Dunkerque
7,0
57.819
Bélico. Drama
Año 1940, en plena 2ª Guerra Mundial. En las playas de Dunkerque, cientos de miles de soldados de las tropas británicas y francesas se encuentran rodeados por el avance del ejército alemán, que ha invadido Francia. Atrapados en la playa, con el mar cortándoles el paso, las tropas se enfrentan a una situación angustiosa que empeora a medida que el enemigo se acerca. (FILMAFFINITY)
27 de julio de 2017
27 de julio de 2017
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como bien reza el título de mi pequeña crítica (no me gusta alargarla porque la gente se aburre de leer por lo general), la película es excelente para disfrutarla en el cine.
Con este film te sientes dentro de la guerra, sientes en tu propia piel el temor, la agonía, la angustia... Y gráficamente, de 10. Es belleza y arte por momentos.
Eso sí, no busquéis una gran camtodad de diálogos ni de trama. Es bastante simple, sencilla.
En definitiva, es para vivirla en directo.
Con este film te sientes dentro de la guerra, sientes en tu propia piel el temor, la agonía, la angustia... Y gráficamente, de 10. Es belleza y arte por momentos.
Eso sí, no busquéis una gran camtodad de diálogos ni de trama. Es bastante simple, sencilla.
En definitiva, es para vivirla en directo.
22 de julio de 2017
22 de julio de 2017
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dunkerque es historia. Historia de un rescate. Ahora forma parte de otra historia: la historia del buen cine. Las imagenes te absorben. La música te va machacando, te va metiendo en el fondo de ese barquito protagonista. Dunkerque se siente, se sufre, se huele. Nolan te atrapa en esa playa y deseas que no te rescaten, quieres seguir sufriendo al lado de uno de los mejores directores que tenemos. Nolan es mucho Nolan y Dunkerque demuestra que es un auténtico genio. Gracias a Dunkerque vuelve el cine con MAYÚSCULAS.
24 de julio de 2017
24 de julio de 2017
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fui a verla al cine solo porque es de Nolan, ya que el cine bélico no me gusta lo más mínimo, ¡y qué sorpresa!
Estoy segura de que es de las mejores películas que se han rodado jamás. Aparte de la historia de Dunkerque, que es interesante, la película tiene una calidad fabulosa: los efectos de sonido, la fotografía y los diálogos.
Sinceramente es de esas películas que hay que ver para juzgar por uno mismo, y hay que verla en el cine.
Estoy segura de que es de las mejores películas que se han rodado jamás. Aparte de la historia de Dunkerque, que es interesante, la película tiene una calidad fabulosa: los efectos de sonido, la fotografía y los diálogos.
Sinceramente es de esas películas que hay que ver para juzgar por uno mismo, y hay que verla en el cine.
31 de julio de 2017
31 de julio de 2017
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Últimamente parece que hay que diferenciar entre películas y experiencias cinematográficas. Como si el cine en mayúsculas fuera un coto exclusivo de determinadas cintas de autor, como si la autoría excluyera por norma la vertiente más comercial. Christopher Nolan pertenece a esa tierra de nadie en la que sus parias casi deben pedir perdón por dignificar el blockbuster, si es que sus propuestas pueden encajarse en tan denostado género. Y para no restarles mérito, casi con condescendencia, los defensores de la pureza del séptimo arte califican sus obras de experiencias, otorgándole al cine otros menesteres.
Pues sí, Dunkerque es toda una experiencia. La más envolvente y asfixiante que jamás se haya rodado sobre una contienda bélica. Reducirla a un espectáculo de fuegos artificiales es cuanto menos injusto, ya que independientemente de su afán por el entretenimiento, como si éste fuera un demérito, la película nos sumerge como nunca en lo más parecido a un estado de guerra. El caos, la supervivencia, el azar de las decisiones precipitadas, que tan pronto te matan como te salvan la vida, las miserias, la desesperación. También el compañerismo, la solidaridad, el patriotismo bien entendido, la empatía. Todas las particularidades de la condición humana, puestas a prueba por la barbarie, están condensadas en esos 100 minutos que, para colmo, representan un apabullante ejercicio estilístico.
Fiel a su afán por romper los cánones narrativos, Nolan da con Dunkerque una nueva vuelta de tuerca a los experimentos espaciotemporales que ya abordó en Memento, Origen e Interstellar. En esta ocasión, la historia se va hilvanando a tres tiempos. Una semana, un día y una hora antes del desembarco civil que logró rescatar a 300.000 soldados aliados acorralados por el ejército nazi. Tres tiempos distintos que progresan a su respectivo ritmo, entremezclándose, avanzando sutilmente escenas que más tarde resultarán claves, jugando como nunca con los puntos de vista, de la tierra al mar y del mar al aire. Sin descanso ni tregua.
El director no permite al espectador ni un segundo de respiro, que asuste apabullado, aturdido, tan sobrecogido ante los acontecimientos como cualquier víctima de una guerra, a una sesión implacable de daños colaterales. Las escenas de acción en Dunkerque se fusionan, se dan paso, se interrumpen, en un diálogo a tres tiempos que orquesta una banda sonora total. Y es que pocas veces película y música resultan tan interdependientes como en esta fusión entre Nolan y Zimmer. Imágenes y sonidos al completo servicio de un clima angustiante y claustrofóbico que se mantiene desde el primer instante hasta uno de esos finales que desembocan irremediablemente en erizamiento epidérmico.
A la experiencia no puede exigírsele más alicientes. Mientras asistimos atónitos a la oscuridad más terrorífica, a la ausencia de oxígeno en los lugares más temibles, a la vulnerabilidad de un blanco a tiro de enemigos sin rostro, nos preguntamos qué es el cine sino esta impagable inmersión en los horrores de la guerra. Qué otra función puede esperarse de un invento que nació para dotar de vida a las imágenes. Si Dunkerque no es digna de reconocimiento en la próxima edición de los Oscar, más vale que la Academia de Hollywood se replantee el objetivo de sus galardones. Nolan les propina una lección magistral sobre cómo confeccionar la película pluscuamperfecta.
Pues sí, Dunkerque es toda una experiencia. La más envolvente y asfixiante que jamás se haya rodado sobre una contienda bélica. Reducirla a un espectáculo de fuegos artificiales es cuanto menos injusto, ya que independientemente de su afán por el entretenimiento, como si éste fuera un demérito, la película nos sumerge como nunca en lo más parecido a un estado de guerra. El caos, la supervivencia, el azar de las decisiones precipitadas, que tan pronto te matan como te salvan la vida, las miserias, la desesperación. También el compañerismo, la solidaridad, el patriotismo bien entendido, la empatía. Todas las particularidades de la condición humana, puestas a prueba por la barbarie, están condensadas en esos 100 minutos que, para colmo, representan un apabullante ejercicio estilístico.
Fiel a su afán por romper los cánones narrativos, Nolan da con Dunkerque una nueva vuelta de tuerca a los experimentos espaciotemporales que ya abordó en Memento, Origen e Interstellar. En esta ocasión, la historia se va hilvanando a tres tiempos. Una semana, un día y una hora antes del desembarco civil que logró rescatar a 300.000 soldados aliados acorralados por el ejército nazi. Tres tiempos distintos que progresan a su respectivo ritmo, entremezclándose, avanzando sutilmente escenas que más tarde resultarán claves, jugando como nunca con los puntos de vista, de la tierra al mar y del mar al aire. Sin descanso ni tregua.
El director no permite al espectador ni un segundo de respiro, que asuste apabullado, aturdido, tan sobrecogido ante los acontecimientos como cualquier víctima de una guerra, a una sesión implacable de daños colaterales. Las escenas de acción en Dunkerque se fusionan, se dan paso, se interrumpen, en un diálogo a tres tiempos que orquesta una banda sonora total. Y es que pocas veces película y música resultan tan interdependientes como en esta fusión entre Nolan y Zimmer. Imágenes y sonidos al completo servicio de un clima angustiante y claustrofóbico que se mantiene desde el primer instante hasta uno de esos finales que desembocan irremediablemente en erizamiento epidérmico.
A la experiencia no puede exigírsele más alicientes. Mientras asistimos atónitos a la oscuridad más terrorífica, a la ausencia de oxígeno en los lugares más temibles, a la vulnerabilidad de un blanco a tiro de enemigos sin rostro, nos preguntamos qué es el cine sino esta impagable inmersión en los horrores de la guerra. Qué otra función puede esperarse de un invento que nació para dotar de vida a las imágenes. Si Dunkerque no es digna de reconocimiento en la próxima edición de los Oscar, más vale que la Academia de Hollywood se replantee el objetivo de sus galardones. Nolan les propina una lección magistral sobre cómo confeccionar la película pluscuamperfecta.
31 de julio de 2017
31 de julio de 2017
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que reconocerle a Nolan un talento innato a la hora de generar climax emocionantes. A veces, estos climax pueden dilatarse demasiado y resultar abrumadores (como ocurría en Interstellar), pero en Dunkirk ha dado en el clavo. Y para ello no ha necesitado darle historia o pasado a los personajes ni dejar que se expliquen demasiado a través de diálogos, sino tan solo mediante el uso de otras herramientas de las que dispone un cineasta, como son la fotografía, puesta en escena, la música o el sonido, en un alarde de cine puro sin coartadas. Nolan ni siquiera ha buscado ceñirse a la realidad absoluta de lo que allí ocurrió realmente, sino que ha buscado aquello que persigue cualquier forma de arte: una plasmación, en un lenguaje estético, de todo aquello que conforma la condición humana.
Tan solo se permite la licencia de una discutible narración en tres líneas temporales distintas, sin duda buscando ese clímax definitivo que se alcanza en unos 5 minutos finales realmente tremendos e inolvidables. Los aplausos de muchos de los que estábamos en la sala eran merecidos: Nolan nos ha regalado a los amantes del cine la que sin duda es la mejor película bélica desde "Letters from Iwo Jima" de Clint Eastwood.
Tan solo se permite la licencia de una discutible narración en tres líneas temporales distintas, sin duda buscando ese clímax definitivo que se alcanza en unos 5 minutos finales realmente tremendos e inolvidables. Los aplausos de muchos de los que estábamos en la sala eran merecidos: Nolan nos ha regalado a los amantes del cine la que sin duda es la mejor película bélica desde "Letters from Iwo Jima" de Clint Eastwood.
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