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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Drama En un zona rural y ultraconservadora de Nebraska, Katie Phillips (Debra Winger) conoce a un hombre llamado Gary Simmons (Tom Berenger). En sus primeros encuentros Gary le parece un hombre entrañable, familiar y atractivo... (FILMAFFINITY)
12 de octubre de 2016
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una manera muy especial de conocer el carácter íntimo de un hombre: Se capta en las reacciones espontáneas que asume ante cualquier contrariedad. Si sientes conexión y empatía con su manera de responder a ellas, ese es tu hombre… pero, si su manera de tramitarlas te produce temor o repulsa, ¡aléjate pronto de él, porque está en juego tu felicidad y probablemente tu vida!

Cuando, Catherine Weaver, conoce a Gary Simmons, se deja envolver por su atractivo físico, y por los rasgos externos y calculadas actitudes de su comportamiento: Su galantería (afán de seducir) y la afectuosidad que demuestra frente a su familia (conservar las apariencias), y entonces, pasa de largo aquellos detalles que demuestran su carácter más íntimo: La manera como obliga a Hank a que le salude en el bar… su manera de referirse a los negros y a los judíos, rancia ideología que está transmitiendo a sus hijos… la antipatía que los obreros manifiestan ante su presencia… y solo será cuando ocurra algo que lacere su alma, cuando por fin comprenda hacia quién ha orientado toda la bondad de su corazón.

No le sirve a Cathy estar graduada en ciencias políticas, ni ser quien es dentro del FBI, ni estar informada de las graves cosas por las que se investiga al hombre blanco de Nebraska… porque, otras emociones pesan en su alma, y quizás, prefiere engañarse porque, lo que ella desea atrapar, es un trocito de felicidad.

Con un guion de Joe Eszterhas, Costa-Gavras vuelve a las toldas políticas para hacernos, esta vez, una interesante recreación de la suerte de decadentes y temibles organizaciones que, en pleno siglo XX todavía subsisten en el “país de la libertad”. Fascismo, racismo, antisemitismo… siguen avantes en su irracional búsqueda de la supremacía del hombre blanco, en un mundo que, en gran parte, ya entiende felizmente lo generoso que es el universo con la pluralidad, con la diversidad de ideas, razas y culturas.

Como suele ser característico en sus obras cinematográficas, Gavras decanta a sus personajes hasta permitirnos ver ese pálpito de Divinidad que también habita en ellos y así no alienta en nosotros la repulsa por alguien en particular sino, tan solo, contra unos vicios culturales que ya están mandados a recoger. Pero, que todavía hoy, 12 de octubre de 2016, cuando ya el hombre piensa en Marte, cuando estamos interconectados a nivel mundial, y cuando podemos acceder a los grandes valores que poseen todas las culturas del mundo, ¡subsistan en los Estados Unidos de Norteamérica individuos tan opacos como Donald Trump y logren atraer a tantos seguidores!, da clara cuenta de que, el arrogante capitalismo, sigue haciendo agua por todos los costados y que llegará ese día en que le veremos naufragar estrepitosamente. Quizás, hasta llegue a tener razón ese letrero que, en algún momento, se puede leer en la película: “la raza blanca es una especie en peligro de extinción”… porque, lo que mojado no despierta, se lo lleva la corriente.

Bien por Tom Berenger, con esa constante ambigüedad que caracteriza a los tipos más peligrosos, y por Debra Winger, cuyo personaje funciona con sucesivos milagros, pero yo soy de los que creen que, cuando el propósito es elevado, siempre el Fatum juega su papel para que las cosas funcionen.

“EL SENDERO DE LA TRAICIÓN” es un filme necesario.

Título para Latinoamérica: “TRAICIONADOS”
Luis Guillermo Cardona
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