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España España · Barcelona
Voto de Glasshead:
9
Terror Inspirada en una historia real sucedida en el madrileño barrio de Vallecas en los años 90. Tras hacer una ouija con unas amigas, una adolescente es asediada por aterradoras presencias sobrenaturales que amenazan con hacer daño a toda su familia. (FILMAFFINITY)
17 de noviembre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película está entrañablemente situada en 1991, año mágico para los que, por entonces, teníamos la misma edad que la protagonista. La ambientación está increíblemente bien lograda: es absorbente ya que muchos vivimos en esos mismos pisos de viviendas sociales, y se acerca con mucho ingenio a la vida de una chica que ha de cuidar de sus tres hermanos pequeños porque su madre está trabajando todo el día. En realidad, nos hace sentir mismamente como si estuviésemos ahí también.

En esa cotidianeidad tan bien plasmada, tan a ras de piel, con mil detalles que nos sonarán y que oiremos con una sonrisa -el anuncio de Centella, cajón desastre y su "Shubi Dubi, Subi Dubá", los fascículos de Mundo Oculto-, en esa época no tan lejana pero en la que todavía no existía Internet (¡¿cómo diablos se hacía NADA sin Internet?!), el terror se va filtrando poco a poco, va calando en esos retratos mundanos, costumbristas, y va a más, hasta que de repente te encuentras tan metido en la historia que empiezas a sentir... miedo.

Y sí, sentir miedo, inquietud, viendo la peli en mi comedor con la luz apagada, atento a cada ruido externo, girando la cabeza detrás de mí, solo lo había conseguido otra película de terror en mi vida adulta, y ésa fue Paranormal Activity, en el 2009 (de las secuelas ya me desentiendo). Y para mí ése es el logro supremo de cualquier película de miedo. Verónica te hace sentir incómodo y nervioso, en el buen sentido. Porque es un terror urbano, psicológico, con detalles muy bien expuestos y mejor desarrollados. Porque nos hace volver a nuestra adolescencia en los 90 y darle un giro de indefensión, de terror, y hacernos sentir lo mismo que cuando leíamos Karma-7, o alguien nos explicaba una historia de fantasmas, y luego no podíamos dormir.

Para colmo, está rodada con mucho gusto, con muchísima elegancia, el ritmo es el adecuado y es imposible apartar la vista de la pantalla, incluso cuando, ya con los títulos de crédito finales, se nos enseñan fotografías del caso real en el que se inspira la película, por entonces ya tienes erizado hasta el vello de las orejas.

Muy bien. Bravo. Sublime.
Glasshead
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