Ante la avalancha de buenas críticas que tenía y tratándose de un tema que me interesa decidí ir a verla al cine. El resultado me ha parecido bueno pero he de reconocer que me esperaba algo más y sobre todo, me ha resultado desagradable por su violencia brutal y sangrienta. Es una obra triste y muy personal con un estilo parco en palabras que cuenta una historia no muy original pero creíble, a ratos lenta otros recobra el interés, y en la que las imágenes y las miradas y poses de sus protagonistas lo dicen todo sin necesitar casi despegar los labios. Me ha parecido buena pero su violencia sádica me ha puesto de mal humor.

Ryan Gosling es un conductor profesional que trabaja de especialista de cine en las escenas de acción y también como chófer para delincuentes. Un buen día conoce a su vecina e inicia una relación de amistad sin embargo entre ellos salta la chispa justo cuando el marido de ella sale de la cárcel. Gosling interpreta a un personaje enigmático, solitario, lacónico y violento claramente perturbado que también tiene sentimientos pero al que las circunstancias le obligan a sacar lo peor de sí mismo para proteger a un ser querido. Se trata de un personaje difícil de interpretar, de mirada tierna a la vez que inquietante, frío y duro hasta las últimas consecuencias. La historia está contada con imágenes más que con palabras y aunque me incomodó tengo que reconocer que es buena. Y por último también destacaría la presencia en el reparto del olvidado Albert Brooks que interpreta brillantemente a un violento mafioso y a Ron Perlman que sigue tan feo como siempre.