La pesadilla que persigue a Alan Moore es la representación fílmica de forma irrespetuosa de su obra pensada exclusivamente para un formato de una historia secuencial en dos dimensiones en cuadritos y papel tamaño A4. En esta ocasión Sean Connery le acompaña de la mano preguntándose si merece la pena el dinero cobrado por representar al personaje, como lo que hiciera Bob Hoskins y George Clooney en sus respectivas adaptaciones de Mario y Bruce.
En su época, coincidiendo con la peli, Alan y Kevin O’Neil aprovecharon el tirón para sacar una segunda parte del cómic bastante recomendable, lo único destacable da la película.
Una filmación de serie B con el presupuesto de una super-producción.

He leído los cómics de Alan Moore en los que se basa este engendro cinematográfico (Imaginaos el sapo de Bart en los Simpsons, pues así veo físicamente esta mierda audiovisual) y la película no tiene nada que ver con ellos. La vi en cine y casi me salgo de la sala de lo inaguantable que era. Creo que es la última película en la que ha participado Sean Connery (un actor más conocido por ser un cabrón escocés misógino que pega a su mujer y por ser el "mejor" 007 de la historia y el padre de Indy en última instancia).
Leed los cómics originales, son la hostia de divertidos y entretenidos, y si veis alguna copia de la película circulando por vuestro entorno... ¡quemadla, violadla y clavarle una estaca!

Cuando vi un avance, me parecía atractiva. Pero después de verla entera... Bueno, no sé qué decir...

La verdad es una película que no atrapa al espectador. Un estilo de narración que no engancha, unos personajes que en principio parecían atractivos, pero al final ridículos.
Es verdad que no escatiman medios, pero no está muy bien contada. Ni siquiera la presencia de Sean Connery logra salvar la película...

Están bien algunas secuencias de acción y los efectos especiales, pero en conjunto la película deja bastante que desear. Casí vacía.

Adaptando de la clásica novela gráfica de Alan Moore y Kevin O'Neill y tomando refrencias de diferentes personajes clásicos de diferentes novelas y universos, se crea "La liga de los hombres extraordinarios" la cuál está dirigida por Stephen Norrington (uno de los directores más talentosos de Hollywood en el terreno de la aventura y los cómics) y capitaneada, en el reparto, por un Sean Connery IM-PRE-SIO-NAN-TE cuya interpretación definió su última actuación en una película de Hollywood.

No puedo contar la metáfora que se le hace a Sean Connery para simbolizar su salida del cine. Pero, sí puedo aseguraros de que es un ejemplo de cine magistral.

NO os la podéis perder.

Ayer vi este pedazo de mierda, que se hace llamar La liga de los hombres extraordinarios. Para empezar, los efectos especiales, la principal baza del filme, están hechos con Windows xp o similar. Los personajes son vestigios degenerados de los originales personajes literarios en los que se basan. Nemo es un indio faquir que maneja la espada como dios, y con los huevos negros por el humo de mil batallas, cuando en verdad era un francés modosito. Mr. Hyde es un gigante, 200 kilos de maricón, cuando en el libro era un pequeñito con malas pulgas que se limpiaba una mierda que había pisado con la rodilla en una inocente y cándida niña. Por poner un par de ejemplos.
No me extraña que el señor Connery, lo único por lo que la película merece ser vista, afirmara en el coño de tu prima, no sé cuándo ni cómo, que se arrepentía de haber trabajado en esta cagarruta. Pero seguro que se puso cachondo cuando vio el cheque que le ofrecía, y luego, cuando llegó el día del rodaje, se fue por las patas abajo, y tuvo montón de dolores de barriga por los remordimientos. Pero en fin, a él se le perdona todo, que tiene los huevos negros por el humo de mil batallas. Luego, cabe destacar que esto de las conspiraciones cogidas por los pelos está ya muy trillado. Con esta peli asquerosa sólo podéis hacer dos cosas: Abrir fuego; o esconderos detrás de las cajas. Vosotros veréis. Ah, lo mejor es el final. En él, se dejaba abierta la puerta a una secuela, pero seguramente el señor Connery (señorito Bush, ya de paso) dijo ¡tus cojones!