La verdad

En la estela de Todos los hombres del presidente, el debutante James Vanderbilt pone en escena un episodio poco conocido en nuestros lares sobre las elecciones que George W. Bush ganó a John Kerry haciendo trampas..., presuntamente. Se trataba de demostrar que Bush utilizó sus influencias para no ir a Vietnam. Todo derivó en una caza de brujas contra los periodistas que investigaban, el despido de éstos y de sus equipos. Lo importante era salvar la cabeza del que sería de nuevo presidente de Estados Unidos.
Una historia así, enseña de liberales, no gustó en Estados Unidos y se estrelló en taquilla. En España nos quedaba lejos. Sólo podía interesar a gente que sigue de cerca la política estadounidense, y ni siquiera. Por supuesto, se trata de una loa a los orgullosos profesionales que, ideologías aparte, intentan que brille la verdad en todo momento. Un asunto peligroso, como es de suponer. Por eso, tras el discurso de despedida de Dan Rather (Redford), la cámara se acerca en un primer plano a la cabeza ladeada del gran héroe americano, doble homenaje, al periodista intrépido que sacrificó su carrera por descubrir la verdad, y al actor emblemático del liberalismo made in USA que, a sus ochenta años sigue al pie del cañón sin renunciar a sus ideas. Cate Blanchett, en otra interpretación magnética, se coloca a la altura del divo y encarna a Mary Mapes con autoridad y carisma. El resto del reparto no desmerece, incluidos un recuperado Dennis Quaid y un avejentado Stacy Keach.
En suma, una película decente que cuenta su historia sin estridencias ni ondear de banderas.

Pocas veces en mi vida he visto una distancia tan sideral entre un argumento tan interesante como el que aquí se plantea, y unos resultados cinematográficos tan catastróficos.

Y es que esto es "La verdad", una película que si se distingue de un telefilm de sobremesa es por la presencia de actores como Robert Redford y Cate Blanchett que todos sabemos que no hacen telefilms, y que a duras penas salen a la superficie de este naufragio.

Los momentos supuestamente emotivos resultan patéticos, y la necesaria tensión dramática de una historia de este tipo es casi inexistente, con unos personajes poco definidos, salvo el de Blanchett, y un resultado final muy decepcionante.

¿Por qué un 5?, bueno, lo que pasa es que la historia es tan potente, y además el hecho de haber sido trasladada de forma bastante fiel a la realidad, hace que al final te intereses, y quieras que no, acabes algo enganchado por donde evoluciona y como acaba, aunque el director haya hecho todo lo posible por destrozarla, ya que en este caso, al contrario que el Rey Midas, ha convertido en caca cinematográfica el oro puro argumental que tenía en sus manos.

La política, salvo excepciones honrosas, no suele ser la mejor aliada del cine en cuanto a argumentos.
La verdad es una de esas películas que prueban este hecho.
El debut de James Vanderbilt en la dirección (después de años escribiendo guiones como los de Zodiac o The Amazing Spider-Man) es un drama político sobre las sospechas de que George W. Bush se libró de servir en Vietnam gracias a las influencias de su padre. El punto de partida es apasionante, pero la narración es algo anodina y nada especial, como suele suceder en este tipo de películas, como por ejemplo Leones por corderos, dirigida y protagonizada por el propio Robert Redford. Con todo, la cinta es correcta, y además cuenta con un soberbio elenco de intérpretes entre los que destaca, como siempre, Cate Blanchett, siempre soberbia y siempre todoterreno.
Aceptable.

Lo mejor: El reparto, extraordinario (atención a Elisabeth Moss o Topher Grace).
Lo peor: No es demasiado interesante.

La sinopsis nos pone en antecedentes. Un candidato a presidente, una información que compromete su elección y el rodillo mediático afín que termina por devorar todo a su paso.

La cinta no está mal, pero tampoco termina de seducir. El tema de la corrupción política y su control sobre los medios hace mucho tiempo que no es novedad. En el caso a tratar, incluso parece liviano el "escapismo" del expresidente Bush para combatir en la guerra. Hoy día hay temas mucho más escabrosos y alucinantes que podrían -deberían- ser llevados a la gran pantalla.

Esto no quita que se aborde esta historia y, al menos, se dude del patriotismo barato de este sujeto.

QLF: que le follen