Como todos los artistas, el vizconde de la consternación no se amedrenta ante las negativas críticas y año tras año nos encauza con varias obras de una suprema calidad. Ahora, el Bollmeister viendo como de devaluado está el genero épico decide adaptar un videojuego de ese estilo para hacer un pastiche de géneros en el que todo cabe, aparte del épico, con esos toques de terror, humor e incluso fantasía con los que su majestad de lo aborrecible nos deleita, todo eso que sólo un tipo con la genialidad de nuestro adorado Bubble Boll puede mostrarnos en pantalla.

Y así, con un portentoso manejo de la cámara y unos planos envidiables que acaban dando una gran fortaleza a las imágenes que nos muestra nuestro mugriento director nos encontramos ante una película de gran factura técnica excelentemente realizada. Tampoco es desdeñable el trabajo que se hace en el guión, pues nos encontramos ante una historia donde los giros argumentales son tan sorprendentes como naturales y donde los personajes evolucionan de manera excelente. Esta vez nadie se podrá quejar del perro del príncipe de los abismos pues su trabajo en el guión es increíble.

Y los actores por supuesto son excelentes. Jason Statham hace algo más que ser una piedra que solo sabe dar golpes. Me parece que hace de un duro con corazoncito de manera más que sobresaliente. Mientras, Leelee Sobieski demuestra que no se le ha olvidado trabajar con grandes maestros después de Kubrick. Y experimentados actores como Ron Perlman, Burt Reynolds, Will Sanderson (nunca falla en una de Bubba) o John Rhys-Davies aportan su buen hacer y demuestran que no están acabados y que les queda mucha leña por cortar. Ni que hablar de la belleza de Claire Forlani o del temple interpretativo de Brian J. White. Y Matthew Lillard, que puede ser infravalorada su interpretación debido a que un espectador que no se fije detalladamente en su papel podrá decir que hace de anormal, pero la verdad es que su papel de sobrino del rey requiere una sutilidad con la que el actor sabe dotar a su personaje.
Pero mención aparte y por encima de todos, está Ray Liotta. Ray Liotta es pura maldad en la película, pero con una sonrisilla de esas de granujilla que se saca en la película es capaz de conquistar al espectador y que desee que éste se acabe saliendo con la suya. Puestos a decir algo que falle, se echa en falta que alguna conejita enseñe las tetas, algo típico del cine del antipapa del celuloide. Quizá un cameo de Kristanna Loken o uno de Tara Reid para eso, demostrando para lo que realmente sirven, hubiera estado bien.

Más que recomendable aparte de que es algo más que un simple entretenimiento. Es una película que se te queda en la memoria, cuyas imágenes te incitan a sumergirte en el mundo que nos propone nuestro buen doctor y es capaz de crearte sentimientos tan dispares como hacerte reír con sus ocurrencias, o llorar por alguna tragedia, incluso que llegues a sentir rabia por como suceden las cosas.