Viy

"El Viyi" es una película aparentemente de terror (no lo es), con temática de brujerías, costumbres y folklore directamente de Rusia. Remontando en el siglo XIX, un joven sacerdote debe orar durante tres noches frente al cuerpo de una bruja, en una pequeña iglesia de una aldea remota.

Lo mejor de esta película son las tres noches, tan fascinantes, curiosas e irreverentes, el filme es la representación perfecta de lo que es un cuento en la pantalla, lo indica su forma de narrar, la banda sonora bastante "alegre" y el aire cómico impregnado en la cinta. ¿Joya oculta? Segurísimo, de corta duración (puntazo a favor), y con escenas efectivas y adelantadas a su tiempo. Bueno, las actuaciones son bastante mediocres, pero la simple idea de ver un relato ruso del siglo pasado suena alentador.

Segunda versión (la primera es "La máscara del demonio" de Mario Bava) de cuento de terror escrito por el autor ruso de origen ucraniano Nikolái Gógol. Película más que correcta con un buen trabajo de su elenco. Aunque se ve antigua (2001 es del 68), la dirección artística tiene mucho encanto: es una película con estilo. A pesar de estar impregnada de candor, no desmerecería un visionado en pantalla grande. Recomendable.

Me ha parecido deliciosa y muy bien hecha, artística y técnicamente, esta adaptación de Gógol que hunde sus raíces, como el mismo Gógol dice, en una vieja historia del folklore popular. Lo que hubiera podido ser una historia de terror gótico normal, está atemperado por un tono desenfadado que le da distinción y encanto.

Este folklore está ya cristianizado pero sigue poblado por todo tipo de monstruos sobrenaturales y malvados que continúan habitando la mente popular: brujas, demonios, vampiros y todo tipo de seres del abismo del subconsciente colectivo. Hay algo profundo y fascinante ahí, como han sabido ver folkloristas y antropólogos.

Sensaciones parecidas a las de la primera vez que vi 'House'. Lo que cambia es que en el caso de película de Nobuhiko Obayashi iba esperando algo extravagante y extraño, mientras que con 'El viyi' no sabía muy bien que iba a encontrarme. Estaba claro que, siendo la que está considerada una de las pocas incursiones en el terror de la Unión Soviética, sería como mínimo una obra interesante. Tampoco estoy familiarizado con la literatura de Nikolai Gogol, así que muchas pistas no tenía, y diría que funciona a su favor.

¿Sabéis la sensación de ver un dibujo de una persona que no ha dibujado nunca o no tiene hábito? Esa es la comparación más aproximada que puedo hacer con la experiencia de ver 'El viyi'. Es una producción hecha por gente con talento que no tiene costumbre de hacer cine de terror, y probablemente tampoco estaban expuesto a demasiado cine extranjero de ese tipo.

Ese es uno de sus principales encantos, pues si comparas 'El viyi' con cine de terror americano de los 60, queda claro que la factura de los mismos es mucho más académica, por estilizada que sea en casos como 'Psicosis'. Quizás tiene más que ver con obras japonesas contemporáneas como 'El más allá o 'Onibaba', pero el punto más obvio de comparación es el expresionismo alemán. No tanto por el uso de las sombras como por la estilización de ciertas escenas y sus efectos, como el vuelo del principio de la película o las tres noches de pánico febril que vive el protagonista.

Si tu tipo de cine se centra caracterización de personajes férrea o con un ritmo trepidante, 'El viyi' no es la película más adecuada. Pero para los interesados por lo extraño o lo fascinante, algo que define al los aficionados más insaciables del cine de terror, esta es una de esas obras que difícilmente se olvidan, aunque sea por su demencial final. Al margen de eso, tiene elementos temáticos que señalar, como la relación entre la religión, la castidad y la muerte. Estamos tan acostumbrados a que el subtexto del cine actual sea tan obvio que es complicado enfrentarse a obras más sutiles en cuanto a la exploración de sus temas. Igualmente, la locura de la propuesta se disfruta igual.

Interesante cuento de brujería. Fantasía, terror y comedia se agarran de la mano en esta producción soviética de los 60 que va de menos a más y destaca especialmente por un clímax de locura con todo tipo de seres demoníacos de ultratumba aterrorizando al desdichado protagonista en una tétrica iglesia.

Al principio cuesta sintonizar con su estilo, al menos a mí me descolocó un poco ese humor enlazado con el aura de un relato fantasmagórico. Poco a poco me fui adaptando y terminé por disfrutarla, en especial cuando llega a la parte de la Iglesia y el seminarista debe pasar tres noches encerrado con la bruja, que es cuando realmente se convierte en una fábula de trasgos, meigas y esqueletos, de esas que se cuentan de noche al lado de la hoguera.

Efectos especiales artesanales, vistosos y con encanto. Leonid Kuravlyov lleva a cabo una gustosa interpretación. Despunta la buena técnica con la cámara.

Cautivadora.