Dunkerque
7,0
57.816
Bélico. Drama
Año 1940, en plena 2ª Guerra Mundial. En las playas de Dunkerque, cientos de miles de soldados de las tropas británicas y francesas se encuentran rodeados por el avance del ejército alemán, que ha invadido Francia. Atrapados en la playa, con el mar cortándoles el paso, las tropas se enfrentan a una situación angustiosa que empeora a medida que el enemigo se acerca. (FILMAFFINITY)
23 de agosto de 2017
23 de agosto de 2017
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
167/03(04/08/17-15/11/22) Apoteósico, absorbente, majestuoso, epidérmico encuentro de Christopher Nolan (escribe, dirige y produce CON a su esposa Emma Thomas) con el cine bélico, homenajea sin maniqueísmos a la milagrosa “Operación Dynamo”, hecho clave en WWII, film al que me enfrente con reservas, pues la por muchos aclamada anterior cinta del realizador, “Interstellar”, me fue galáctica decepción pretenciosa. Aquí el cineasta edifica una de las cimas del cine, SABE contar una historia simple como algo memorable, una derrota como victoria, relato épico desde un prisma intimista, con estructura que se despoja de sensiblerías, diálogos dejados a la mínima expresión, la fuerza de las imágenes conjugadas con el sonido nos hacen sumergirnos en una experiencia sensorial epicúrea, gente común que intenta sobrevivir a toda costa, reflexiona con potencia sobre la ambigüedad de la valentía y la cobardía, la heroicidad y el egoísmo, la esperanza y la perdida de la fe, el instinto de supervivencia y el sacrificio, una oda a la complejidad de la Condición Humana. Nolan escribió el guión para producir suspense a través de las imágenes y la música, teniendo vital peso la cinematografía y lo auditivo remarcando cada segundo la miscelánea entre música y efectos de sonido, no sabiéndose donde acaba una y empieza la otra, jugándose con el inquietante “Tono Shepard”. Eufonía audiovisual orquestada en tres arcos temporales, y en tres horizontes acaban por difuminar sus contornos para unirse en una melodía homérica.
La cinta deja claras sus expresionistas intenciones en su Excelso inicio a golpe de metrónomo tictac-quero con ominosa música, 5 minutos de intensidad sofocante, sin palabras pero diciendo mucho. Marca a fuego el tono del film, extensos silencios, poder de la imagen, temor inmutable, y enemigo invisible. Este carece de rostro, se sugiere fuera de campo (disparos, aviones, torpedos,…), presencia cuasi-etérea, crea sensación metafísica de terror incorpóreo, acentúa el miedo psicológico, quizás influenciado por obras como “La patrulla perdida” (1932) de John Ford, o “El diablo sobre ruedas” (1971) de Spielberg. Decisión valiente, como hacer casi un film silente, escasos diálogos juegan a ser cuasi- intertítulos. Arriesgado es contar nada de los protagonistas, sin pasado, solo presente, esto podría eliminar la empatía, pero es utilizado por el director como aliciente, son ellos y sus decisiones para intentar sobrevivir y sus consecuencias. Componiendo un Templo al esfuerzo individual, a la solidaridad, a la esperanza, a la dignidad, en medio de acciones egoístas que el director no juzga, las hace entendibles, un retrato de la guerra crudo, caótico, despojado de manierismos tramposos y artificiosos, hay muertos de todo tipo (acribillados, bombardeados, quemados, ahogados, suicidados,…), pero sin regodearse en la casquería, mostrado en segundo plano, transpirando angustia, desesperación, entrelazando las tres intrahistorias de modo superlativo. Un relato de tientes humanistas donde la guerra es un cuasi-McGuffin, hay espectaculares escenas de acción, pero todo integrado en este relato de supervivencia.
Armonizando diferentes los tres tiempos disímiles, relativizándolos, estirándolos y condensándolos de forma majestuosa, pero culminando de modo enardecedor. Maneja Nolan un puzle de piezas de desiguales medidas temporales yuxtaponiéndolas en giros visuales asombrosos, juego de tiempos que Nolan maniobra cual prestidigitador, generando un suspense permanente, sensación de peligro inminente, ello en un circo de tres pistas (Tommy en tierra, los spittfire en el cielo y el Moonstone en el Canal de la Mancha).
Nolan se aleja del relato patriotero panfletario, radiografía la guerra no como algo glamuroso lleno de héroes, muestra miedo, tragedia, desmoralización, impotencia, en microcosmos poblado de personajes irradian humanidad en sus imperfecciones, en sus veraces interpretaciones, deben exponer mayormente a través de su lenguaje físico. Mencionar apuntes deja contextualmente Nolan, como las discrepancias entre los soldados británicos y franceses en la evacuación, muestra el coraje de la población civil a través de la tripulación del Moonstone, y recuerda de modo original el famoso discurso “Sangre, sudor y lágrimas” de Winston Churchill, pero pronunciado por un soldado anónimo que le da más trascendencia.
El elenco actoral brilla por su autenticidad, expresividad máxima en sus gestos y miradas, por falta de espacio haré comentarios telegrama: El joven Fionn Whitehead en su debut en la gran pantalla realiza una portentosa encarnación, probablemente el más humano y cercano al espectador de los protagonistas; Mark Rylance demuestra su gran dominio del hombre racional, con inquebrantable sentido del deber, sobresaliente; Cillian Murphy encarna con energía al atormentado naufrago; Tom Hardy, le basta con sus ojos y cejas para exhibir poderío expresivo; Kenneth Branagh presencia regia vestido de almirante con sus manos a espalda, autosuficiencia y carisma que desbordan la pantalla; Hay más pero con menos peso.
Puesta en escena memorable fundiéndose con el apasionante relato en miscelánea pocas veces alcanzada en una pantalla. Diseño de producción sublime de Nathan Crowley (habitual de Nolan), rodando en el lugar real histórico de la evacuación, Dunkirk (Francia); en Urk (Países Bajos), Swanage y Weymouth en Dorset (Reino Unido) y el Point Vicente Interpretive Center and Lighthouse en Rancho Palos Verdes (USA), estudio de Universal Pictures Falls Lake en Los Ángeles para filmar interiores de un barco que se hunde, en un tanque de agua. Se utilizan seis mil extras en la filmación en Francia. Gran despliegue técnico con recursos militares y civiles propios del tiempo (aviones, barcos, buques,…), tiene gran protagonismo el pequeño (43 pies de largo) yate de motor llamado Moonstone, construido en década 1930, set de rodaje, sus escenas más exigentes grabadas en el lago holandés IJsselmeer… (sigue en spoiler)
La cinta deja claras sus expresionistas intenciones en su Excelso inicio a golpe de metrónomo tictac-quero con ominosa música, 5 minutos de intensidad sofocante, sin palabras pero diciendo mucho. Marca a fuego el tono del film, extensos silencios, poder de la imagen, temor inmutable, y enemigo invisible. Este carece de rostro, se sugiere fuera de campo (disparos, aviones, torpedos,…), presencia cuasi-etérea, crea sensación metafísica de terror incorpóreo, acentúa el miedo psicológico, quizás influenciado por obras como “La patrulla perdida” (1932) de John Ford, o “El diablo sobre ruedas” (1971) de Spielberg. Decisión valiente, como hacer casi un film silente, escasos diálogos juegan a ser cuasi- intertítulos. Arriesgado es contar nada de los protagonistas, sin pasado, solo presente, esto podría eliminar la empatía, pero es utilizado por el director como aliciente, son ellos y sus decisiones para intentar sobrevivir y sus consecuencias. Componiendo un Templo al esfuerzo individual, a la solidaridad, a la esperanza, a la dignidad, en medio de acciones egoístas que el director no juzga, las hace entendibles, un retrato de la guerra crudo, caótico, despojado de manierismos tramposos y artificiosos, hay muertos de todo tipo (acribillados, bombardeados, quemados, ahogados, suicidados,…), pero sin regodearse en la casquería, mostrado en segundo plano, transpirando angustia, desesperación, entrelazando las tres intrahistorias de modo superlativo. Un relato de tientes humanistas donde la guerra es un cuasi-McGuffin, hay espectaculares escenas de acción, pero todo integrado en este relato de supervivencia.
Armonizando diferentes los tres tiempos disímiles, relativizándolos, estirándolos y condensándolos de forma majestuosa, pero culminando de modo enardecedor. Maneja Nolan un puzle de piezas de desiguales medidas temporales yuxtaponiéndolas en giros visuales asombrosos, juego de tiempos que Nolan maniobra cual prestidigitador, generando un suspense permanente, sensación de peligro inminente, ello en un circo de tres pistas (Tommy en tierra, los spittfire en el cielo y el Moonstone en el Canal de la Mancha).
Nolan se aleja del relato patriotero panfletario, radiografía la guerra no como algo glamuroso lleno de héroes, muestra miedo, tragedia, desmoralización, impotencia, en microcosmos poblado de personajes irradian humanidad en sus imperfecciones, en sus veraces interpretaciones, deben exponer mayormente a través de su lenguaje físico. Mencionar apuntes deja contextualmente Nolan, como las discrepancias entre los soldados británicos y franceses en la evacuación, muestra el coraje de la población civil a través de la tripulación del Moonstone, y recuerda de modo original el famoso discurso “Sangre, sudor y lágrimas” de Winston Churchill, pero pronunciado por un soldado anónimo que le da más trascendencia.
El elenco actoral brilla por su autenticidad, expresividad máxima en sus gestos y miradas, por falta de espacio haré comentarios telegrama: El joven Fionn Whitehead en su debut en la gran pantalla realiza una portentosa encarnación, probablemente el más humano y cercano al espectador de los protagonistas; Mark Rylance demuestra su gran dominio del hombre racional, con inquebrantable sentido del deber, sobresaliente; Cillian Murphy encarna con energía al atormentado naufrago; Tom Hardy, le basta con sus ojos y cejas para exhibir poderío expresivo; Kenneth Branagh presencia regia vestido de almirante con sus manos a espalda, autosuficiencia y carisma que desbordan la pantalla; Hay más pero con menos peso.
Puesta en escena memorable fundiéndose con el apasionante relato en miscelánea pocas veces alcanzada en una pantalla. Diseño de producción sublime de Nathan Crowley (habitual de Nolan), rodando en el lugar real histórico de la evacuación, Dunkirk (Francia); en Urk (Países Bajos), Swanage y Weymouth en Dorset (Reino Unido) y el Point Vicente Interpretive Center and Lighthouse en Rancho Palos Verdes (USA), estudio de Universal Pictures Falls Lake en Los Ángeles para filmar interiores de un barco que se hunde, en un tanque de agua. Se utilizan seis mil extras en la filmación en Francia. Gran despliegue técnico con recursos militares y civiles propios del tiempo (aviones, barcos, buques,…), tiene gran protagonismo el pequeño (43 pies de largo) yate de motor llamado Moonstone, construido en década 1930, set de rodaje, sus escenas más exigentes grabadas en el lago holandés IJsselmeer… (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
… Cámaras IMAX conectadas a aviones de combate usan lentes de snorkel especialmente hechas, en parte trasera y delantera, maquetas a gran escala sumergidas con plataformas de cable para escena de accidente. Se suma la extraordinaria edición de sonido de Richard King (habitual de Nolan), crea sonidos enardecedores hiperrealistas, sonidos de los stukas (neurálgica las caídas en picado), balaceras (un disparo llegó a rozarme,… eso creo), bombardeos (me eche a tierra), los naufragios (me sentí asfixiar), en metamorfosis Antológica con el montaje de Lee Smith (habitual del director), edición portentosa mezcla diferentes escenas de acción en diferentes tiempos con fluidez narrativa digna de estudiar en academias, con agilidad narrativa homérica, un metrónomo in crescendo nos hace latir el corazón cual si me fuera estallar.
Esto se une de modo fascinante a la disonante música de Hans Zimmer (habitual de Nolan), integrándose de modo magno a la acción, no temas a escuchar por si solos, el score forma parte de la piel de la narración, jugando con “Nimrod Elgar”, sonando sin pausa todo el metraje, hito en la creación de una atmósfera constante, permanente y cardiaca, haciéndote sentir contrarreloj ayudado por el tic tac de un reloj, amalgamándose de modo vibrante (es quedarse corto) a los diferentes sonidos del film (explosiones, disparos, explosiones, motores,…), derivando en un clima desasosegante, opresivo, asfixiante, haciendo el espectador se sienta dentro del relato, complementándose a la edición y los efectos de sonido, edificando una sinfonía epicúrea, donde le clímax es total en cada escena, y lo mejor, no satura (por lo menos a mí), sobrellevándote de un escenario a otro con ritmo arrollador, donde priman las acciones y consecuencias, la música se transmuta en el corazón de cada protagonista, se apodera del tempo rítmico, haciéndote sentir cual funambulista en tensión infinita, sumergido en una pesadilla sin fin. Todo atomizado por la utilización del “Tono Shepard” (“Shepard Tone”), no primera vez lo usa Nolan, usado en los clímax, aquí es 100% metraje, ilusión auditiva para engañar a nuestro cerebro en base a lo que escuchamos, crea espejismo eterno in crescendo provoca suspenso mayor. Elementos fusionados de modo memorable a la fotografía de Hoyte van Hoytema (“Interstellar”), filmando en combinación alta resolución de Imax y 65mm, consiguiendo efecto vigoroso de inmersión apabullante en la pantalla, con tomas singulares, expresivas, emocionantes, moviéndose en interiores estrechos generando claustrofobia anímica, con angulaciones prodigiosas, con granulado, crea lienzos de belleza pictórica impresionante, como el inspirado en 'El caminante sobre el mar de nubes' (1818), del germano Caspar David Friedrich, con estilizadas y muy cuidadas composiciones de planos en la playa (se unen al cielo de modo excepcional, donde los soldados se ven como pequeños elementos frágil es al albor del aciago destino), espigón, embarcaciones, bajo el agua, nadando, en el aire, movimientos coreografiados de los soldados, aviones atacando, imágenes de tonos azulados y grises aumentan sensación de melancolía inherente a los fotogramas, pesimismo que emite, formidable su conjunción con la trepidante acción. Todo al servicio obsesivo de la historia.
Poli malo (pejigueras): Diálogo sobre-explicativo Branagh le hace a su subalterno sobre situación en la playa, sobra; Chauvinismo británico, opaca la presencia de tropas de otros países en la playa, hubo canadienses, belgas y sobre todo francesas; Chirrían viviendas se ven son actuales (Frías, no me refiero al inicio), en el vuelo frente a Dunkerque de Hardy antes de aterrizar se ven unos bloques de pisos blancos que cantan a la legua.
Obra maestra absoluta del género bélico en particular y del cine en general. Nolan se ha instalado en el Olimpo de los directores. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2017/08/dunkerque-2017-apoteosico.html
Esto se une de modo fascinante a la disonante música de Hans Zimmer (habitual de Nolan), integrándose de modo magno a la acción, no temas a escuchar por si solos, el score forma parte de la piel de la narración, jugando con “Nimrod Elgar”, sonando sin pausa todo el metraje, hito en la creación de una atmósfera constante, permanente y cardiaca, haciéndote sentir contrarreloj ayudado por el tic tac de un reloj, amalgamándose de modo vibrante (es quedarse corto) a los diferentes sonidos del film (explosiones, disparos, explosiones, motores,…), derivando en un clima desasosegante, opresivo, asfixiante, haciendo el espectador se sienta dentro del relato, complementándose a la edición y los efectos de sonido, edificando una sinfonía epicúrea, donde le clímax es total en cada escena, y lo mejor, no satura (por lo menos a mí), sobrellevándote de un escenario a otro con ritmo arrollador, donde priman las acciones y consecuencias, la música se transmuta en el corazón de cada protagonista, se apodera del tempo rítmico, haciéndote sentir cual funambulista en tensión infinita, sumergido en una pesadilla sin fin. Todo atomizado por la utilización del “Tono Shepard” (“Shepard Tone”), no primera vez lo usa Nolan, usado en los clímax, aquí es 100% metraje, ilusión auditiva para engañar a nuestro cerebro en base a lo que escuchamos, crea espejismo eterno in crescendo provoca suspenso mayor. Elementos fusionados de modo memorable a la fotografía de Hoyte van Hoytema (“Interstellar”), filmando en combinación alta resolución de Imax y 65mm, consiguiendo efecto vigoroso de inmersión apabullante en la pantalla, con tomas singulares, expresivas, emocionantes, moviéndose en interiores estrechos generando claustrofobia anímica, con angulaciones prodigiosas, con granulado, crea lienzos de belleza pictórica impresionante, como el inspirado en 'El caminante sobre el mar de nubes' (1818), del germano Caspar David Friedrich, con estilizadas y muy cuidadas composiciones de planos en la playa (se unen al cielo de modo excepcional, donde los soldados se ven como pequeños elementos frágil es al albor del aciago destino), espigón, embarcaciones, bajo el agua, nadando, en el aire, movimientos coreografiados de los soldados, aviones atacando, imágenes de tonos azulados y grises aumentan sensación de melancolía inherente a los fotogramas, pesimismo que emite, formidable su conjunción con la trepidante acción. Todo al servicio obsesivo de la historia.
Poli malo (pejigueras): Diálogo sobre-explicativo Branagh le hace a su subalterno sobre situación en la playa, sobra; Chauvinismo británico, opaca la presencia de tropas de otros países en la playa, hubo canadienses, belgas y sobre todo francesas; Chirrían viviendas se ven son actuales (Frías, no me refiero al inicio), en el vuelo frente a Dunkerque de Hardy antes de aterrizar se ven unos bloques de pisos blancos que cantan a la legua.
Obra maestra absoluta del género bélico en particular y del cine en general. Nolan se ha instalado en el Olimpo de los directores. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2017/08/dunkerque-2017-apoteosico.html
22 de julio de 2017
22 de julio de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mí me ha decepcionado bastante. Había leído que es la mejor película de Nolan y a mí me pareció la peor de las últimas que ha hecho.
Es demasiado corta y cuando acabó yo seguía esperando algún giro de guión o algo más interesante pero en general me pareció algo simple y plana. Además prácticamente me daban igual las posibles muertes de los protagonistas porque no da tiempo a empatizar y apenas hablan.
No entiendo por qué la acorta tanto cuando podía haber profundizado en varios aspectos. A años luz de Interstellar o El Caballero Oscuro.
De todas formas las escenas están muy bien hechas y la banda sonora es buena.
Es demasiado corta y cuando acabó yo seguía esperando algún giro de guión o algo más interesante pero en general me pareció algo simple y plana. Además prácticamente me daban igual las posibles muertes de los protagonistas porque no da tiempo a empatizar y apenas hablan.
No entiendo por qué la acorta tanto cuando podía haber profundizado en varios aspectos. A años luz de Interstellar o El Caballero Oscuro.
De todas formas las escenas están muy bien hechas y la banda sonora es buena.
22 de julio de 2017
22 de julio de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tiempo es clave en esta representación cinematográfica de la operación Dinamo que nos da todo el espectáculo que se espera de su director y al que tanto nos tiene acostumbrados, en tiempo de veraneo nos lleva a la playa de Dunkerque a presenciar los hechos ocurridos subjetivamente en una estructura narrativa poco convencional como hizo ya en Memento.
En otras películas del mismo género nos muestran como a protagonistas a personas en un contexto bélico pero en este caso el protagonista es la batalla y los puntos de vista de los beligerantes al experimentarla, como las tres historias que nos cuentan o sus personajes desesperados por sobrevivir. 400.000 personas arrinconadas entre la espada y la pared y un enemigo sin rostro que ataca sin piedad aéreamente a su presa desvalida, con unas poderosas escenas aéreas que son una maravilla para la vista, solo las supera el gran montaje de la película. La introducción del principal personaje en la playa en silencio, sin dialogo solo disparos y la música casi siempre presente a ritmo reloj convierte en thriller esta obra que te tiene en tensión continuamente, en especial he apreciado su alma clásica que evita los efectos digitales como acostumbran las superproducciones de ahora.
Esta obra maestra no es de las que se diseccionan al detalle como otras, esta hay que vivirla, sentirla, ya que es todo una experiencia como hizo ya Alfonso Cuarón con su Gravity
En otras películas del mismo género nos muestran como a protagonistas a personas en un contexto bélico pero en este caso el protagonista es la batalla y los puntos de vista de los beligerantes al experimentarla, como las tres historias que nos cuentan o sus personajes desesperados por sobrevivir. 400.000 personas arrinconadas entre la espada y la pared y un enemigo sin rostro que ataca sin piedad aéreamente a su presa desvalida, con unas poderosas escenas aéreas que son una maravilla para la vista, solo las supera el gran montaje de la película. La introducción del principal personaje en la playa en silencio, sin dialogo solo disparos y la música casi siempre presente a ritmo reloj convierte en thriller esta obra que te tiene en tensión continuamente, en especial he apreciado su alma clásica que evita los efectos digitales como acostumbran las superproducciones de ahora.
Esta obra maestra no es de las que se diseccionan al detalle como otras, esta hay que vivirla, sentirla, ya que es todo una experiencia como hizo ya Alfonso Cuarón con su Gravity
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En la escena que el joven George muere, el soldado que lo había herido (Cillian Murphy) pregunta por su estado, y conscientes de que no era sabedor de sus actos en aquel momento, realizan un gran ejercicio de empatía diciéndole que esta bien. Esta escena resume el milagro de Dunkerque, la empatía de aquellas personal que salieron hacia el peligro para rescatar a sus compatriotas.
23 de julio de 2017
23 de julio de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es arriesgada, valiente, creativa... casi sin diálogos crea una atmósfera angustiosa, describiendo este episodio de la Segunda Guerra Mundial en el que franceses e ingleses quedaron acorralados por las tropas alemanas. Sin embargo, la película se convierte en una interminable secuencia de situaciones límite, abusando del montaje paralelo, y con una música repetitiva que termina cansando. Los personajes, la historia, no tienen dimensión psicológica, no hay trasfondo ni evolución. Sólo hay emoción. Si te dejas llevar por esa emoción, por la heroicidad bélica, te encantará... pero a mí me aburrió bastante.
31 de julio de 2017
31 de julio de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Christopher Nolan, director, productor y guionista de Dunkerque, no es Kubrick. Tampoco es Malick, ni Eisentein y menos todavía Welles. Nolan no es un visionario, pero es evidente que se esfuerza por serlo. Es algo a su favor. Como reza el dicho “en el país de los ciegos el tuerto es el rey”… o como decía George McFly “si te lo propones puedes conseguirlo todo”.
En esta ocasión el inglés se ha propuesto narrar un clímax de 100 minutos a base de pornografía sonora (Hans Zimmer) y delirio visual (Hoyte Van Hoytema), presentado, eso sí, en gloriosos 70mm. Ya lo hizo con El caballero oscuro o Interstellar. Entre los años 50 y 60 también lo hicieron, entre otros, William Wylder con Ben-Hur o David Lean con Lawrence de Arabia . Nada nuevo bajo el sol. Recientemente también se subió al carro Tarantino con Los 8 odiosos. De todos modos, mejor resucitar los 70mm que alargar la agonía del 3D... y así, de paso, el cinéfilo casual tal vez se acerque al Phenomena (la única sala de España en la que se puede ver Dunkerque en dicho formato), pague 12 € y se quede igual que si la hubiera visto en una simple proyección digital. No pasa nada: la experiencia habrá valido la pena.
En Dunkerque Nolan ha querido homenajear uno de los episodios de la Segunda Guerra Mundial menos explotados a nivel cinematográfico: la Operación Dinamo, y lo ha hecho con relativa sutileza, al menos durante la mayor parte del metraje. La cinta, apenas sin diálogos, nos explica a través de tres historias que se entrelazan (por tierra, mar y aire) el rescate de los 300.000 soldados británicos cercados por los nazis en la ciudad francesa en junio de 1940.
Desafortunadamente, la enésima película sobre la Segunda Guerra Mundial cuenta con un elenco de actores desaprovechado (Tom Hardy, Kenneth Branagh, Cillian Murphy, Mark Rylance), un desarrollo de los personajes deficiente, plano y sin carisma, con los que resulta imposible empatizar y un guión cuya mayor virtud es el uso del tiempo narrativo, algo habitual en la filmografía del director, como ya pudimos ver en Memento u Origen.
Quien espere un Salvar al soldado Ryan se llevará un buen chasco. Quien espere una Delgada línea roja, tres cuartos de lo mismo. Aquí no hay sangre ni casquería; para Nolan la guerra es como la Navidad: blanca, pura, y cristalina… es decir, un producto edulcorado PG-13, una máquina de hacer millones.
Dunkerque es, en definitiva, un ni fu ni fa que se va diluyendo en el recuerdo a medida que el humo y el atronador ruido de su banda sonora desaparece, pero que no se me malinterprete: no estamos ante una mala película: hay planos poderosos y un trabajo de dirección muy notable, pero no es la cinta que Warner y los críticos enjabonados por la distribuidora nos quieren hacer ver (y menos todavía la que los delirantes fanboys de Nolan nos venden por las redes sociales). Si el espectador espera entretenimiento, Dunkerque cumple con creces a nivel audiovisual. Si además espera un buen guión, tendrá que buscarlo en otra parte.
En esta ocasión el inglés se ha propuesto narrar un clímax de 100 minutos a base de pornografía sonora (Hans Zimmer) y delirio visual (Hoyte Van Hoytema), presentado, eso sí, en gloriosos 70mm. Ya lo hizo con El caballero oscuro o Interstellar. Entre los años 50 y 60 también lo hicieron, entre otros, William Wylder con Ben-Hur o David Lean con Lawrence de Arabia . Nada nuevo bajo el sol. Recientemente también se subió al carro Tarantino con Los 8 odiosos. De todos modos, mejor resucitar los 70mm que alargar la agonía del 3D... y así, de paso, el cinéfilo casual tal vez se acerque al Phenomena (la única sala de España en la que se puede ver Dunkerque en dicho formato), pague 12 € y se quede igual que si la hubiera visto en una simple proyección digital. No pasa nada: la experiencia habrá valido la pena.
En Dunkerque Nolan ha querido homenajear uno de los episodios de la Segunda Guerra Mundial menos explotados a nivel cinematográfico: la Operación Dinamo, y lo ha hecho con relativa sutileza, al menos durante la mayor parte del metraje. La cinta, apenas sin diálogos, nos explica a través de tres historias que se entrelazan (por tierra, mar y aire) el rescate de los 300.000 soldados británicos cercados por los nazis en la ciudad francesa en junio de 1940.
Desafortunadamente, la enésima película sobre la Segunda Guerra Mundial cuenta con un elenco de actores desaprovechado (Tom Hardy, Kenneth Branagh, Cillian Murphy, Mark Rylance), un desarrollo de los personajes deficiente, plano y sin carisma, con los que resulta imposible empatizar y un guión cuya mayor virtud es el uso del tiempo narrativo, algo habitual en la filmografía del director, como ya pudimos ver en Memento u Origen.
Quien espere un Salvar al soldado Ryan se llevará un buen chasco. Quien espere una Delgada línea roja, tres cuartos de lo mismo. Aquí no hay sangre ni casquería; para Nolan la guerra es como la Navidad: blanca, pura, y cristalina… es decir, un producto edulcorado PG-13, una máquina de hacer millones.
Dunkerque es, en definitiva, un ni fu ni fa que se va diluyendo en el recuerdo a medida que el humo y el atronador ruido de su banda sonora desaparece, pero que no se me malinterprete: no estamos ante una mala película: hay planos poderosos y un trabajo de dirección muy notable, pero no es la cinta que Warner y los críticos enjabonados por la distribuidora nos quieren hacer ver (y menos todavía la que los delirantes fanboys de Nolan nos venden por las redes sociales). Si el espectador espera entretenimiento, Dunkerque cumple con creces a nivel audiovisual. Si además espera un buen guión, tendrá que buscarlo en otra parte.
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