12 años antes de trabajar juntos en American Gangster, Denzel Washington y Russell Crowe coincidieron en esta discreta película de ciencia ficción. En un futuro próximo, existen programas informáticos de realidad virtual, que permiten el entrenamiento de la policía interactuando con personajes cibernéticos creados a partir de la personalidad de múltiples asesinos. Uno de ellos llamado SID 6.7 (Crowe), consigue escapar de la realidad virtual con la ayuda de su creador y armará de las suyas en el mundo real. Washington interpreta a Parker Barnes, un policía encarcelado, cuando tras el asesinato de su mujer y su hija, provoca una matanza de inocentes. Sin embargo, Barnes se ofrece voluntario para probar el nuevo programa y demuestra que es el que mejor está capacitado para cazar a SID 6.7.

La película tiene un argumento original pero carece de la fuerza necesaria para ser recordada. Queda como una película de acción al uso, con aceptables efectos visuales y abundantes tiroteos. Pero el filme no engancha. El suspense falla, sobre todo en la parte final, porque ya sabemos como va a acabar todo. Brett Leonard es un director que se limita a filmar sin dejar su impronta y sin innovar, sus obras son muy rutinarias, un ejemplo de ello es Asesino del más allá o El cortador de cesped.

En resumen, podía haber sido una película innovadora pero hoy en día está bastante olvidada. Entretiene sin más. Lo único curioso es ver a dos actorazos de la talla de Washington y Crowe enfrentarse entre sí a tiro limpio. Ambos lo hacen muy bien, especialmente el segundo como brutal psicópata asesino no exento de ciertas dosis de humor. También destacaría el tema musical del inicio.