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Thriller. Drama. Cine negro
Paul Gregory roba una colección de monedas antiguas y, antes de ser detenido, las guarda en un depósito de seguridad. Será condenado a diez años de cárcel en lugar de los cinco que esperaba. (FILMAFFINITY)
13 de febrero de 2015
13 de febrero de 2015
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los cánones, bien definidos, del film noir americano opacaron los “negros” de otras filmografías como el polar francés o el negro británico poseedores de un sello peculiar y una calidad innegable. En el último caso, el género posee tanto una atmosfera de intriga como un calado en la psicología de los personajes del que quizás carecen su homólogo americano; The Interrupted Journey (1949), It Always Rains on Sunday (1947), The long memory (1953) son ejemplos preclaros a los que se une esta poco conocida y excelente Nowhere to go (1958) codirigida por Seth Holt, autor poco prolífico y que más tarde con la Hammer se decantaría por los derroteros del suspense con un par de obras señeras como Taste of fear (1961 y, sobre todo, The Nanny (1965). Modélico guión que ensambla tiempo, ritmo y peripecia desde un inicio de intrepidez y solidaridad entre hampones que paulatinamente se va deslizando a lo largo del film hasta descarrilar en una huida extenuante y agónica plagada de errores y traiciones. La semblanza de los personajes es paralela a esta trama de descenso y perdición lo que se traduce en un pulso narrativo vigoroso digno de Huston o Kubrick (atención a ese final vacuno, que no equino, evocador de la Jungla del asfalto). Rodaje de largos planos y largos silencios, donde la que habla y cuenta es la cámara, y con una iluminación fría y de claroscuro, la película pergeña y adelanta un estilo que cundiría una década más tarde (Melville, Pakula, Yates). Aludamos a la memorable actuación de Bessie Love, aunque los honores se los llevara una jovenzuela Maggie Smith.