En su día la Academia de Hollywood ninguneó y con razón este discutible drama romántico dirigido y protagonizado por un Clint Eastwood que demostró también tener insólita una vena romántica. No me convenció cuando la vi en su día y ahora cuando se cumplen 25 años de su estreno tampoco. Aunque se trate de una hermosa historia realizada con exquisita sutileza sobre todo a nivel técnico en la que hay momentos de intensa emoción, tiene varios defectos graves.

El primero es su falta de credibilidad. No puedo aceptar que una profesora de mediana edad como el personaje que interprerta Meryl Streep se comporte como una veinteañera enamorada. Que a los 46 años una persona relativamente culta no comprenda todavía el sacrificio que supone el matrimonio no es de recibo. Además tampoco tiene motivos para abandonar a su marido al que en la película se le presenta como un tipo responsable y trabajador con el que se casó enamorada y con el que tiene dos hijos adolescentes que no les dan ningún problema. No quiere decir esto que una señora de más de cuarenta no pueda enamorarse, pero tan intensamente y en solo cuatro días de una persona que acaba de conocer me parece excesivo por mucho que descubran que están hechos el uno para el otro.

Como historia de amor es muy bonita y reconozco que también me emocioné con la escena final pero funciona más como una fantasía amorosa de una mujer de mediana edad que como una historia de amor real. Streep eso sí, borda su papel y fue nominada al Oscar por enésima vez por este trabajo. A Eastwood no le veo en este rol de fotógrafo enamorado. Le falta expresividad, no sabe transmitir ternura, sus miradas y expresiones me recuerdan a las mismas que suele poner cuando se dispone a liquidar a los delincuentes con su magnum. Está demasiado encasillado en sus papeles de tipo duro, en cuanto le sacas de ahí es muy limitado. A lo largo de su carrera ha demostrado ser mejor director que actor.

El caso es que la película fue un éxito de taquilla considerable pero en los premios se fue de vacío.