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El pozo y el péndulo

Terror. Intriga Francis Barnard llega a un siniestro castillo para averiguar la causa de la muerte de su hermana Elizabeth, esposa del atormentado Nicolás Medina, hijo de un cruel inquisidor español. (FILMAFFINITY)
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Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
22 de marzo de 2015
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Roger Corman y Vincent Price. Sólo con mentarlos, se nos evoca en la mente el terror clásico por antonomasia. Ambos nos regalaron las más famosas películas del terror clásico de Serie B, entra las cuales podría destacarse perfectamente The pit and the Pendulum (El Péndulo de la muerte, 1961).

Al igual que otras películas de Corman, el filme está basado en una historia original de Edgar Allan Poe, el escritor gótico más importante de los Estados Unidos. Precisamente fue Roger Corman uno de los cineastas que más veces se encargó de llevar el escritor a la gran pantalla, y podemos citar otros ejemplos además del que nos ocupa, como The tomb of Ligeia (La tumba de Ligeia, 1964) o The Masque of the red death (La máscara de la muerte roja, 1964). Estas películas, que si nos fijamos están realizadas en el mismo año, nos hablan bastante de la manera sistemática de trabajar de la productora de Roger Corman, La American international Pictures.

Y es que a Roger Corman y su equipo, no les importaba demasiado que todas estas películas se parecieran demasiado entre ellas. La concepción artesanal de la productora es más que notable y mientras resultaran comerciales, no se preocupaban demasiado de la calidad artística de los filmes. Por eso, en muchas ocasiones nos encontramos con repartos prácticamente idénticos (Vincent Price es el caso más significativo, y es que aparece en las tres películas citadas), escenarios reutilizados (que como veremos más adelante, tratan de fijar visualmente la poesía de Poe) y temáticas muy similares.

El Péndulo de la muerte puede clasificarse como una producción media más de Roger Corman. El filme nos ambienta en la España del Siglo XVI (porque lo dicen en diversos momentos, porque sino el espectador no se habría dado cuenta). Un joven, interpretado por John Kerr, se dirige a la mansión en la que habita el personaje de Vincent Price, en busca de su hermana, que interpretará en algunos momentos del filme la mítica Barbara Steele (conocida especialmente en el género de terror por sus filmes con Mario Bava). Pronto se entera que esta ha fallecido, pero no quedará conforme con las explicaciones y tratará de indagar lo que realmente ha sucedido.

La película recuerda enormemente el desarrollo de otros filmes de Corman basados en Poe, como el caso de la Tumba de Ligeia. En este tipo de filmes, la película nos presenta un personaje inicial que no es el protagonista, pero que es con el que se identifica el espectador por ser el más cercano a su simpatía. En realidad este personaje es aprovechado para que el director introduzca el verdadero interés del filme, añadiendo figuras más perversas e inquietantes. Así, el personaje que va en busca de su hermana en el Péndulo de la muerte, es en realidad una comparsa que servirá para que el espectador (que es un reflejo de este personaje) se adentre en un mundo oscuro que desconoce (donde Vincent Price es el señor). Además, el aura de demacración que encontramos en el personaje de Price no parece nuevo, sino que sigue la misma tónica que otros ya vistos en anteriores películas de Corman. Poco ayuda en esta ocasión la teatralidad con la que afronta Price el personaje, especialmente en un tramo final donde aparece totalmente desatado.

Que estamos en los años sesenta se nota, incluso en un filme que a priori parece tan ortodoxo como El Péndulo de la muerte. Y es el que tono Lisérgico se deja palpar en más de una secuencia (especialmente en esos curiosos flashbacks). Para empezar, una de las temáticas principales que desarrolla la película se centra en una relación totalmente Freudiana, que deja un severo trauma al personaje que interpreta Vincent Price. Efectivamente, la película analiza la memoria de este protagonista mediante un flashback en el que le vemos contemplar de pequeño una secuencia que dejará inevitables secuelas en su mente. Sin embargo, el filme no tiene la intención real de profundizar en esta relación con la psicología, sino que se deja llevar por el morbo más puro y descarado. Así tenemos una excusa que aprovecha la película para dejarse llevar por la psicopatía, que es la que finalmente envuelve al personaje que interpreta Price. Una manera de aligerar el contenido de la obra de Poe, dejando la sensibilidad melancólica para dejarse llevar por la violencia morbosa, más que gratuita (para muestra el final del filme).

Los diversos escenarios aprovechan para decantarse ante una estética cercana al goticismo, aunque en realidad cae en tópicos superficiales (como la sala de la tortura o el montaje final).

https://neokunst.wordpress.com/2015/03/22/el-pendulo-de-la-muerte-1961/
Kyrios
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9 de diciembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una carreta se abre paso entre un paisaje desolado. El joven que viaja en ella contempla el lugar con el adictiva combinación de curiosidad y temor. Al fondo, se divisa un castillo entre nebilna. El conductor, paralizado por el miedo se niega a continuar, y el joven se ve obligado a viajar a pie hasta su destino. Con estas indicaciones, pareciera que nos encontramos ante la enésima adaptación de 'Drácula de Bram Stoker', pero no. Sencillamente, es un comienzo que siempre resulta efectivo, y sirve para todo cuento gótico que pretenda atrapar al espectador desde el comienzo. No encontraremos colmillos en el castillo en el que se desarrolla la historia de Pit and the Pendulum, pero sí misterios igual de aterradores.

Pit and the Pendulum está basada en el relato homónimo de Edgar Allan Poe. El relato es una immersión en el estado mental de un torturado por la Inquisición. Es mi relato favorito de Poe y lo considero una metáfisica del dolor. Se recogen con elocuencia las sensaciones e ideas filosóficas que se desprenden de la agonía de un hombre torturado por la Inquisición. Los últimos resquicios de miedo de quien está a punto de expirar, su lucha consigo mismo para poder alcanzar cierta calma cuando llegue el momento, y los momentos de lucidez que le instan a apreciar el presente como nunca antes lo había hecho. La película prescinde casi por completo de lo narrado en el relato hasta el clímax. El guión de Richard Matheson crea toda una trama alrededor, remitiéndonos al relato sólo en espíritu y atmósfera. En la España del siglo XVI, Francis Barnard viaja hasta el castillo de su cuñado Nicholas Medina (Vincent Price) para investigar la muerte de su hermana Elizabeth. Nicholas y su hermana menor Catherine explican a Francis que Elizabeth falleció a causa de una extraña enfermedad. Pero la información que Francis recibe es vaga, y decide instalarse en el castillo hasta averiguar la verdad sobre lo ocurrido. El guión acierta en desviarse del tratamiento explícito de la tortura en el relato, y en sugerirla sólo mediante flashbacks. Aquí, la tortura es un eco. Un objeto de fascinación para quienes pasan sus dedos por entre los letales instrumentos de la Inquisición y creen poder oír los gritos de todas las almas que allí perecieron. Así, aunque a simple vista se haya omitido casi todo el relato, el recuerdo de lo ocurrido vaga como un espíritu por el castillo. Sigue siendo la piedra angular del relato, la perdición para los curiosos y la semilla que alimenta la obsesión del personaje de Vincent Price.

Considero que es esta la mejor de todas las adaptaciones que realizó Roger Corman de Poe. La razón se encuentra en el mimo y cuidado con el que obviamente se realizó, en el inteligente guión de Richard Matheson y sus guiños a otros cuentos del maestro (la exhumación del cuerpo de Elizabeth nos remite a 'El gato negro') y en su atrapante atmósfera: la dirección artística está muy cuidada a pesar del ínfimo presupuesto (300.000 dólares para una película que requiere de mucho trabajo de recreación). Los pequeños detalles y piezas de utilería que pueden verse en los rincones aportan credibilidad al conjunto. Hay también un aprovechamiento del espacio destacable: se quitaron las pasarelas del techo del estudio, creando así un efecto de mayor altura y profundidad en el escenario. Varios paseos subjetivos por las estancias del castillo con una cámara de gran angular ayudan a sembrar inquietud, y la ocasional inclinación de la cámara sirve para reflejar el quiebre psicótico del personaje de Vincent Price. Por último, los flashbacks están fotografiados de forma monocromática (película azul teñida de rojo de la que se extrae un onírico morado), por la creencia de algunos psiquiatras de que los sueños se perciben de esa manera. Nunca sabemos si estamos viendo flashbacks en el sentido ortodoxo o delirios del personaje... En todas estas decisiones que difieren del material de origen, reconocemos a un Corman que ve lo prescindible de reproducir acontecimientos exactos de un relato y adaptarlos tal cual. No cae en ese pobre entendimiento de la adaptación como libro ilustrado en el que han caído tantos directores, y que supone un desaprovechamiento de las posibilidades del medio. Mientras que la raíz y la idea madre sigan en pie, el texto admite todo tipo de cambios.

Otro detalle que puede pasar desapercibido pero que habla de la atención a la puesta en escena es la primera aparición de Vincent Price. El protagonista abre la puerta, en cuya parte superior hay una tela de araña. La puerta se abre y aparece Vincent Price. Sus ojos aparecen oscurecidos por la sombra de la tela de araña, sugiriendo que el tiempo ha hecho mella en la psique de este hombre y que se despierta de un gran letargo, en el cual no ha tenido contacto alguno con el mundo exterior. En otra escena, el cuadro con el rostro de la mujer se mezcla con el fuego. Este plano siembra la ambigüedad sobre su papel. No sabemos si es fue víctima o una malvada que desencadenó varias muertes incluyendo la suya (sigue en spoiler).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Cinematic
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25 de septiembre de 2010
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que sorpresa!! Pensaba que vería una película desfasada y que no me gustaría, pero no! Es un relato basado en una obra corta de Poe, que según he leido, es tan corto el relato de Poe que sólo el final de la película es donde se refleja este relato; el resto es relleno que tuvieron que hacer para trasladarlo al cine.

¡Y me parece genialmente conseguido! El ambiente bueno, la historia sorprendente, con esos giros típicos de las películas de ahora, y que, señores, en 1961 ya existían este tipo de giros... lo que digo: en el cine está todo inventado desde hace décadas!

Aunque se ve que los recursos eran escasos, y tal como se explica en el wikipedia, es así, han sabido llevar bien a la gran pantalla, teniendo un éxito estremecedor en el estreno en los cines.

Vicent Price genial, como siempre!
edugrn
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7 de agosto de 2014
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace nada más unos días decía que Edgar Allan Poe es infilmable y al mismo tiempo afirmaba que quizás Corman había sido el que más se había acercado. Pero hoy confirmo que este film, para mí, es la mejor adaptación que se puede hacer de Poe. Porque no sólo logra la atmósfera de éste -la foto mejora mucho con respecto a la adaptación de los "Usher"- sino porque además le da una vuelta de tuerca a la historia de Poe y deja constancia de cómo se deben filmar los cuentos del escritor americano.

Lo curioso es que Corman nuevamente se desenvuelve con un presupuesto bajísimo pero, superando a sus anteriores películas, logra una puesta en escena riquísima, ese castillo renacentista da miedo en serio. Y su aliado nuevamente es el gran Vincent Price, que aquí cumple un rol casi opuesto al de los "Usher" porque en este film es, podríamos decir, la víctima; la imagen de Price perturbado que logra Corman es impagable. El resto de los actores van y vienen sin más.

El mantenimiento del tempo narrativo es muy bueno, nos mantiene en un juego hitchcockiano de misterios durante gran rato. Y además da miedo real; el segundo acercamiento de Price a la tumba y el ataúd es casi para no querer ver; y el plano final, sólo el plano en si mismo es enorme, imperdible, la mirada más cruel que se puede filmar. Pero volviendo a lo del misterio tenemos el péndulo y el pozo, el título promete a estos dos elementos y sabemos que están pero no llegan, y queremos verlos, y Corman se aprovecha de este deseo del espectador para generar el ritmo que quizá le faltó en los "Usher".

Nuevamente es admirable la ausencia de efectos especiales -que los hay pero escondidos-, el recurso de Corman en los flashbacks es nuevamente una clase de cómo filmar lo que Poe escribe como nadie.

Y si en este film no se sientan las bases para "El juego del miedo" (James Wan, 2004) no sé donde será, el salón de la tortura parece ser el salón de los antepasados de Jigsaw.
Ketty Analfer D
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21 de enero de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puede hablarse de muchas cuestiones no del todo acertadas, porque la película no es una obra maestra, pero si se tienen en cuenta las cosas que sí están bien y que en realidad nos interesan más, "El péndulo de la muerte" resulta un espectáculo inimitable. Corman ya no está para hacer cine, Price no está, pero sus películas, sus colaboraciones, afortunadamente quedan para nosotros, no sólo para los seguidores del cine de terror, forman parte de un espacio único en el que desarrollaron un cine que ahí está para cualquier cinéfilo. La historia de este atormentado Medina, en un lugar de España que no es mencionado, no se encuentra entre las más vistas, tampoco es la mejor valorada, y sin embargo mi impresión es que es un muy buen ejemplo de lo que llegaron a hacer Corman en la dirección, Price en el protagonismo principal y por supuesto Poe en la sombra. Un trío más que un tándem que dio grandes títulos.

Lo del péndulo es algo que descubriremos tarde, momento en el cual podemos clamar al cielo por la lamentable traducción al español del título original. Siempre se han dado casos de este tipo y mucho peores. A mí lo que me interesa es el desasosiego que produce la interpretación de Price, sobreactuación para algunos, para mí sencillamente magistral. Price es un monstruo, es excepcional, un mito, alguien que se adaptó a las exigencias de su trabajo y allá donde aparece siempre ofrece lo mejor. Aquí, como atormentado anfitrión de un castillo de maravilloso cartón piedra, nos guía a través de una historia de ambiente terrorífico con una gran dosis de intriga. No dará miedo, de acuerdo, pero este tipo de cine es el que se ve con los ojos abiertos como platos y sin pestañear. Lo que hace Price es espectáculo puro, palabra.
Luisito
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