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Voto de KRIVO:
8

Voto de KRIVO:
8
6,7
1.909
Thriller
Cuando el viejo actor Byron Orlock comprueba que la vida real supera con creces la violencia de sus películas de terror, decide abandonar el cine. Sin embargo, el joven y ambicioso director Sammy Michaels lo convence para interpretar un último papel, muy distinto a los habituales. Mientras tanto, un veterano del Vietnam, que había sido siempre un hombre amable y cordial, empieza a sentir una enfermiza fascinación por las armas. En un ... [+]
26 de abril de 2022
26 de abril de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy interesante película con nostálgicas alusiones al cine del pasado y que permite diversas lecturas, tales como las variaciones en el género del terror, aproximaciones meta-cinematográficas, sociológicas y psiquiátricas.
Peter Bogdanovich nos cuenta una atrapante historia paralela, que parten juntas, luego se distancian y terminan reuniéndose nuevamente en una solución muy efectiva del director. Lo que ocurre en el desarrollo de la cinta, es un relato a dos bandas.
Por un lado, la trama de un joven y dinámico cineasta (admirador de una gloria del cine terror de antaño), aquí interpretado por el propio Bogdanovich y el viejo actor, figura mítica del cine clásico, caracterizado por Boris Karloff, de manera brillante, como interpretándose a sí mismo. Ya se considera cansado y un producto de un cine pretérito y desfasado, por lo tanto, sólo quiere retirarse en paz, pese a la insistencia del novel director que trata de convencerlo para hacer su última película. Da gusto ver a este verdadero ícono del género en un papel tan diferente a los clásicos roles que lo hicieron inmortal en ese cine que asustó a medio mundo. Con dosis de humor negro, mostrando esa fragilidad física propia de su edad y algo cascarrabias, Karloff muestra una naturalidad asombrosa en su representación, rodeada de simpáticos diálogos con su secretaria.
Por el otro lado, la situación de un joven de clase media de la familia ideal norteamericana, en la cual se muestra esa felicidad aparente, pero que, en el fondo, es una estructura frágil y este personaje algo siniestro esconde detrás de esa aparentemente tranquila y ejemplar fachada, de "buen hijo y vecino". Desde que aparece en escena, ya sospechamos algo. ¿Qué pasa con este joven enajenado que de repente sale a disparar a todo lo que se mueve, sin motivos aparentes? Es claramente una personalidad psicopática y además -tal como vemos en la escena final- sin consistencia, endeble. Admirador de las armas, por influjo de su padre, con quien salen a prácticas de tiro y a cazar, no sabemos si pertenecen a la Asociación Nacional del Rifle (tan importante en USA y alguna vez presidida por Charlton Heston), pero un afiche de esta organización aparece en la tienda de venta de armas y municiones.
¿Crítica social velada de Bogdanovich a una sociedad violenta como la estadounidense? En la que el peligro se encuentra a la vuelta de la esquina e incluso, puede hallarse en el seno plácido de un hogar típico de dicho sistema social, mostrado habitualmente como el paradigma de lo deseable.
Inevitable recordar, en este punto, el magnífico documental “Bowling for Columbine”, de Michael Moore y su incisiva crítica a esa cultura de las armas y de la violencia.
No en vano, además, la película que nos ocupa está basada libremente en los asesinatos de agosto de 1966, perpetrados por Charles Whitman, situado como francotirador en lo alto de una torre en el campus de la Universidad de Texas, desde donde dispara contra varios estudiantes.
Otro mensaje que nos comunica el director: el terror antiguo ya no asusta como antes, aunque los cinéfilos seguimos viendo esas películas como algo entrañable y nostálgico. Y se sabe que son fantasía y misterio, pero no más que eso. En cambio, nos dice esta película, el terror de hoy procede de un mundo real, violento, sin concesiones, el que ahora puede causar verdadero pánico y no va a "matar" a la gente sólo del susto, sino de verdad. Esa realidad puede estar presente en las calles, un supermercado, un parque, en el cotidiano de cualquiera, personificada en sujetos en apariencia normales (no disfrazados de monstruos), pero asesinos potenciales y reales. Esa realidad es la que ahora atemoriza.
La película tiene estupendas tomas panorámicas que nos permiten observar la fría preparación que hace el francotirador de sus armas y mira telescópica para disparar a cualquiera que vaya en los vehículos en la autopista. Les dispara haciendo puntería como si fueran las latas en el campo junto a su padre. Y después los disparos en el autocine, oculto por la oscuridad del recinto, provocando el caos y la desesperación de la gente, para llegar a un desenlace muy bien elaborado y, en cierto modo, sorpresivo. El viejo monstruo ha triunfado sobre el nuevo terror que campea en la urbe. Pero ¿por cuánto tiempo?
Algunos detalles del guión en spoiler.
Peter Bogdanovich nos cuenta una atrapante historia paralela, que parten juntas, luego se distancian y terminan reuniéndose nuevamente en una solución muy efectiva del director. Lo que ocurre en el desarrollo de la cinta, es un relato a dos bandas.
Por un lado, la trama de un joven y dinámico cineasta (admirador de una gloria del cine terror de antaño), aquí interpretado por el propio Bogdanovich y el viejo actor, figura mítica del cine clásico, caracterizado por Boris Karloff, de manera brillante, como interpretándose a sí mismo. Ya se considera cansado y un producto de un cine pretérito y desfasado, por lo tanto, sólo quiere retirarse en paz, pese a la insistencia del novel director que trata de convencerlo para hacer su última película. Da gusto ver a este verdadero ícono del género en un papel tan diferente a los clásicos roles que lo hicieron inmortal en ese cine que asustó a medio mundo. Con dosis de humor negro, mostrando esa fragilidad física propia de su edad y algo cascarrabias, Karloff muestra una naturalidad asombrosa en su representación, rodeada de simpáticos diálogos con su secretaria.
Por el otro lado, la situación de un joven de clase media de la familia ideal norteamericana, en la cual se muestra esa felicidad aparente, pero que, en el fondo, es una estructura frágil y este personaje algo siniestro esconde detrás de esa aparentemente tranquila y ejemplar fachada, de "buen hijo y vecino". Desde que aparece en escena, ya sospechamos algo. ¿Qué pasa con este joven enajenado que de repente sale a disparar a todo lo que se mueve, sin motivos aparentes? Es claramente una personalidad psicopática y además -tal como vemos en la escena final- sin consistencia, endeble. Admirador de las armas, por influjo de su padre, con quien salen a prácticas de tiro y a cazar, no sabemos si pertenecen a la Asociación Nacional del Rifle (tan importante en USA y alguna vez presidida por Charlton Heston), pero un afiche de esta organización aparece en la tienda de venta de armas y municiones.
¿Crítica social velada de Bogdanovich a una sociedad violenta como la estadounidense? En la que el peligro se encuentra a la vuelta de la esquina e incluso, puede hallarse en el seno plácido de un hogar típico de dicho sistema social, mostrado habitualmente como el paradigma de lo deseable.
Inevitable recordar, en este punto, el magnífico documental “Bowling for Columbine”, de Michael Moore y su incisiva crítica a esa cultura de las armas y de la violencia.
No en vano, además, la película que nos ocupa está basada libremente en los asesinatos de agosto de 1966, perpetrados por Charles Whitman, situado como francotirador en lo alto de una torre en el campus de la Universidad de Texas, desde donde dispara contra varios estudiantes.
Otro mensaje que nos comunica el director: el terror antiguo ya no asusta como antes, aunque los cinéfilos seguimos viendo esas películas como algo entrañable y nostálgico. Y se sabe que son fantasía y misterio, pero no más que eso. En cambio, nos dice esta película, el terror de hoy procede de un mundo real, violento, sin concesiones, el que ahora puede causar verdadero pánico y no va a "matar" a la gente sólo del susto, sino de verdad. Esa realidad puede estar presente en las calles, un supermercado, un parque, en el cotidiano de cualquiera, personificada en sujetos en apariencia normales (no disfrazados de monstruos), pero asesinos potenciales y reales. Esa realidad es la que ahora atemoriza.
La película tiene estupendas tomas panorámicas que nos permiten observar la fría preparación que hace el francotirador de sus armas y mira telescópica para disparar a cualquiera que vaya en los vehículos en la autopista. Les dispara haciendo puntería como si fueran las latas en el campo junto a su padre. Y después los disparos en el autocine, oculto por la oscuridad del recinto, provocando el caos y la desesperación de la gente, para llegar a un desenlace muy bien elaborado y, en cierto modo, sorpresivo. El viejo monstruo ha triunfado sobre el nuevo terror que campea en la urbe. Pero ¿por cuánto tiempo?
Algunos detalles del guión en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Se puede interpretar como ciertos vacíos aparentes en el guión -que tal vez no interese despejar mucho en aras de la trama principal- como ¿Qué pasa con el padre al descubrir a toda su familia asesinada en su casa? ¿Qué pasa con la policía y los vehículos atacados en la autopista, no le sigue la pista al francotirador? Está claro, no es una película policial propiamente tal y ese no es el tema de fondo, por lo que se deja pasar y son considerados detalles. La trama es otra. De acuerdo.