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Críticas ordenadas por utilidad
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6
19 de mayo de 2009
19 de mayo de 2009
40 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este documental es un tanto plano y sin la emoción de los dramáticos combates que éste gladiador con cara de pocos amigos hizo leyenda. No obstante nos permite recuperar el lado humano, emocional y afectivo, de un peleador cuya imagen ha sido destrozada por los medios de comunicación. Lo que en un principio parecía ser una prometedora carrera, incluso, con un proyección histórica al nivel de los más grandes pesos pesados, terminó truncándose por la frágil personalidad de un gigante bajo el desamparo vital. Tyson es bastante locuaz, algo que nos sorprendió, y a la vez, parece sincero en sus interminables confesiones ante la cámara, incluso, hay momentos en que llega a estar a punto de lloro. Sus problemas con las drogas, el crimen y las mujeres fueron las consecuencias de un origen familiar adverso. La fama y el dinero súbito tampoco le ayudaron mucho. Careció de la madurez emocional para enfrentar los retos de la vida como adulto y pagó caro sus debilidades. Por otro lado, el mismo está consciente de que tenía el talento para ser uno de los más grandes boxeadores, y que a la vez, el mismo lo echó todo a perder. Este retrato que nos brinda el director James Toback nos permite redescubrir a un Tyson caído pero con la suficiente valentía y dignidad en encarar sus triunfos y errores, algo que muy poca gente es capaz de hacer.

6,2
6.125
6
19 de enero de 2016
19 de enero de 2016
38 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
PAWN SACRIFACE es una película a medio hacer. Su director Edward Zwick no tiene la más remota idea de los que es el ajedrez, es más, me atrevo a decir que nunca lo ha jugado con la pasión de los adeptos. PAWN SACRIFACE profana al genial campeón Bobby Fischer, y también al no menos genial y Campeón del Mundo: Boris Spassky. Al primero lo retrata como un alucinado sin apenas profundizar en el desmoronamiento de esa portentosa mente, y al segundo, lo presenta como una estrella de rock superficial, casi un bobo, e identificado con el sistema comunista, obviando que Spassky terminó radicado en Occidente y renegando del sistema soviético y sus insoportables controles sobre la vida privada de las personas.
PAWN SACRIFACE ni profundiza en el juego/ciencia del ajedrez, ni en el emocionante encuentro del año 1972 en Islandia. Tampoco ofrece una fisonomía de las tensiones que pugnaron alrededor de la Guerra Fría (1948-1991): PAWN SACRIFACE quiere abarcarlo todo y lamentablemente no abarca nada o muy poco para no ser completamente severos en ésta apreciación.
Tobey Maguire, lo intenta, pero tampoco es capaz de mimetizarse en tan complejo personaje. Su interpretación es pálida y afectada, sin la fuerza ni el carisma que tuvo el americano en la vida real. Que Bobby Fischer haya sido un obseso del trabajo estudiando el ajedrez nos confirma que el talento sin sacrificio no conduce a nada. Otro campeón malogrado fue el polaco Akiba Rubinstein quién decía que el año tenía 365 días. 300 los dedicaba sólo a estudiar a Caissa, la musa del ajedrez, los otros 60 iba de torneo en torneo, y los 5 días restantes eran para el reposo. ¿Qué tal?
Otro desperdicio en la película fue la presencia del GM William Lombardy, el sacerdote que en la película aparece como el segundo y mentor espiritual fallido de Fischer, en realidad, Fischer no tuvo nunca un equipo de segundos y la relación con Lombardy fue sólo muy pasajera. Fischer fue siempre un lobo solitario enfrentado a sus demonios y con un solo objetivo en la vida: ser campeón del mundo de ajedrez destronando con ello a la hegemonía soviética en la disciplina, lograda la meta, desapareció, hasta reaparecer en el año 1992, veinte años después, para enfrentar una vez más, tablero de por medio, a su antiguo rival y amigo: Boris Spassky, a cambio de una jugosa recompensa millonaria.
El Departamento de Estado de los Estados Unidos lo sancionó porque desestimó como ciudadano estadounidense la prohibición de jugar en la antigua Yugoeslavia en plena guerra civil. Desde ese momento fue un renegado y apátrida, escondiéndose de sus perseguidores por medio mundo, y eso que su logro en 1972 representó la más grande victoria simbólica de los Estados Unidos en contra de la URSS en toda la Guerra Fría. Así pagan los Estados Unidos a sus héroes. El parlamento islandés, con muy buen criterio, le otorgó la ciudadanía y con ello protegió y cobijó a la gran leyenda que murió en esas gélidas tierras de donde son los vikingos.
Sigo creyendo que EL JUGADOR DE AJEDREZ (1978), donde actúa el extraordinario actor alemán Bruno Ganz, es la mejor película sobre el mundo del ajedrez, además de mostrar como el apasionamiento total alrededor del “juego” termina desquiciando a sus cultores hasta llevarlos a la demencia total. Otra muy meritoria es la “infantil”: EN BUSCA DE BOBBY FISCHER (1993) porque quienes la hicieron sí sabían de qué va el ajedrez de torneo y competencia en los ámbitos escolares y juveniles. Otra buena, aunque inferior a las dos antes nombradas es: LA DEFENSA LUZHIN (2001) con John Turturro. En cambio, EL SEPTIMO SELLO (1957) del gran Ingmar Bergman, es otra cosa, en primer lugar es una de las mejores películas en toda la historia del cine mundial, donde se presenta el duelo del caballero medieval con la muerte a través de una partida de ajedrez. La alegoría es clara: el ajedrez como representación simbólica de la gran vida humana como dialéctica y combate, además, de presentar el epicentro de toda la angustia existencial alrededor de la muerte y las posibilidades de que exista otra vida en el más allá.
PAWN SACRIFACE, si bien recrea la vida de Fischer, sus licencias son imperdonables, pero sobretodo, la ausencia de mística, esa ligereza, o caricatura mejor dicho, conque desdeña a éste, el mejor y más perfecto juego cuyos inventores fueron nada más y nada menos que los Dioses: el AJEDREZ.
PAWN SACRIFACE ni profundiza en el juego/ciencia del ajedrez, ni en el emocionante encuentro del año 1972 en Islandia. Tampoco ofrece una fisonomía de las tensiones que pugnaron alrededor de la Guerra Fría (1948-1991): PAWN SACRIFACE quiere abarcarlo todo y lamentablemente no abarca nada o muy poco para no ser completamente severos en ésta apreciación.
Tobey Maguire, lo intenta, pero tampoco es capaz de mimetizarse en tan complejo personaje. Su interpretación es pálida y afectada, sin la fuerza ni el carisma que tuvo el americano en la vida real. Que Bobby Fischer haya sido un obseso del trabajo estudiando el ajedrez nos confirma que el talento sin sacrificio no conduce a nada. Otro campeón malogrado fue el polaco Akiba Rubinstein quién decía que el año tenía 365 días. 300 los dedicaba sólo a estudiar a Caissa, la musa del ajedrez, los otros 60 iba de torneo en torneo, y los 5 días restantes eran para el reposo. ¿Qué tal?
Otro desperdicio en la película fue la presencia del GM William Lombardy, el sacerdote que en la película aparece como el segundo y mentor espiritual fallido de Fischer, en realidad, Fischer no tuvo nunca un equipo de segundos y la relación con Lombardy fue sólo muy pasajera. Fischer fue siempre un lobo solitario enfrentado a sus demonios y con un solo objetivo en la vida: ser campeón del mundo de ajedrez destronando con ello a la hegemonía soviética en la disciplina, lograda la meta, desapareció, hasta reaparecer en el año 1992, veinte años después, para enfrentar una vez más, tablero de por medio, a su antiguo rival y amigo: Boris Spassky, a cambio de una jugosa recompensa millonaria.
El Departamento de Estado de los Estados Unidos lo sancionó porque desestimó como ciudadano estadounidense la prohibición de jugar en la antigua Yugoeslavia en plena guerra civil. Desde ese momento fue un renegado y apátrida, escondiéndose de sus perseguidores por medio mundo, y eso que su logro en 1972 representó la más grande victoria simbólica de los Estados Unidos en contra de la URSS en toda la Guerra Fría. Así pagan los Estados Unidos a sus héroes. El parlamento islandés, con muy buen criterio, le otorgó la ciudadanía y con ello protegió y cobijó a la gran leyenda que murió en esas gélidas tierras de donde son los vikingos.
Sigo creyendo que EL JUGADOR DE AJEDREZ (1978), donde actúa el extraordinario actor alemán Bruno Ganz, es la mejor película sobre el mundo del ajedrez, además de mostrar como el apasionamiento total alrededor del “juego” termina desquiciando a sus cultores hasta llevarlos a la demencia total. Otra muy meritoria es la “infantil”: EN BUSCA DE BOBBY FISCHER (1993) porque quienes la hicieron sí sabían de qué va el ajedrez de torneo y competencia en los ámbitos escolares y juveniles. Otra buena, aunque inferior a las dos antes nombradas es: LA DEFENSA LUZHIN (2001) con John Turturro. En cambio, EL SEPTIMO SELLO (1957) del gran Ingmar Bergman, es otra cosa, en primer lugar es una de las mejores películas en toda la historia del cine mundial, donde se presenta el duelo del caballero medieval con la muerte a través de una partida de ajedrez. La alegoría es clara: el ajedrez como representación simbólica de la gran vida humana como dialéctica y combate, además, de presentar el epicentro de toda la angustia existencial alrededor de la muerte y las posibilidades de que exista otra vida en el más allá.
PAWN SACRIFACE, si bien recrea la vida de Fischer, sus licencias son imperdonables, pero sobretodo, la ausencia de mística, esa ligereza, o caricatura mejor dicho, conque desdeña a éste, el mejor y más perfecto juego cuyos inventores fueron nada más y nada menos que los Dioses: el AJEDREZ.

6,3
3.918
10
5 de abril de 2008
5 de abril de 2008
45 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine está acostumbrado a banalizar la realidad, y el mal, como driría Arendt. Aunque hay cineastas excepcionales que recrean tragedias históricas procurando ser respetuosos de los hechos, como hace Wajda en ésta "Katyn". Algo que nos alegra porque el horror no es visto como espectáculo para el entretenimiento sino como una preocupante reflexión sobre la historia y la naturaleza humana. Todavía nos causa estupor el recuerdo de las matanzas europeas en el contexto de las dos guerras mundiales, y películas como "Katyn" es un dramático recordatorio del sufrimiento de una, -oficiales y académicos polacos-, de las muchas víctimas de la locura de la guerra.
6
5 de septiembre de 2023
5 de septiembre de 2023
54 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las series siguen imponiendo supremacía. Y si bien su boom algo ha decaído es el perfecto complemento de las películas. El cine es muchas cosas a la vez: industria, entretenimiento, arte y propaganda. En el caso que nos ocupa es básicamente propaganda de Estado. La mejor forma de publicitar a un imperio y como éste es capaz de derrotar a sus enemigos. Que esto sea conocido, admirado y aprobado es ya misión cumplida: un caramelo de cianuro.
“Operaciones especiales: Lioness” es una serie del año 2023 que le lava la cara a los Marines y a la política exterior de los Estados Unidos. Bien hecha y con todos los recursos fílmicos de una producción boyante al mejor estilo del Hollywood pendenciero alineado con la Casa Blanca y el ejército. Maquiavelo en el apartado XII de su esencial: “El Príncipe” (1532), estableció que los cimientos del estado antiguo y moderno recaía en el ejército y sus leyes. Y esto es prácticamente un desiderátum para los Estados Unidos.
Nicole Kidman y Morgan Freeman conforman un reparto de lujo aunque apenas aparezcan. Hay tres protagonistas y las tres son mujeres: Zoe Saldana, Laysla De Oliveira y Stephanie Nur. Su tema es el terrorismo y como los Marines, la CIA, el Departamento de Estado y la Casa Blanca son los amos del mundo. Al terrorismo de los árabes los Estados Unidos imponen otro terrorismo, el propio, el de Estado.
Nos quieren convencer que ese sí es legal, patriótico y bueno. “Operaciones especiales: Lioness” es propaganda dura y pura a favor de los Estados Unidos y su ejército imperial extra fronteras. El mensaje es claro: nadie nos puede ganar. Ya despachamos a los hijos de satán de la liga comunista y ahora vamos por los pérfidos descendientes de Saladino y su despiadada guerra asimétrica.
En nombre de la Democracia de los Estados Unidos la lucha contra el terrorismo mundial se hace y se hará sin paliativos de ningún tipo. Razón por la cual se nos muestra a los mejores soldados; el mejor armamento y la mejor logística para el espionaje y vigilancia. Y también como se maniobra con las leyes como si fueran de plastilina acomodándose al fin último: el predominio de la fuerza y no de la razón.
Al enemigo se le liquida. Ese es el principal mensaje. Se le infiltra y se le liquida. Las normas internacionales con sus leyes y convenciones las ignoran olímpicamente. Un doble rasero que nos lleva al Estado fascista al servicio de los grupos de poder y no de la sociedad. La hipocresía como norma de comportamiento diplomático.
“Operaciones especiales: Lioness” es plana y muy predecible. Pero eso es lo de menos ya que estamos ante un producto agresivamente ideológico que asume que los espectadores somos unos tontos y que se les puede practicar una lobotomía bajo el disimulo. El enemigo es presentado rico, muy rico, poderoso y maligno. Aunque tonto y moralmente rebajado: un enano mental, y hasta, cultural.
Los asesinatos selectivos se ejecutan como medidas de prevención para evitar futuros atentados terroristas. El final es paradójico ya que la marine asesina que cumplió con la Patria se siente utilizada y decide renunciar a todo para poder salvar lo poco que aún queda vivo de ella.
Esto es interesante: soldados como asesinos y no como patriotas al servicio de nobles ideales. La confusión permite al autómata no plantearse problemas de conciencia. Los lavados cerebrales son el centro de todo reclutamiento forzoso en nombre de ideales que representan intereses minoritarios y privilegiados. La sociedad entera es engañada. Tanto la de los Estados Unidos como la global. Por eso “Operaciones especiales: Lioness” es un entretenimiento peligroso y para nada inocente.
Otro elemento a rescatar es el "ojo por ojo y el diente por diente". Una secuela de violencia en cadena y que se hereda de generación en generación. El axioma de que hay que prepararse para la guerra para garantizar la paz es un tanto absurdo y sigue ahondando en la tragedia. La paz es la excepción cuando lo normal es la guerra. Y la tregua, un estado de gracia, con la duración de un suspiro. “Desdichado el que llora, porque ya tiene el hábito miserable del llanto”.
El hombre como lobo de sí mismo es la causa de la guerra y de todas sus lamentables y traumáticas secuelas para una vida civilizada de provecho creciente. Ese afán por dominar e imponer la vanidad suprema es nuestra caída permanente y la negación de la salvación por la virtud.
“Operaciones especiales: Lioness” es una serie del año 2023 que le lava la cara a los Marines y a la política exterior de los Estados Unidos. Bien hecha y con todos los recursos fílmicos de una producción boyante al mejor estilo del Hollywood pendenciero alineado con la Casa Blanca y el ejército. Maquiavelo en el apartado XII de su esencial: “El Príncipe” (1532), estableció que los cimientos del estado antiguo y moderno recaía en el ejército y sus leyes. Y esto es prácticamente un desiderátum para los Estados Unidos.
Nicole Kidman y Morgan Freeman conforman un reparto de lujo aunque apenas aparezcan. Hay tres protagonistas y las tres son mujeres: Zoe Saldana, Laysla De Oliveira y Stephanie Nur. Su tema es el terrorismo y como los Marines, la CIA, el Departamento de Estado y la Casa Blanca son los amos del mundo. Al terrorismo de los árabes los Estados Unidos imponen otro terrorismo, el propio, el de Estado.
Nos quieren convencer que ese sí es legal, patriótico y bueno. “Operaciones especiales: Lioness” es propaganda dura y pura a favor de los Estados Unidos y su ejército imperial extra fronteras. El mensaje es claro: nadie nos puede ganar. Ya despachamos a los hijos de satán de la liga comunista y ahora vamos por los pérfidos descendientes de Saladino y su despiadada guerra asimétrica.
En nombre de la Democracia de los Estados Unidos la lucha contra el terrorismo mundial se hace y se hará sin paliativos de ningún tipo. Razón por la cual se nos muestra a los mejores soldados; el mejor armamento y la mejor logística para el espionaje y vigilancia. Y también como se maniobra con las leyes como si fueran de plastilina acomodándose al fin último: el predominio de la fuerza y no de la razón.
Al enemigo se le liquida. Ese es el principal mensaje. Se le infiltra y se le liquida. Las normas internacionales con sus leyes y convenciones las ignoran olímpicamente. Un doble rasero que nos lleva al Estado fascista al servicio de los grupos de poder y no de la sociedad. La hipocresía como norma de comportamiento diplomático.
“Operaciones especiales: Lioness” es plana y muy predecible. Pero eso es lo de menos ya que estamos ante un producto agresivamente ideológico que asume que los espectadores somos unos tontos y que se les puede practicar una lobotomía bajo el disimulo. El enemigo es presentado rico, muy rico, poderoso y maligno. Aunque tonto y moralmente rebajado: un enano mental, y hasta, cultural.
Los asesinatos selectivos se ejecutan como medidas de prevención para evitar futuros atentados terroristas. El final es paradójico ya que la marine asesina que cumplió con la Patria se siente utilizada y decide renunciar a todo para poder salvar lo poco que aún queda vivo de ella.
Esto es interesante: soldados como asesinos y no como patriotas al servicio de nobles ideales. La confusión permite al autómata no plantearse problemas de conciencia. Los lavados cerebrales son el centro de todo reclutamiento forzoso en nombre de ideales que representan intereses minoritarios y privilegiados. La sociedad entera es engañada. Tanto la de los Estados Unidos como la global. Por eso “Operaciones especiales: Lioness” es un entretenimiento peligroso y para nada inocente.
Otro elemento a rescatar es el "ojo por ojo y el diente por diente". Una secuela de violencia en cadena y que se hereda de generación en generación. El axioma de que hay que prepararse para la guerra para garantizar la paz es un tanto absurdo y sigue ahondando en la tragedia. La paz es la excepción cuando lo normal es la guerra. Y la tregua, un estado de gracia, con la duración de un suspiro. “Desdichado el que llora, porque ya tiene el hábito miserable del llanto”.
El hombre como lobo de sí mismo es la causa de la guerra y de todas sus lamentables y traumáticas secuelas para una vida civilizada de provecho creciente. Ese afán por dominar e imponer la vanidad suprema es nuestra caída permanente y la negación de la salvación por la virtud.

6,3
6.272
8
3 de noviembre de 2014
3 de noviembre de 2014
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacía tiempo que no veía una película de esas que te socava los cimientos. The Homesman es la historia de una desilusión colectiva alrededor de la destrucción de un mito. Tommy Lee Jones nos muestra toda la sordidez del Oeste americano en contraste con su ya acostumbrada idealización como tiempo fundacional de los Estados Unidos. El Oeste americano no sólo fue una conquista sobre tierras ya ocupadas, sino un intento de construir una civilización desde el polvo y la nada, y para ello se tuvo que enfrentar la hostilidad suprema que aniquila la pequeñez humana.
Me ha llamado la atención el recurso providencialista, místico y religioso presente en estos hombres y mujeres varados en la inmensidad del desierto, como única muleta de esperanza, salvación y redención. Por otro lado el papel de la mujer como víctima social de un medio hecho a la medida de los hombres. La protagonista que encarna Hilary Swank es una heroína trágica que intenta sobrevivir en un mundo en que no tiene cabida debido a su primitivismo y misoginia.
Las mujeres son seres inferiores respecto al hombre y su única función es como sirvientas o reproductoras sin amor. Luego está la presencia en un “mundo sin bondad” de la soledad ontológica, de la más terrible sensación de perdición.
En fin, una película dura, realista, y hasta seca, nada complaciente y que causará no poco rechazo entre un público acostumbrado a la idealización de las realidades humanas y con finales felices.
Me ha llamado la atención el recurso providencialista, místico y religioso presente en estos hombres y mujeres varados en la inmensidad del desierto, como única muleta de esperanza, salvación y redención. Por otro lado el papel de la mujer como víctima social de un medio hecho a la medida de los hombres. La protagonista que encarna Hilary Swank es una heroína trágica que intenta sobrevivir en un mundo en que no tiene cabida debido a su primitivismo y misoginia.
Las mujeres son seres inferiores respecto al hombre y su única función es como sirvientas o reproductoras sin amor. Luego está la presencia en un “mundo sin bondad” de la soledad ontológica, de la más terrible sensación de perdición.
En fin, una película dura, realista, y hasta seca, nada complaciente y que causará no poco rechazo entre un público acostumbrado a la idealización de las realidades humanas y con finales felices.
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