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Voto de KRIVO:
7
Voto de KRIVO:
7
5,8
1.147
20 de marzo de 2022
20 de marzo de 2022
Sé el primero en valorar esta crítica
Esta, la tercera de la saga con Lee en el rol del Conde, me parece una digna sucesora de las anteriores versiones, un peldaño por debajo. Las cintas posteriores iniciarán el declive, cuando se empieza a estrujar al personaje y a su historia, explotando un filón claramente comercial.
Con la que nos ocupa, hay cambio de mano en la dirección, eso se nota un poco, pero se mantiene el tono general, los decorados y la exquisita ambientación de época, los carruajes, bosque, todo dentro de un vivaz colorido y luminosidad. Magnífica reconstrucción de locaciones y ambientes, destacando la taberna. Y, cómo no, estupenda musicalización, acorde a la acción y al clima de cierto suspenso, a cargo del destacado James Bernard. Aquí no logra la inmortal partitura del "Horror de Drácula" de 1958, pero su sello inconfundible y muy
ad-hoc con la trama, se aprecia a lo largo de toda la película.
La historia -si bien es tópica en estos temas- se desarrolla fuera del castillo en esta ocasión e introduce elementos novedosos, como la religiosidad diferenciada del ateísmo, como herramienta decisiva para destruir al maligno Conde. Y la subyugación que éste hace de un representante de la Iglesia y tenerlo bajo su férula, al utilizarlo para sus fines. Más en spoiler.
¿Las interpretaciones? En primer lugar, vuelve a destacar de manera imperial Christopher Lee en el rol que lo hizo célebre en el cine. Y el título de mi crítica está relacionado con que ahora volvemos a escuchar a Lee, aunque muy breve en toda la película, pero habla. A diferencia de la cinta anterior ("Príncipe de las tinieblas") en la que no pronuncia palabra alguna, como se sabe. Su imponente presencia sigue llenando la pantalla cada vez que entra en escena. Muestra otra vez esa dualidad perturbadora: como ese ser seductor, de mirada hipnótica, y en paralelo, como una bestia sedienta de sangre y de violencia incontenible. Impacta esa aureola perversa cuando conduce el carruaje y azota a los caballos. Con cada aparición de Lee, la película gana mucho. Es el Drácula definitivo.
En segundo lugar, destaco el notable trabajo de Rupert Davies en el rol del Monseñor, que llega a la aldea a fiscalizar la labor eclesiástica y que todo marche en orden. Muestra autoridad y valentía para desafiar al inmortal Conde. La lucha simbólica entre el Bien y el Mal. Luego, el papel del Reverendo, como el atormentado párroco que ha sido "esclavizado" por Drácula y se ve obligado a servirle. Un hijo del Señor en esa penosa misión, interesante aspecto del guión.
Barry Andrews (como el novio de María y de clase social inferior a ella), en un desempeño correcto, como el joven que estudia y trabaja para salir adelante, ateo en materia religiosa, dinámico, decidido y valiente, llegado el momento. Tiene un rol preponderante en la impactante escena final. Considero que es el segundo mejor final de todas las de la serie de Drácula de la Hammer (y he visto las siete en que aparece Christopher Lee). El mejor es el de la película inicial, de 1958, con la extraordinaria confrontación entre el Conde y el notable Van Helsing de Peter Cushing.
Las féminas cumplen en lo suyo, con una bella y sexy Verónica Carlson como María y su también atractiva compañera, Bárbara Ewing, dan el toque de cierto erotismo a la película, tanto o más que las versiones previas de la saga. Ese cruce por el bosque crepuscular de la Carlson en camisón blanco detrás del Conde, es sensualidad pura. Los demás secundarios, bien, en general todos cumplen en el contexto de la trama.
Respecto a la ambientación -si bien la he destacado- extrañé el camino hacia el castillo que era utilizado por los carruajes y el pequeño puente que conduce a la puerta de entrada. En la presente cinta se ve muy forzado el tener que caminar por escarpados repechos, verdadero acto de escalamiento para llegar a la lúgubre fortaleza. Es un punto débil de esta versión.
En resumen, "Drácula se levanta de la tumba" sigue quedando en la categoría de clásico de la Hammer y del género.
Con la que nos ocupa, hay cambio de mano en la dirección, eso se nota un poco, pero se mantiene el tono general, los decorados y la exquisita ambientación de época, los carruajes, bosque, todo dentro de un vivaz colorido y luminosidad. Magnífica reconstrucción de locaciones y ambientes, destacando la taberna. Y, cómo no, estupenda musicalización, acorde a la acción y al clima de cierto suspenso, a cargo del destacado James Bernard. Aquí no logra la inmortal partitura del "Horror de Drácula" de 1958, pero su sello inconfundible y muy
ad-hoc con la trama, se aprecia a lo largo de toda la película.
La historia -si bien es tópica en estos temas- se desarrolla fuera del castillo en esta ocasión e introduce elementos novedosos, como la religiosidad diferenciada del ateísmo, como herramienta decisiva para destruir al maligno Conde. Y la subyugación que éste hace de un representante de la Iglesia y tenerlo bajo su férula, al utilizarlo para sus fines. Más en spoiler.
¿Las interpretaciones? En primer lugar, vuelve a destacar de manera imperial Christopher Lee en el rol que lo hizo célebre en el cine. Y el título de mi crítica está relacionado con que ahora volvemos a escuchar a Lee, aunque muy breve en toda la película, pero habla. A diferencia de la cinta anterior ("Príncipe de las tinieblas") en la que no pronuncia palabra alguna, como se sabe. Su imponente presencia sigue llenando la pantalla cada vez que entra en escena. Muestra otra vez esa dualidad perturbadora: como ese ser seductor, de mirada hipnótica, y en paralelo, como una bestia sedienta de sangre y de violencia incontenible. Impacta esa aureola perversa cuando conduce el carruaje y azota a los caballos. Con cada aparición de Lee, la película gana mucho. Es el Drácula definitivo.
En segundo lugar, destaco el notable trabajo de Rupert Davies en el rol del Monseñor, que llega a la aldea a fiscalizar la labor eclesiástica y que todo marche en orden. Muestra autoridad y valentía para desafiar al inmortal Conde. La lucha simbólica entre el Bien y el Mal. Luego, el papel del Reverendo, como el atormentado párroco que ha sido "esclavizado" por Drácula y se ve obligado a servirle. Un hijo del Señor en esa penosa misión, interesante aspecto del guión.
Barry Andrews (como el novio de María y de clase social inferior a ella), en un desempeño correcto, como el joven que estudia y trabaja para salir adelante, ateo en materia religiosa, dinámico, decidido y valiente, llegado el momento. Tiene un rol preponderante en la impactante escena final. Considero que es el segundo mejor final de todas las de la serie de Drácula de la Hammer (y he visto las siete en que aparece Christopher Lee). El mejor es el de la película inicial, de 1958, con la extraordinaria confrontación entre el Conde y el notable Van Helsing de Peter Cushing.
Las féminas cumplen en lo suyo, con una bella y sexy Verónica Carlson como María y su también atractiva compañera, Bárbara Ewing, dan el toque de cierto erotismo a la película, tanto o más que las versiones previas de la saga. Ese cruce por el bosque crepuscular de la Carlson en camisón blanco detrás del Conde, es sensualidad pura. Los demás secundarios, bien, en general todos cumplen en el contexto de la trama.
Respecto a la ambientación -si bien la he destacado- extrañé el camino hacia el castillo que era utilizado por los carruajes y el pequeño puente que conduce a la puerta de entrada. En la presente cinta se ve muy forzado el tener que caminar por escarpados repechos, verdadero acto de escalamiento para llegar a la lúgubre fortaleza. Es un punto débil de esta versión.
En resumen, "Drácula se levanta de la tumba" sigue quedando en la categoría de clásico de la Hammer y del género.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Espectacular final, con el enfrentamiento físico entre el joven novio de María y el perverso Drácula. La juventud y dinamismo se imponen ante la fortaleza del vampiro, quien -después de un intenso forcejeo- , cae clavado en la cruz cual estaca, con un impresionante Lee en los momentos finales. Y ahí el Reverendo logra salir de su opresión, se libera y empieza a rezar. Gran y simbólico instante de la película. Era el requisito para destruir definitivamente al Príncipe de las Tinieblas, ya que el prometido de María no estaba en condiciones de realizar ese rito católico y, por lo demás, ya había fallado una vez, incluso con la estaca ya clavada al vampiro. Fue cuando éste logra recuperarse, debido a la ausencia del rezo.
La duda que me quedó: ¿Quién asesinó a la mujer que aparece dentro de la campana, al principio de la película y que aparece con las dos marcas en el cuello? ¿Fue Drácula? Pero cómo, si éste aún no era revivido y supuestamente llevaba unos doce meses sumergido o congelado.
La duda que me quedó: ¿Quién asesinó a la mujer que aparece dentro de la campana, al principio de la película y que aparece con las dos marcas en el cuello? ¿Fue Drácula? Pero cómo, si éste aún no era revivido y supuestamente llevaba unos doce meses sumergido o congelado.