Días de vino y rosas
1962 

8,1
20.493
16 de abril de 2007
16 de abril de 2007
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una película de obligado visionado para todos aquellos a los que nos gusta el buen cine, y para todos aquellos jóvenes que piensan que por una copa no pasa nada, aunque luego venga otra, y luego otra y así hasta adentrarnos en el triste mundo del alcoholismo que magistralmente interpretan Lemmon y Remick en una película bien didirgida y estructurada sobre un guión demoledor.
A mi entender, el desarrollo de la película se asimila a lo que es una noche de borrachera, en la que se comienza con una apariencia de alegría y buen rollo, que acaba con la inevitable resaca que te arruina el día siguiente. Pues bien, pienso que esta simple estructura extrapolada a la vida de sus protagonistas es la que nos ofrece esta película, donde los personajes principales pasean su falsa alegría y felicidad motivada por el alcohol, para desembocar irremediablemente en la perenne resaca que supone la vida del alcohólico cuya existencia se ve arruinada por su adicción, arrastrando tras ello a los que le rodean, situación que en una magistral interpretación nos enseñan los protagonistas, siendo especialmente significativa la desgarradora y desesperada búsqueda de alcohol que lleva a cabo Jack Lemmon en el invernadero así como la caída libre que que padece la protagonista, maravillosa Lee Remick, en el desarrollo de la cinta.
Con independencia de su altísimo valor cinematográfico, creo que además es una película que todos los padres deberían hacer ver a sus hijos. Imprescindible.
A mi entender, el desarrollo de la película se asimila a lo que es una noche de borrachera, en la que se comienza con una apariencia de alegría y buen rollo, que acaba con la inevitable resaca que te arruina el día siguiente. Pues bien, pienso que esta simple estructura extrapolada a la vida de sus protagonistas es la que nos ofrece esta película, donde los personajes principales pasean su falsa alegría y felicidad motivada por el alcohol, para desembocar irremediablemente en la perenne resaca que supone la vida del alcohólico cuya existencia se ve arruinada por su adicción, arrastrando tras ello a los que le rodean, situación que en una magistral interpretación nos enseñan los protagonistas, siendo especialmente significativa la desgarradora y desesperada búsqueda de alcohol que lleva a cabo Jack Lemmon en el invernadero así como la caída libre que que padece la protagonista, maravillosa Lee Remick, en el desarrollo de la cinta.
Con independencia de su altísimo valor cinematográfico, creo que además es una película que todos los padres deberían hacer ver a sus hijos. Imprescindible.
26 de julio de 2006
26 de julio de 2006
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Colosal Jack Lemmon y maravillosa Lee Remick en esta clásica película, dura por momentos, esperanzadora en otros. El problema del alcohol, que llega a destrozar vidas por completo, y el autoengaño, que llega a ser incluso más peligroso. Buena fotografía y excelente pulso narrativo.
14 de mayo de 2011
14 de mayo de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Crónica de una muerte anunciada. Parafraseando a García Márquez entramos en una espiral de autodestrucción con un exceso de moralina, de adoctrinamiemto, en lugar de centrarse en el problema de esta pareja. Magistral actuación de Lemmon, sobre todo en los momentos de delirium tremens.
1 de abril de 2013
1 de abril de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Embriagante retrato sobre la degradación causada por la dependencia a la droga madre: el alcohol. Edwards maneja un pulso narrativo constante, que no decae en ningún momento.
"Días de vino y rosas" pasa por todas las etapas de la adicción, las felices y las tristes. Todos los estados, efectos y trances del alcohólico están expuestos en esta cinta, siempre con un realismo asombroso. Algunos comparan el trabajo de Aronofsky en "Réquiem para un sueño" (2000) con el que aquí hace Edwards; la comparación es válida, pero cabe destacar la gran diferencia: el joven director tiende siempre un surrealismo y una agobiante atmósfera irreal -para generar las emociones que se pretenden- que se aleja mucho de la puesta en escena realista de Edwards.
Es muy interesante como el relato a su modo muestra la incapacidad del amor de poder convivir junto al vicio. Por más que parezca que los protagonistas son amigos de la botella, en realidad la botella siempre tiene un lado egoísta que se despierta, por ejemplo, en la desgarradora escena del invernadero.
La intensidad de este drama depende de los actores casi que de la misma manera que los protagonistas dependen del alcohol. En este caso el labor de Remick y Lemmon es indispensable para conseguir el efecto esperado en el espectador. Ella cumple con creces. Él también, pero en más de una oportunidad demuestra que le es difícil alejarse de su histrionismo cómico, por ejemplo en la escena del streaptease, o el exceso de gestos tipo Jim Carrey.
El único defecto que le hallo a este film es la falta de profundización en los efectos generados en las personas que los rodean, sobre todo en la niña, la hija de la pareja. Apenas aparece en la historia, y jamás se ven las secuelas generadas por la irresponsabilidad de sus padres.
Confieso mi adicción a este tipo de dramas, y es que en el mejor de los sentidos "Días de vino y rosas" posee un matiz embriagante.
Lo mejor: Lee Remick, genial actriz que mereció más protagónicos en el cine.
Lo peor: la falta de profundización en la vida de las personas que rodean a los protagonistas.
"Días de vino y rosas" pasa por todas las etapas de la adicción, las felices y las tristes. Todos los estados, efectos y trances del alcohólico están expuestos en esta cinta, siempre con un realismo asombroso. Algunos comparan el trabajo de Aronofsky en "Réquiem para un sueño" (2000) con el que aquí hace Edwards; la comparación es válida, pero cabe destacar la gran diferencia: el joven director tiende siempre un surrealismo y una agobiante atmósfera irreal -para generar las emociones que se pretenden- que se aleja mucho de la puesta en escena realista de Edwards.
Es muy interesante como el relato a su modo muestra la incapacidad del amor de poder convivir junto al vicio. Por más que parezca que los protagonistas son amigos de la botella, en realidad la botella siempre tiene un lado egoísta que se despierta, por ejemplo, en la desgarradora escena del invernadero.
La intensidad de este drama depende de los actores casi que de la misma manera que los protagonistas dependen del alcohol. En este caso el labor de Remick y Lemmon es indispensable para conseguir el efecto esperado en el espectador. Ella cumple con creces. Él también, pero en más de una oportunidad demuestra que le es difícil alejarse de su histrionismo cómico, por ejemplo en la escena del streaptease, o el exceso de gestos tipo Jim Carrey.
El único defecto que le hallo a este film es la falta de profundización en los efectos generados en las personas que los rodean, sobre todo en la niña, la hija de la pareja. Apenas aparece en la historia, y jamás se ven las secuelas generadas por la irresponsabilidad de sus padres.
Confieso mi adicción a este tipo de dramas, y es que en el mejor de los sentidos "Días de vino y rosas" posee un matiz embriagante.
Lo mejor: Lee Remick, genial actriz que mereció más protagónicos en el cine.
Lo peor: la falta de profundización en la vida de las personas que rodean a los protagonistas.
20 de mayo de 2017
20 de mayo de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ver a Jack Lemmon arrastrándose por el invernadero en busca de algo para beber es:
1. Una de las escenas más significativas de la película.
2. Una de las escenas más desgarradoras del cine.
3.Un recuerdo imborrable.
4.Un resumen perfecto de cualquier adicción.
5.La magnífica interpretación de un actor irrepetible en una película para la historia.
1. Una de las escenas más significativas de la película.
2. Una de las escenas más desgarradoras del cine.
3.Un recuerdo imborrable.
4.Un resumen perfecto de cualquier adicción.
5.La magnífica interpretación de un actor irrepetible en una película para la historia.
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