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Días perfectos

Drama Hirayama parece totalmente satisfecho con su sencilla vida de limpiador de retretes en Tokio. Fuera de su estructurada rutina diaria, disfruta de su pasión por la música y los libros. Le encantan los árboles y les hace fotos. Una serie de encuentros inesperados revelan poco a poco más de su pasado. (FILMAFFINITY)
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Críticas 106
Críticas ordenadas por utilidad
24 de enero de 2024
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Perfect Days" es el título de la última película de Wim Wenders, obra redonda en todos los aspectos y con mucha carga de profundidad. ¿Perfecta como el título?. Quizá.
Lo primero que llama la atención en el nombre es la mayúscula de "Days" que denota el carácter sagrado que le atribuye a esos días.
La acción transcurre en Tokio y trata de la vida diaria de Hirayama, un sujeto que trabaja limpiando retretes públicos en dicha ciudad.
Wenders es un admirador de la cultura y vida japonesas, a las que el cineasta ha dedicado varios de sus trabajos; documentales sobre todo.
HIRAYAMA.- Este es el nombre del protagonista el cual lleva una vida rutinaria pero casi ritual, religiosa, reflejando en su comportamiento valores propios de las dos religiones mayoritarias del Japón: el Budismo y el Sintoísmo.
Así Hirayama pone en práctica virtudes como el civismo, el respeto, la honradez, la humildad, la generosidad y sobre todo la compasión (pongamos como ejemplo la escena en que le da al compañero de trabajo todo el dinero que tiene, para satisfacer a la novia de este último y también la del enfermo terminal de cáncer).
RELIGIONES.- El Budismo, que impregna totalmente la película, nos enseña entre otras cosas que la causa de nuestro sufrimiento reside no en los hechos que nos afectan negativamente sino en nosotros mismos que proyectamos deseos innecesarios o excesivos sobre las personas y la cosas. Para evitar este mal habría que practicar el desapego, que consiste en no esperar nada del otro cuando le hacemos un bien ni tampoco desear demasiadas cosas( la vida austera que lleva Hirayama, la especie de cueva donde vive, la frugalidad de las comidas y hasta el oculto amor que profesa a la camarera dan cuenta de ello).
Por otro lado el Sintoísmo aporta a la película y al personaje la creencia en que en todos los seres, animales, vegetales y minerales habita un dios. Así también hay un dios en los arces que fotografía y cultiva el protagonista diariamente. El arce es símbolo de inmortalidad entre otras cosas.
ESTOICISMO, SABIDURÍA Y EQUILIBRIO.- Es famoso el llamado estoicismo japonés, y que tanto llama la atención a nosotros los occidentales. Consiste este en el control mental y la inalterabilidad ante situaciones que a nosotros nos perturbarían bastante( hay estoicismo en la comprensión que muestra el sujeto con los borrachos, con la gente maleducada que usa los servicios cuando trabaja, etc. Pero también se muestra otro aspecto de esta filosofía en la escena del "hoy es hoy, mañana es mañana", con la sobrina, que nos invita a "vivir el momento").
La "sabiduría" consiste en librarnos de la ignorancia que nos lleva a la existencia cíclica o terrenal; con la consecuencia de las reencarnaciones inevitables antes de alcanzar el nirvana.
Al final lo que se intenta en las sociedades tradicionales como la japonesa es alcanzar un estado de "equilibrio" con la naturaleza y con los demás( la perfección, Perfect Days).
EL CULTIVO DE LA INMORTALIDAD.- También como asunto mágico-religioso que atraviesa la obra se encuentra el tratamiento del tema de la muerte basado en los "mitos de origen" que comparten Budismo y Sintoísmo.
Hirayama siente la vida como una re-creación diaria; por eso mira todas las mañanas al cielo y a la copa de esos altos árboles, y también a la cima de la Torre de Tokio, que unen la tierra con el firmamento; dando una continuidad al cosmos. Esta continuidad espacial se corresponde con otra continuidad, la temporal. Se trata de unir pasado con presente para evitar la angustia de los cortes en el tiempo que impiden la inmortalidad.
Es por eso que pone en acción incesantemente la memoria, con esos casettes, con la cámara de rollo y esas cintas de los inicios de su música y de todo su universo vivencial. Hay que volver a los comienzos todos los días, todo debe repetirse, todos los ciclos deben cerrarse y volver a comenzar empezando por el principio: noche-día-tarde-noche; niño-joven-adulto-niño; vida-muerte-vida. E incluso lo material tiene también su ciclo: comida-excremento-abono-planta-comida.
La memoria debe vencer al olvido, que es la muerte. Por eso bebe todos los días un vaso de agua fresca( del lago de la Memoria como decían los griegos).
(Finalizo comentando la bella y emocionante escena del juego entre Hiroyama, el enfermo de cáncer y las sombras que aquí representan a la muerte y que no se deja atrapar)
pta
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12 de enero de 2024
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya en el primer instante, 'Perfect days' se funde en el día a día del señor Hirayama, desde que se levanta, acude al trabajo como limpiador de los baños de Tokio y realiza cada uno de sus planes en su minuciosa rutina. Lo acompañamos mientras esta se va viendo alternada por una serie de encuentros y de gestos comunes, ante los que la llegada de su sobrina Niño suponen un punto de inflexión y el inicio de un diálogo intergeneracional.

En su deambular por Tokio, la película encuentra sus grandes momentos en el seguimiento casi documental del protagonista y la compartición de su mirada poética del mundo. La forma de apreciar el mundo que le rodea —las sombras sobre las paredes, la luz entre las copas de los árboles, la observación de las pequeñas cosas y las vidas ajenas—, incluso de cómo sueña por las noches, nos transmite la gran sensibilidad de Hirayama. El predominio de los silencios, justificados por su carácter solitario, y el ritmo pausado del film jamás llevan a un tedio, sino que invitan a la calma y al detenimiento ante el presente.

Acompañado de un listado de magníficos temas musicales, es la soberbia actuación de Koji Yakusho lo que destaca por encima de todo. El actor, galardonado con el premio a mejor interpretación en el pasado Festival de Cannes, hace suyos los mutismos y cada uno de sus gestos se ven guiados por una mirada que narra sin necesidad de verbalizar en exceso. La capacidad para emocionar, para contarnos sin palabras desde esos ojos atentos, logran con más fuerza invitar al espectador a apreciar las pequeñas cosas, a disfrutar de los sencillos placeres, y a buscar la belleza y los buenos momentos incluso dentro de la monotonía de los días.

www.contraste.info
Revista Contraste
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17 de enero de 2024
55 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película que tu patrón (self-made wo/man, por supuesto) quiere que veas.

Una perfecta apología de tirar tu vida por el retrete "cumpliendo con tu deber" como anónimo miembro de una endemoniada sociedad que, lógicamente, no se sustentaría sin los que laburan duro como tú, y que está gobernanda (no sólo política y económicamente, sino en todos los órdenes) por "culolimpios" que lo han tenido más fácil, no pueden empatizar contigo y jamás se "rebajarían", pues ellos "lo valen".

Cinematográficamente hablando, la película es un bombón para su propósito: el protagonista Hirayama, que limpia los relucientes WCs de Tokyo, despierta gran simpatía, apoyado en una excelente interpretación y en la ambigüedad de su pasado (que progresivamente se va desvelando pero nunca llega a un clímax, generando así una mayor identificación por parte del espectador medio). La fotografía es excelente en su pretendida sencillez y los escenarios nos muestran un trabajo que no está tan mal, pues, aunque Hirayama se pasa el 50% de la película limpiando retretes, jamás vemos un resto de detrito en toda la película; apenas parecen WCs, al revés: con su arquitectura chic asemejan más un retiro espiritual anunciado en Vogue. Y si limpiar retretes no está tan mal y, supuestamente, te hace feliz... ¿qué lo está?

La trituradora de carne devora a las personas sensibles y amables como Hirayama. Porque aunque aspiran a vivir en armonía, al final les basta con sobrevivir (mientras "viven" para el otro). Porque aunque desean relaciones sociales profundas, las cicatrices emocionales del pasado los llaman a esconderse del terror del dilema humano allí donde pueden sobrevivir: en la sumisión, en la atomizacion.

Los de RRHH la pondrán en breve en alguna sala de tu oficina. O te ofrecerán un cheque con un 10% de descuento para la entrada. Visionado obligatorio.

Te puedes autoengañar si quieres, adelante: mindfulness, minimalismo, "tiempo libre" y demás chorradas. Mi única recomendación es que dejes de leer esto aquí y ahora y descanses, esclavo, que mañana toca remar en la galera de nuevo. Aquí y ahora.
Marquitos
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2 de enero de 2024
14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Profundamente meditativa es esta película de Wim Wenders que consigue encontrar la belleza y el interés en situaciones diarias, cotidianas y rutinarias.

 Hirayama es un hombre de mediana edad que vive solo y que trabaja limpiando baños públicos situados en la ciudad de Tokio. Le seguiremos diariamente con su rutina, con su mono azul y su pequeña furgoneta, escuchando una variada música de artistas conocidos. Tras limpiar inodoros se para en un parque para almorzar y hace alguna foto. Después de su jornada laboral se da un baño, lee un rato y se acuesta... 

Rápidamente, te encariñas con la bondad de su protagonista Koji Yakusho, (que gano el premio al mejor actor en Cannes) una persona aislada, pero feliz en el mundo que le rodea, chocando con su joven ayudante que no consigue entenderle.

El director alemán Wim Wenders sigue buscando alternativas en su cine, ha realizado ficción, documentales, experimental, videos musicales, 3d, ha rodado en un montón de países diferentes buscando diversificar su filmografía a la hora de contar una historia. Para mi este último trabajo es de los mejores de su carrera.

Una película muy chula donde consigue ver y valorar las cosas buenas de una vida humilde, con una rutina aparentemente imperfecta pero sin ninguna clase de estrés.
Destino Arrakis.com
videorecord
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20 de enero de 2024
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poética y esclarecedora película del mejor y más puro Wenders, el de "El cielo sobre Berlín", que presenta, en una repetición interminable y minimalista la sencilla vida de un hombre que ha decidido vivir así: ordenado, muy austero, capaz de disfrutar de los pequeños placeres cotidianos que pasan inadvertidos en el ritmo frenético de la vida actual. El personaje protagonista es inolvidable -sobre todo su rostro en la escena final- y el mensaje es meridianamente claro: "carpe diem", y "beatus ille" (disfruta de la sencillez en la existencia presente) o cómo alcanzar la perfección y la belleza entre retretes, jóvenes puerilizados, madres histéricas y alguno que descubre que se va a bajar de este mundo en la próxima parada. Lentitud y repetición premeditada, mucha poesía visual encarnada en la vieja máquina de fotos con carrete, y una nueva lección de belleza de Wenders equivalente a tres meses de retiro de yoga en monasterio budista.
Oliver E
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