Pacto siniestro
1951 

7,8
22.492
Intriga. Thriller. Cine negro
Inspirada en la novela homónima de Patricia Higsmith. Durante un viaje en tren, Guy, un joven campeón de tenis (Farley Granger), es abordado por Bruno (Walker), un joven que conoce su vida y milagros a través de la prensa y que, inesperadamente, le propone un doble asesinato, pero intercambiando las víctimas con el fin de garantizarse recíprocamente la impunidad. Así podrían resolver sus respectivos problemas: él suprimiría a la mujer ... [+]
29 de agosto de 2015
29 de agosto de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos extraños coinciden en un tren, después de unas breves confidencias uno realizará una inverosímil proposición al otro.
Hithcock es quizás el director de la historia del cine mas maltratado por la academia de Hollywood, sus innumerables obras maestras siempre fueron muy criticadas por la prensa aunque contaban con el favor del público. "Extraños en un tren" no es de sus películas mas conocidas pero si de las mas reconocibles, todas sus obsesiones se ven reflejadas en ella, el falso culpable, la madre obsesiva, los planos picados, la perversión y el asesinato.
La elección de sus dos protagonistas (Farley Granger y Robert Walker) no ayudó quizás a que esta película sea mas recordada, se hecha en falta un Cary Grant o un James Stewart, pero merece ser vista por cualquier amante del cine de suspense.
Hitchcock en estado puro.
Hithcock es quizás el director de la historia del cine mas maltratado por la academia de Hollywood, sus innumerables obras maestras siempre fueron muy criticadas por la prensa aunque contaban con el favor del público. "Extraños en un tren" no es de sus películas mas conocidas pero si de las mas reconocibles, todas sus obsesiones se ven reflejadas en ella, el falso culpable, la madre obsesiva, los planos picados, la perversión y el asesinato.
La elección de sus dos protagonistas (Farley Granger y Robert Walker) no ayudó quizás a que esta película sea mas recordada, se hecha en falta un Cary Grant o un James Stewart, pero merece ser vista por cualquier amante del cine de suspense.
Hitchcock en estado puro.
18 de noviembre de 2015
18 de noviembre de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay gente a la que le gusta bailar (Fred Astaire, Chayanne…), jugar al fútbol (Raúl, Iniesta…), lanzar patronus (Harry Potter, Hermione Granger…), despotricar del barça (Roncero…), contar chistes (Chiquito…), cocinar (Jordi Cruz, Arguiñano…), regalar cosas (Ratoncito Pérez, Baltasar…) y otra a la que le gusta los crímenes y, sobre todo, el crimen perfecto (Hitchcock).
Puede que sueñe con crímenes, que se vaya a la cama elaborando enrevesados planes asesinos o que incluso en el plancetero váter pase largo tiempo leyendo y estudiando diferentes maneras de cometer el tan ansiado asesinato perfecto.
En Extraños en un tren emplea una fórmula que sería copiada tiempo después en Tira a mamá del tren o Cómo acabar con tu jefe. Desconocidos intercambian sus víctimas para que no se les pueda encontrar relación alguna.
Nos encontramos con una historia interesante, como en casi todas sus películas, pero no hay ni ese suspense ni esa tensión que nos transmite en otras de sus obras. El planteamiento del crimen se nos presenta al principio, así como la ejecución del plan por una de las partes, y casi toda la película se centra en que la otra parte (el bueno) no quiere realizar el asesinato.
Esta es la orientación de la historia elegida por Hitchcock y que, pese a que objetivamente sea una buena película con un buen guión, a mí no me acaba de convencer. Tenemos un “bueno” al que se le ha dado todo hecho, ya se le ha quitado de delante lo que a él le molestaba y para qué va ahora a ensuciarse las manos con un asesinato. Cierto es que la otra parte lo quiere tener agarrado por los huevos con pruebas que lo pueden inculpar para que así cumpla con su parte del trato (trato que nunca aceptó).
Hitchcock se centra en la parte buena del hombre, en el empeño del protagonista en no cometer ningún asesinato y en demostrar su inocencia. Hubiera sido más interesante ver cómo ese personaje es capaz de cambiar y de llegar a cometer un asesinato por sus propios intereses. Un enfoque que, por lo que tengo entendido, es el que toma la novela original en la que está basada la película.
Puede que sueñe con crímenes, que se vaya a la cama elaborando enrevesados planes asesinos o que incluso en el plancetero váter pase largo tiempo leyendo y estudiando diferentes maneras de cometer el tan ansiado asesinato perfecto.
En Extraños en un tren emplea una fórmula que sería copiada tiempo después en Tira a mamá del tren o Cómo acabar con tu jefe. Desconocidos intercambian sus víctimas para que no se les pueda encontrar relación alguna.
Nos encontramos con una historia interesante, como en casi todas sus películas, pero no hay ni ese suspense ni esa tensión que nos transmite en otras de sus obras. El planteamiento del crimen se nos presenta al principio, así como la ejecución del plan por una de las partes, y casi toda la película se centra en que la otra parte (el bueno) no quiere realizar el asesinato.
Esta es la orientación de la historia elegida por Hitchcock y que, pese a que objetivamente sea una buena película con un buen guión, a mí no me acaba de convencer. Tenemos un “bueno” al que se le ha dado todo hecho, ya se le ha quitado de delante lo que a él le molestaba y para qué va ahora a ensuciarse las manos con un asesinato. Cierto es que la otra parte lo quiere tener agarrado por los huevos con pruebas que lo pueden inculpar para que así cumpla con su parte del trato (trato que nunca aceptó).
Hitchcock se centra en la parte buena del hombre, en el empeño del protagonista en no cometer ningún asesinato y en demostrar su inocencia. Hubiera sido más interesante ver cómo ese personaje es capaz de cambiar y de llegar a cometer un asesinato por sus propios intereses. Un enfoque que, por lo que tengo entendido, es el que toma la novela original en la que está basada la película.
23 de enero de 2017
23 de enero de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
De esta película conocía su argumento y pensaba que «Crimen perfecto» estaba basada en esta, quiero decir la versión del hijo de kirikikí Douglas. Pero no, nada que ver, porque he visto las dos de Alfredito y no tienen nada que ver, bueno, salvo la afición por el tenis que parece haber tenido el director porque poco más y nos mete un partido entero de tenis.
La película no está mal pero personalmente no es de las mejores que he visto de él. Se me hace algo larga pero aparte es que no me gustó tanto como otras que he visto, no es de las peores eso sí pero no se puede comparar a «Con la muerte en los talones» o «Alarma en el expreso», es más tipo «La ventana indiscreta» o «Vértigo», digamos que baja un poco el nivel con respecto a las mejores.
Si sientes curiosidad puedes consultar mi lista de películas que he visto de Hitchcock ordenadas por voto aquí en FA.
La película no está mal pero personalmente no es de las mejores que he visto de él. Se me hace algo larga pero aparte es que no me gustó tanto como otras que he visto, no es de las peores eso sí pero no se puede comparar a «Con la muerte en los talones» o «Alarma en el expreso», es más tipo «La ventana indiscreta» o «Vértigo», digamos que baja un poco el nivel con respecto a las mejores.
Si sientes curiosidad puedes consultar mi lista de películas que he visto de Hitchcock ordenadas por voto aquí en FA.
12 de abril de 2017
12 de abril de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el 50 Hitchcock necesitaba urgentemente un éxito en taquilla. Sus últimos proyectos y su propia compañía "Trasanlantic" no había obtenido el beneficio que se esperaba de un director de su categoría. El buen ojo del "pájaro" Hitch, se las arregló para comprar los derechos a bajo precio de la primera novela de una desconocida novelista estadounidense, ocultando sus intenciones de llevarla a la pantalla. A cambio Patricia Highsmith dio el salto a la fama gracias a dicha adaptación cuyos guionistas y el propio director no dudaron en modificar lo que hiciera falta para hacerla más digestible al gran público. Aún así creó cierto escándalo por su asesinato explicito y su connotaciones sexuales.
La novela de Highsmith dista mucho de la película y sus planteamientos plantean cuestiones mucho más interesantes que la intriga desarrollada magistralmente en su aspecto visual por Hitchcock. Al cine lo que es del cine.
El maestro del suspense como casi siempre ya tenía la película planificada antes de empezar el "aburrido rodaje" según sus palabras y son varios los hallazgos visuales en los que el director se luce y sienta precedentes mil veces imitados. Robert Walker que fallecería pocos meses después realizó el papel de su vida prefigurando el Bates de Psicosis. Al no estar disponible William Holden, Hitchcock repitió con Guy Haines con el que ya había trabajado en "La soga"(1948) y no le quedó más remedio que aceptar la imposición del estudio de Ruth Roman a la que odiaba y humillaba. Por otro lado práctica habitual del maestro con alguien de sus películas. Su hija Patricia Hitchcock con la que contó para el papel secundario de la hermana del personaje de Ruth y que realizó con acierto, también tuvo que sufrir alguna de las crueles "bromas" de su padre.
Estupenda fotografía de Robert Burks que inició así una larga colaboración con el maestro. El afamado escritor Raimond Chandler figura en los créditos como guionista pero fue Czenzi Ormode ayudante de Ben Hetch al que Hitchcock no pudo conseguir quien asumió casi todo el trabajo. Chandler por otro lado acabó hasta el gorro de las extravagancias del director y su método de trabajo al confeccionar el guión.
A la postre Hitchcock se volvió a salir con la suya y firmó una estupenda película de suspense, destacada en su filmografía, con momentos memorables y que sigue resistiendo el paso del tiempo sin que decaiga nuestro interés al revisitarla.
La novela de Highsmith dista mucho de la película y sus planteamientos plantean cuestiones mucho más interesantes que la intriga desarrollada magistralmente en su aspecto visual por Hitchcock. Al cine lo que es del cine.
El maestro del suspense como casi siempre ya tenía la película planificada antes de empezar el "aburrido rodaje" según sus palabras y son varios los hallazgos visuales en los que el director se luce y sienta precedentes mil veces imitados. Robert Walker que fallecería pocos meses después realizó el papel de su vida prefigurando el Bates de Psicosis. Al no estar disponible William Holden, Hitchcock repitió con Guy Haines con el que ya había trabajado en "La soga"(1948) y no le quedó más remedio que aceptar la imposición del estudio de Ruth Roman a la que odiaba y humillaba. Por otro lado práctica habitual del maestro con alguien de sus películas. Su hija Patricia Hitchcock con la que contó para el papel secundario de la hermana del personaje de Ruth y que realizó con acierto, también tuvo que sufrir alguna de las crueles "bromas" de su padre.
Estupenda fotografía de Robert Burks que inició así una larga colaboración con el maestro. El afamado escritor Raimond Chandler figura en los créditos como guionista pero fue Czenzi Ormode ayudante de Ben Hetch al que Hitchcock no pudo conseguir quien asumió casi todo el trabajo. Chandler por otro lado acabó hasta el gorro de las extravagancias del director y su método de trabajo al confeccionar el guión.
A la postre Hitchcock se volvió a salir con la suya y firmó una estupenda película de suspense, destacada en su filmografía, con momentos memorables y que sigue resistiendo el paso del tiempo sin que decaiga nuestro interés al revisitarla.
30 de abril de 2017
30 de abril de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hitchcock añade a la famosa novela de Patricia Highsmith, sobre un intercambio de asesinatos, el recurrente y casi obsesivo tema del falso culpable para ofrecernos uno de sus habituales guisos de alta cocina.
La atmósfera de la película es magnífica gracias en buena parte a la soberana fotografía de Robert Burks y al uso por parte de Hitchcock de planos picados y contrapicados que refuerzan la angustiosa sensación del protagonista o la enfermedad mental de Bruno.
La película cuenta, y es una de sus bazas principales, con el excelente trabajo de Robert Walker como psicópata –posiblemente el mejor de su carrera- personaje con el que Hitchcock, de origen humilde, aprovecha para satirizar los caprichos de un niño mimado por una desequilibrada madre, miembro de la high society a la que tanto aborrecía. La gran losa es, sin duda, el personaje de Guy, su debilidad, su incapacidad para reaccionar inteligentemente en ningún momento –acentuado por el desigual trabajo de Farley Granger-. Hay siempre algo irritante, poco creíble, en ese planteamiento –deux ex machina- que obliga a los personajes a comportarse como verdaderos tarugos por no acudir rápidamente a la policía e ir enfangándose más y más en sus errores.
Pese a ello y a algunas que otra debilidad más de guion, algo habitual en Hitchcock, el maestro nos deleita, sin embargo, con un despliegue de inolvidables escenas, llenas de ingenio e inteligencia visual, con esa capacidad única que tenía sir Alfred de grabar en nuestra retina momentos irrepetibles, desde la inicial escena en el que la cámara sigue los pasos de los protagonistas hasta su primer encuentro, las enfermizas escenas entre la madre y el hijo con dislocadas angulaciones y primeros planos, la impactante escena del asesinato en la que el verdugo se refleja en las gafas de ella o los siempre inquietantes planos de Bruno, en especial el inolvidable de los espectadores que asisten al partido de tenis y en el que él es el único que no gira la cabeza, por no hablar de toda la escena del partido de tenis jugado contrarreloj o la escena del mechero donde Hitchcock consigue que el espectador se ponga del lado del asesino.
Magnífica sin llegar a obra maestra.
La atmósfera de la película es magnífica gracias en buena parte a la soberana fotografía de Robert Burks y al uso por parte de Hitchcock de planos picados y contrapicados que refuerzan la angustiosa sensación del protagonista o la enfermedad mental de Bruno.
La película cuenta, y es una de sus bazas principales, con el excelente trabajo de Robert Walker como psicópata –posiblemente el mejor de su carrera- personaje con el que Hitchcock, de origen humilde, aprovecha para satirizar los caprichos de un niño mimado por una desequilibrada madre, miembro de la high society a la que tanto aborrecía. La gran losa es, sin duda, el personaje de Guy, su debilidad, su incapacidad para reaccionar inteligentemente en ningún momento –acentuado por el desigual trabajo de Farley Granger-. Hay siempre algo irritante, poco creíble, en ese planteamiento –deux ex machina- que obliga a los personajes a comportarse como verdaderos tarugos por no acudir rápidamente a la policía e ir enfangándose más y más en sus errores.
Pese a ello y a algunas que otra debilidad más de guion, algo habitual en Hitchcock, el maestro nos deleita, sin embargo, con un despliegue de inolvidables escenas, llenas de ingenio e inteligencia visual, con esa capacidad única que tenía sir Alfred de grabar en nuestra retina momentos irrepetibles, desde la inicial escena en el que la cámara sigue los pasos de los protagonistas hasta su primer encuentro, las enfermizas escenas entre la madre y el hijo con dislocadas angulaciones y primeros planos, la impactante escena del asesinato en la que el verdugo se refleja en las gafas de ella o los siempre inquietantes planos de Bruno, en especial el inolvidable de los espectadores que asisten al partido de tenis y en el que él es el único que no gira la cabeza, por no hablar de toda la escena del partido de tenis jugado contrarreloj o la escena del mechero donde Hitchcock consigue que el espectador se ponga del lado del asesino.
Magnífica sin llegar a obra maestra.
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