Alan Ladd y Verónica Lake en una de las películas, creo que la mejor, que protagonizaron juntos.
Una de las parejas con más química de la Historia del Cine. Antes de la llegada de la cohorte de parejas que les sucederían, Bogart y Bacall incluidos.
El, un sicario, asesino a sueldo, frío, implacable, hierático. El prototipo de hombre que nació sólo, sin su madre, vive sólo y morirá sólo. Le gustan los gatos porque como él, no necesitan a nadie. ¿ Cuántos personajes así hemos visto después en el cine?. A Jean Pierre Melville le encantaba esta película, no cabe duda.
Ella, la mujer fatal que aquí no lo es pero eso se lo perdonamos porque a esa melena, esos pómulos y ese alzar de cejas se lo perdonamos todo excepto que fuera nuestra hermana. La melena ondulante que el Gobierno tuvo que prohibir porque cegó a la mitad productiva del país en tiempos de guerra. ¿ Cuántos personajes así hemos visto después en el cine?. Ninguno. Como ella, ninguno. Kim Basinger quiso pero no pudo. Jessica Rabitt también lo intentó pero sólo era un dibu.
A Robert Preston también le perdonamos. Ser bueno entre tanto malo no puede ser fácil de sobrellevar.
Laird Cregar. El violento que odia la violencia. El sádico que odia el sadismo. Mezquino, cobarde e hipersensible glotón.¿ Cuántos personajes así hemos visto después en el cine?. De aquí salen.
El ayuda de cámara. A éste sí que le va la marcha. Mientras realiza sus quehaceres rutinarios, le gusta idear la manera de deshacerse de los invitados. Un hobby como otro cualquiera.
El jefe. Más viejo y chocho que Matusalén. Pero con más mala hostia que Trump. Y con ases y trucos en la manga.
La atmósfera. Deslumbrante fotografía en blanco y negro. Escenas en exteriores soberbias e interiores elegantes y fascinantes.
Una trama enrevesada basada en una novela de Graham Greene. Un antihéroe al que amamos aunque no se redima ( esto en esa época era casi impensable). Una historia de amor que pudiera haberse originado si él fuera más bueno y ella un poco más mala y una película, en fin, que se saborea de principio a fin como los caramelos de menta de Cregar, que ningún amante del cine se debería perder.