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Música en el alma

Drama. Musical Con una trompeta de segunda mano, y siguiendo los pasos de un brillante músico de blues, un chaval se convierte en un músico excelente cuyo talento le lleva de los más lúgubre tugurios a los clubs con más clase de la ciudad. Pero su desesperada búsqueda por la melodía atrapada en su mente (pero que le es imposible tocar) le lleva al tortuoso mundo de la bebida. (FILMAFFINITY)
Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
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7
26 de noviembre de 2009
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
A estas alturas no creo yo que vayamos a dudar de la maestría del húngaro Curtiz, pues si bien es cierto que después de rodar aquellas maravillosas películas con Flynn, Bogart y Cagney, no se encontró en su mejor momento, pero dejó impregnado su talento en películas cómo por ejemplo esta que nos ocupa.

"El trompetista", es la historia de un chico que desde pequeño se ve seducido y posteriormente atrapado por el Jazz, Art Hazzard, un reconocido trompetista le servirá de padre y de maestro. Acompañado por su trompeta -su verdadero amor- se ve incapaz de llevar una vida normal, con todo lo que implica su trabajo, y en especial su relación con "Amy", la rara e intrigante mujer interpretada por la impasible Lauren Bacall.

Michael Curtiz, que no había duda de que le encantaba el Jazz, plasma con acierto la vida de este trompetista que le aburre la música de orquesta y apela por la improvisación. Junto a las escenas musicales, también consigue agradarnos con la interesante historia de un amor no mencionado entre él y Jo (Doris Day). Aunque es cierto que en ninguno de los temas se llega a meter hasta el fondo.

Ésta es una película que para los amantes del Jazz nos quedamos no del todo satisfechos, no obstante nos podemos quedar con el apartado interpretativo, dónde Kirk Douglas de nuevo vuelve a deleitarnos con una gran interpretación, y Lauren Bacall está como casi siempre igual de misteriosa.
6
1 de enero de 2016
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Man With a Horn (El Trompetista, 1950) es una película realizada por el prolífico Michael Curtiz, más conocido por ser el director de Casablanca (Casablanca, 1942). Pero a pesar de que la fama de esta película casi eclipsa las demás obras de su filmografía, lo cierto es que este cineasta de origen húngaro (a diferencia de otros centroeuropeos que huyeron de la guerra, Curtiz emigró a América en el 1926, gracias a la fama que habían cosechado las películas que dirigió en Austria) tuvo también otras películas interesantes en su haber, como la misma El Trompetista. Que a pesar de ser una película de encargo, como prácticamente todas las que dirigió Curtiz en América, nos presenta un tema bastante bien trabajado.

La película adapta la novela de la actualmente desconocida Dorothy Barker (una autora que realizó pocos libros a lo largo de su vida, y que fue elogiada en su momento por tener un estilo afín a Hemingway). La obra de Barker en realidad está parcialmente inspirada en el artista real de Jazz, Bix Beiderbecker, uno de los músicos blancos más importantes del Jazz. Lo cierto es que la novela presenta un personaje que como Beiderbecker, tiene una pasión desbordante por la música (al igual que él, también inicia sus primeros pasos en el piano y no en la trompeta), y que termina trágicamente debido a su adicción a la bebida (aunque la película sólo se atreve a insinuar que el protagonista muere, pero de manera velada). De hecho, la película se inicia con una secuencia sorprendente para el cine clásico: Hoagy Carmichael, quien además de actor, también fue un importante músico, y lo que es más importante, fue amigo de Bix Beirdebecker, rompe la cuarta pared para interpelar de manera directa al espectador, contándole que lo que va a ver a continuación es la biografía de Dick Martin (el seudónimo de Beiderbecker)[1].

El Magnífico Kirk Douglas interpreta precisamente a Dick Martin (aunque en los ensayos él sólo simulaba tocar la trompeta, puesto que fue Harry James quien se encargó de los números musicales), y el eje central de la película es la obsesión por la música, el auténtico motor de la vida del protagonista, que sólo se ve interrumpido por la femme fatale, interpretada por Lauren Bacall, quien consigue apartar por puro capricho a nuestro protagonista de su amor por la música. La primera parte de la película es realmente interesante, y se centra en definir la personalidad de nuestro protagonista principal, un alma solitaria que sólo se entrega por completo a la trompeta, y que no se contenta con una vida cualquiera, sino que vive por impulsos.

La segunda parte el filme se encalla con el episodio de la femme fatale que desbarata los planes de nuestro protagonista, convirtiéndolo en un simple juguete. Sin embargo, lo cierto es que esta parte no acaba de desarrollar correctamente el drama entre los dos personajes, y la película se vuelve mucho más repetitiva, sin alcanzar las metas que se plantea, de tal manera que al igual que sucede con Bacall, la película también parece actuar por mero capricho.

Es bastante interesante reparar en los avances iconográficos que presenta la película. Realmente, se nota que ya no estamos en los años cuarenta, y es que difícilmente se podría haber presentado en aquella década lo que presenta el Trompetista: Insinuación lésbica y una camaradería poco habitual entre blancos y negros. El primer punto queda representado por el personaje de Lauren Bacall, y supuso un bombazo en el momento del estreno, de tal manera que incluso fue prohibida en algunos países. Aún así, la homosexualidad en Bacall aparece como algo negativo, puesto que condiciona o forma parte de su carácter de mujer pérfida, incluso de femme fatale (en contraposición con el personaje femenino que interpreta Doris Day, y que es una mujer pura que se preocupa por nuestro protagonista a pesar de que este no le hace demasiado caso). Más acertado es la camaradería entre el personaje que interpreta Kirk Douglas y su maestro, Hazzard, interpretado por Juano Hernández. El filme retrata con precisión una amistad que se establece desde que el pequeño Martin es apenas un niño, siendo Hazzard el maestro que le introducirá en el mundo de la música Jazz. A pesar de que en el 1950 aún existían leyes raciales que iban en contra de los colectivos de afroamericanos, la película se atreve a establecer una relación de amistad y de igual a igual entre estos dos personajes. Además Hazzard es un personaje construido a todas luces de manera positiva, y se aleja de la comparsa tradicional a la que venían siendo habitual los personajes afroamericanos hasta el momento.

Por el contrario, el final resulta demasiado ambiguo, y no es capaz de tener el suficiente valor para presentar la muerte de Dick Martin, teniendo que emplear un recurso bastante chapucero, con el que contentar al público mayoritario. De esta manera, el filme evita hacer mención directa a la muerte del protagonista, dejando la respuesta en suspensión. Pero lo cierto, es que tal y como estaba encaminándose el filme, con la progresiva autodestrucción del personaje, una secuencia tan tibia como la final deja descolocado al que no espere una resolución tan convencional.

[1] FIDALGO, Miguel, Michael Curtiz: Bajo la sombra de Casablanca, Ed. T&B editores, Madrid 2009, p. 412

https://neokunst.wordpress.com/2016/01/01/el-trompetista-1950/
7
6 de agosto de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Casablanca" (1942), la que probablemente sea la película más famosa del Cine Clásico, selló con letras doradas el nombre de Michael Curtiz en la Historia del Cine, pero ensombreció el resto de su filmografía. Una de esas obras malparadas es "El trompetista" (1950), cine negro sin asesinatos ni detectives, pero con femme fatale -Lauren Bacall- y ambientes nocturnos igual de destructivos. La fluidez narrativa de Curtiz adopta la soltura del jazz, al que coloca como gran protagonista, condenando a la elipsis a muchos momentos de la historia de este artista -Kirk Douglas-. El film se estanca precisamente cuando la música pasa a un segundo plano, y la resolución de la trama flojea. Aunque imperfecta, una obra compacta, cuya personalidad destila momentos de brillantez que no se sienten en la perfección algo insípida de su obra cumbre.

Ésta, y otras críticas, en http://blogquenuncaestuvoalli.blogspot.com.es/
6
16 de noviembre de 2016
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
209/04(08/11/16) Interesante, aunque irregular film del húngaro Michael Curtiz, primera película que Hollywood dedica a la música de jazz a gran escala, siendo un disfrute para los degustadores de estos sonidos. Drama basado en la novela homónima de Dorothy Baker, inspirada en la vida de Bix Beiderbecke (en el film con el nombre de Rick Martin), cornetista de jazz, protagonizado por Kirk Douglas impetuoso y racial, en un rol cuasi-esbozo de su posterior Van Goch en “El loco del pelo rojo” (1956), el guión es de Edmund H. North (“Patton”), junto a Carl Foreman (“Solo ante el peligro”), que el año después entraría en la nefasta “Lista Negra” de Hollywood, se notan las notas transgresoras que introduce, importancia de personas negras en roles positivos, el alcoholismo autodestructivo, o el nada solapado lesbianismo de uno de los personajes. Posee un arranque singular para su tiempo, el pianista y compositor Hoagy Carmichael (hace de amigo de Rick/Bix, también lo fue en la vida real), rompe la cuarta pared para hacernos una presentación de la historia que veremos, tras lo que asistiremos a la vida del trompetista, desde su huérfana niñez, su embrujo por el jazz, su aprendizaje, su éxito y posterior.., y entre medias un tormentoso romance. El trompetista Harry James realizó la música que vemos tocar a Kirk Douglas.

La acción se desarrolla en varias ciudades EEUU, mayormente en Nueva York. Narra historia la de un muchacho huérfano, Rick Martin (Orley Lindgren de joven, y Kirk Douglas de mayor), acogido por su hermana, con grandes aptitudes para la música. Encuentra en el trompetista Art Hazzard (Juano Hernandez) un maestro y protector para triunfar en el mundo del jazz, Rick toca compulsivamente todas las horas del día y nunca deja la bolsa con la trompeta. Tendrá importancia en la historia Amy North (Lauren Bacall), con la que el trompetista mantendrá un romance, Willie "Smoke" Willoughby (Hoagy Carmichael), pianista amigo del trompetista, y Jo Johnson (Doris Day).

Cinta que escudriña en las obsesiones que se pueden convertir en cuasi-patológicas, haciéndonos ver que el protagonista era un tipo hecho de una pieza con su trompeta, de la que no se separaba, era su corazón y su alma, pero cual cine negro llega una pérfida femme fatale que le hace replantearse todo. Curtiz dota a su film de una grácil atmósfera jazzística, con las orquestas, los clubs, las improvisaciones, los tugurios, el humo siempre flotando en el aire, con momentos notables para los amantes del estilo musical, resaltando lo sombrío y tormentoso de estos ambientes nocturnos, aunque también resaltando el lado bueno, la amistad pura y el gusto por buscar la nota perfecta. Delinea buenos personajes secundarios (excepto a Amy), el mentor, el amigo fiel, y la mujer que le profesa un amor platónico, tiene un ritmo fluido en su primer tramo, aunque estancándose en su segundo. Un melodrama de singularidad por la importancia que se le da (para su tiempo, aun segregacionista) a la figura tutora de un negro, siendo elemento primordial.

Relato partido en dos desiguales: La primera nos relata en varias elipsis la niñez del protagonista, su orfandad, su soledad, como va a parar con su hermana (por cierto esta desaparece sin que sepamos porque de la historia), como siente el flechazo por la música jazz, su relación paterno-filial con Art. Se va formando su acética personalidad obsesiva e impulsiva, idealizando la música, no soportando imposiciones comerciales, como se desenvuelve en varias bandas, su relación con “Smoke” y Jo, ello con elipsis bien manejadas que aportan naturalidad, tramo que tampoco es que sorprenda o te punce, pero es bien llevada por el director; La segunda es su tara, arranca con su relación con la mantis Amy North, una relación vampírica en la que él lo da todo y ella lo va aniquilando espiritualmente. Este tramo no me resulta coherente con el carácter de Rick, en la primera parte no lo veo capaz de ser asfixiado, y menos con la química tan gélida que se establece entre los dos, no hay sensación de realismo, más bien de forzarlo todo, a agonizarse esto en un cuasi-bucle, te aleja de la pantalla, tampoco ayuda una Lauren Bacall fría e inexpresiva total, una roca por la que es complicado sentir algo; Luego está su tramo epílogo, donde se quiere dar una especie de redención tras la caída, este maravillosamente recreado haciendo de su descenso al abismo un cuadro gótico de imágenes subyugantes, convirtiendo Nueva York en un Averno sórdido.

El guionista Carl Foreman dijo en una entrevista que estaba muy insatisfecho del final impuesto por los productores, y es que consideraba poco valiente y acomodaticia la conclusión, me sumo a ello, me extiendo en spoiler.

Reseñable es para sus conservadores (leyes racistas aún había en varios estados USA) tiempos hollywoodienses que se haga un personaje vital a un tipo negro, creando un vínculo afectivo crucial con el protagonista, motor de muchas de sus reacciones, y lejos de la visión de figura cómica-paleta establecida en esos años. Hay otro elemento aún más políticamente incorrecto contextualmente, y es la velada insinuación de que el personaje de Amy North es cuando menos bisexual, una mujer atraída claramente por otras mujeres, llegando a decir que se iría a vivir con una pintora a París, dejando a su marido en Nueva York, tuvo que ser un shock para las biempensantes mentes de entonces, siendo esto censurado en varios países, lo pernicioso de esto es que esto es enfocado como algo negativo, la homosexualidad vista como algo retorcido que estrangula lkos buenos sentimientos del “noble” y “abnegado” protagonista, quedando maniqueo, sobre todo puesto frente al personaje de Jo Johnson, la bondad generosa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La puesta en escena es excelente en su ambientación, con una estupenda dirección artística de Edward Carrere (“Al rojo vivo” o “Grupo Salvaje”), rodándose en exteriores de Los Ángeles y Nueva York, los interiores en los Warner Brothers Burbank Studios, recreando estos clubs, cafeterías, bares, el lúgubre hospital, ello con la fotografía de Ted McCord ("El tesoro de Sierra Madre" o "Al Este del Edén"), jugando con tonalidades dramáticas, con sombras, en grises, negros sólidos, con iluminación efectiva en los momentos musicales para resaltar lo importante, con contrapicados expresionistas (en el tramo de la caída al averno de Rick), con zooms vibrantes, y esto adornado con mucho humo de tabaco. Por supuesto pilar del film es su maravillosa música, como el omnipresente tema “Melancholy Rhapsody”, o las interpretaciones orquestales y canciones de Doris Day "I May Be Wrong", "With A Song In My Hearth", "The Very Thought Of You", haciendo las delicias de los degustadores del jazz.

Kirk Douglas demuestra su carisma y carácter impetuoso en un rol echo a su desbocada personalidad, da fondo psicológico a su Rick, pasional, idealista, desmedido, torturado, componiendo un esmerado arco de desarrollo desde su juventud ilusionada a su hastiada madurez, estando maravilloso y realista en sus recreaciones de tocar la trompeta. Lauren Bacall queda muy bella y elegante, pero crea a una distante y apasional mujer, nada creíble se sintiera atraído por este tempano Rick, quizás es que la actriz no entendió que hacia realmente de lesbiana frustrada. El pianista y compositor Hoagy Carmichael encarna a “Smoke”, fiel amigo de Rick, lo hace con espontaneidad y frescura, sirve también de narrador de los hechos, actor, músico y compositor además de amigo personal de Beiderbecke, para quien compuso temas como “Riverboat Shuffle”. . Juano Hernández hace estupendamente del mentor musical de Rick, aportando enormes dosis de humanidad y matices, tiene gran química en pantalla con Douglas. Doris Day cumple sin más en un complicado papel de enamorada callada de Rick, destaca sobre todo cantando temas como “With a Song in My Heart” o “I May Be Wrong”.

Spoiler:

Bix Beiderbecke murió alcoholizado a los 28 años, su edulcorado final redentor fue una imposición de los productores con vistas a atraer con su “happy end” más gente a las salas de proyección, esto no gustó a Foreman, que consideró su conclusión cobarde y chirriante.

Queda un film desequilibrado, pero apreciable en su sentido de reflexionar sobre las obsesiones que nos esclavizan y a la vez dan sentido a una vida. Fuerza y honor!!!
14 de abril de 2015 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pese a ser un género de música tan hermoso, y pese a ser un género de música tan estadounidense, el "jazz", y menos aún, las vidas de músicos de "jazz", han tenido siempre muy poca presencia en el cine de Hollywood, una cuestión muy rara para la que no tengo respuestas. Por eso, "Young Man with a Horn", no estrenada en España en su día, y conocida hoy en nuestro país al haber sido editada en DVD con el título de "El trompetista", me parece un film valioso, aunque no sea perfecto, ni mucho menos.

Tal vez sobra la estructura narrativa en "flashback", y tal vez sobra la parte melodramática de la historia, pero aún así es un film interesante, que vale la pena ver. Es más, "El trompetista" es algo así como la versión más negra, adulta y amarga del cine musical del Hollywood de la época, y los planos de Nueva York por los que vemos deambular a Kirk Douglas en su bajada a los infiernos son una especie de cine semidocumental que sorprenden por estar en las antípodas de los estilismos del Curtiz de "Casablanca" (Casablanca, 1942), por poner un ejemplo bien conocido para el aficionado.

Por otro lado, sobresale un reparto muy curioso, especialmente Juano Hernández como mentor y figura paterna del protagonista (quien, como recalca el guión, casi excesivamente, es huérfano); Doris Day como cantante y amiga, y Lauren Bacall en un papel muy desagradable, y a la vez muy moderno, de mujer rica y neurótica.
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