la vez que rompe la dinámica de entendimiento entre el conocimiento y el deseo del espectador. Camille Vidal-Naquet expone de forma sencilla una amalgama de circunstancias, que sin obtener información aledaña intentamos reconstruir para comprender, explicarnos como público objetivo los porqués de tales desmanes. Ante la adversidad el guion, implacable y exquisito, nos propone un trabajo de delicadeza, de incomprensión. La trama fluye sin altibajos y con testaruda obstinación, narrando vicisitudes de los protagonistas en el momento justo. Un acierto es el desarrollo de los personajes secundarios en la trama principal, ese papel circunstancial pero intenso, que añade información en diálogos clave, palabras exactas en momentos justos.
La belleza de las interpretaciones buscan romper una lanza ante la suciedad social que invade a la temática. La claridad meridiana de su guion se acompaña de limpieza de planos y secuencias.