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Voto de cineclasico73:
7
Drama. Cine negro Cuando el segundo marido de Mildred Pierce (Joan Crawford) es asesinado, la policía la interroga. La mujer cuenta cómo ha sido su vida desde que se casó por primera vez y cómo se ha sacrificado para proporcionar a su hija (Ann Blyth) todas las oportunidades que ella nunca tuvo. (FILMAFFINITY)
13 de marzo de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Incuestionablemente, Joan Crawford es una de las grandes de todos los tiempos. Muchos papeles, sino la mayoría, de su extensa carrera lo certifican. Del estatus de una Bette Davis, Katharine Hepburn o Barbara Stanwyck, la Crawford logró convertirse en una verdadera estrella del celuloide con todo lo que en ello conlleva. Acá, logra una de sus mejores caracterizaciones sin duda y lleva por completo el peso del film, aunque la trama,en algunos pasajes, entre dentro del plano de lo inverosímil. En general, la cinta es la muestra del inmenso y eterno amor que una madre alberga hacia sus hijas, hasta el punto de autoincriminarse para salvar a su hija mayor, encarnada por una joven Ann Blyth del castigo que merece por haber cometido un crimen. La superación personal, el trabajo duro como herramienta de progreso y el amor incondicional de madre, al parecer no son suficiente estímulo para una hija a todas luces malcriada, desagradecida, orgullosa e incomprensiblemente rencorosa. Como es común en muchas de las películas sobre todo de la década de los cuarenta, acá el flash back también es utilizado como hilo conductor de una trama que básicamente refleja la relación de una madre que lo da todo para que su entorno familiar, y a sus hijas especialmente, no les falte nada metiéndose en los vericuetos de relaciones amorosas fallidas, personajes inescrupulosos, homicidio y trabajo, mucho trabajo sufrido para conseguir todo lo que se ha deseado, siempre en función de una vida con futuro sobre todo para la joven en mención, cuyo comportamiento parece explicado en la condescendencia y supuesto consentimiento perjudicial que la madre le da para complacerla en todo. Osea, la madre termina siendo en parte culpable de lo que es la muchachita, hágame el favor, y de las acciones que toma. Cosas del guión, que sin embargo no demerita para nada la actuación de la protagonista quien, en definitiva, es la culpable, eso sí, de que la película no naufrague en sus propios vicios argumentales y nos fijemos en cada paso que Crawford da para el desarrollo de su rol, con la ayuda de Curtiz que crea una atmósfera y ritmos loables con el apoyo de una fotografía espléndida para el lucimiento completo de la diva. Es un placer ver a Crawford con todo su potencial, que es lo que la puso en definitiva dentro el club de las leyendas y lo que definitivamente más nos atrae.
cineclasico73
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