Spencer
6,3
8.165
Drama
Biopic de Lady Di que cuenta la historia de un fin de semana crucial a principios de los años 90, cuando la princesa Diana -de nombre Diana Frances Spencer- decidió que su matrimonio con el príncipe Carlos no estaba funcionando, y que necesitaba desviarse de un camino que la había puesto en primera fila para algún día ser reina... El drama tiene lugar durante tres días, en una de sus últimas vacaciones de Navidad en la Casa de Windsor ... [+]
6 de diciembre de 2021
6 de diciembre de 2021
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Menudo sorpresón me he llevado con Spencer. Pensaba que me iba a encontrar con el típico biopic ensalzando la figura de una cara tan conocida como la de Diana, pero aunque obviamente se posiciona a favor de esta, la cinta prefiere más viajar por la ruta del “estudio de personaje” mostrándonos uno de los momentos más crudos y complicados de la vida del personaje, reflejando gran parte de sus fallos como de sus bondades.
Además estilísticamente hablando se acerca mucho más al cine posmoderno o incluso al cine dogma en cuanto a la elección planos y movimiento de la cámara, que no dejará prácticamente ni un segundo respirar a la Stewart en un papel algo exagerado, pero si bastante funcional.
La música de Jonny Greenwood (como no) es fantástica.
Además estilísticamente hablando se acerca mucho más al cine posmoderno o incluso al cine dogma en cuanto a la elección planos y movimiento de la cámara, que no dejará prácticamente ni un segundo respirar a la Stewart en un papel algo exagerado, pero si bastante funcional.
La música de Jonny Greenwood (como no) es fantástica.
19 de febrero de 2022
19 de febrero de 2022
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película armada sobre una muy maravillosa dirección de arte, pero nada más. Una historia impresionista, vacía, redundante, plana, que ni siquiera da espacio para pensar, especular o al menos, confundirse. Viéndola, me sentí como cuando atravesé el ómicron: pesado, con ganas de dormir y con deseos de que se acabase lo más pronto posible. No pierdan su tiempo ni su dinero. Eso sí, Stewart esta increíble en su rol.
12 de marzo de 2022
12 de marzo de 2022
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al margen de los actores multipremiados, rebosantes de prestigio y éxito comercial, existen personas talentosas en la profesión que sufren de la cinegética interpretativa de la audiencia, a veces duradera, otras fugaz; con expedientes como el de Melissa McCarthy, Robert Pattinson, Jamie Dornan o Adam Sandler, era algo evidente que iba a ser difícil remontar la inercia de 'Crepúsculo' para Kristen Stewart, no podemos afirmar seriamente que son buenas las cintas de esa saga.
Entre un recomendable repertorio de gran calidad que tiene Steward encontramos cintas como 'Adventureland', 'Still Alice', 'Personal Shopper' o la ganadora de un premio César, 'Clouds of Sils Maria'; y en este caso confieso que tenía cierto temor por el tipo de actuación que le concedieron a la protagonista: el orden de la imitación y el espejismo con Lady Di. Además, en las manos de un director de biopics con una búsqueda de revelar el secretismo intimista de Neruda o Jackie Kennedy, esto sonaba con un ambivalente proyecto que podía resultar en la sinergia certera o el pronóstico de la peli pretenciosa de turno, suerte que las cosas no siempre son como las esperas.
'Spencer', en paralelismo con la realeza británica, cuida muy bien su imagen; con una paleta de colores resplandeciente, pálida y pastel, con un lente entornado que descubre ángulos desde cenitales hasta de corte americano y con una utilización del entorno parecida a la de 'El resplandor', disponiendo los espacios colosales con tomas abiertas y los ambientes más íntimos, como habitaciones o pasillos, con tomas más cerradas.
Ahora bien, 'Spencer' no parece un acercamiento novedoso a la vida de la mujer del título; con un enfoque alargado en tres días de la navidad de la 1991, se nos trata de contar sobre un momento crucial de la vida de Diana, una etapa de separación, ciborofobia bulímica, hostigamiento mediático u opresión ceremoniosa, sin embargo, la cosa no es que ya se haya contado antes en 'In Her Own Words', 'The Crown', 'The Royal Truth' o, indirectamente, en 'The Queen', la cuestión es que el formato de suspenso psicología de conflicto interno ofrece poco atractivo.
No soy fanático de la lisergia cinematográfica de Gilliam, ni del onirismo surrealista de Lynch o la explotación corporal de Cronenberg, pero admito que son una fuerza motriz de lo más llamativo para hacer un filme algo más psicológico y alucinante. Si uno ya está entrenado en ese cine más ornamental pero no por ello de narrativa impecable, 'Spencer' parecerá más bien 'un juego de niños'. Las escenas más ambiguas son estéticas pero no sustanciales, tienen reducido significado porque incurren en la tensión de goma elástica y no de film para embalaje, ya que éste segundo requiere acumulación.
Aunque los violines y la música incómoda de Greenwood es excelente y los ambientes son alarmantes o temibles, la escenas se cortan abruptamente y lo más simbólico y trascendente no pasa por la mente de Diana, sino en su interacción con el fracción de personas que la rodea. Aunque el guión no establezca una segmentación inteligente de los personajes, (pues, los hijos de Spencer y Maggie son los buenos y todos los demás, menos uno, son los malos), lo más vivaz de la película se apoya en las enternecedoras escenas de Diana con sus hijos, en la ocultamente amenazante relación con el chef o en la severa pero comprensible seguidilla de momentos con el personaje de Timothy Spall como asesor real, (sigo en la Zona Spoiler).
Finalmente, llegamos al punto polémico; viéndolo desde la teoría cinematográfica más clasicista y reduccionista, el cine es más ficción que realidad, hechos inventados que verídicos y consta de acciones complejas y significativas y no de casualidades absurdas e insignificantes, (lo cual no quita que se pueden romper esa doctrina); es por eso que podemos ser indulgentes con los biopics porque, en definitiva, son un tipo más de películas, no el más especial o estricto de ellos, el guionista puede tomarse libertades creativas e inventar personajes, conflictos y ajustes estructurales.
En base a lo susodicho, la fehaciencia que tiene el retrato de Diana tal como la muestran en la película puede no ser del todo atinada, pero tampoco parece como si Larraín no quisiera rendir tributo o mínimamente contar la pesadilla de Lady Di, no es como si la representaran equivocadamente, esta es sólo otra versión de la historia.
Calificación: 6.7/10
¡Gracias al equipo de Filmaffinity!
Entre un recomendable repertorio de gran calidad que tiene Steward encontramos cintas como 'Adventureland', 'Still Alice', 'Personal Shopper' o la ganadora de un premio César, 'Clouds of Sils Maria'; y en este caso confieso que tenía cierto temor por el tipo de actuación que le concedieron a la protagonista: el orden de la imitación y el espejismo con Lady Di. Además, en las manos de un director de biopics con una búsqueda de revelar el secretismo intimista de Neruda o Jackie Kennedy, esto sonaba con un ambivalente proyecto que podía resultar en la sinergia certera o el pronóstico de la peli pretenciosa de turno, suerte que las cosas no siempre son como las esperas.
'Spencer', en paralelismo con la realeza británica, cuida muy bien su imagen; con una paleta de colores resplandeciente, pálida y pastel, con un lente entornado que descubre ángulos desde cenitales hasta de corte americano y con una utilización del entorno parecida a la de 'El resplandor', disponiendo los espacios colosales con tomas abiertas y los ambientes más íntimos, como habitaciones o pasillos, con tomas más cerradas.
Ahora bien, 'Spencer' no parece un acercamiento novedoso a la vida de la mujer del título; con un enfoque alargado en tres días de la navidad de la 1991, se nos trata de contar sobre un momento crucial de la vida de Diana, una etapa de separación, ciborofobia bulímica, hostigamiento mediático u opresión ceremoniosa, sin embargo, la cosa no es que ya se haya contado antes en 'In Her Own Words', 'The Crown', 'The Royal Truth' o, indirectamente, en 'The Queen', la cuestión es que el formato de suspenso psicología de conflicto interno ofrece poco atractivo.
No soy fanático de la lisergia cinematográfica de Gilliam, ni del onirismo surrealista de Lynch o la explotación corporal de Cronenberg, pero admito que son una fuerza motriz de lo más llamativo para hacer un filme algo más psicológico y alucinante. Si uno ya está entrenado en ese cine más ornamental pero no por ello de narrativa impecable, 'Spencer' parecerá más bien 'un juego de niños'. Las escenas más ambiguas son estéticas pero no sustanciales, tienen reducido significado porque incurren en la tensión de goma elástica y no de film para embalaje, ya que éste segundo requiere acumulación.
Aunque los violines y la música incómoda de Greenwood es excelente y los ambientes son alarmantes o temibles, la escenas se cortan abruptamente y lo más simbólico y trascendente no pasa por la mente de Diana, sino en su interacción con el fracción de personas que la rodea. Aunque el guión no establezca una segmentación inteligente de los personajes, (pues, los hijos de Spencer y Maggie son los buenos y todos los demás, menos uno, son los malos), lo más vivaz de la película se apoya en las enternecedoras escenas de Diana con sus hijos, en la ocultamente amenazante relación con el chef o en la severa pero comprensible seguidilla de momentos con el personaje de Timothy Spall como asesor real, (sigo en la Zona Spoiler).
Finalmente, llegamos al punto polémico; viéndolo desde la teoría cinematográfica más clasicista y reduccionista, el cine es más ficción que realidad, hechos inventados que verídicos y consta de acciones complejas y significativas y no de casualidades absurdas e insignificantes, (lo cual no quita que se pueden romper esa doctrina); es por eso que podemos ser indulgentes con los biopics porque, en definitiva, son un tipo más de películas, no el más especial o estricto de ellos, el guionista puede tomarse libertades creativas e inventar personajes, conflictos y ajustes estructurales.
En base a lo susodicho, la fehaciencia que tiene el retrato de Diana tal como la muestran en la película puede no ser del todo atinada, pero tampoco parece como si Larraín no quisiera rendir tributo o mínimamente contar la pesadilla de Lady Di, no es como si la representaran equivocadamente, esta es sólo otra versión de la historia.
Calificación: 6.7/10
¡Gracias al equipo de Filmaffinity!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La subtrama de Maggie requiere un punto aparte, pues hasta saca la única risa de la protagonista en todo el metraje; como alivio esperanzador es algo agradable pero como puja desacatadora se ve algo forzada.
Volviendo a al tema del ejercicio de ver cintas más centradas en lo mental traducido en imágenes, esa suerte de presión lésbica entre Diana y Maggie tiene un tratamiento demorado; Diana extraña las palabras de aliento de Maggie siendo obvio que, en el fondo, y más teniendo en cuenta su reciente misantropía, la ama.
Es un claro cliché ficcional que dos personas que pasan mucho tiempo juntas pero no se aman en algún momento lo harán. No es que quede claro que se trata de una pasión, parece más una insinuación solamente, pero ese punto de giro en la trama queda como incompleto y no parece tener tanta potencia como para que sea la convicción bajo la cual Diana decide partir.
Sin embargo, siendo justos, hay otras razones detrás de la fuga de Lady Di que están bien fundamentados; la simbología de 'Life and Death of a Martyr', la realeza protocolar y su opulencia presuntuosa, los juramentos inútiles y como estos elementos se vinculan con la trama de Timothy Spall, quien goza de un personaje ahondado con contradicción, quien mientras comprende el sufrimiento de Diana y su 'cárcel de oro' a la par que le indica subliminalmente que debe irse, finge retenerla y obligarla para no levantar sospechas, es como una suerte de Severus Snape.
Volviendo a al tema del ejercicio de ver cintas más centradas en lo mental traducido en imágenes, esa suerte de presión lésbica entre Diana y Maggie tiene un tratamiento demorado; Diana extraña las palabras de aliento de Maggie siendo obvio que, en el fondo, y más teniendo en cuenta su reciente misantropía, la ama.
Es un claro cliché ficcional que dos personas que pasan mucho tiempo juntas pero no se aman en algún momento lo harán. No es que quede claro que se trata de una pasión, parece más una insinuación solamente, pero ese punto de giro en la trama queda como incompleto y no parece tener tanta potencia como para que sea la convicción bajo la cual Diana decide partir.
Sin embargo, siendo justos, hay otras razones detrás de la fuga de Lady Di que están bien fundamentados; la simbología de 'Life and Death of a Martyr', la realeza protocolar y su opulencia presuntuosa, los juramentos inútiles y como estos elementos se vinculan con la trama de Timothy Spall, quien goza de un personaje ahondado con contradicción, quien mientras comprende el sufrimiento de Diana y su 'cárcel de oro' a la par que le indica subliminalmente que debe irse, finge retenerla y obligarla para no levantar sospechas, es como una suerte de Severus Snape.
21 de marzo de 2022
21 de marzo de 2022
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífico remake de El resplandor (1980), aunque convengamos que no había necesidad de utilizar exactamente los mismos tiros de cámara de los pasillos de la mansión, como tampoco esas panorámicas con música amenazante.
El terror está en el aire, es inmaterial, no hay personas que lo provoquen. Al igual que Jack Nicholson, Kristen Stewart luce impecable en los primeros planos, realmente se parece a la princesa Diana. Ambos personajes observan trastornos de personalidad, aunque Jack daba más miedo y las imágenes surrealistas de Kubrick fueron reemplazadas por planos claustrofóbicos donde el resto del reparto no abusa tanto de la frase corta sin sentido que inspira a la protagonista.
En los primeros cuarenta minutos da la impresión de que Diana era una descerebrada o víctima de un delirio de persecución inmanejable. Para Diana toda la realeza ofrece gestos distorsionados y la verdad es que la cámara la sigue hasta cuando se asusta de un espantapájaros. Es aburridísimo el punto de vista subjetivo, centrado todo el rato en la psiquis inestable de la princesa. Hay algo inútil e insustancial en el accionar de Diana, no es culpa de Steward, sino de un guion de cine B filmado con buenos actores y decorados. Las películas de Roger Corman eran mucho más entretenidas y daban miedo, porque algo siniestro se ocultaba tras las paredes, no un simple desacomodo al estilo de vida.
Creo que sugerir el parentesco lejano de Diana con Ana Bolena, personalidad interesantísima de la historia de Inglaterra, es casi aberrante. Bolena fue una ferviente defensora de la causa protestante y, según historiadores, participó activamente en la política y religión de su época. No sabemos si Pablo Larraín juega a la caricatura, pero no se decide: ¿Diana sería muy tonta o una mártir de la realeza? Ambas explicaciones lucen fuera de foco y se alejan demasiado de la visión que ha circulado por años.
No es posible que Pablo nos torture haciendo ver que elegir un vestido puede ser un drama digno de ser filmado. Demasiado burda esa manera de hacer notar la opresión que se vivía dentro de palacio, derechamente abusa de la inteligencia del espectador. Es obvio que existieron presiones, pero observar que todo lo doméstico llevó a Diana a la locura, suena bastante exagerado. El filme insiste en el retrato monocorde de la princesa acosada.
En la escena de la sala de juegos, ya abandonado El resplandor, los planos simétricos siguen la escuela de Kubrick y el diálogo trivial sí tiene sentido. La rigurosidad estética sugiere un formalismo extremo dentro de palacio, pero aquí hay un chispazo creativo del director, al sugerir que todos los miembros de la familia real deben actuar ante el público por el bien del país. Se trata de una puesta en escena de la realeza. La dualidad disímil entre la estética y el contenido es un acierto que recién aparece a la mitad de la película. Vemos surgir a los personajes, a Carlos y Diana, en un diálogo pragmático y en cierta medida más sincero.
La escena de la sala de juegos sería un cortometraje magnífico. Pero convengamos que el guion de una Navidad insufrible de la princesa parece una historia innecesaria. Un gustito del director. En Jackie (2016) Larraín ya nos aburrió con su cuento de Camelot, ahora nos trata de convencer de que Diana habría alcanzado la estatura de Ana Bolena. No será que al director le fascina trabajar con actrices famosas, en ambientes adinerados y ostentosos. Ema (2019), en cambio, es un trabajo más meticuloso donde la actriz Mariana Di Girolamo desarrolla un personaje convincente dentro de un mundo menos sofisticado, que es donde mejor se mueve Pablo Larraín.
¿Scarlett Johansson será su próxima víctima? Pablo necesita otra celebridad femenina, muerta obviamente. El particular punto de vista del director tenía cierta lógica al encarnar a una calculadora Jackie Kennedy, pero es más dudoso en el caso de Diana, a la cual despoja de sustancia, la priva en muchos pasajes de una mínima inteligencia y el clisé de víctima de la sociedad es demasiado elemental.
Resulta interesante que los directores planteen un punto de vista particular o ideas rectoras en sus producciones, pero cuando se trata de ciertas personalidades, el espectador esperaría algo más verosímil y no las imágenes de estos personajes cenando o tomando el té, buscando sus emociones en la intimidad de un baño.
Spencer es una película difícil de visionar, siempre avanzando a tropezones, las dos horas se hacen eternas.
El terror está en el aire, es inmaterial, no hay personas que lo provoquen. Al igual que Jack Nicholson, Kristen Stewart luce impecable en los primeros planos, realmente se parece a la princesa Diana. Ambos personajes observan trastornos de personalidad, aunque Jack daba más miedo y las imágenes surrealistas de Kubrick fueron reemplazadas por planos claustrofóbicos donde el resto del reparto no abusa tanto de la frase corta sin sentido que inspira a la protagonista.
En los primeros cuarenta minutos da la impresión de que Diana era una descerebrada o víctima de un delirio de persecución inmanejable. Para Diana toda la realeza ofrece gestos distorsionados y la verdad es que la cámara la sigue hasta cuando se asusta de un espantapájaros. Es aburridísimo el punto de vista subjetivo, centrado todo el rato en la psiquis inestable de la princesa. Hay algo inútil e insustancial en el accionar de Diana, no es culpa de Steward, sino de un guion de cine B filmado con buenos actores y decorados. Las películas de Roger Corman eran mucho más entretenidas y daban miedo, porque algo siniestro se ocultaba tras las paredes, no un simple desacomodo al estilo de vida.
Creo que sugerir el parentesco lejano de Diana con Ana Bolena, personalidad interesantísima de la historia de Inglaterra, es casi aberrante. Bolena fue una ferviente defensora de la causa protestante y, según historiadores, participó activamente en la política y religión de su época. No sabemos si Pablo Larraín juega a la caricatura, pero no se decide: ¿Diana sería muy tonta o una mártir de la realeza? Ambas explicaciones lucen fuera de foco y se alejan demasiado de la visión que ha circulado por años.
No es posible que Pablo nos torture haciendo ver que elegir un vestido puede ser un drama digno de ser filmado. Demasiado burda esa manera de hacer notar la opresión que se vivía dentro de palacio, derechamente abusa de la inteligencia del espectador. Es obvio que existieron presiones, pero observar que todo lo doméstico llevó a Diana a la locura, suena bastante exagerado. El filme insiste en el retrato monocorde de la princesa acosada.
En la escena de la sala de juegos, ya abandonado El resplandor, los planos simétricos siguen la escuela de Kubrick y el diálogo trivial sí tiene sentido. La rigurosidad estética sugiere un formalismo extremo dentro de palacio, pero aquí hay un chispazo creativo del director, al sugerir que todos los miembros de la familia real deben actuar ante el público por el bien del país. Se trata de una puesta en escena de la realeza. La dualidad disímil entre la estética y el contenido es un acierto que recién aparece a la mitad de la película. Vemos surgir a los personajes, a Carlos y Diana, en un diálogo pragmático y en cierta medida más sincero.
La escena de la sala de juegos sería un cortometraje magnífico. Pero convengamos que el guion de una Navidad insufrible de la princesa parece una historia innecesaria. Un gustito del director. En Jackie (2016) Larraín ya nos aburrió con su cuento de Camelot, ahora nos trata de convencer de que Diana habría alcanzado la estatura de Ana Bolena. No será que al director le fascina trabajar con actrices famosas, en ambientes adinerados y ostentosos. Ema (2019), en cambio, es un trabajo más meticuloso donde la actriz Mariana Di Girolamo desarrolla un personaje convincente dentro de un mundo menos sofisticado, que es donde mejor se mueve Pablo Larraín.
¿Scarlett Johansson será su próxima víctima? Pablo necesita otra celebridad femenina, muerta obviamente. El particular punto de vista del director tenía cierta lógica al encarnar a una calculadora Jackie Kennedy, pero es más dudoso en el caso de Diana, a la cual despoja de sustancia, la priva en muchos pasajes de una mínima inteligencia y el clisé de víctima de la sociedad es demasiado elemental.
Resulta interesante que los directores planteen un punto de vista particular o ideas rectoras en sus producciones, pero cuando se trata de ciertas personalidades, el espectador esperaría algo más verosímil y no las imágenes de estos personajes cenando o tomando el té, buscando sus emociones en la intimidad de un baño.
Spencer es una película difícil de visionar, siempre avanzando a tropezones, las dos horas se hacen eternas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A la hora de metraje, aparecen fotógrafos que la siguen a cada paso y resulta más lógica la conducta evasiva de Diana.
Las escenas intercaladas de los preparativos en la cocina también resultan atrayentes, el lugar donde Diana se siente protegida de los rumores, curiosamente su relación con la comida nunca fue saludable. Otra dualidad, esta vez entre paz y desorden mental.
La escena ante dos sirvientas vestidas idénticas y con Diana mirando al espejo del baño nos refresca la escena Red-Rum de El resplandor, y para remarcar la princesa huye por un pasillo con alfombra roja. Ese guiño a Kubrick, a la película de terror que vive Diana, resulta a estas alturas molesto, debido a las diferentes densidades de ambas películas.
Las escenas intercaladas de los preparativos en la cocina también resultan atrayentes, el lugar donde Diana se siente protegida de los rumores, curiosamente su relación con la comida nunca fue saludable. Otra dualidad, esta vez entre paz y desorden mental.
La escena ante dos sirvientas vestidas idénticas y con Diana mirando al espejo del baño nos refresca la escena Red-Rum de El resplandor, y para remarcar la princesa huye por un pasillo con alfombra roja. Ese guiño a Kubrick, a la película de terror que vive Diana, resulta a estas alturas molesto, debido a las diferentes densidades de ambas películas.
18 de julio de 2022
18 de julio de 2022
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sumario:
Larraín recrea tres días supuestamente claves en la vida de Lady Diana Spencer con una afectación derivada de desarrollar el relato desde el punto de vista de su protagonista, acercándolo por momentos al cine de género. Pero más allá de la deslumbrante puesta en escena, vale la pena ver la película por la fascinante y absorbente actuación de una Kristen Stewart más bella que nunca.
Reseña
La película es un relato ficticio sobre cómo pudo haber sido la estancia de Lady Di junto a la familia real en el palacio de Sandringham durante unas navidades a principios de los años 90.
Spencer aborda un momento en que el matrimonio de los príncipes Diana Spencer y Carlos había llegado a un deterioro sin retorno, cuando la relación de este último con Camila Parker Bowles era notoria. Es preciso entender estos tres días en torno a la Navidad como la gota que rebalsó el vaso de una mujer de origen aristocrático y sin embargo harta de las convenciones y rituales de la realeza y el destrato de su marido. La Casa Real, además, estaba muy preocupada por la conducta de la popular Lady Diana, una celebrity a la que el asedio mediático que no le daba tregua.
Aclarado el contexto, llega el momento de analizar cómo el director Pablo Larraín y el guionista Steven Knight encararon este supuesto punto de inflexión en la vida de la princesa.
No optaron por el realismo sino por privilegiar el punto de vista de su protagonista; a veces lo que vemos no es lo que sucede sino lo que ella imagina, acercando el film al cine de género. Por momentos, da la sensación de que Diana estuviera prisionera en la sede de una secta (tan severa como condescendiente) y obligada a participar de sus ritos, asediada incluso por algún fantasma. Sus únicos soportes afectivos y cables a tierra son sus dos hijos y su asistente vestuarista (Sally Hawkins). La reina la observa con reprobatoria distancia, la relación con Carlos (Jack Farthing, visto en la reciente serie Chloe) es gélida y han traído a una especie de mayordomo (el Escudero Gregory a cargo de un imperturbable Timothy Spall), encargado de supervisar sus movimientos y que se ajuste al protocolo. Sandringham es lindera con la casa familiar en ruinas de la princesa y esto tal vez explique parte de la afectación infantil con que ella se conduce por momentos. El film da menos rodeos a la hora de describir sus trastornos alimentarios.
Es interesante comparar este enfoque con el tratamiento dado por la temporada 4 de The Crown. Considero que el realismo de esta serie es más duro y franco a la hora de pintar a la familia real y su relación con Lady Di.
Larraín está evidentemente fascinado por la realeza (a la que muestra sin embargo anquilosada por el peso de sus ritos y deberes), por el personaje y por la actriz. La ambientación es deslumbrante y el director “juega a las muñecas” con Lady Di y su increíble vestuario. La banda sonora de Jonny Greenwood está constituida por una serie de variaciones sobre un tema, que van del estilo barroco al schubertiano y por otros fragmentos francamente jazzísticos y hay un momento muy logrado y original en el que la música diegética se transforma en otra cosa… Hay algo de la puesta en escena que recuerda a Orlando de Sally Potter, a Greenaway (también por la música) e incluso a La favorita, de Lantimos.
Pero si hay algo por lo que vale la pena ver esta película es por la absorbente y fascinante actuación de Kristen Stewart. Más bella que nunca, nos transmitirá su afectación de niña mimada, a su adulta agobiada, a la mujer despechada y a la madre amorosa.
https://impresionescinefilas.wordpress.com/2022/07/16/spencer/
Larraín recrea tres días supuestamente claves en la vida de Lady Diana Spencer con una afectación derivada de desarrollar el relato desde el punto de vista de su protagonista, acercándolo por momentos al cine de género. Pero más allá de la deslumbrante puesta en escena, vale la pena ver la película por la fascinante y absorbente actuación de una Kristen Stewart más bella que nunca.
Reseña
La película es un relato ficticio sobre cómo pudo haber sido la estancia de Lady Di junto a la familia real en el palacio de Sandringham durante unas navidades a principios de los años 90.
Spencer aborda un momento en que el matrimonio de los príncipes Diana Spencer y Carlos había llegado a un deterioro sin retorno, cuando la relación de este último con Camila Parker Bowles era notoria. Es preciso entender estos tres días en torno a la Navidad como la gota que rebalsó el vaso de una mujer de origen aristocrático y sin embargo harta de las convenciones y rituales de la realeza y el destrato de su marido. La Casa Real, además, estaba muy preocupada por la conducta de la popular Lady Diana, una celebrity a la que el asedio mediático que no le daba tregua.
Aclarado el contexto, llega el momento de analizar cómo el director Pablo Larraín y el guionista Steven Knight encararon este supuesto punto de inflexión en la vida de la princesa.
No optaron por el realismo sino por privilegiar el punto de vista de su protagonista; a veces lo que vemos no es lo que sucede sino lo que ella imagina, acercando el film al cine de género. Por momentos, da la sensación de que Diana estuviera prisionera en la sede de una secta (tan severa como condescendiente) y obligada a participar de sus ritos, asediada incluso por algún fantasma. Sus únicos soportes afectivos y cables a tierra son sus dos hijos y su asistente vestuarista (Sally Hawkins). La reina la observa con reprobatoria distancia, la relación con Carlos (Jack Farthing, visto en la reciente serie Chloe) es gélida y han traído a una especie de mayordomo (el Escudero Gregory a cargo de un imperturbable Timothy Spall), encargado de supervisar sus movimientos y que se ajuste al protocolo. Sandringham es lindera con la casa familiar en ruinas de la princesa y esto tal vez explique parte de la afectación infantil con que ella se conduce por momentos. El film da menos rodeos a la hora de describir sus trastornos alimentarios.
Es interesante comparar este enfoque con el tratamiento dado por la temporada 4 de The Crown. Considero que el realismo de esta serie es más duro y franco a la hora de pintar a la familia real y su relación con Lady Di.
Larraín está evidentemente fascinado por la realeza (a la que muestra sin embargo anquilosada por el peso de sus ritos y deberes), por el personaje y por la actriz. La ambientación es deslumbrante y el director “juega a las muñecas” con Lady Di y su increíble vestuario. La banda sonora de Jonny Greenwood está constituida por una serie de variaciones sobre un tema, que van del estilo barroco al schubertiano y por otros fragmentos francamente jazzísticos y hay un momento muy logrado y original en el que la música diegética se transforma en otra cosa… Hay algo de la puesta en escena que recuerda a Orlando de Sally Potter, a Greenaway (también por la música) e incluso a La favorita, de Lantimos.
Pero si hay algo por lo que vale la pena ver esta película es por la absorbente y fascinante actuación de Kristen Stewart. Más bella que nunca, nos transmitirá su afectación de niña mimada, a su adulta agobiada, a la mujer despechada y a la madre amorosa.
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