Odette, una comedia sobre la felicidad

Quien la vea ha de ser consciente de que sólo es un filme para pasar el rato; no aporta nada nuevo y se le podría quitar fácilmente media hora, o más, de momentos cursis y ultra-cursis que se intercalan en la película (véanse las cancioncitas, bailecitos y demases) y que en ocasiones pueden resultar un auténtico martirio.

Aviso también de que la protagonista posee un grave complejo entre Mary Popins y Blancanieves, pero en el caso de esta última, en vez de cantar con los pajarillos, lo hace con los pintalabios.

Ni de lejos tiene algo que ver con la gran Amelie, o...bueno, sí, tienen en común que ambas son francesas.

Disparatada para nada.

Nunca pretendo demasiado más que entretenerme, no me interesa que sea verosímil, puede ser ñoña, ramplona, ideológicamente incorrecta, pero que me entretenga y obviamente por lo mismo algo me guste.

Bueno, alguna cosa puede gustarte, pero no tiene pies ni cabeza y encima es imprevisible predecible.

Entiendo que haya personas a las que les guste.

La sensación que te invade a lo largo de la película con un personaje entrañable como Odette es de positivismo; es una película positiva de esas que te hace salir del cine con ganas de ser feliz y hacer que tus días estén llenos de sonrisas.

Esta película nos muestra que la felicidad residen en la sencillez de vivir la vida, no es necesario una vida de lujos, de grandes aspiraciones culturales para llegar a la Luna y posarte sobre su regazo.

Es una película bonita, agradable, sin grandes pretensiones metafísicas, simplemente con un mensaje positivo para vivir la vida sabiendo ser felices.

Me gusta la función que Schmitt le otorga a la literatura como elemento enriquecedor no sólo del intelectualismo sino también del alma. Y me gusta muy muy mucho la relación de Odette con sus hijos.

En definitiva, es una película recomendable para pasar un rato agradable que logrará hacerte sonreir y tener un poco más de ganas de vivir.

Me gustaban de Odette cuatro cosas.

Me sentía identificada con ella porque...

- Yo también levito cuando me siento feliiiiz.

- Yo también estoy un poco loca y soy bastante friki.

- Yo también bailo por la casa y me monto extrañas coreografías.

- Yo también me evado del mundo leyendo y si cae una bomba ni me entero.

Hasta aquí todo perfecto. Odette me gustaba.

Lo malo empieza cuando empiezan los topicazos:

- Las peluqueras también leen. No hay que ser elitista con la literatura.

- Los peluqueros son irremediablemente gays y además superpromiscuos.

- Las mujeres maltratadas van siempre con el famosísimo labio partido delator.

- Los críticos literarios son unos cabrones que odian a los escritores que venden.

- Los buenos escritores son unos hijosdeputa que odian a los escritores que venden.

- Las mujeres buenas cocinan sesos y riñones para que los suyos estén fuertes y sanos.

Y Odette me empieza a parecer una insoportable petarda.

Tan buena. Tan sana. Tan sabia. Tan feliz.

Y me entran unas ganas locas de ser mala malota.

Y me entran unas ganas locas de ver el Sálvame Deluxe.

Y me entran unas ganas locas de zamparme una enorme hamburguesa.

Y me entran unas ganas locas de reivindicar la infelicidad como estilo de vida.

Tanta felicidad ni tanta polla.

Tanta levitación ni tanto buen rollito.

Y Schmitt al final me parece un plasta de mucho cuidao.

Y Catherine Frot, lo sé, aparecerá esta noche levitando en mis pesadillas.

Dentro del ambiente de música pastelosa, vidas deprimentes y conformistas y escenas imposibles, creo que hay una interesante colección de arquetipos muy vívidamente tratados en la película, que sin pretender ser intelectual y sesuda si llega a ser acertada.

La vida puede ser dura, muy dura, y las personas con pocos medios ( unas veces materiales, otras no) hacen lo que pueden para sobrevivir, y en esa supervivenvcia nos podemos quedar totalmente enquistados sin ocasión para crecer, hasta el punto de que en eso que llamamos vivir, empezamos poco a poco a morir.