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Voto de El Mariscal:
3
4 de febrero de 2022
11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
De la mano de Michael Scott, aparece este "thriller" sobre engaños y asesinatos y qué se yo cuanta cosa monga más pero bueno, se suma otra para agrandar la ya de por sí abultada grilla de boludeces "made in Netflix".
Llamarlo "thriller" es, cuando menos, insultante y encima, al mismo tiempo calificar a esta paparruchada de "terror", ya es vilipendiar el género en cuestión.
Los tópicos en esta cinta son titánicos y todo se adivina de entrada, sin necesidad de que te lo tengan que explicar a viva voz y "detalladamente" durante el transcurso de la película, más allá de que igual lo hacen.
Las actuaciones son bleh, zafan para lo que se exige de este tipo de producciones y poco más, como la nostalgia que genera ver de nuevo al padre de Ross Geller frente a las cámaras aunque sea solo por un ratito.
Clásico telefilme de Netflix, plataforma que parece empecinada en querer destruir por completo el género de thriller con sus maniqueísmos pedorros que delatan la trama y la vuelve inaceptable.
Lo mejor: la muestra cabal de que ser un héroe no es lo mismo que hacerse el héroe y de que, a causa de lo dicho, ese "heroísmo" deriva en consecuencias.
Lo peor: la ya clásica (e inverosímil) pareja interracial pero, oh sorpresa, esta vez queriendo darle una "vuelta de tuerca", el problema es que las vueltas de tuerca de Netflix son de 360° y, encima, hay que agradecerles.
Llamarlo "thriller" es, cuando menos, insultante y encima, al mismo tiempo calificar a esta paparruchada de "terror", ya es vilipendiar el género en cuestión.
Los tópicos en esta cinta son titánicos y todo se adivina de entrada, sin necesidad de que te lo tengan que explicar a viva voz y "detalladamente" durante el transcurso de la película, más allá de que igual lo hacen.
Las actuaciones son bleh, zafan para lo que se exige de este tipo de producciones y poco más, como la nostalgia que genera ver de nuevo al padre de Ross Geller frente a las cámaras aunque sea solo por un ratito.
Clásico telefilme de Netflix, plataforma que parece empecinada en querer destruir por completo el género de thriller con sus maniqueísmos pedorros que delatan la trama y la vuelve inaceptable.
Lo mejor: la muestra cabal de que ser un héroe no es lo mismo que hacerse el héroe y de que, a causa de lo dicho, ese "heroísmo" deriva en consecuencias.
Lo peor: la ya clásica (e inverosímil) pareja interracial pero, oh sorpresa, esta vez queriendo darle una "vuelta de tuerca", el problema es que las vueltas de tuerca de Netflix son de 360° y, encima, hay que agradecerles.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
De nuevo y remitiendo al maniqueísmo ya citado, todas las mujeres buenas y todos los hombres blancos malos, con la excepción del viejo Leonard que duró en el film lo que un pedo en una canasta.
Por cierto, entre la detective que tenía más preguntas que respuestas y la abogada que más que una letrada parecía una psicóloga, la narración decantó en el absurdo sin paliativos.
El meta-mensaje parece ambiguo, y eso es lo único rescatable de esta pedorreada monumental.
O sea, ya no sé qué pensar, si Netflix quiere dar a entender que los buenos son siempre las mujeres y los negros o si las "minorías" (latinos, negros, asiáticos) no van a llegar nunca a nada a menos que sea gracias a la ayuda del hombre blanco hetero-patriarcal.
En conclusión: el único momento real de tensión y suspenso fue al comienzo, cuando Katie le llevaba su comida a Leonard en una bandeja, la sola idea de que se caiga esa vajilla de porcelana y se estrole contra el suelo, oh no...
Por cierto, entre la detective que tenía más preguntas que respuestas y la abogada que más que una letrada parecía una psicóloga, la narración decantó en el absurdo sin paliativos.
El meta-mensaje parece ambiguo, y eso es lo único rescatable de esta pedorreada monumental.
O sea, ya no sé qué pensar, si Netflix quiere dar a entender que los buenos son siempre las mujeres y los negros o si las "minorías" (latinos, negros, asiáticos) no van a llegar nunca a nada a menos que sea gracias a la ayuda del hombre blanco hetero-patriarcal.
En conclusión: el único momento real de tensión y suspenso fue al comienzo, cuando Katie le llevaba su comida a Leonard en una bandeja, la sola idea de que se caiga esa vajilla de porcelana y se estrole contra el suelo, oh no...