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Voto de Sergio Berbel:
10
Thriller. Intriga El veterano teniente Somerset (Morgan Freeman), del departamento de homicidios, está a punto de jubilarse y ser reemplazado por el ambicioso e impulsivo detective David Mills (Brad Pitt). Ambos tendrán que colaborar en la resolución de una serie de asesinatos cometidos por un psicópata que toma como base la relación de los siete pecados capitales: gula, pereza, soberbia, avaricia, envidia, lujuria e ira. Los cuerpos de las víctimas, ... [+]
11 de septiembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fincher decidió presentarse por la puerta grande en sociedad con un psicothriller que, en principio, pudiere parecer al uso: pareja de inspectores de policía muy dispareja (uno a punto de jubilarse de vuelta de todo y otro recién llegado pensando que puede comerse el mundo antes de que el mundo se lo coma a él), un enfermo mental con una capacidad intelectual fuera de lo común que va asesinando a personas para escribir con sangre y muerte la lista de los siete pecados capitales (gula, avaricia, pereza, lujuria, orgullo, envidia e ira, por ese orden, fundamental para poder explicar la película) y todos los elementos propios del género.

La pregunta primigenia que hay que hacerse es por qué es única y superior “Seven” a cualquier otra película de similar propuesta, por qué se eleva sobre el resto de psicothrillers de asesinos en serie. Creo que existen siete razones al tal efecto:

1. La lluvia: absolutamente todas las escenas de exteriores de la película (hasta un cierto momento cumbre) se desarrollan bajo una pertinaz lluvia constante que cae como una plaga bíblica sobre sus protagonistas. Nunca la lluvia fue más desasosegante que en esta película, más amenazadora, más terrible. Tan sólo cierta escena icónica de “Camino a la perdición” de Sam Mendes puede igualar la violencia dramática de la lluvia de “Seven”.

2. La forma de jugar con los encuadres de David Fincher, sobre todo a la hora de utilizar de forma discursiva el picado y contrapicado. Pura magia para quien tenga el gusto de analizarlo.

3. Su última media hora. Es difícil poder hablar de ello sin hacer spoilers (y jamás los hago), pero la típica película de asesinos en serie descarrila en la última media hora de esta obra maestra para caminar por un sendero tan novedoso como tenebroso e impredecible. Si aún no la has visto nunca (ya te vale en 25 años de vida de esta obra maestra), te va a resultar realmente imposible adivinar hacia dónde puede dirigirse la trama durante su tramo final. El poder del guión de Andrew Kevin Walker va a superarte a ti y a tus expectativas, y te va a golpear donde más duele.

4. El elenco artístico de la película no tiene parangón. Enormes y contrastados actores en el momento cumbre de su carrera. Un Morgan Freeman estratosférico, un Brad Pitt extraordinario, un Kevin Spacey descomunal, y la mejor interpretación de Gwyneth Paltrow en un papel secundario que acaba siendo piedra angular de la cinta.

5. La perturbadora música de Howard Shore que, volviendo a repetir el esquema de “El silencio de los corderos” (el otro gran psicothriller del cine, con el que esta película, obviamente, tiene varios e importantes puntos de conexión), logra desestabilizar los nervios del espectador compás tras compás.

6. La gran aportación genial de la película: que la identidad del asesino sea lo de menos, que no importe, que la investigación te atrape mucho más que el resultado, algo con lo que Fincher volvería a experimentar posteriormente en la aún más perfecta “Zodiac”.

7. El plano subliminal que el ojo casi no percibe y que el genial David Fincher nos cuela en el último plano de la película, repitiendo la jugada de “El club de la lucha”.

Me han salido 7 puntos de análisis de esta obra maestra inmortal. Qué extraña casualidad…
Sergio Berbel
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