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Voto de 12345:
6

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6
2021 

Danny Strong (Creador), Michael Cuesta ...
7,7
8.027
Serie de TV. Drama
8 episodios. Miniserie que transporta a los espectadores al epicentro de la lucha contra la adicción a los opioides que se libra en Estados Unidos, desde la sala de juntas de Purdue Pharma a una castigada comunidad minera de Virginia, pasando por los despachos de la DEA.
29 de enero de 2022
29 de enero de 2022
11 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene todos los mimbres para ser una buena miniserie. Cuenta con buenos personajes, al principio, una trama múltiple (la del pueblo minero, los magnates farmacéuticos, la DEA, la Fiscalía...) bastante bien hilvanada, una buena dirección y un puñado de actores en estado de gracia (Michael Keaton, Peter Saargsgard y Michael Stuhlbarg especialmente). Sin embargo la serie fracasa a mi juicio por su excesiva dramatización del yonqui. Diría que de los ocho capítulos la mitad es dramón yonki. Muchos minutos en hacer del yonki, en vez de responsable de sus actos, una víctima. En este caso por supuesto víctimas de ávidas corporaciones farmacéuticas o de problemas psicológicos de los magnates, que acaban con su mesianismo redentor por joder a la pobre gente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Insisto en que se empatiza con el yonki victimizado negando su responsabilidad individual. Los propios adictos a los opiáceos piden que les limiten su acceso a ella, porque ellos son víctimas, son reos de la sustancia, frente a la cual nada pueden hacer (en alguno de los muchos momentos irrisorios llegan a hablar del lóbulo frontal o nosequé para exculpar al yonki de su adicción). Venga ya. Lo de Michael Keaton, que pasa de ser un médico probo e inteligente, incluso reacio a la recetar dosis elevadas, a convertirse en un yonki tambaleante porque se ha roto unas costillas y le han puesto unas pastillas en un vaso, como si le hubiera mordido un zombi, ya es de chiste.
La serie abusa de toda esa iconografía de la droga: la jeringuilla, la sobredosis, el esnifar, los ojos rojos, la ropa sucia y pinta de tener en general muy mal aliento y de oler muy mal. Y sin embargo deja a medias la trama judicial, que los productores debían considerar demasiado exigente para la atención del espectador medio. Es mucho más fácil machacar con el yonki vomitón para empatizar con su drama que atender a complejas razones jurídicas, o a un debate serio sobre qué es la adicción, dónde está el problema.
Basurilla televisiva de perfecta factura.
La serie abusa de toda esa iconografía de la droga: la jeringuilla, la sobredosis, el esnifar, los ojos rojos, la ropa sucia y pinta de tener en general muy mal aliento y de oler muy mal. Y sin embargo deja a medias la trama judicial, que los productores debían considerar demasiado exigente para la atención del espectador medio. Es mucho más fácil machacar con el yonki vomitón para empatizar con su drama que atender a complejas razones jurídicas, o a un debate serio sobre qué es la adicción, dónde está el problema.
Basurilla televisiva de perfecta factura.