Días de vino y rosas
1962 

8,1
20.497
12 de noviembre de 2009
12 de noviembre de 2009
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada más aparecer los créditos de la película, con esos tintes neblinosos y esas rosas nos están indicando que el deambular de nuestra historia va a tener unos aspectos sombríos; a pesar de ser unas flores hermosísimas, de sus tallos emergen las espinas de la vida, que nos conducen por extraños vericuetos. La música de Henry Mancini arropa con gran maestría la ambientación de este ejemplar film.
Pero es el alcohol nuestro intenso drama destructor de vidas que insignificantes para muchos, pero que son vidas en mayúscula. Está existencia alegre marcada por el metafórico vino hace de este film; sino, único; si. irrepetible. Con una interpretación majestuosa de un Jack Lemon con una gran cantidad de registros desde los cómicos hasta los más dramáticos y una Lee Reemick, soberbia y espléndida en su papel de chica que por su honestidad da un gran ejemplo de compostura. Pero que por un azar tormentoso, aunque sea genético puede llegar a derrumbar sus sueños.
Una escena hilarante, que raya en lo onírico marca la acritud del film hacia ésa o hacia esta sociedad falsa y henchida de hipocresía. Nuestro protagonista con un insecticida está dispuesto a acabar con las cucarachas del apartamento de su novia. Los vecinos se alarman ante tal atrevimiento. Evidente, los bichejos no les molestan, sin embargo a otros sí; qué más les da, mientras no sea a ellos.
La moralidad de nuestro protagonista no es del todo inmaculada, aparte de su ebriedad, él intenta vender cualquier producto al coste que sea. A pesar de los posibles perjuicios. Pero es moralista con ciertas ideas, respecto al trabajo de traer señoritas a los clientes de su empresa, para contentarles su existencia nocturna.
Impactantes son los cambios de escena y plano: el fluir del agua de la ducha para apagar la borrachera de nuestra protagonista y el chorro de la botella de güisqui para saciar la sed del alcohólico son de una crudeza espeluznante, se funden con el horrendo delirium tremens de nuestro personaje.
Los dos alcohólicos en la cama y de fondo una noche relampagueante presagian el fatal desenlace de la escena. La luz del rayo marca la fulgurante caída del ser humano, lo inválido y lo insignificante que puede llegar a ser. Todo detalle está relatado con minuciosidad, es una escena metafóricamente simbólica llena de destrucción y desmoronamiento. Alucinador y desgarrador lo que le lleva a cometer un acto de egoísmo sin contar para nada con su amada esposa y amiga de borracheras. La abandona en su cuarto y bebe su última botella que le queda en ese momento en el invernadero, hasta apagar su eterna embriaguez.
La última escena es esperanzadora y angustiosa al mismo tiempo. Se ve el reclamo de la luz intermitente del bar; mientras, nuestro hombre, ya regenerado tras los cristales de la ventana observa a su mujer marchándose de aquel apartamento hacia, ¿qué lugar incierto?, Las intermitencias de la luz “Bar” quedan reflejadas en los vidrios, como reclamo de ese líquido elemento y devastador.
Pero es el alcohol nuestro intenso drama destructor de vidas que insignificantes para muchos, pero que son vidas en mayúscula. Está existencia alegre marcada por el metafórico vino hace de este film; sino, único; si. irrepetible. Con una interpretación majestuosa de un Jack Lemon con una gran cantidad de registros desde los cómicos hasta los más dramáticos y una Lee Reemick, soberbia y espléndida en su papel de chica que por su honestidad da un gran ejemplo de compostura. Pero que por un azar tormentoso, aunque sea genético puede llegar a derrumbar sus sueños.
Una escena hilarante, que raya en lo onírico marca la acritud del film hacia ésa o hacia esta sociedad falsa y henchida de hipocresía. Nuestro protagonista con un insecticida está dispuesto a acabar con las cucarachas del apartamento de su novia. Los vecinos se alarman ante tal atrevimiento. Evidente, los bichejos no les molestan, sin embargo a otros sí; qué más les da, mientras no sea a ellos.
La moralidad de nuestro protagonista no es del todo inmaculada, aparte de su ebriedad, él intenta vender cualquier producto al coste que sea. A pesar de los posibles perjuicios. Pero es moralista con ciertas ideas, respecto al trabajo de traer señoritas a los clientes de su empresa, para contentarles su existencia nocturna.
Impactantes son los cambios de escena y plano: el fluir del agua de la ducha para apagar la borrachera de nuestra protagonista y el chorro de la botella de güisqui para saciar la sed del alcohólico son de una crudeza espeluznante, se funden con el horrendo delirium tremens de nuestro personaje.
Los dos alcohólicos en la cama y de fondo una noche relampagueante presagian el fatal desenlace de la escena. La luz del rayo marca la fulgurante caída del ser humano, lo inválido y lo insignificante que puede llegar a ser. Todo detalle está relatado con minuciosidad, es una escena metafóricamente simbólica llena de destrucción y desmoronamiento. Alucinador y desgarrador lo que le lleva a cometer un acto de egoísmo sin contar para nada con su amada esposa y amiga de borracheras. La abandona en su cuarto y bebe su última botella que le queda en ese momento en el invernadero, hasta apagar su eterna embriaguez.
La última escena es esperanzadora y angustiosa al mismo tiempo. Se ve el reclamo de la luz intermitente del bar; mientras, nuestro hombre, ya regenerado tras los cristales de la ventana observa a su mujer marchándose de aquel apartamento hacia, ¿qué lugar incierto?, Las intermitencias de la luz “Bar” quedan reflejadas en los vidrios, como reclamo de ese líquido elemento y devastador.
14 de mayo de 2010
14 de mayo de 2010
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando alguien se satura de la comercialidad del cine actúal tiene que llevar la terapia de volver al buen cine, de buscar entre los clásicos y retroceder en el tiempo para llevarse una grata sorpresa, sobre todo porque esperaba una comedia romántica, en esta época dorada el dinamismo de los personajes es total, se manejan con soltura, improvisan gestos y expresiones y muestran todas sus cualidades, luego una película perfectamente escrita y dirigida la colocan sin duda en un producto indispensable.
Y realmente es imprescindible por el tema que trata, el alcoholismo, a día de hoy hay muy buenas cintas sobre las adicciones en general, son incluso más profundas e hirientes, sobre todo para los consumidores de sustancias centrales, para que aquellos que buscamos sentirnos bien con ellas, pero en esos días de vino y rosas hay un tratamiento más delicado, cómo una pareja que apunta lejos, que se siente en el paraíso y que tiene sus principios, pasa de la diversión a la pérdida del control, a rebajarse de categoría, al descuido del día a día, a preguntarse ¿quién será este borracho?, a ver la realidad y a afrontarla... y es que el éxito sin duda es que quien la escribiera a ido paso a paso mostrando la imagen social y laboral de los personajes, diferenciando con enorme calidad la dependencia y la abstinencia de ambos; incluso para aquellos que nunca hayan probado ni el brandy con crema de cacao alguna vez en sus vidas, esta sencilla historia les hace pasar el mal trago, les hace comprender que la botella es Dios, que nada importa, sólo otro trago.
Y realmente es imprescindible por el tema que trata, el alcoholismo, a día de hoy hay muy buenas cintas sobre las adicciones en general, son incluso más profundas e hirientes, sobre todo para los consumidores de sustancias centrales, para que aquellos que buscamos sentirnos bien con ellas, pero en esos días de vino y rosas hay un tratamiento más delicado, cómo una pareja que apunta lejos, que se siente en el paraíso y que tiene sus principios, pasa de la diversión a la pérdida del control, a rebajarse de categoría, al descuido del día a día, a preguntarse ¿quién será este borracho?, a ver la realidad y a afrontarla... y es que el éxito sin duda es que quien la escribiera a ido paso a paso mostrando la imagen social y laboral de los personajes, diferenciando con enorme calidad la dependencia y la abstinencia de ambos; incluso para aquellos que nunca hayan probado ni el brandy con crema de cacao alguna vez en sus vidas, esta sencilla historia les hace pasar el mal trago, les hace comprender que la botella es Dios, que nada importa, sólo otro trago.
23 de diciembre de 2010
23 de diciembre de 2010
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las películas que mejor retrata el tema del alcoholismo en imágenes es Días de vino y rosas, de Blake Edwards. En ella vemos al dúo Jack Lemmon-Lee Remick interpretar a una pareja de alcohólicos cuya relación está cimentada en el exceso de bebida. Deben salir de la trampa mortal del vicio, pero también deben mantener su matrimonio a salvo. ¿Ambos estarán dispuestos a hacer lo que sea?
Días de vino y rosas se centra en el tema del alcohol, pero al fin y al cabo podría extenderse a todos aquellos ámbitos en los que el ser humano se guía más por pasiones que por razones, como por ejemplo en el amor, donde muchas veces estamos tentados de hacer cosas que sabemos que no debemos hacer. Así, en la película de Blake Edwards la tentación acecha continuamente a la pareja, situación que se vuelve aún más dramática desde el momento en que hay una hija de por medio.
La película, en tanto que historia, tarda en despegar, y la primera hora de metraje, a pesar de la velocidad con la que tienen lugar los acontecimientos o quizá precisamente a causa de ello, se torna bastante insufrible. De este modo estamos viendo durante los primeros sesenta minutos una pareja después matrimonio a la que las cosas le van bien y que incluye alguna que otra gracieta. Es decir, no hay conflicto, lo que hace bastante soporífera la primera parte.
No es hasta que Joe llega borracho a casa y empieza a sufrir las consecuencias de su adicción a la bebida y a transmitírselas a su mujer cuando la película empieza a coger ritmo y atractivo. Pasamos así de la comedia ligera al drama conmovedor mediante un giro de 180º. Con una magistral interpretación que desmiente rotundamente todas las habladurías que mencionaron a un Jack Lemmon encasillado en la comedia, el actor se convierte en un alcohólico de pro que en más de una escena pone los pelos de punta, sobre todo a aquellos que le conocíamos por haberle visto disfrazado de mujer o ejerciendo de pringado para el goce de sus superiores en busca de un ascenso. Lee Remmick también cumple su trabajo con creces, y obenemos así una emocionante historia que, aún tardando en emocionar, logra su objetivo y nos transmite la tristeza de una familia que naufraga en alcohol.
Días de vino y rosas se centra en el tema del alcohol, pero al fin y al cabo podría extenderse a todos aquellos ámbitos en los que el ser humano se guía más por pasiones que por razones, como por ejemplo en el amor, donde muchas veces estamos tentados de hacer cosas que sabemos que no debemos hacer. Así, en la película de Blake Edwards la tentación acecha continuamente a la pareja, situación que se vuelve aún más dramática desde el momento en que hay una hija de por medio.
La película, en tanto que historia, tarda en despegar, y la primera hora de metraje, a pesar de la velocidad con la que tienen lugar los acontecimientos o quizá precisamente a causa de ello, se torna bastante insufrible. De este modo estamos viendo durante los primeros sesenta minutos una pareja después matrimonio a la que las cosas le van bien y que incluye alguna que otra gracieta. Es decir, no hay conflicto, lo que hace bastante soporífera la primera parte.
No es hasta que Joe llega borracho a casa y empieza a sufrir las consecuencias de su adicción a la bebida y a transmitírselas a su mujer cuando la película empieza a coger ritmo y atractivo. Pasamos así de la comedia ligera al drama conmovedor mediante un giro de 180º. Con una magistral interpretación que desmiente rotundamente todas las habladurías que mencionaron a un Jack Lemmon encasillado en la comedia, el actor se convierte en un alcohólico de pro que en más de una escena pone los pelos de punta, sobre todo a aquellos que le conocíamos por haberle visto disfrazado de mujer o ejerciendo de pringado para el goce de sus superiores en busca de un ascenso. Lee Remmick también cumple su trabajo con creces, y obenemos así una emocionante historia que, aún tardando en emocionar, logra su objetivo y nos transmite la tristeza de una familia que naufraga en alcohol.
7 de julio de 2011
7 de julio de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra maestra del director: Blake Edwards.
Joe Clay (Jack Lemmon) divertido relaciones publicas conoce a Kirsten Anudsen (Lee Remick) una eficiente secretaria, al principio se conocen de una forma un poco accidentada, pero al día siguiente él va a la oficina para intentar obtener una cita con ella, después de una serie de incidentes por parte de él, consigue cenar con ella y más adelante casarse y tener una hija, al principio la convivencia de la pareja es como un idílico jardín de rosas, pero en ese jardín se introduce un nuevo elemento que les termina condicionando su vida, ese elemento es el alcohol.
La película es todo un tratado, nos habla del peligro de las adicciones y de cómo en el mundo moderno el individuo se ve condicionado a caer en estas, el trabajo, las amistades o la familia en muchas ocasiones terminan por arrastrar a los hombres o mujeres que no tienen un carácter fuerte pudiendo acabar en el más profundo de los abismos.
Por otra parte me gustaría resaltar las grandiosas interpretaciones de los geniales Jack Lemmon, Lee Remick, Jack Klugman y Charles Bickford que junto a la estupenda dirección de Blake Edwards y la música de Henry Mancini, hacen de este film una obra maestra entrañable.
Y por ultimo me gustaría decir que la película nos invita a una reflexión, que ante el mundo de las adiciones cuando ya has ciado en lo más profundo de estas, solo queda una simple cuestión salir de la trampa donde estas metido o perecer.
Joe Clay (Jack Lemmon) divertido relaciones publicas conoce a Kirsten Anudsen (Lee Remick) una eficiente secretaria, al principio se conocen de una forma un poco accidentada, pero al día siguiente él va a la oficina para intentar obtener una cita con ella, después de una serie de incidentes por parte de él, consigue cenar con ella y más adelante casarse y tener una hija, al principio la convivencia de la pareja es como un idílico jardín de rosas, pero en ese jardín se introduce un nuevo elemento que les termina condicionando su vida, ese elemento es el alcohol.
La película es todo un tratado, nos habla del peligro de las adicciones y de cómo en el mundo moderno el individuo se ve condicionado a caer en estas, el trabajo, las amistades o la familia en muchas ocasiones terminan por arrastrar a los hombres o mujeres que no tienen un carácter fuerte pudiendo acabar en el más profundo de los abismos.
Por otra parte me gustaría resaltar las grandiosas interpretaciones de los geniales Jack Lemmon, Lee Remick, Jack Klugman y Charles Bickford que junto a la estupenda dirección de Blake Edwards y la música de Henry Mancini, hacen de este film una obra maestra entrañable.
Y por ultimo me gustaría decir que la película nos invita a una reflexión, que ante el mundo de las adiciones cuando ya has ciado en lo más profundo de estas, solo queda una simple cuestión salir de la trampa donde estas metido o perecer.
15 de febrero de 2022
15 de febrero de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacía mucho tiempo que tenía apartada ésta película para verla tranquilo, ya que en casa prácticamente solo yo veo cine clásico. Había escuchado mucho sobre ella, pero la tenía pendiente y eso que Jack Lemmon me encanta, tanto en el apartado cómico como en el dramático.
La carátula de la película dice mucho sobre ella y sobre su título. A lo largo de la vida vivimos muchos días, algunos son de vino (negativos) y otros de rosas (positivos). La pareja de ésta historia Lemmon y Remick nos dan un ejemplo a las claras de ésta situación, tal como lo vemos en la fotografía rota por la mitad, donde vemos en la parte superior esos días de rosas, donde la felicidad y el buen humor abundan y justo debajo los días de vino, problemas, tristeza, alcoholismo.
Por mucho que se empeñe la gente, la película no es simplemente sobre el alcohol, podríamos incluir cualquier vicio, juego, mujeres, drogas, todo aquello que conlleva una destrucción de la felicidad. Recordemos que el personaje de Lemmon es un excelente relaciones públicas y dirige no sólo muy bien su empleo, sino que es halagado constantemente por sus superiores. Al igual que Remick en su función de secretaria. Juntos descubren el amor y se casan y es ahí donde poco a poco comienza a surgir el problema del alcohol, una fiesta por aquí, una cena por allá, otra reunión, otra fiesta. Pasito a pasito y sin darse cuenta, él se ha convertido en alcohólico y lo peor de todo es que la arrastra a ella.
La historia nos relata de forma dura (no se pierdan la escena en el invernadero) como afecta el problema del alcoholismo a una familia y a aquellos que lo rodean. Perfectas actuaciones de Lemmon y Remick que hacen muy creíble todo aquello que vemos en pantalla.
La carátula de la película dice mucho sobre ella y sobre su título. A lo largo de la vida vivimos muchos días, algunos son de vino (negativos) y otros de rosas (positivos). La pareja de ésta historia Lemmon y Remick nos dan un ejemplo a las claras de ésta situación, tal como lo vemos en la fotografía rota por la mitad, donde vemos en la parte superior esos días de rosas, donde la felicidad y el buen humor abundan y justo debajo los días de vino, problemas, tristeza, alcoholismo.
Por mucho que se empeñe la gente, la película no es simplemente sobre el alcohol, podríamos incluir cualquier vicio, juego, mujeres, drogas, todo aquello que conlleva una destrucción de la felicidad. Recordemos que el personaje de Lemmon es un excelente relaciones públicas y dirige no sólo muy bien su empleo, sino que es halagado constantemente por sus superiores. Al igual que Remick en su función de secretaria. Juntos descubren el amor y se casan y es ahí donde poco a poco comienza a surgir el problema del alcohol, una fiesta por aquí, una cena por allá, otra reunión, otra fiesta. Pasito a pasito y sin darse cuenta, él se ha convertido en alcohólico y lo peor de todo es que la arrastra a ella.
La historia nos relata de forma dura (no se pierdan la escena en el invernadero) como afecta el problema del alcoholismo a una familia y a aquellos que lo rodean. Perfectas actuaciones de Lemmon y Remick que hacen muy creíble todo aquello que vemos en pantalla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es muy complicado el tema del alcohol. Mi abuelo fue alcohólico, pero jamás lo vi borracho, jamás. Eso si, necesitaba desde primera hora de la mañana su alcohol. El problema aquí surge cuando no se despegan del alcohol por completo, hasta en tres ocasiones el personaje de Lemmon vuelve a recaer y ya no sólo eso, sino que en la escena final, su voluntad se pone a prueba con las luces del bar del frente.
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