Expiación, deseo y pecado

Cuando el continente puede más que el contenido se hacen films como este. Joe Wright realiza un film ciertamente bello, lleno de imágenes preciosas y postales de guerra. Hay que ver que bonita es la guerra sin quien la filma es Joe Wright. Una playa de París llena de soldados con un barco encallado en la arena, el humo sobrevuela el ambiente, y a lo lejos la Noria sigue dando vueltas sobre su eje. Estamos en guerra pero la Noria rueda porque es muy bonito.

"Expiación" se supone que es una historia de redención, la búsqueda del perdón mediante un sacrificio. Se supone que hay sacrificio personal. Yo no lo he visto, o por lo menos no es significativo. No hay contenido, todo es continente. Se supone también que hay una historia de amor. Lo que hay es un polvo en una biblioteca y ya. Tampoco he visto amor.

Los protagonistas tampoco ayudan en su historia. Keira Knightley nunca me gustó, aunque en "Más allá de la pasión" no desentona demasiado, tal vez sea porque su amante (James McAvoy) tampoco tiene mucho que ofrecer. La jovencísima Saoirse Ronan interpreta a la hermana pequeña de 13 años de Cecilia Tallis (Keira Knightley), y esta niña le da una lección de interpretación a todos los adultos.

Otro aspecto a destacar del film es la música, casi tan bella como la fotografía. En "Expiación" todo es envoltorio, un film precioso por fuera, pero con un guión mediocre y un final espantoso. Muy poca sustancia para tanto reconocimiento.

Ayer por la noche, nada más llegar del cine, hice una critica sobre esta película, pero he decidido cambiarla.
Volví pensando que había sido muy lenta, que sí, que por lo demás era perfecta, pero que se hacía muy larga.
Pero esta mañana me he despertado y seguía pensando en la película, tenía el ritmo de la banda sonora incrustado en el cerebro, la cadencia de las imágenes en los ojos. Y es que quizá el ritmo de la película sea así de lento para colarse en tu interior.
Es increíble lo precisa que es la fotografía, y lo acertados que son los primeros planos.
Es una película que mejora cuando la terminas de asimilar.
Realmente, Saoirse Ronan sobresale entre todos los demás. Incluso más que la propia Keira Knightley, que pasa a ser una mera excusa para desarrollar la historia, aunque hace una interpretación de las más brillantes de toda su carrera.
Es una película indispensable, y su banda sonora es obligatoria para cualquier melómano.

Como bien dice el título de la película, EXPIACIÓN, va más allá de la pasión, es una historia de amor sobrecogedora, donde te inundan los sentimientos de odio, y de querer tanto a una persona que lo dejas todo para reunirte con él, rompes con tu pasado para hacerte un futuro nuevo y alejado de todo lo que te hizo daño, andando a ciegas por un camino incierto el cual no sabes si te llevará a sus brazos, con la única compañía de la SOLEDAD y aferrándote a tus SENTIMIENTOS.

Ambientada en la II Guerra Mundial, narra una historia de amor truncada por los caprichos de una niña, la cual intentará enmendar sus errores de la única forma que sabe.

Su comienzo es lento y puede llegar a aburrir, pero conforme transcurre el film, entiendes el por qué, y culmina con un final sobrecogedor (perdonen que me repita) que te hace cambiar, o al menos eso me pasó a mi, la opinión que había generado en ti hasta ese momento.

¿Cuántas veces hemos visto en las biografías de personajes públicos esta frase?: "ese instante cambió mi vida", y es que, como alguien dijo, muchas veces vale más tener suerte que talento.
Tal es el caso de Robbie Turner (James McAvoy), que equivoca el papel que Briony Tallis (Saoirse Ronan) debe entregar a su amada Cecilia (Keira Knightley), lo que acabará provocando un cataclismo en la vida de todos los personajes que protagonizan este precioso film de consecuencias irreparables.
¿Cuántas veces Robbie se estrellaría contra el muro de la impotencia al no poseer el poder de regresar a aquel momento que lo truncó todo?. ¿Cuántas veces pasaría por su cabeza lo que pudo ser y no fue?.
¿Y qué decir de Briony?. Ella se deja invadir por la frustración y el rencor, por la ceguera de sentirse segundona y eclipsada, de creerse relegada al segundo plano de los hermanos menores que se encuentran en esa edad ingrata, en esa especie de tierra de nadie que es la preadolescencia, y comete, cegada por una impulsiva venganza infantil, un acto que acabará cobrándose un precio terrible.
A partir de ese suceso, Joe Wright construye un film brillante y emotivo que dejará su huella en los espectadores más sensibles.
Visualmente preciosista, "Expiación, más allá de la pasión" es una historia de amor sobrecogedora, una historia de amor truncada por los caprichos de una niña, la cual intentará expiar su culpa durante el resto de su vida.
Se trata, en definitiva, de una de esas películas que es mejor ver varias veces para poder disfrutar de cada detalle. La fotografía, la música, las actuaciones de los protagonistas y los secundarios, la luz en cada momento de la narración... y la sensación de impotencia que nos produce no poder volver atrás en el tiempo para reparar lo irreparable.

Como muchos aquí, he leído el libro, así que he ido a ver la peli sabiendo que me iba a faltar la emoción de ir descubriendo esta historia. Lo cierto es que dice mucho a su favor el hecho de que, aún conociéndola, la haya disfrutado tanto.

Sabía que me iba a faltar lo que adoré en el libro casi más que la propia historia, la forma de escribir y describir de McEwan, especialmente en la primera parte, pero me he llevado una buena lección. La descripción de Wright es, a la película, lo que la de McEwan al libro, sutil, minuciosa, elegante y de enorme belleza. Wright estaba en mi cabeza, pues los escenarios son, en cada punto, tal cual me los había imaginado.

La parte central, en la playa, es casi un poema. No quiero hablar de aspectos técnicos, pero es que incluso para profanos como yo se hace difícil no ser expulsado de la simple historia para admirar la coreografía del largísimo plano secuencia, o las escenas de confuso delirio de Robbie, cuando en su sufrimiento se llena de recuerdos y de esperanzas.

La última parte, en mi opinión, muy bien resuelta. No esperaba la sutileza del final de McEwan, ni sus largas reflexiones en torno al acto de escribir que son casi tan importantes como la propia historia. No me parece nada torpe este final. Me ha gustado.

Sólo habría aplicado tijeretazo a una escena, aunque soy consciente que, en el conjunto de la historia, cobra un cierto sentido: