Normalmente siento un natural rechazo por el cine latinoamericano, casi siempre panfletario y de muy baja calidad técnica y actoral, salvo grandiosas excepciones como “El Secreto de sus Ojos” del argentino Campanella y otras muy contadas con los dedos. Me acerqué a ésta “Nosotros los Nobles” porque en Méjico se ha constituido en un fenómeno de público y taquilla. La película, sin ser una obra maestra, me gustó por su sencillez y sinceridad. Además, en ella se encuentra como si de una capsula se tratase, los iconos más representativos del ser latinoamericano, tanto en su ámbito negativo como positivo. Aunque en realidad lo que su director nos quiere transmitir es toda una sátira social en tono de telenovela y con un final feliz. La historia de un padre viudo y con sus tres hijos “huevones”, incapaces de sobrevivir en la jungla social, nos lleva a todo un proceso de conversión que termina por salvarlos a todos. En el ínterin se viven situaciones jocosas que van dando la pauta de una película bien hilvanada, y algo inusual en nuestro cine, con actuaciones convincentes. “Nosotros los Nobles” es un testimonio esclarecedor acerca de la bondad, la fraternidad y la solidaridad familiar en entornos sociales hostiles como los que padecemos en América Latina. También es un llamado a la reafirmación personal y profesional desde una laboriosidad que asumimos como intermitente y que hace del éxito algo esquivo. Trabajo y éxito son las consignas que subyacen en ésta comedia mejicana que gusta por su sencillez y naturalidad.