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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Thriller Un cazador inglés que está de vacaciones en Baviera, se adentra en un bosque y desde lo alto de la colina descubre una residencia. Con la mira telescópica divisa casualmente al mismísimo Hitler en una terraza y simula darlo caza, desde ese momento será implacablemente perseguido por agentes de la Gestapo. (FILMAFFINITY)
22 de noviembre de 2011
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ésta, es de esa clase de películas en las que no se puede seguir hablando cháchara o dándole besitos melosos a la novia tan pronto ha comenzado. ¿Por qué? Porque la primera escena nos da elementos precisos para entender lo que sentía en realidad, el capitán Alan Thorndike, en el momento de tener en la mira de su escopeta al führer Adolf Hitler, pues este es el tema que se debatirá en diferentes momentos claves de la historia.

Veamos: En un silencio total, la cámara se desplaza enseñando la vegetación de una zona montañosa y continúa hasta que entra en escena un cazador armado de una estupenda escopeta. Caminando sigilosamente, el cazador se oculta al descubrir a un soldado alemán que hace la guardia… y cuando éste se aleja, avanza hasta un promontorio donde observa adelante con unos binóculos y luego instala un teleobjetivo a su arma… gradúa la distancia… y, a tráves del lente, consigue ver al líder nazi en compañía de un general… Cuando éste se retira, el cazador apunta al pecho de Hitler quien pareciera dispuesto a cumplir con el destino de morir asesinado. El cazador dispara con el arma descargada… y al instante, sonríe satisfecho como si hubiera cumplido con su cometido. Entonces, reflexiona un par de segundos, y enseguida se apresta a cargar el arma con una intención bastante clara esta vez. Apunta de nuevo, pero lo piensa demasiado, dando tiempo a que una hoja caída de un árbol se interponga tapándole el lente… y enseguida, el guardia lo descubra y lo ataque dispuesto a impedir su acción.

Están ahí las respuestas y el espectador avizado sabrá si creerle o no al capitán Thorndike (Walter Pidgeon) toda vez que hable con el nazi Quive-Smith (George Sanders) quien, no cesa en su empeño de hacerle firmar un documento que justifique la guerra contra Inglaterra.

Pero, lo que se inicia como un thriller bien estructurado que nos mantiene interesados en los hechos, se debilita sensiblemente ante el facilismo con que se resuelven algunas acciones (toque bíblico incluido en ese “prestar todo lo que se tiene es un préstamo muy grande”), en aquella larga huída donde los sabuesos nazis no dan muestra alguna de estar dispuestos a olvidarse de su presa.

Tampoco resultan suficientemente sólidas las actuaciones y, Pidgeon, demasiado maduro, no encaja para nada con Joan Bennett, demasiado pequeña a su lado, ligeramente enamoradiza y con aspecto perfecto para servirle de hijastra. No obstante, queda reconocer que la escena del puente estuvo bien lograda y con un convincente toque romántico. Y, en definitiva, el filme cumple con su propósito de alegato antifascista con el que Lang ponía su cuota en tiempos de la Segunda Guerra Mundial.

Título para Latinoamérica: “INDECISIÓN FATAL”
Luis Guillermo Cardona
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