St. Vincent
6,5
10.415
Comedia. Drama
Maggie (Melissa McCarthy) es una madre separada que se muda a Brooklyn con su hijo de 12 años, Oliver (Jaeden Lieberher). Al tener que trabajar muchas horas, no le queda más opción que dejar a Oliver al cargo de su nuevo vecino, Vincent (Bill Murray), un jubilado cascarrabias aficionado al alcohol y a las apuestas. Pronto, una peculiar amistad florece entre ellos. Junto a una stripper embarazada llamada Daka (Naomi Watts), Vincent ... [+]
18 de febrero de 2015
18 de febrero de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un caramelo para un actor de carácter. Eso es "St.Vincent" que juega con la cara de palo de Bill Murray, su aspecto destartalado y la involuntaria comicidad de sus gestos, tan comedido como un hurón y con la astucia de una comadreja. Borda su papel de borde nada redimible y sólo suena artificial cuando trata de poner cara de buen chico. Así ha sido en todas sus ultimas películas. Aquí dirige con habilidad Theodore Melfi y más tratándose de una ópera prima. Pero en realidad dirige al niño coprotagonista, a la buena lista de secundarios, con una Naomi Wats irreconocible pero habilidosa. A Bill le deja hacer y a veces se extralimita pero siempre nos deja asombrados de su ductilidad impasible.
Una película indie norteamericana con sabor a triunfo en su aparentemente desmochado guión y la interpretación gamberra de Bill Murray. ¿Defectos? A montones. ¿Gracia? A montones, siempre rozando el drama. Un juego de equilibrios realmente bien resuelto a favor de la comedia, gracias a Dios), con personajes que devienen arquetipos, el vecino gamberro pero con buen corazón, la putilla simple pero noble, el niño insignificante con ansia de victoria, la madre divorciada agobiada por el trabajo y la soledad...
No hay nada nuevo en esta trama, el viejo gruñón solitario que inopinadamente debe hacer de canguro del hijo de su nueva vecina. Ya tenemos armado el lío y mas teniendo en cuenta que el vecino es Bill Murray en su faceta más anárquica, borde y rijosa. Esto podría acabar mal y de hecho está en un tris, pero... interviene la magia del cine y la suerte de principiante y claro la baza sobre seguro que es Murray y Wats juntos. Nada nuevo bajo el sol, excepto la frescura, el morro, la espontaneidad aparente y la gracia de los personajes y de lo que va ocurriendo. El final absolutamente sorprendente y en medio un guiño para que nos lo creamos: la subtrama de Murray su esposa fallecida.
Premio a todos, Bill Myrray, Naomi Watss, la gordita encantadora que es Melissa Mc Carthy. La química funciona entre Bill y el pequeño Chris O'Dowd, con lo que la naturalidad está garantizada. El niño es creíble y encantador. Un sale del cine con una sonrisa en los labios. Y eso es mucho decir en estos tiempos.
Una película indie norteamericana con sabor a triunfo en su aparentemente desmochado guión y la interpretación gamberra de Bill Murray. ¿Defectos? A montones. ¿Gracia? A montones, siempre rozando el drama. Un juego de equilibrios realmente bien resuelto a favor de la comedia, gracias a Dios), con personajes que devienen arquetipos, el vecino gamberro pero con buen corazón, la putilla simple pero noble, el niño insignificante con ansia de victoria, la madre divorciada agobiada por el trabajo y la soledad...
No hay nada nuevo en esta trama, el viejo gruñón solitario que inopinadamente debe hacer de canguro del hijo de su nueva vecina. Ya tenemos armado el lío y mas teniendo en cuenta que el vecino es Bill Murray en su faceta más anárquica, borde y rijosa. Esto podría acabar mal y de hecho está en un tris, pero... interviene la magia del cine y la suerte de principiante y claro la baza sobre seguro que es Murray y Wats juntos. Nada nuevo bajo el sol, excepto la frescura, el morro, la espontaneidad aparente y la gracia de los personajes y de lo que va ocurriendo. El final absolutamente sorprendente y en medio un guiño para que nos lo creamos: la subtrama de Murray su esposa fallecida.
Premio a todos, Bill Myrray, Naomi Watss, la gordita encantadora que es Melissa Mc Carthy. La química funciona entre Bill y el pequeño Chris O'Dowd, con lo que la naturalidad está garantizada. El niño es creíble y encantador. Un sale del cine con una sonrisa en los labios. Y eso es mucho decir en estos tiempos.
18 de diciembre de 2014
18 de diciembre de 2014
12 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empiezan a bombardearnos con productos diseñados para la carrera de ese inmenso festival publicitario que son los Oscars.
No se puede hablar de esos premios a la promoción sin hablar de los hermanos Weinstein, avispados productores que todos los años colocan uno o dos de sus productos entre los seleccionados, a base de sabe Dios que tácticas, y responsables, entre otros atentados, de haberle "comprado" un Oscar a Penélope Cruz y otro a Jennifer Lawrence.
No quiero decir con ésto que todo lo que producen estos señores sean sub-productos, ni mucho menos, pero sí que siempre nos cuelan algún precocinado al gusto de la academia y del público de "productos Oscar", como es el caso de lo que nos ocupa.
Si te encuentras entre ese público objetivo, posiblemente ST. VINCENT te encantará. O si estás sensiblón/a, o si estás hormonando, o si de repente te encuentras en armonía con el universo y amas hasta a las tapas de las alcantarillas, o estás poseído por el espíritu de la Navidad, o por el de la golosina o estás con un tremendo subidón de azúcar.
Si no es el caso, mejor abstente.
ST. VINCENT es eso que llamo un "Comedrama" o una "Dramedia" amable, sensiblona y sensiblera, previsible, artificial y artificiosa, en que ninguno de sus personajes ni de sus situaciones resultan creíbles. Es un artificio tan evidente y manido como cualquier modesto telefilm de domingo por la tarde.
Sólo Naomi Watts consigue sacar adelante su personaje y brillar, y darle carne y alma y chispa y gracia y sí, cierta credibilidad. Y junto a ella, todo un descubrimiento el infante debutante Jaeden Lieberher con una brillante interpretación, malograda por un personaje mal escrito y con unos diálogos demasiado adultos para resultar verosímiles en sus labios.
Bill Murray está mucho mejor en cualquiera de los papeles que en su carrera han sido, aunque es probable que con el gusto que tiene la rancia academia por los personajes perdedores, o con alguna minusvalía física o psíquica, o de guapas y guapos haciendo de feos y/o deformes, (además del espaldarazo promocional de los Weinstein) seguramente conseguirá su nominación. Su injusta nominación.
El resto de personajes se desvanecen con la misma rapidez con que aparecen, en una historia ñoña, moñas y almibarada, castrada por un guión que avanza a trompicones, y contada contada sin ganas, sin arte ni maestría por un director sin ninguna personalidad y bastante torpe, que desaprovecha todas y cada una de las situaciones , centrado en alcanzar la lágrima fácil dentro de la más absoluta corrección política
Una película del montón más grande, el montón de las mediocridades, del cual nunca debería haber salido, y del que nunca lo hubiera hecho de no ser por el inmenso poder de los "Precocinados Weinstein", que todo lo pueden y todo lo saben.
Un precocinado que sirve para lo que sirven los precocinados: para salir del paso un día que no te apetece cocinar.
No se puede hablar de esos premios a la promoción sin hablar de los hermanos Weinstein, avispados productores que todos los años colocan uno o dos de sus productos entre los seleccionados, a base de sabe Dios que tácticas, y responsables, entre otros atentados, de haberle "comprado" un Oscar a Penélope Cruz y otro a Jennifer Lawrence.
No quiero decir con ésto que todo lo que producen estos señores sean sub-productos, ni mucho menos, pero sí que siempre nos cuelan algún precocinado al gusto de la academia y del público de "productos Oscar", como es el caso de lo que nos ocupa.
Si te encuentras entre ese público objetivo, posiblemente ST. VINCENT te encantará. O si estás sensiblón/a, o si estás hormonando, o si de repente te encuentras en armonía con el universo y amas hasta a las tapas de las alcantarillas, o estás poseído por el espíritu de la Navidad, o por el de la golosina o estás con un tremendo subidón de azúcar.
Si no es el caso, mejor abstente.
ST. VINCENT es eso que llamo un "Comedrama" o una "Dramedia" amable, sensiblona y sensiblera, previsible, artificial y artificiosa, en que ninguno de sus personajes ni de sus situaciones resultan creíbles. Es un artificio tan evidente y manido como cualquier modesto telefilm de domingo por la tarde.
Sólo Naomi Watts consigue sacar adelante su personaje y brillar, y darle carne y alma y chispa y gracia y sí, cierta credibilidad. Y junto a ella, todo un descubrimiento el infante debutante Jaeden Lieberher con una brillante interpretación, malograda por un personaje mal escrito y con unos diálogos demasiado adultos para resultar verosímiles en sus labios.
Bill Murray está mucho mejor en cualquiera de los papeles que en su carrera han sido, aunque es probable que con el gusto que tiene la rancia academia por los personajes perdedores, o con alguna minusvalía física o psíquica, o de guapas y guapos haciendo de feos y/o deformes, (además del espaldarazo promocional de los Weinstein) seguramente conseguirá su nominación. Su injusta nominación.
El resto de personajes se desvanecen con la misma rapidez con que aparecen, en una historia ñoña, moñas y almibarada, castrada por un guión que avanza a trompicones, y contada contada sin ganas, sin arte ni maestría por un director sin ninguna personalidad y bastante torpe, que desaprovecha todas y cada una de las situaciones , centrado en alcanzar la lágrima fácil dentro de la más absoluta corrección política
Una película del montón más grande, el montón de las mediocridades, del cual nunca debería haber salido, y del que nunca lo hubiera hecho de no ser por el inmenso poder de los "Precocinados Weinstein", que todo lo pueden y todo lo saben.
Un precocinado que sirve para lo que sirven los precocinados: para salir del paso un día que no te apetece cocinar.
15 de diciembre de 2014
15 de diciembre de 2014
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
St Vincent. es un jubilado de vuelta de todo antipático y solitario hasta que acoge al hijo de una vecina al que enseña a ganar dinero fácil apostando a los caballos y a pegar hostias como panes para arreglar los problemas y entonces se descubre que no, que el tipo es un "Santo" porque ademas de sus dotes educacionales fue un soldado condecorado en Vietnam por salvar a unos camaradas (de matar no dicen nada..) y de tener a su señora enferma de Alzheimer en una clínica privada carisisisima que se ve putas para pagar. Y quién argumenta todo esto? Pues un crío de diez años que estudia en un colegio de curas cuyo tutor le ha encargado como trabajo de fin de curso encontrar un moderno ejemplo de santidad ( tutor por cierto que interpreta en otra película a una víctima de abusos sexuales por parte del clero...) Y eso es todo, en la última escena la madre del crío tapa el pecho con un trapo a una madre, puta de profesión y rusa de ascendencia que esta dando de amamantar a su hijo delante del suyo y se acabó. Bueno, en los títulos de crédito aparece Bill Murray cantando una canción de Bob Dylan y regando una bandera (sic)
A lo mejor es conspiranoia, pero yo creo que estos guiones los escribe la C.I.A
De todas formas Bill Murray mola.
A lo mejor es conspiranoia, pero yo creo que estos guiones los escribe la C.I.A
De todas formas Bill Murray mola.
5 de diciembre de 2014
5 de diciembre de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenemos aquí cuatro personajes célebres por su propia cuenta: el viejo huraño, la prostituta, la madre soltera, el hijo. Todos son muy independientes, pero todos resultan ser un patrimonio de nuestro tiempo. Quedémonos solo con el niño. Interpretado por Jaeden Lieberher, Oliver es un niño muy nuestro: representa una gran generación sin padre, sin rol masculino, sin aprendizajes de ningún tipo, o más bien, con el aprendizaje dulzón al que se ve condenado por ser hijo de esta época. Las implicaciones sociales de este vacío son nefastas para el porvenir de una sociedad. Así que aquí no tenemos simplemente una película, tenemos un drama de formación, una noción social de lo que implica hoy en día crecer y hacerse a una personalidad y a un carácter.
Aquí es donde aparece Bill Murray intepretando magistralmente (jamás sobra decirlo) al viejo Vincent, el vecino tosco que mastica amarguras y regocija su soledad en una prostituta (Daka, intepretada por Naomi Watts) y en un gato (hermoso felino blanco interprándose a sí mismo). El encuentro entre el niño y el amargoso vecino será como el encuentro mágico entre una película y la historia: algo bueno tiene que salir de allí.
Con una madre intensamente ocupada (Melissa McCarthy) y un papá que solo espera dárselas de presente en una sala de conciliación familiar, tenemos sobre la mesa una más que interesante tragicomedia en la que se despliegan diversos elementos para saborear y divertirse: la vida es un encuentro continuo de saberes y aprendizajes en los que adultos y niños se ven soportados por las ironías.
A mi juicio, St. Vincent es un gran relato de la humanidad, la soledad y la vida que hoy, de alguna manera, todos vamos casi llevando de la misma manera.
Aquí es donde aparece Bill Murray intepretando magistralmente (jamás sobra decirlo) al viejo Vincent, el vecino tosco que mastica amarguras y regocija su soledad en una prostituta (Daka, intepretada por Naomi Watts) y en un gato (hermoso felino blanco interprándose a sí mismo). El encuentro entre el niño y el amargoso vecino será como el encuentro mágico entre una película y la historia: algo bueno tiene que salir de allí.
Con una madre intensamente ocupada (Melissa McCarthy) y un papá que solo espera dárselas de presente en una sala de conciliación familiar, tenemos sobre la mesa una más que interesante tragicomedia en la que se despliegan diversos elementos para saborear y divertirse: la vida es un encuentro continuo de saberes y aprendizajes en los que adultos y niños se ven soportados por las ironías.
A mi juicio, St. Vincent es un gran relato de la humanidad, la soledad y la vida que hoy, de alguna manera, todos vamos casi llevando de la misma manera.
21 de diciembre de 2014
21 de diciembre de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como la vez anterior nos dispusimos mis dos amigos (aquellos fans de 2 tontos muy tontos) y yo a ir al cine, la oferta era algo escasa, vivimos en badajoz, asi que... Juegos del hambre, Hobbit y Woody Allen, que a uno de ellos ni se lo nombres.
Nos decidimos por ésta casi al azar. Y sala vacía, era de esperar, pero cual fue nuestra sorpresa al encontrarnos esta historia que, pese a ser una comedia dramática, no entra en absoluto en lloriqueo fácil o sentimentalismo alguno, toda ella rodeada de un humor a veces zafio y tosco y otras veces muy muy fino.
A mi entender esta historia abarca lo mejor de cada casa en este "género compuesto", mezclando en diferentes aspectos películas tan dispares como Mejor Imposible, Nebraska, El gran lewosky y Shrek,.. y ahí radica la diferencia con el resto, en la mezcla, creando un producto original exquisito y dando lugar a un personaje central fascinante.
Las interpretaciones son notables y por encima de todas el gran Bill Murray al que han dejado hacer lo que le ha dado literalmente la gana.
A diferencia de la última vez, que salimos del infierno de película que fue dos tontos cada día más tontos, de esta salimos con la sensación de haber invertido bien el dinero.
Asi que sí, con ella te ríes, y si sabes apreciar los detalles te reiras aun más y lo mejor es que como dice el propio Bill Murray:
"emocionante sin caer en el sentimentalismo"
Nos decidimos por ésta casi al azar. Y sala vacía, era de esperar, pero cual fue nuestra sorpresa al encontrarnos esta historia que, pese a ser una comedia dramática, no entra en absoluto en lloriqueo fácil o sentimentalismo alguno, toda ella rodeada de un humor a veces zafio y tosco y otras veces muy muy fino.
A mi entender esta historia abarca lo mejor de cada casa en este "género compuesto", mezclando en diferentes aspectos películas tan dispares como Mejor Imposible, Nebraska, El gran lewosky y Shrek,.. y ahí radica la diferencia con el resto, en la mezcla, creando un producto original exquisito y dando lugar a un personaje central fascinante.
Las interpretaciones son notables y por encima de todas el gran Bill Murray al que han dejado hacer lo que le ha dado literalmente la gana.
A diferencia de la última vez, que salimos del infierno de película que fue dos tontos cada día más tontos, de esta salimos con la sensación de haber invertido bien el dinero.
Asi que sí, con ella te ríes, y si sabes apreciar los detalles te reiras aun más y lo mejor es que como dice el propio Bill Murray:
"emocionante sin caer en el sentimentalismo"
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