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Días perfectos

Drama Hirayama parece totalmente satisfecho con su sencilla vida de limpiador de retretes en Tokio. Fuera de su estructurada rutina diaria, disfruta de su pasión por la música y los libros. Le encantan los árboles y les hace fotos. Una serie de encuentros inesperados revelan poco a poco más de su pasado. (FILMAFFINITY)
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Críticas 106
Críticas ordenadas por utilidad
21 de marzo de 2024
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Preciosa película en la que por algo más de dos horas acompañamos a su protagonista en su rutina diaria como limpiador de servicios de la ciudad de Tokio, trabajo que realiza siempre con esmero, honorabilidad y aparente alegría. Mi percepción es que es un hombre que de alguna forma huye del pasado, del que solamente rescata, su música en cintas de casete (banda sonora de la película) y su vieja cámara con uso de carrete con la que a diario disfruta tomando imágenes de la copa del árbol que le da sombra en sus descansos. Su rota relación familiar y su vida solitaria parecen ocultar un trauma pasado que de alguna forma intenta evitar con su actual tipo de vida, donde obtiene momentos de satisfacción con sus repetitivas fotos, sus visitas rutinarias a los mismos sitios y leyendo cada noche fragmentos de libros de segunda mano. Para mi una obra maestra del cine con una escena final concluyente en la que el protagonista (gran actuación) sonríe y sufre al mismo tiempo mientras escucha música ... es un nuevo amanecer, es un nuevo día, es una nueva vida, dormir en paz cuando acabe el día.
Sertorio
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25 de abril de 2024
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida se cuenta en rutinas, en detalles, en los (cinematográficamente) denominados tiempos muertos. No es fácil pintar un fresco así, y aunque dure dos horas y emotivamente sea sutil, la historia se deja ver, principalmente a bordo de la simpatía que despierta su melómano y misterioso protagonista.

Pero, pero, pero...
...algo huele a podrido en esta historia, y no son precisamente los baños de Tokio. Ya al segundo baño impoluto que tiene que limpiar empecé a sospechar. ¿Qué me están contando? ¿Acaso limpiar baños públicos es como estar en un museo gigante y acariciar las obras de arte? Hay dos cigarrillos tirados, y un cliente entra al baño sin saludar a nuestro anónimo trabajador. Menudo sacrificio. Cada baño es una nueva escultura vanguardista alucinante, y a pesar que el protagonista entra a limpiarlos unas 10 veces, no vemos un meo, un preservativo usado, un mundano vómito. Lo que se dice, no vemos un sorete (literal). No sea cosa que los ricachones sin cuestionamientos a los que le intentan vender este delirio teórico se les ensucie la retina. Romanticismo zen para gente que nunca tuvo un trabajo realmente sacrificado. De esos que te parten el alma por la mierda que te hace respirar a diario, porque la plata no te alcanza, porque se te pudre el cuerpo o la cabeza realizando una tarea inmunda y/o repetitiva, porque tenés que aguantar a jefes o clientes más estúpidos que vos tratándote como basura, porque al terminar la jornada tu alma sólo te pide alcohol, o drogas, o agarrarte a piñas en la cancha, o sexo autodestructivo, para acallar la ansiedad furiosa que te crece en el interior, hora tras hora, sintiendo cómo tu única vida se te pasa haciendo algo que no querés para alguien que no querés, sólo porque tenés que pagar el alquiler de una inmunda pocilga. Vamos, la realidad de la mayoría.

Una versión de Amelié, madura y para el siglo XXI:
Lo esencial es invisible a los ojos, lo se. Y también sé que vivimos sometidos por un materialismo deshumanizante. Que lo importante, lo verdaderamente importante es el amor. Tenernos los unos a los otros. Tener a "alguien", al menos, a quien dedicarnos y en quien apoyarnos. Pero es que este protagonista no tiene a nadie. Pretende enseñarnos que prácticamente no hace falta nada. Que se puede vivir con lo mínimo, una canción que nos gusta, un libro usado, una rutina minimalista. Desayuna café frío en lata que no convida ni el olor, y cena una sopa maruchán todas las noches. Si este panfleto zen para occidentales superficiales tuviera un mínimo de honestidad, la historia iría del cáncer de hígado o algo así. Pero no, va de un tipo que sonríe al cielo nublado, todos los días, dándonos una lección de sencillés y ascetismo a quienes sepamos entenderla (aunque los que consumimos esto somos tan sofisticados que nos entretenemos con cine de autor japonés, realizado por un financieramente salvado hippie alemán, para un festival francés). Suena Velvet Underground, en su versión más linda y edulcorada (Pale Blue Eyes, Perfect Days), y se nos acomoda el culito en la butaca. Seguritos, satisfechos. Mm, qué emocionante, cuánta iluminación. Los problemas reales se desvanecen en la nada porque el paraíso está dentro de uno, y para alcanzarlo sólo hace falta mirar bien, y detectar ese pequeño retoño de árbol creciendo en una vereda. Vive, ríe, ama, sueña, y si te sirve, deposítame la herencia familiar en la cuenta bancaria que te dicto en la zona spoiler. Vamos, es por tu bien.

Al finalizar, cuando el protagonista atisba a sentir algo mínimamente parecido a una ansiedad, se cruza con un enfermo terminal y vuelve a sonreír, porque entiende que lo único que hace falta es estar vivo. Que bello mensaje, ya mismo me voy a preparar un sánguche con mi propia defecación, total, el saborear es sicológico, sólo una cuestión de actitud, y alimentarse bien es una preocupación mundana, muy por debajo de mi elevada existencia. ¿Problemas de salud? Los niego, mentalmente, y listo. Y si llegan, ya saben lo que dicen: si sucede conviene.

A Wim Wenders no lo culpo, supongo debe ser divertido hacer películas, viajar, que te aplaudan. Pero por favor, todos ustedes, dejen de mentir(se). Son indignantes. Son peor que indignantes, todos ustedes son unos brutos disfrazados de intelectuales, pero carecen del más mínimo sentido crítico y/u honestidad. Dejen el mundo simbólico, no es para ustedes, realmente no entienden las películas, no entienden los mensajes. No se dan cuenta de nada. Ponerle buena nota a esto, dios mío, qué fácil los engañan, cuando la mentira tiene la forma que mejor les viene para su hipócrita e infinita autoindulgencia.
Repoman
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24 de enero de 2024
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si esta será o no la última película de Win Wnders, espero que no, pero yo la percibí como su testamento vital. Su conclusión de esa vida que lleva ochenta años vivida.

Reúne toda la sencillez del mundo y un misterio que no se revela, que no se da a conocer.

El protagonista es un ser humano magníficamente interpretado por Yakusho que vive con gran satisfacción todo lo que hace en la vida: limpiar con exquisitez los baños de la ciudad de Tokyo (sí, los retretes), escuchar música con cassettes, fotografiar árboles con una cámara antigua, bañarse en baños públicos, comer en pequeños bares, cuidar de sus plantitas, circular en bici por las tardes, lavar su ropa en una lavandería automática, leer a Faulkner en su casa antes de dormir, hablar muy poco, tener gestos amables con los demás, levantarse y mirar al cielo agradeciendo la oportunidad de un nuevo día. Nada resulta extraordinario y, sin embargo, resulta excepcional su modo de vivirlo.

Me ha recordado a "El mito de Sísifo", de Camus. Tiene una rutina cuya única aspiración es disfrutarla al máximo. Todo parece un poco absurdo, como la vida misma, pero su actitud lo convierte en espléndido.

También aparece en varias escenas un barrendero que trabaja con la misma escrupulosidad que nuestro protagonista y que me ha llevado al Beppo de la novela de Michael Ende, "Momo". Dos personajes maravillosos que hacen de su vida la mejor aportación posible a la sociedad en la que habitan.

Una película extraordinaria a mi juicio que hay que ver y disfrutar. Y que también nos permitirá reflexionar sobre el sentido y propósito de nuestras propias vidas.
Daniel Blanquer
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1 de febrero de 2024
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Perfect days" supone una reflexión tranquila, pero profunda, sobre los límites de una sociedad ultracapitalista que prioriza la productividad y el éxito profesional como forma de validación social frente a lo cotidiano, lo afectivo o lo hedonista.

Frente a las urbanopatías, fruto de un modelo de estímulo inmediato basado en la validación por los demás, el protagonista ofrece un ejercicio de resistencia quijotesca, utilizando como armas libros, canciones y breves pero significantes interacciones sociales. Pocas críticas tan profundas, vienen envueltas de envoltorios tan disfrutables como la presente película.

Una verdadera delicia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
JuanMa
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17 de abril de 2024
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Perfect days para mí ha sido una de las grandes decepciones del 2023, muchos la han puesto como una de las mejores películas del año pasado, lamentablemente para mi fue un drama bastante sobrevalorado.

Puedo decir que desde mi postura detesto las películas en las que no pasa nada, y esta es un claro ejemplo de ello, película en la que describe la rutina diaria de un limpiador de baños en Tokyo, no le saque el punto positivo a ello, ya que su día a día no me represento nada, obviamente el guion como es típico de Wenders va dando sentido a la película según avanza, pero esta vez no me transmitió nada su mensaje, no me pasa lo mismo que en su película de culto de los 80s Paris Texas por citar un ejemplo, película maravillosa que no la puedo comparar con esta. Siendo honesto perdí el interés muy rápido y el sueño me ganó en más de una ocasión, una gran decepción.
Javiji86
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