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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Cine negro. Intriga. Thriller A casa de sus familiares, en el tranquilo pueblo de Santa Rosa, llega un día el encantador tío Charlie (Joseph Cotten), un seductor criminal que viaja de Filadelfia a California y al que la justicia va pisando los talones. Su sobrina Charlie, a pesar de que no sabe nada de sus actividades, no tardará en sospechar que su tío es el misterioso asesino de viudas al que la policía anda buscando. (FILMAFFINITY)
12 de diciembre de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas cosas resultan tan dolorosas como tener idealizada a una persona y llegar, en cualquier momento repentino, a comprender que, dentro de él, hay un alma turbia, quizás demasiado turbia. Esto puede acabar con nuestra fe en el mundo, puede tirar por la borda nuestra confianza y llevarnos a sentir que no hay nadie digno en esta sociedad que, entonces, vemos amarga y negra. Se necesita que haya alguien muy sólido a nuestro lado para que nos devuelva la esperanza y nos permita comprender que siempre hay una salida, que queda mucha gente en la que se puede confiar, y que, en definitiva, el común de los seres humanos, tiene muchas más cosas positivas que aspectos reprochables.

Charlie (así la bautizó su madre en recuerdo de su adorado hermano), siente por su tío Charles, una admiración y un cariño parecido al que siente por él su propia hermana. Y ahora que ha anunciado que vendrá a pasar con ellos unos días, la familia entera parece haber despertado de lo que, para Charlie, era solo rutina y aburrimiento.

Pero, un fajo de billetes desparramado en el piso de su cuarto en Nueva York… un par de hombres que, sospechosamente, indagan por él… y la manera como Charles Spencer escapa de esa habitación que ahora ocupa… nos lleva a pensar que no anda en buenos pasos, y así lo comprenderá su suspicaz sobrina, cuando el tío, recién llegado, recorta una parte del periódico que no deja ver a nadie. Así comienza ese duro proceso en el que, una chica con nuevas esperanzas, se verá en la terrible situación de tener, acaso, que enfrentarse al derribamiento del pedestal en que ha tenido al hombre que más admira en la vida.

Alfred Hitchcock, se encontró una historia de tan solo nueve páginas que le enseñara la esposa de su autor, Gordon McDonell, y se sintió tan atraído por ella, que de inmediato llamó al escritor, Thornton Wilder, y le pidió que se ocupara de transformarla en un buen guión, el cual sería luego retocado por Sally Benson y por la esposa del director, Alma Reville. Y así, surge una notable película en la que, sus aspectos humanos y emocionales, se imponen a esa trama de suspenso que envuelve el propósito general.

Un sólido reparto, encabezado por Joseph Cotten y Teresa Wright, con el fuerte respaldo de Patricia Collinge, McDonald Carey y Hume Cronyn entre otros, va decantando una trama llena de magníficos detalles, en la que un ser que aparece lleno de luz y de esperanza, paso a paso se va convirtiendo en una pesadilla de la que se hace necesario despertar.

Rodada en Santa Rosa, California, en un escenario citadino sin mayores modificaciones, “LA SOMBRA DE UNA DUDA” sirvió a Hitchcock para trabajar, quizás por primera vez, con algunos actores naturales extraídos entre los habitantes de aquel pueblo. Edna May Wonacott, la niña que hizo de Ann, la hermanita de Charlie, y algunos otros actores incidentales, fueron contratados luego de algunas pruebas.

Solo tres fallas me hacen sentir que, este filme, no ha resultado plenamente satisfactorio: La primera, el personaje del tío Charles es muy débilmente explicado en su trastorno emocional. Dos: ¡¿Qué tal como quedan los detectives después de haberle pisado, todo el tiempo, los talones a su sospechoso?! Y tres, los planos con los que Hitchcock resuelve el clímax, resultan… bastante livianos.

En cualquier caso, “LA SOMBRA DE UNA DUDA”, es un filme que motiva valiosas reflexiones.
Luis Guillermo Cardona
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