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Días de vino y rosas

Drama. Romance Joe Clay, jefe de relaciones públicas de una empresa de San Francisco, conoce durante una fiesta a la bella Kirsten Arnesen. La muchacha se muestra cautelosa al principio, debido a la afición de Joe a la bebida, pero después sucumbe ante su simpatía y se casa con él. (FILMAFFINITY)
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8
25 de enero de 2022 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una película de obligado visionado para todos aquellos a los que nos gusta el cine clásico, y cómo no para todas aquellas personas que piensan que por una copa no pasa nada, aunque luego venga otra, y luego otra y así hasta adentrarnos en el triste mundo del alcoholismo que tan bien interpretan Lemmon y Remick.
A veces la película es tan real que parece un documental. Me consta que le ponen la película en alguna clínica de desintoxicación como terapia.
Vemos cómo él pone de excusa el trabajo y el trato con los clientes para beber y cómo introduce a ella en el mundo del alcoholismo, de no gustarle beber se convierte en una bebedora empedernida
LO MEJOR: la escena en el invernadero buscando él la botella, los actores.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
LO PEOR: Que el final sea abierto
7
24 de mayo de 2023 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
128/11(12/05/23) Sugerente drama sobre el problema del alcoholismo, se puede encuadrar entre las tres grandes cintas que han abordado esta patología, como es la anterior de Billy Wilder “Días sin huella” (1945) y “Leaving Las Vegas” (1995) de Mike Figgis, aunque visto hoy día me ha resultado algo arrugado en como en su sección media se estanca y redunda, así como hay una representación algo caricaturesca de la ebriedad. La he revisionado con motivo del reciente 60 aniversario del estreno (25/12/62) y me he encontrado con una peli loable, aunque vista hoy día se le ven costuras que la impiden elevarse. Dirige Blake Edwards con guión de JP Miller que adapta su propia obra para televisión de 1958 Playhouse 90 del mismo nombre (nominada a un premio Emmy en la categoría Mejor escritura de un programa dramático individual), tenido como gran escaparte y reclamo unas actuaciones brillantes de la pareja protagónica Jack Lemmon y Lee Remick, haciendo creíble y emocional la odisea alcohólica en que se sume este binomio. Lemmon componiendo una de sus actuaciones icónicas, y mira que tiene grandes interpretaciones, lejos de caer en el histrionismo fácil, desborda credibilidad, así como quedará para la eternidad la búsqueda de esa botella en la maceta, su actuación aquí es antológica; Remick tocando uno de sus picos con esta alcohólica que no sabe o no
quiere salir del purgatorio en que está sumida y que la engulle, muestra con crudeza el tránsito de no bebedora a enferma etílica, ayudada por una gran labor en maquillaje que nos hacen ver gradualmente como se va demacrando físicamente, suyo es el honor de recitar los versos que termina dando título al film, ‘Largos no son los días de vino y rosas, de un nebuloso sueño surge nuestro sendero y se pierde en otro sueño’, quedando para los restos ese último paseo nocturno hacia no se sabe dónde. Nos embarcamos en una espiral tóxica que los autodestruye de forma paulatina, tocando por el camino la un poco conocida asociación Alcohólicos Anónimos y la ayuda que ofrece, a la vez se adentra en la marginación a que se abocan los que sufren esta lacra, su modus operandi desde el inicio, como lo ven como una forma de socializar mejor, como luego se van mintiendo, como hieren a sus familiares, como pone al alcohol por delante de los seres que los quieren, una patología alienante. Destaca su notable puesta en escena por la esmerada y muy dramática fotografía y la incisiva música del maestro Henry Mancini.

El ejecutivo de relaciones públicas de San Francisco Joe Clay (Jack Lemmon) se encuentra con la secretaria Kirsten Arnesen (Lee Remick). Al considerarla descarada e irrespetuosa al principio, finalmente comienza a salir con ella. Kirsten es abstemio hasta que Joe le enseña a beber en sociedad. Al principio es reacia, pero después de sus primeros Brandy Alexander, admite que tomar una copa la hace "sentirse bien". A pesar de las dudas del padre de Kirsten (Charles Bickford), que dirige un negocio de jardinería en San Mateo, se casan y tienen una hija, Debbie. Joe y Kirsten pasan lentamente del " almuerzo de dos martinis " al alcoholismo en toda regla. Joe es degradado debido a su bajo rendimiento y lo envían fuera de la ciudad para trabajar en una cuenta menor. Kirsten está sola todo el día y encuentra que beber es la mejor manera de pasar el tiempo. Mientras estaba borracha una tarde, provoca un incendio en su apartamento que casi la mata a ella y a Debbie. Finalmente, Joe es despedido y pasa los siguientes años yendo de un trabajo a otro.

Tiene un arranque engañoso en como parece estamos ante una comedia romántica más, con ese encuentro patoso entre Joe y la bonita Kirsten, como de un equívoco surge el amor, pero pronto deriva en el drama sórdido, donde sobresalen en principio las frustraciones profesionales y los sueños rotos, y gradualmente el modo de ir apagando fracasos es con el alcohol, que pasa a formar parte de sus prioridades, expuesto muy alegóricamente con esa estantería en medio de la casa llena de botellas de alcohol. Asistimos la implosión familiar ya con la hijita, asistimos a la caída en el vacío de la pareja arrastrando a su retoña. Pero a partir de que han tocado fondo la película se vuelve reiterativa, estirando las situaciones un tanto sin mucho rumbo fijo, subrayando lo ya remarcado. Donde las borracheras son reflejadas como vueltas a la niñez, y esto me chirría, desgraciadamente he visto a mucha gente ebria y distan de ser estos infantilismos (riendo, saltando en la cama, jugando a que no los oigan, …), entiendo loable se exponga esta lacra, pero me ha resultado un tanto inocente su enfoque.

La gran escena del film, sin duda, es la de Joe buscando el whisky dentro de los maceteros. Resto de situaciones me han resultado poco creíbles. Incluso encuentro su desarrollo bastante misógino, y es que es el hombre el que inicia en el alcoholismo a su mujer, pero luego ella pasa a ser la mala por su adicción sin fin, la que no acepta que es alcohólica, la que prefiere vivir con este placebo, mientras él pasa a ser la brújula moral, incluso esta visión me ha suido cuando menos de torcer el gesto por mi parte, cuando el gran culpable es Joe, la cinta lo deja casi como un Santo. También me faltaría ser más valiente en el tratamiento del sufrimiento de la hija, esto se deja muy de soslayo, cuando realmente es la gran víctima de esta pareja de enfermos. La cinta también hierra en hacernos ver el tiempo que pasa, con unas elipsis muy torpes, esto es fundamental para sentir el sacrificio temporal cuando no beben, o la travesía alcohólica cuánto dura, pasamos de estar ingresado con delirium tremens a renglón seguido estar sobrio y tiempo (¿?) limpio, te pierdes y desorientas un poco.

Aunque por supuesto tiene muchos elementos buenos, como es la forma inteligente en que orgánicamente nos muestran lo fácil que puede ser caer en este vicio, de forma inocente vas haciendo formar de tu vida el alcohol... (SIGO EN SPOILER)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
…Está muy bien como muestran esta gran Asociación de AA, el bien que hacen, es muy buena la clase que le da el mentor de AA de Joe sobre lo que realmente siente Kirsten cuando su marido ha dejado el alcohol y ella necesita de alguien a su lado que la acompañe en su ‘bajada a los infiernos etílicos’, es muy pedagógica en este sentido, pero dura hablando de la infidelidad de modo seco. Así como es muy arriesgado y valiente su final, de los que dejan huella por lo cortante y adusto (aunque marcado por un tufillo a misoginia *spoiler).

Reseñar el gran trabajo en la cinematografía de Philip H. Lathrop (“La Pantera Rosa” o “Driver”), ya dejando huella desde el inicio con es descriptivo travelling exponiendo el desenfreno festivo en el barco, o la filmación en forma que la cámara parece contorsionarse de modo abigarrado cuando Kirsten es forzada por su padre a la ducha, extraordinaria secuencia, así como lo es la escena aterradora del encierro de Joe, rodada en inicio en cenital, pareciendo estamos en el Averno; como notable es la edición de Patrick McCormack (“Damn Citizen” o “Chantaje contra una mujer”), sobre todo en la escena formidable de Joe buscando su droga en el invernadero, emitiendo las sensaciones Angustiosas del protagonista gracias a los cortes; La banda sonora es obra del gran Henry Mancini (“Desayuno con diamantes” o “La Pantera Rosa”), dotando al relato de melodías que inducen al drama, de aires macilentos.

Spoiler:

Joe buscando desesperadamente una de las botellas de Whisky que ha escondido en el jardín el suegro resulta angustioso, de los grandes momentos del cine, aunque solo sea por esta escena la película merece el visionado.

Final: ‘Kirsten, temblorosamente sobria durante dos días, llega al apartamento de Joe para intentar una reconciliación. Joe responde que es bienvenida cuando quiera, pero solo si deja de beber. Kirsten se niega a admitir que es alcohólica y reconoce por qué no puede parar: "El mundo me parece tan sucio cuando no estoy bebiendo". Ella trata de persuadir a Joe para que olvide el pasado y se reencuentre con ella. Él le dice que no abandonará la sobriedad por nada, ni siquiera por ella. Kirsten tristemente le aconseja a Joe que renuncie a ella: “Todavía no”, dice. Ella se va. Joe lucha contra el impulso de ir tras ella, llamándola por su nombre, y observa a través de la ventana mientras ella sale a la noche, alejándose de un bar. Debbie se despierta. Él le dice que estaba soñando y la vuelve a acostar, explicando: “Mami está enferma…” “Se va a curar?”. "Lo hará, no?" Debbie asiente. La última escena es una toma inversa de Joe mirando hacia la calle vacía, el letrero de neón ‘BAR’ parpadeante del bar reflejado en la ventana.’; Este final Jack L. Warner quiso alterarlo para hacerlo acomodaticio al público, pero Jack Lemmon viajó a París en connivencia con el director, para impedir la filamción de un final diferente. Blake Edwards de este consiguió que su final permaneciera.

El director Blake Edwards dejó de beber un año después de completar la película y se recuperó del abuso de sustancias. Dijo que él y Jack Lemmon eran grandes bebedores mientras hacían la película. Tanto Lemmon como Remick buscaron la ayuda de Alcohólicos Anónimos mucho después de haber terminado la película. La película tuvo un efecto duradero al reforzar la creciente aceptación social de Alcohólicos Anónimos.

Un Oscar fue para el tema musical de la película, compuesto por Mancini con letra de Johnny Mercer. La película recibió otras 4 nominaciones, incluyendo Mejor Actor y Mejor Actriz. En 2018, Days of Wine and Roses fue seleccionada para su conservación en el Registro Nacional de Cine de los Estados Unidos por ser "cultural, histórica o estéticamente significativa".

Film que, con sus pros y contras, tiene sus méritos que la hacen atractiva y pedagógica. Gloria Ucrania!!!

Para leer más sobre el film ir a: https://tomregan.blogspot.com/2023/05/dias-de-vino-y-rosas.html
8
17 de abril de 2020 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sabía que era un clásico.Quizá la vi hace muchos años pero no recordaba nada y ahora en pleno confinamiento decidí verla como el que se enfrenta a un trozo de su pasado.La película me ha gustado, desprende lirismo, te envuelve en el tremendo drama del alcoholismo en un contexto sesenteañero y muy norteamericano.Pero lo que destacaria es la contradicción que encuentro en la interpretación de uno de los protagonistas , Jack Lemmon:histriónica, pésimamente cómica, sobreactuada, etc., a lo largo del film y ,sin embargo, entrañable ,próxima y hasta creíble en el desenlace.
6
12 de octubre de 2022 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trasluce que este film tuvo muy buena recepción en aquellos años, y actuó como fuerte denuncia ante el peligro del alcoholismo, aunque ya el tema había sido tratado eficazmente en 'Días sin huellas' en 1945.

El film está en líneas generales bien, pero tiene ciertos aspectos que lo 'envejecieron': es algo repetitivo y lento, pero de golpe da saltos en el tiempo; no se logra visualizar bien como los protagonistas caen en un alcoholismo irremediable; y hay situaciones algo absurdas, como la excesiva reacción del protagonista en el rosedal, o aquella en la que luego de un coma etílico queda encerrado con chaleco de fuerza cual sicótico en una prisión... como si en aquellos días no hubiera borrachines que quedaban en las celdas de las comisarías hasta que se les pasara el estado de ebriedad en unas horas...

La película exagera tanto los tintes melodramáticos, la descripción casi institucional folletinesca de la valiosa tarea solidaria de Alcohólicos Anónimos y los diálogos 'discursivos' moralistas, que hace que vaya perdiendo interés. Y por ejemplo, obvia detallar la evolución externa e interna de la pareja protagonista, sólo trabajada a brochazos, a pesar de la buena tarea actoral de Jack Lemmon y Lee Remick.

Por todo esto, se convierte en un film con un didactismo de folletín antialcohólico que hace perder el entusiasmo. No está mal, pero la peli quedó antigua y demasiado sensiblera a los ojos de hoy.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La contraposición de ambos finales de los protagonistas, el curado que se dejó ayudar y la enferma que sola quiere arreglarlo todo controlándose de a poquito, es un mensaje verdadero, real, útil... pero demasiado subrayado, como un spot publicitario de una ONG. Quizás en esos años fue muy eficaz; pero hoy suena algo ñoño. Por eso envejeció un poco este buen film.
8
1 de enero de 2025 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi esta película cuando comencé a adentrarme en el mundo clásico, hace casi veinte años, y me llegó el mensaje estremecedor. Recordaba la imagen del final, pero nada del recorrido. Sin embargo, el mensaje se me grabó a fuego en la psique, como pocas películas han hecho.

Volver a verla ha sido descubrir una obra impresionante, con muchas aristas, buenos diálogos, moraleja y una pena tremenda.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Los primeros 45 minutos son inocentes, normales. La descripción de cómo dos se conocen, se enamoran y tienen una hermosa niña. Hasta ese fatídico minuto 45, en donde una escena dice tanto, tan pura y real, que estremece a un hielo marmolizado. Atrás queda el gracejo de las cucarachas en la vivienda, los inocentes flirteos en el juego del alcohol…

Esa discusión sobre la leche materna/leche en polvo es terrorífica, porque me huele que emoapada de realidad. No hay exageración. Poner la cámara a filmar en lo real es un terror a carne viva.

La escena de manicomio vale un Óscar. He visto quién había nominados en 1962, y Gregory Peck era imbatible. Porque Atticus Finch es único en la historia del cine. Lemmon lo ganó por dos películas que todavía no he visto, y fue nominado en 8, entre ellas El Apartamento, Con Faldas y a lo Loco y esta.

La conversación entre el director de Alcohólicos Anónimos, previa a la visita al motel donde se encuentra su mujer, también es oro molido: “Es un juego y has perdido”.

Al final, elige a su niña, en ese impulso de ir tras ella. Seguramente la encuentren tirada en una cuneta, o tenga el suficiente valor para tirarse de un puente.

Es una película terrorífica. Por eso es tan buena.
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