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Voto de Luis Guillermo Cardona:
9
Cine negro. Thriller. Drama En 1941, El FBI desenmascaró una red de espionaje nazi, cuya misión era acceder a los secretos del llamado "Proceso 97", es decir, al sistema de fabricación de la bomba atómica. (FILMAFFINITY)
19 de abril de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se dice, que hubo una época bastante restringida en Hollywood (por allá por los años 30), cuando al pretender, un director, hacer una película sociológica o con un claro mensaje político, los jefes de los estudios lo despachaban diciéndole: “Si quieres enviar un mensaje para eso está Western Union”. A Hollywood poco le interesaba la realidad, porque el negocio estaba pensado como una fábrica de sueños y por eso las películas se hacían en espacios cerrados, con mucha música, personajes muy atractivos, y con sets que ilustraran todo lo bueno de la vida… aunque de pronto se les colaba un Michael Curtiz, con su impactante denuncia del trabajo en las minas, titulada “Black Fury” (1935); un Fritz Lang, para delatar los prejuicios de la sociedad estadounidense con “Fury” (1936)… o un Mervyn LeRoy, para denunciar los sesgos de la justicia en “They won’t Forget” (1937).

Pero, llegada la década del 40, a los grandes Estudios de Cine se dio la feliz llegada de una camada de directores entre los que se contaba John Huston, Elia Kazan, Joseph L. Mankiewicz, Edward Dmytryk y otros, y para ellos, el cine era un espejo de la realidad, tenía que servir para mostrar la otra cara de la vida y para despertar conciencias… y desde entonces, los marginados, las pandillas callejeras, las luchas sindicales, las crisis de la burguesía, y las demás problemáticas de la sociedad que padecemos se vieron plasmadas en el cine… y ya las películas se hacían en los lugares auténticos, en las calles, en las barriadas, en las casuchas… y así, el american dream se fue desvaneciendo, porque ya el arte, por fin, nos estaba ayudando a despertar.

Henry Hathaway, fue otro de los pioneros que se sumó al evento de servirse de locaciones, y con su película, “LA CASA DE LA CALLE 92”, se fajó un tremendo acierto al lograr un filme semi-documental, en el que se sirve del verdadero personal, de las instalaciones y recursos del FBI, para contar una historia que, además de haber sido extractada de los archivos de la institución, es del más alto nivel por la serie de sofisticados recursos que se usan en su desarrollo. Curiosamente, yo diría que es una de las más vigorosas películas de propaganda que se hayan podido realizar en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, pues, resulta innovadora al desenvolverse en los sitios donde sucedieron los hechos, intercalar algunas significativas tomas documentales extractadas de los archivos de la Oficina Federal de Investigaciones, y lograr una trama del más firme pulso y magníficamente desarrollada.

En aras de elevar el nivel dramático de la historia, en la que, el FBI, se propone desmantelar a un sofisticado grupo de espías alemanes que se encuentra en los EEUU con la pretensión de hacerse con la fórmula de la bomba atómica, el director Hathaway contó con un grupo de actores muy profesionales -pero, de mediano perfil para no empañar el toque documental-, y necesario es decir que, William Eythe como el infiltrado William Dietrich; Lloyd Nolan, el inspector Briggs y Signe Hasso, la enigmática Elsa Gebhart, están a la altura de una historia que, a Charles G. Booth, le merecería el premio Oscar.

“LA CASA DE LA CALLE 92”, es la clase de película ¡capaz hasta de “devolvernos” la simpatía por el FBI!… y su reciente director, James Comey, autor del polémico libro, “A Higher Loyalty” (Una Lealtad Superior) ha venido haciendo lo suyo.
Luis Guillermo Cardona
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