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Hiena: El infierno del crimen

Drama. Thriller Michael Logan dirige en Londres una unidad policial especializada en desmantelar el narcotráfico, pero siempre que puede una parte del botín va a parar a su bolsillo. Su vida se complica con la llegada de dos violentos criminales albaneses y con una investigación que podría sacar a la luz sus corruptelas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
23 de diciembre de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El crimen de un infierno, lleno de calor intenso y rojo perpetuo.

¡Es de locos!, un desquiciado revuelto que se quema por acercarse ¡en tiempo excesivo al fuego!; y eso que, al principio ¡parecía que no iba contigo!, un sálvese quién pueda donde parece vayan a caer todos, pues ninguno se libra de ser un avaricioso, corrupto, mentiroso y aprovechado cuyo lema es, antes para mi que para otro; salvo mi culo, vendo a mi madre y ¡lo que haga falta!, para seguir vivo y con la cabeza sobre los hombros ya que...,
...,si algo se exhibe en abundancia y con total claridad, es el deseo de violencia y sangre a malabares que gusta a los nuevos narcos del lugar, albaneses de particular estilo y directo proceder que no se van con chiquillas, para desmembrar a cuerpos y ajustar cuentas con quien ose levantar traición, sea colega, rival o individuo al uso de quita y pon.
Podrida policía, de traje sucio y orgullo mancillado, al frente de la comisión contra delitos, los mismos que persiguen a un lado negocian al otro; juego peligroso, de grandes beneficios y alto riesgo, cuya amenaza constante, de explosión y destrucción de todo, siempre pende de una cuerda de la que se cree tener total control.
Desmadre emocional, de gran impacto visual, para una catarsis de pasos y locura de acontecimientos que parecen no tener dueño ni fin, orden de sentido desequilibrado que guía unas atropelladas y desquiciadas vidas, de quienes se creen los reyes del barrio pues dominan todos los rincones; sólo que , siempre hay un rival más gallito que el presente mandatario que va avanzando casillas, reuniendo alfiles y caballos, para ese asalto definitivo de jaque mate a tan fanfarrón y descuidado monarca que quedará sólo ante el peligro, con el único testigo de su conciencia.
Su visión es una incesante colisión de escenas macabras, de tensión electrizante y de miedo aterrador, recubierto por el desespero agonizante de quien debe fingir y mantener la calma, aunque por dentro sea un cúmulo de inquietud y agonía tras un mal entendido valor y bravuconería, que le llevarán al fracaso de su mismo atrevimiento y chulería.
Te cautiva de forma lenta y minuciosa, con la precisión de un minutero que va tomando ritmo al alza; delicia de camino desagradable, ruin y mezquino donde, las dos caras del tapete se funden en una espeluznante única carta a la que apuestan todos, esas malas artes, engaños y jugarretas necesarias para salir victorioso con el botín, ya lleves pistola de traficante o placa de policía, todo huele a podrido en la región escogida.
Sin darte cuenta, lo que en inicio era desconexión de mirada incrédula, se va volviendo retorcida atención, sin aliento ni palabras para ser explicada, dada la desproporción de lo servido; rojo ametrallador se cuela en la conmoción de un alma y desvarío de una razón que acompasan al enfrascado corazón, que no pierde pulso del combate.
Sólo que el ring es pequeño para tanto necio aspirante descontrolado, y la aceleración de su movimiento y pesadumbre de destino sube en decibelios hasta alcanzar un límite desbordante donde ya estás atrapado, ya eres suyo, Gerad Johnson te ha convencido y camelado con la dirección concienzuda de un escrito ardiente y abrasador, de fotografía extenuante y música atronadora, como acompañantes ideales de ese escaparate servido con magistral pericia por sus intérpretes.
Su guión no es novedad alguna no presenciada antes, tétrico retrato de un espabilado ladrón que juega a ambos lados, para acabar sumido en la moribunda cárcel de su propia arrogancia pero, el referido responsable y Peter Ferdinando, como su mejor baza, lo exponen con potencia, resquemor y pasión, con ese regreso a un cine demoledor de una época pasada que, según momentos, se echaba realmente en falta.
Sin ser original y ofreciendo lo ya oído y visionado, esta producción británica se gana tu fervor, aplauso y respeto por la velocidad de su compás sin respeto por las normas, el deslumbre espantoso de sus imágenes, su brutalidad física, su abuso emocional y una turbación ocular que la mirada no olvida y la razón retiene sin deseo, pero con obvia motivación
Aunque te sea conocido, te quedarás a su lado, sin pestañear, hasta su fin; ese es su gran mérito.

Lo mejor; la actuación de su protagonista, su opulenta visión, compás frenético y convulsiva fotografía.
Lo peor; ya conoces el camino que anda.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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9 de mayo de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta un poco extraña al verla desde el ángulo policial, pero encuentro que está muy bien llevada de principio a fin.
No es como otras películas donde se ve la corrupcion de la policia, no hay policías gusperas sino que son personas normales metidas en su papel.
Bien trabajada, bien dirigida y buen guión.
Notable.
Issis
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10 de julio de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terrible película y espero que no refleje la realidad, porque si la policía antidroga es la primera que trafica con droga...
La película te mantiene en vilo todo el rato, gracias a los crímenes casi continuos, entre ellos algunos descuartizamientos poco agradables de ver.
Peter Ferdinando hace un muy creíble papel, en medio de otros muchos, que también cumplen.
Hay muchos malos, pero descuellan dos hermanos albaneses que son de lo peor, hasta se pasan , y los polis están todo el rato metiéndose drogas, qué asco de mundo.
Después de ver esto es una buena terapia volver a ver Sonrisas y lágrimas.
Lo peor es el final.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
yoparam
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5 de enero de 2019
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Hyena

Volver al cine británico es siempre una tentación porque nunca nos defrauda. En esta ocasión el director inglés Gerard Johnson pasea su cámara por las pestilentes cloacas de los bajos fondos de Londres para ofrecernos un escalofriante thriller policíaco capaz de provocar pesadillas al más templado de los espectadores. Nos introduce a través de casi dos horas electrizantes en los más sórdidos lugares de un distrito londinese ocupado por migrantes magrebíes, turcos y paquistaníes. En las bambalinas de muchos comercios y negocios del barrio se esconden tugurios de ocio en sótanos insalubres, mal ventilados y apenas iluminados con esa luz mortecina que desprenden los tubos de neón. Madrigueras prácticamente inexpugnables sirven de refugio a narcotraficantes que operan con total impunidad y en las que jóvenes mujeres extranjeras malviven secuestradas en condiciones de esclavitud y explotadas sexualmente por mafias sin escrúpulos. Un entramado sórdido y aterrador que Johnson escribe y dirige sin ahorrarnos las más escabrosas escenas filmadas con un realismo indescriptible.
Y uno, como despreocupado ciudadano de a pie, no puede evitar que un aire helado le recorra la espina dorsal al pensar que bajo sus pies existe un infierno avivado por la codicia y la crueldad más insoportables. Y es que, además, en ese averno, junto a alimañas de toda pelaje, se abrasan también aquellos defensores de la ley que debieran velar por nuestra seguridad. Sí, porque Michael Logan -portentosamente interpretado por Peter Ferdinando- es un sombrío policia al mando de una brigada antinarcóticos. Él y su grupo de aborrecibles canallas controlan cada movimiento del hampa, se asocian con ella según les conviene, sacrifican a sus contactos si es necesario, crean y rompen alianzas y, finalmente, una buena parte del botín obtenido, que utilizan para montar interminables orgías donde el alcohol, la cocaína y muchachas en edad adolescente alimentan su insaciable hedonismo, va a parar a sus bolsillos.
Las escenas nocturnas poseen un magnetismo estremecedor y una música perfectamente seleccionada contribuye eficazmente a acelerar el ritmo de nuestras pulsaciones.
La última media hora de metraje es de una tensión dificilmente soportable y la película alcanza su climax en un inquietante final que permite al espectador especular sobre el nada apetecible destino que le espera a Logan.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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22 de diciembre de 2016
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta peli falta personal. Hablar sobre una mafia de trata de blancas, regentando prostíbulos, de distribución de drogas, etc. y que la banda la integren dos hermanos solamente, queda un poco cutre. He visto puestos de mercadillo con más personal.

Luego está la trama policial, donde todos son corruptos hasta la médula, y no sólo traicionan a sus compañeros, si no que se jactan de ello.

Con tal plantel de personajes, la película en vez de "Hiena" debería titularse "Hienas", porque pocos se escapan.

La película es violenta, que no exagerada porque cosas peores he leído sobre casos reales, pero lo peor es que, para mi gusto, queda inconclusa. Desarrolla varias subtramas que al final convergen en un mismo punto, pero ese punto no llega. Me hubiese dado igual que ganasen los malos, o los aún más malos, pero lo que no admito es que la historia se corte a 5 minutos del desenlace. Los experimentos, con gaseosa.
echulin
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