El marido, Rex Harrison, es un empresario arruinado que engaña a su mujer con la vecina para matarla, quedarse con su fortuna y saldar las deudas de la empresa. El plan del marido es atosigar a su esposa hasta provocar su suicidio pero me cuesta creer que la vecina se preste a ello. En medio aparecen el marido cornudo de la vecina que ha estado siguiéndolos porque algo sospechaba, y el jefe de obra del edificio, que pone a salvo a la víctima porque se había enamorado de ella. Demasiado rocambolesco.

El espectador piensa que Anthony Dawson, con su peculiar rostro, es el villano de la función, y resulta que es una víctima más del complot.

El personaje de Roddy McDowell está desaprovechado y metido con calzador para confundir al público sobre la identidad del acosador.

Quiero creer que tanto el marido como la vecina son detenidos por conspiración de asesinato, pero este punto no queda claro.