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España España · Almería
Voto de Lorentz:
9
Terror. Thriller. Drama Un psicólogo, que quiere ayudar a su mujer a superar la muerte de su hijo en un accidente, decide llevarla a una cabaña perdida en medio de un bosque, donde ella había pasado el último verano con el niño. Sin embargo, la terapia no funciona, y tanto ella como la naturaleza empiezan a comportarse de un modo extraño. (FILMAFFINITY)
12 de marzo de 2024
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¿Cuántos cineastas pueden sorprender de verdad? Pocos tienen una obra tan imaginativa, en el sentido más auténtico; no se trata de simplezas sepultadas bajo toneladas de farfolla supuestamente ingeniosa, como en las películas más autocomplacientes de Miyazaki o Burton, por poner ejemplos decentes. Por el contrario, el cine del danés suele ser formalmente espartano, a veces minimalista, para desechar todo lo sobrante y recrearse en lo que importa. En eso Anticristo es una excepción, un cambio, pero cada extravagancia, cada centelleo flamígero, tiene su sentido. Se usa para reforzar y no para estorbar.

A diferencia del de género, donde Michael Mann puede repetir lo mismo varias veces sin que deje de rendir, especialmente si tienes la suerte de desconocer la autoría antes de ver la película, en el cine de autor es necesaria la novedad. Por eso, Lars von Trier es uno de los mejores autores posibles.

Por otro lado, el danés es también un valiente y hábil desobedecedor de los mandamientos progres. No por mera rebeldía, sino con una complejidad fascinante. Los aficionados a comisarios éticos tardaron bastante tiempo en empezar a enterarse del sentido de su obra, aunque era lógico que poco a poco fuesen vislumbrándolo. Con cuentagotas, pero acabaron siendo tantos los que odian al genio, que fue abucheado en Cannes. Qué mejor homenaje, dados los motivos. Está claro que cuando lo admiraban era por mero esnobismo, en su mayoría. Los engañaba con una primera capa de supuestas interpretaciones izquierdistas, de trazo mucho más grueso, que los apaciguaba como un filete a un perro guardián. Esa es la principal clave de su genialidad, la burla de la censura: no han podido cargárselo y sepultarlo, como a Theo Van Gogh.

A partir de Dogville (quizás la mayor obra maestra del siglo XXI) tuvieron la mosca detrás de la oreja, pero ya con Anticristo no pudieron mantener la compostura. Podría ser la mejor crítica del feminismo (una nueva religión) que se ha hecho en el cine de arte y ensayo.

Pero hablando de esnobs, a cineastas-diva tipo Lynch o Cronenberg no les vendría nada mal extraer una lección de Anticristo: sí se puede hacer una obra maestra de corte tenebroso y extraño. No posando, para empezar. El continente ha de reforzar el contenido, en lugar de servir para desfilar por una pasarela imaginaria de directores-modelo. Y continuando por mostrar algo de rebeldía o pensamiento genuinos, no de todo a cien como los de “Promesas del este”, o “Una historia verdadera”.

Resumamos algunas de las esencias contenidas en la obra de von Trier:

- Europa (1991): apuntes para una revisión del nazismo.
- Los idiotas (1998): sátira del borreguismo.
- Bailar en la oscuridad (2000): denuncia de la inmoralidad actual.
- Dogville (2003): defensa de la pena de muerte; crítica al pacifismo. Cuestionamiento de la supuesta bondad de los proletarios, económicos y culturales.
- 5 condiciones (2003): crítica al cine del establishment.
- Manderlay (2005): apuntes para una revisión del esclavismo en América.
- Querida Wendy (2005): defensa del derecho a portar armas.
- El jefe de todo esto (2006): sátira de la corrupción.
- Anticrist♀ (2009): crítica al feminismo, centrada en el aborto.
- Melancolía (2011): exaltación de la destrucción de sociedades decadentes.
- Nymph()maniac (2013): crítica al feminismo, centrada en la fornicación y la promiscuidad.

Todas ellas, estocadas propinadas en momentos especialmente difíciles, cuando casi nadie se atrevía, y en ámbitos muy hostiles (la crítica de cine ha estado dominada por una guardia pretoriana, del sistema edificado en torno a la religión progresista), demostrando una habilidad excepcional para dificultar la labor de los censores (tanta que los más alelados todavía no se han percatado de sus intenciones). Algunos espectadores nos regocijamos en el descubrimiento del secreto de este artista, y sentimos alivio al ver que existían otras personas disidentes, gente inteligente que había visto que el emperador estaba desnudo (por entonces no era tan común el acceso a medios alternativos en internet).

Contenidos tan altamente inflamables contra el sistema, como originales e intelectualmente valiosos.

La decadente civilización occidental merece los sutiles pinchazos que le propina Trier. Él, y en buena medida algunos de sus colaboradores de Zentropa, son los artistas geniales inmediatamente posteriores al esplendor, inevitablemente pesimistas, como lo fueron Quevedo o Calderón de la Barca respecto al imperio español.

Lo que también presagia que a la muerte de aquellos, los mejores quizás haya que buscarlos ya en otras culturas.
Lorentz
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