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Voto de Sergio Berbel:
8
Drama. Comedia Rafael dedica 24 horas al día a su restaurante, está divorciado, ve muy poco a su hija, no tiene amigos y elude comprometerse con su novia. Además, desde hace mucho tiempo no visita a su madre, internada en un geriátrico porque sufre el mal de Alzheimer. Una serie de acontecimientos inesperados le obligan a replantearse su vida. Entre ellos, la intención que tiene su padre de cumplir el viejo sueño de su madre: casarse por la Iglesia. (FILMAFFINITY) [+]
8 de febrero de 2024
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El cineasta argentino Juan José Campanella se dio a conocer a nivel mundial en 2001 con “El hijo de la novia”, una comedia romántica que funciona con precisión y que consigue lo que pretende sin entrar en mayores complejidades, emocionar desde la sencillez y utilizando resortes ortodoxos en el género para ello. Ocho años después, decidió trascender y crear (entonces sí) una obra maestra que pervivirá para siempre como es “El secreto de sus ojos”, uno de los grandes thrillers de la historia del cine gracias al aura de romanticismo que impregna cada fotograma para convertirlo en eterno.

Pero este film es mucho más modesto y de aspiraciones más simples, y en ello también triunfa al hablarnos con mucha dulzura de Rafael (Ricardo Darín como un género cinematográfico en sí mismo, actor más divino que humano), un hombre de 43 años que heredó de sus padres, ya ancianos, un restaurante en Buenos Aires y que lucha denodadamente por hacerlo sobrevivir a través de una vida estresante. Es por ello que tiene descuidada a su joven pareja Naty (portentosamente bellísima y efectiva Natalia Verbeke) y a su hija preadolescente nacida de su fracasado matrimonio.

Como tantos que vivimos enfrascados en nuestros problemas diarios sin darnos cuenta de lo realmente importante, no ha tenido tiempo o ganas de darse cuenta de que sus padres ya son ancianos. Parece olvidar que su madre (magnífica Norma Aleandro), ingresada en una residencia con Alzheimer, está desapareciendo tras sus recuerdos y que su padre (magistral Héctor Alterio) sigue perdidamente enamorado de ella 44 años después y quiere concederle un último capricho, la boda que nunca tuvieron.

El guión de Fernando Castets y el propio Campanella sabe muy bien las cartas que juega y arma una emotiva historia con la que resulta difícil no emocionarse, gracias a una funcional y discreta dirección que no aporta ni estorba, a una fotografía naturalista de Daniel Shulman y, sobre todo, a una dulce y reconocible partitura musical de Ángel Illaramendi.

Tan sólo dos peros que alegar al respecto de esta muy buena película: un metraje de 124 minutos innecesarios para la historia que relata y el personaje presuntamente cómico que interpreta el excesivo Eduardo Blanco y que resulta increíble y cargante en algunas escenas del film.
Sergio Berbel
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