Imitación de la vida
7,6
9.159
Drama
Lora Meredith (Lana Turner), una actriz viuda en paro, vive con su hija adolescente (Sandra Dee) en Nueva York. Un día, conoce por casualidad a Annie, una mujer negra (Juanita Moore) a la que contrata como sirvienta. Ese mismo día conoce también a Steve (John Gavin), un fotógrafo que se enamora de ella. (FILMAFFINITY)
14 de marzo de 2007
14 de marzo de 2007
11 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
No tiene mas calificativos: ni dramas raciales, ni conflictos generacionales, ni critica politicosocial, ni ,ni, ni...Es, en esencia, un peliculón!!! Altamente recomendable para los amantes del melodrama, no tiene desperdicio, todo ello es suculentamente folletinesco...
31 de enero de 2015
31 de enero de 2015
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basilio cantaba aquello de “Cisne cuello negro, cisne cuello blanco” como protesta contra el racismo.
No me canso de criticar la hipocresía de los Estados Unidos al proclamar ser un país de libertad. Son buenos en otras cosas, pero precisamente la libertad es una asignatura pendiente que tienen. Como la gran mayoría, y no excluyo mi propio país, por supuesto. ¿Libertad y democracia? Y una mierda. Hay muchas formas de vulnerarlas y no todas están directamente a la vista.
Pero lo del racismo no puede ser más evidente. Y todavía proclaman su preciosa libertad con bastante desvergüenza, como si todo el planeta fuese idiota perdido.
La discriminación racial es uno de los pilares de esta película. Sarah Jane Johnson no acepta el destino al que la obligan por proceder de la raza negra. ¿Por qué tiene que aceptarlo? ¿Cuáles son sus opciones? Muchas menos que las de los superiores blanquitos. Con razón reniega de sus orígenes y se obsesiona con que nadie descubra que detrás de su piel clara no posee un pedigrí socialmente apto. No se parece en nada a su madre, ni en físico, ni en carácter, ni en su manera de afrontar sus desventajas. Annie Johnson está en paz con el universo y con el Señor; no cierra los ojos al hecho de que su color le ha clausurado puertas desde que nació, y se ha resignado. Tampoco es dada a lamentaciones. Su alma sencilla y amorosa la impulsa a ser feliz con muy poco. Sólo habrá una cosa ante la que su natural candor y su optimismo no podrán hacer nada, y es la amargura de Sarah Jane. Ese será el gran sufrimiento de ambas.
Por suerte no todos son tan cerrados de mollera y Annie y Sarah Jane contarán con la amistad de una mujer independiente que se pasa por los forros los prejuicios de color. Lora Meredith es rubia platino y relumbra como una de esas estrellas del teatro y del cine que ella sueña con llegar a ser, aunque por ahora es una más de los que engrosan la cola del paro y con una hija que mantener. Al conocerse ambas mujeres, la fortuna empezará a sonreírles y Lora, ambiciosa pero con fuertes principios (no quiere el triunfo a cualquier precio), conseguirá, a fuerza de tesón y talento, situarse donde deseaba.
Por el camino de la ambición siempre hay que dejar cosas atrás, como sucede con casi todas las decisiones importantes. En la machista sociedad de los cuarenta-cincuenta (que no difiere demasiado de la de hoy) una mujer capacitada debía elegir entre vida familiar o vida laboral sobre todo si su éxito superaba al del hombre promedio. O eras una gran actriz o te quedabas en casa cuidando al marido y a los hijos. El tío al que interpreta John Gavin, el fotógrafo medio fracasado Steve Archer, apesta a machismo en varios kilómetros de diámetro. Muy normal entonces, se comprende. El momento en que propone matrimonio a Lora a condición de que ella se olvide de su carrera (vaya cabrón egoísta debajo de su engominado pelo y sus facciones de guaperas) me hizo rechinar los dientes. Y me encantó que Lora hiciera su elección y le mandara a freír espárragos, aunque yo le hubiera añadido unos cuantos reproches al galán en cuanto a que el amor no es a cambio de nada (“te querré si haces lo que yo te ordene, muñeca”) y que si la amara sólo le importaría su felicidad y no su ultrainflado ego de macho alfa. Ese “te lo ordeno” en plan morueco dominante me dio unas acuciantes ganas de fabricarle una cara nueva menos bonita.
Pero me tuve que conformar con verlo con tres palmos de narices en aquella escalera, que al menos ya era algo. Lora por lo menos tuvo el buen criterio de ponerlo en su sitio. Aunque lo ideal hubiera sido que no hubiera vuelto a verle el careto.
Por otro lado, hay una faceta no muy luminosa de la rubia, y es su tendencia a cegarse con el brillo. Esto le pasará factura y le estará bien empleado, poniendo en entredicho este sistema que te anima a alcanzar la luna para ser alguien y que si la alcanzas te lo habrás dejado prácticamente todo por el camino.
Y en eso está el segundo pilar de la película. El exceso de ambición se paga caro. Y volvemos a lo de la imposibilidad de conciliar vida familiar y laboral. No simplemente porque los machos alfa no acepten la valía de las mujeres si ésta iguala o supera las suyas propias, sino porque ellas no podrán estar al lado de sus hijos todo el tiempo que éstos necesitan. Y eso no lo compensan los regalos caros, los colegios pijos ni las coferencias telefónicas a larga distancia.
Los dos temas principales del drama de Sirk subrayan la soledad, el dolor y las carencias que siempre acompañan a quienes les es negado disfrutar del verdadero amor, tanto porque el cruel dedo público les señala por ser de un color marginado, o porque si se es una mujer fuerte, inteligente y dotada, una se quedará sola en la cumbre.
No me canso de criticar la hipocresía de los Estados Unidos al proclamar ser un país de libertad. Son buenos en otras cosas, pero precisamente la libertad es una asignatura pendiente que tienen. Como la gran mayoría, y no excluyo mi propio país, por supuesto. ¿Libertad y democracia? Y una mierda. Hay muchas formas de vulnerarlas y no todas están directamente a la vista.
Pero lo del racismo no puede ser más evidente. Y todavía proclaman su preciosa libertad con bastante desvergüenza, como si todo el planeta fuese idiota perdido.
La discriminación racial es uno de los pilares de esta película. Sarah Jane Johnson no acepta el destino al que la obligan por proceder de la raza negra. ¿Por qué tiene que aceptarlo? ¿Cuáles son sus opciones? Muchas menos que las de los superiores blanquitos. Con razón reniega de sus orígenes y se obsesiona con que nadie descubra que detrás de su piel clara no posee un pedigrí socialmente apto. No se parece en nada a su madre, ni en físico, ni en carácter, ni en su manera de afrontar sus desventajas. Annie Johnson está en paz con el universo y con el Señor; no cierra los ojos al hecho de que su color le ha clausurado puertas desde que nació, y se ha resignado. Tampoco es dada a lamentaciones. Su alma sencilla y amorosa la impulsa a ser feliz con muy poco. Sólo habrá una cosa ante la que su natural candor y su optimismo no podrán hacer nada, y es la amargura de Sarah Jane. Ese será el gran sufrimiento de ambas.
Por suerte no todos son tan cerrados de mollera y Annie y Sarah Jane contarán con la amistad de una mujer independiente que se pasa por los forros los prejuicios de color. Lora Meredith es rubia platino y relumbra como una de esas estrellas del teatro y del cine que ella sueña con llegar a ser, aunque por ahora es una más de los que engrosan la cola del paro y con una hija que mantener. Al conocerse ambas mujeres, la fortuna empezará a sonreírles y Lora, ambiciosa pero con fuertes principios (no quiere el triunfo a cualquier precio), conseguirá, a fuerza de tesón y talento, situarse donde deseaba.
Por el camino de la ambición siempre hay que dejar cosas atrás, como sucede con casi todas las decisiones importantes. En la machista sociedad de los cuarenta-cincuenta (que no difiere demasiado de la de hoy) una mujer capacitada debía elegir entre vida familiar o vida laboral sobre todo si su éxito superaba al del hombre promedio. O eras una gran actriz o te quedabas en casa cuidando al marido y a los hijos. El tío al que interpreta John Gavin, el fotógrafo medio fracasado Steve Archer, apesta a machismo en varios kilómetros de diámetro. Muy normal entonces, se comprende. El momento en que propone matrimonio a Lora a condición de que ella se olvide de su carrera (vaya cabrón egoísta debajo de su engominado pelo y sus facciones de guaperas) me hizo rechinar los dientes. Y me encantó que Lora hiciera su elección y le mandara a freír espárragos, aunque yo le hubiera añadido unos cuantos reproches al galán en cuanto a que el amor no es a cambio de nada (“te querré si haces lo que yo te ordene, muñeca”) y que si la amara sólo le importaría su felicidad y no su ultrainflado ego de macho alfa. Ese “te lo ordeno” en plan morueco dominante me dio unas acuciantes ganas de fabricarle una cara nueva menos bonita.
Pero me tuve que conformar con verlo con tres palmos de narices en aquella escalera, que al menos ya era algo. Lora por lo menos tuvo el buen criterio de ponerlo en su sitio. Aunque lo ideal hubiera sido que no hubiera vuelto a verle el careto.
Por otro lado, hay una faceta no muy luminosa de la rubia, y es su tendencia a cegarse con el brillo. Esto le pasará factura y le estará bien empleado, poniendo en entredicho este sistema que te anima a alcanzar la luna para ser alguien y que si la alcanzas te lo habrás dejado prácticamente todo por el camino.
Y en eso está el segundo pilar de la película. El exceso de ambición se paga caro. Y volvemos a lo de la imposibilidad de conciliar vida familiar y laboral. No simplemente porque los machos alfa no acepten la valía de las mujeres si ésta iguala o supera las suyas propias, sino porque ellas no podrán estar al lado de sus hijos todo el tiempo que éstos necesitan. Y eso no lo compensan los regalos caros, los colegios pijos ni las coferencias telefónicas a larga distancia.
Los dos temas principales del drama de Sirk subrayan la soledad, el dolor y las carencias que siempre acompañan a quienes les es negado disfrutar del verdadero amor, tanto porque el cruel dedo público les señala por ser de un color marginado, o porque si se es una mujer fuerte, inteligente y dotada, una se quedará sola en la cumbre.
25 de agosto de 2020
25 de agosto de 2020
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alrededor de Susan Kohner ocurren cosas, hay una película, un dramón familiar, pero todo me da igual porque sólo tengo ojos para ella. Su sexualidad arrolladora está a la altura de Kim Novak en "Vértigo", o de Marilyn Monroe en "Con faldas y a lo loco". Su lucha por reafirmar su identidad en un mundo hostil me recuerda peligrosamente a Elisabeth Berkley en "Showgirls", otro melodrama incomprendido. Por su parte Lana Turner ya cuarentona tiene cara de roscón de reyes, con unos mofletes de la misma panadería que los de Doris Day.
Los hijos de Susan Kohner, Chris y Paul Weitz se hicieron mayores y dirigieron "American Pie". En fin, un cacao.
Los hijos de Susan Kohner, Chris y Paul Weitz se hicieron mayores y dirigieron "American Pie". En fin, un cacao.
5 de diciembre de 2023
5 de diciembre de 2023
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra maestra con la que me sentí muy identificado.
Desde el comienzo una canción canta "Una persona que vive sin amor vive como una imitación a la vida". Buena película en technicolor de una sociedad increíblemente moderna en lo estético para ser 1959 y una buena banda sonora.
Este es el quid ¿ qué entendemos por amor? de este melodrama de ritmo frenético y conmovedor en dos historias muy diferentes.
Dos mujeres se hacen amigas una blanca Lana Turner que quiere triunfar como actriz de teatro por encima de todo y otra negra con dos hijas la hija de la blanca es blanca y la de la negra también parece blanca y quiere pasar por blanca en una sociedad norteamericana racista para evitar humillaciones y desprecios en el día a día.
Dentro de dos historias paralelas la de la niña blanca hija de la negra intenta que no la relacionen con su madre y se niega a ir al Magisterio con los negros marginados. Tampoco la buena amiga de su madre Lana Turner le ofrece otra alternativa y ayudarla para que pueda ir a un Magisterio de blancos, por tanto ya que lo que más le gusta es bailar acaba en un club nocturno se insinúa que de striptease.
Me conmueve el infortunio de esta chica que no tiene una oportunidad real para prosperar un mínimo y a la que su madre afroamericana no le ayuda lo más mínimo. Además es todo muy ambiguo: ¿por qué elige un club nocturno para trabajar, realmente es sólo porque le atrae ese mundo o porque es el único en el que la aceptan sin hacerle preguntas? En parte es posible que por lo segundo.
Obra maestra del melodrama que te hace plantearte muchas cuestiones filosóficas sobre qué es el amor, la autenticidad de la vida y sobre esforzarnos por nuestra familia y gente más cercana, un debate sutil porque todos tienen la culpa y no la tiene nadie.
Cuidado: el espoiler contiene el final.
Desde el comienzo una canción canta "Una persona que vive sin amor vive como una imitación a la vida". Buena película en technicolor de una sociedad increíblemente moderna en lo estético para ser 1959 y una buena banda sonora.
Este es el quid ¿ qué entendemos por amor? de este melodrama de ritmo frenético y conmovedor en dos historias muy diferentes.
Dos mujeres se hacen amigas una blanca Lana Turner que quiere triunfar como actriz de teatro por encima de todo y otra negra con dos hijas la hija de la blanca es blanca y la de la negra también parece blanca y quiere pasar por blanca en una sociedad norteamericana racista para evitar humillaciones y desprecios en el día a día.
Dentro de dos historias paralelas la de la niña blanca hija de la negra intenta que no la relacionen con su madre y se niega a ir al Magisterio con los negros marginados. Tampoco la buena amiga de su madre Lana Turner le ofrece otra alternativa y ayudarla para que pueda ir a un Magisterio de blancos, por tanto ya que lo que más le gusta es bailar acaba en un club nocturno se insinúa que de striptease.
Me conmueve el infortunio de esta chica que no tiene una oportunidad real para prosperar un mínimo y a la que su madre afroamericana no le ayuda lo más mínimo. Además es todo muy ambiguo: ¿por qué elige un club nocturno para trabajar, realmente es sólo porque le atrae ese mundo o porque es el único en el que la aceptan sin hacerle preguntas? En parte es posible que por lo segundo.
Obra maestra del melodrama que te hace plantearte muchas cuestiones filosóficas sobre qué es el amor, la autenticidad de la vida y sobre esforzarnos por nuestra familia y gente más cercana, un debate sutil porque todos tienen la culpa y no la tiene nadie.
Cuidado: el espoiler contiene el final.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final de la película te deja mal cuerpo y hace la película más ambigua, con la muerte de la madre muerta y el funeral apoteósico con la música negra a todo trapo.
La película está tan bien rodada que te suspende el juicio crítico hasta con este recurso barato, (con el que amenazan las progenitoras manipuladoras: "cuando me muera ya te sentirás culpable, ya"), lo que profundiza el debate.
La película está tan bien rodada que te suspende el juicio crítico hasta con este recurso barato, (con el que amenazan las progenitoras manipuladoras: "cuando me muera ya te sentirás culpable, ya"), lo que profundiza el debate.
18 de enero de 2009
18 de enero de 2009
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es un melodrama que por su simplicidad se vuelve grande. Espléndida Lana Turner, por momentos hace que su presencia en el film sea tan especial que olvidemos que hay otras caras a las que mirar como el resultón galán al que interpreta John Gavin. Sin artificios nos cuenta una bella historia donde la lucha entre las ambiciones, lo grande y lo pequeño, lo blanco y lo negro se entremezclan de tal manera que enganchan a cualquiera con esta historia magnífica, que hará saltar las lágrimas a más de uno. Yo lo he hecho como un descosido. Hay quien me dijo que casi todos los clásicos de esta página no bajan de nota 7 por el mero hecho de ser clásicos, por respeto. En este caso la buena dirección de Sirk y el guión se llevan de mi más sincero reconocimiento, la nota de notable y un aplauso.
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