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Voto de Sergio Berbel:
8
Drama Nueva York, 1972. Charlie (Harvey Keitel) es un joven italoamericano de 27 años que trata de ascender en la mafia de Nueva York, pero dicho ascenso se ve obstaculizado por su sentimiento de responsabilidad hacia su imprudente amigo, Johnny Boy (Robert De Niro). (FILMAFFINITY)
21 de febrero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1973, en pleno apogeo del llamado Nuevo Hollywood, con la mejor generación de cineastas norteamericanos rebelados contra el sistema de estudios y dando rienda suelta a su libertad creativa más anárquica y atrevida, Martin Scorsese comparece con su tercera película inaugurando un nuevo enfoque en el cine de mafiosos italoamericanos con “Malas calles”. Evidentemente, estamos ante un mero embrión de todo el potencial que iría desarrollando con posterioridad, pero un embrión interesante, de un realismo no conocido hasta entonces, con un brutal y salvaje naturalismo, retratando su barrio neoyorquino de “Little Italy” casi con intenciones documentales.

Tirando incluso de personajes reales de su barrio, Martin Scorsese también firma el guión sobre este personaje llamado Charlie (espléndido Harvey Keitel) que trata de ascender en el escalafón mafioso de la familia y que tiene todas las cualidades para ello, salvo dos pequeños escollos: está enamorado de Teresa (fantástica Amy Robinson), una italoamericana epiléptica y eso hace que la considere su tío, el capo, una enferma mental, la cual tiene un primo que vive en el alambre permanentemente debiéndole dinero a todo el mundo, incluso a quien no debería (portentoso Robert De Niro), la gran china en el zapato del ascenso en la familia de Charlie.

Con un uso del montaje totalmente innovador y enloquecido, con una cámara al hombro desprejuiciada para su época conformando algunos prototipos de sus futuros magistrales planos secuencia y, sobre todo, alrededor de las canciones de los Rolling Stones (pura marca de la casa Scorsese), la cinta navega sin rumbo por las calles del barrio para que conozcamos los variopintos personajes que en el mismo habitan. Es quizás en esa vocación coral donde el film pierde enteros por quedar demasiado difusas y desdibujadas sus historias, pero no dejan de tener interés todas ellas, pero algunas incluso ni tan siquiera se cierran. El gran cine de mafiosos de Scorsese se estaba conformando con “Malas calles” con una clara vocación documentalista en la dirección de fotografía de Kent L. Wakeford. Lo que vino después, ya es historia del cine.
Sergio Berbel
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