Los miserables
7,2
11.630
Thriller. Drama
El policía Stéphane Ruiz acaba de unirse a la BAC, la Brigada de Lucha contra la Delincuencia de Montfermeil, un suburbio al este de París. Allí conoce a sus nuevos compañeros, Chris y Gwada, dos agentes experimentados en las enormes tensiones que existen entre los distintos grupos organizados que operan por el control del problemático barrio.
2 de diciembre de 2019
2 de diciembre de 2019
7 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buenas intenciones, narración convencional, justicia poética (como casi siempre, inverosímil) y un comienzo (mostrado en el cartel) que me gustó mucho.
Y algo más que se me escapa debe de tener, ya que el film fue premiado en Cannes.
En resumen, puedes verla, amigo filmaffinitista.
Y algo más que se me escapa debe de tener, ya que el film fue premiado en Cannes.
En resumen, puedes verla, amigo filmaffinitista.
22 de marzo de 2020
22 de marzo de 2020
5 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
A medio camino entre el género thriller, y el cine de trichera esta película nos narra las dificultades de una unidad policial problemática, la Brigada Anti Criminalidad [BAC) que lidera Chris (Alexis Manenti) junto a Gwada (Djebril Zonga) a la que se está sumando Pento (Damien Bonnard), para controlar en un suburbio de París, Montfermeil, a delincuentes que aunque en edad escolar, serán todo lo menores que queramos pero su vida son las armas, la droga, las peleas, etc..., por mucho que se le disculpe con omnicondescendencia a nosotros todo esto nos evoca a los Menores Extranjeros No Acompañados (MENA) de aquí y nos genera animadversión.
Sin excusas de fe o religiosidad los chavales encuentran en las injusticias de los abusos que soportan la excusa y la ocasión perfecta para rebelarse organizándose. Aunque sobran los motivos para ello la causa no es política. El origen del conflicto son las oportunidades que dan a delincuentes comunes para hacerse con poder las carencias de la brigada por lo quemadas que están esas unidades policiales y sus heterodoxos métodos abusivos.
El ritmo, la realización, las interpretaciones, ambientación, música... todo me ha gustado y parecido correcto, no así el trato dispensado a la mujer. La ausencia, por ejemplo, de rasgos característico como hiyab obedece a la ironía de que las mujeres ya vienen estigmatizadas de casa al ser el peso de los personajes femeninos en la película anecdótico, coral, auxiliar y de acompañamiento.
Sin excusas de fe o religiosidad los chavales encuentran en las injusticias de los abusos que soportan la excusa y la ocasión perfecta para rebelarse organizándose. Aunque sobran los motivos para ello la causa no es política. El origen del conflicto son las oportunidades que dan a delincuentes comunes para hacerse con poder las carencias de la brigada por lo quemadas que están esas unidades policiales y sus heterodoxos métodos abusivos.
El ritmo, la realización, las interpretaciones, ambientación, música... todo me ha gustado y parecido correcto, no así el trato dispensado a la mujer. La ausencia, por ejemplo, de rasgos característico como hiyab obedece a la ironía de que las mujeres ya vienen estigmatizadas de casa al ser el peso de los personajes femeninos en la película anecdótico, coral, auxiliar y de acompañamiento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es estigmatizante el Ghetto de edificaciones del racionalismo arquitectónico francés de inspiración soviética, que si bien tuvieron su razón de ser durante la industrialización, ahora es un sinsentido que sólo van en detrimento de la integración social de la diversidad fruto del colonialismo francés que se empleó a fondo en África y que ahora presenta serios problemas sobretodo respecto a subsaharianos. ¿Qué podría salir mal entonces?
Recordemos que la razón de ser de ese colonialismo francés fue la belicosa idea de hacerle la pinza al imperio Español en la misma medida que España se la hacía a ellos junto con Inglaterra y Alemania. El desarrollo de los acontecimientos diferenció las consecuencias en uno y otro caso. El elitismo francés no dejó mucho espacio para el mestizaje, asunto que si que nos cundió y bastante a los latinos. Eso es un trabajo que ya no tenemos pendiente al contrario que el vecino galo que se ahoga en el tema. Y -todo eso a nosostros nos suena a justicia poética. Como alguien bien dijo “No puedes tener serpientes en el jardín y esperar que solo muerdan a tu vecino".
Pues bien desgraciadamente, después de la narración ostentosamente tendenciosa de los acontecimientos el director no concluye el desenlace dejando la puerta abierta a distintos finales entre los que, a mi entender, hay un empate de probabilidades (si consideramos dos al 50% y si consideramos tres al 33,333... %) En la mecánica cuántica el sistema se encuentra en una superposición de los estados posibles hasta que interviene el observador, lo que no puede ser posible por el simple uso de la lógica. No puede predecirse el estado final del sistema: solo la probabilidad de obtener cada resultado. La naturaleza del proceso sigue siendo una incógnita, que ha dado lugar a distintas interpretaciones de carácter especulativo que van desde el mismo desenlace violento en uno u otro sentido a la contemplación de una salida o solución razonable
Recordemos que la razón de ser de ese colonialismo francés fue la belicosa idea de hacerle la pinza al imperio Español en la misma medida que España se la hacía a ellos junto con Inglaterra y Alemania. El desarrollo de los acontecimientos diferenció las consecuencias en uno y otro caso. El elitismo francés no dejó mucho espacio para el mestizaje, asunto que si que nos cundió y bastante a los latinos. Eso es un trabajo que ya no tenemos pendiente al contrario que el vecino galo que se ahoga en el tema. Y -todo eso a nosostros nos suena a justicia poética. Como alguien bien dijo “No puedes tener serpientes en el jardín y esperar que solo muerdan a tu vecino".
Pues bien desgraciadamente, después de la narración ostentosamente tendenciosa de los acontecimientos el director no concluye el desenlace dejando la puerta abierta a distintos finales entre los que, a mi entender, hay un empate de probabilidades (si consideramos dos al 50% y si consideramos tres al 33,333... %) En la mecánica cuántica el sistema se encuentra en una superposición de los estados posibles hasta que interviene el observador, lo que no puede ser posible por el simple uso de la lógica. No puede predecirse el estado final del sistema: solo la probabilidad de obtener cada resultado. La naturaleza del proceso sigue siendo una incógnita, que ha dado lugar a distintas interpretaciones de carácter especulativo que van desde el mismo desenlace violento en uno u otro sentido a la contemplación de una salida o solución razonable
20 de noviembre de 2019
20 de noviembre de 2019
2 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Año 2010. Mientras España se desangraba por culpa de la crisis económica provocada por la avaricia inherente al sistema capitalista, Iniesta metía el gol que ‘nos hacía campeones del mundo’. Pocas chorradas tuvimos que escuchar entonces. Del ‘ese balón lo hemos empujado todos los españoles con el corazón’ al ‘soy español, ¿a qué quieres que te gane?’, las pamplinas patrioteras se sucedieron para sumergir a la nación en un duermevela absurdo que nada tenía que ver con las dificultades que más tarde se manifestarían, a nivel social y territorial, con enorme y triste intensidad.
El debut en el largo de ficción de Ladj Ly comienza con una escena que es un reflejo cinematográfico universal de todo aquello. Allí, una enorme fiesta acrisola, bajo los colores de la bandera francesa, las imperfecciones derivadas de la multiculturalidad y las desigualdades sociales del país vecino. Una problemática oculta que sólo es desvelada tras los créditos iniciales, cuando, mediante un brusco corte en el montaje, los bellos Campos Elíseos dan paso a un obviado extrarradio parisino en el proceso de actualización del clásico de Victor Hugo que da nombre al film.
El debut en el largo de ficción de Ladj Ly comienza con una escena que es un reflejo cinematográfico universal de todo aquello. Allí, una enorme fiesta acrisola, bajo los colores de la bandera francesa, las imperfecciones derivadas de la multiculturalidad y las desigualdades sociales del país vecino. Una problemática oculta que sólo es desvelada tras los créditos iniciales, cuando, mediante un brusco corte en el montaje, los bellos Campos Elíseos dan paso a un obviado extrarradio parisino en el proceso de actualización del clásico de Victor Hugo que da nombre al film.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Stéphane Delorme afirma en Cahiers du Cinéma que Los miserables es ‘la película sobre las afueras que habían estado esperando durante veinte años’, y lo cierto es que este crítico no recuerda una propuesta tan centrada en la banlieue desde El odio. Pero algo se ha operado en todo este tiempo, y es lo primero que llamó la atención del que esto escribe: en mis recuerdos, la música colonizaba las imágenes en blanco y negro de la obra de Mathieu Kassovitz, mientras que aquí apenas hay ritmos.
Así es. En Montfermeil ya no suenan raps. Y las únicas rimas que escuchamos proceden de la boca de un chaval de comportamiento trastornado (acaso por culpa de las palizas recibidas por parte de una policía impune) que asegura que pasa de ‘la mierda del trap’. ¿Debemos entender que el trap ha desplazado al rap como la música de extrarradio? ¿La misma música que sacraliza las horteradas pop de la multimillonaria Rosalía? ¿Puede, entonces, esa pijada definir hoy las estéticas sonoras de los más desfavorecidos como hizo antaño el rap?
Las respuestas en el aire, como los papelillos que vuelan en la celebración de la Copa del Mundo de fútbol, la única fiesta que vemos en un trabajo donde no se entona otro tema más que La Marsellesa, pues, una vez pasada esa intro-contestación al ‘soy francés, ¿a qué quieres que te gane?’, sólo quedan los ruidos procedentes de móviles y drones. Una interesante jugada que remite a la muy superior, e incomprendida, The Bling Ring, de Sofia Coppola.
Pero el del rap no es el único latigillo del metraje. También hay espacio para cuestionar el feminismo a través de una escena en la que unas niñas físicamente superiores a un chaval lo chantajean y atemorizan (¿la violencia es sólo cosa de hombres?), la islamización en la periferia o la multiculturalidad (como cuando el niño protagonista asegura asombrado que en su país de origen no se puede robar).
El problema es que la estructura Training Day (Antoine Fuqua, 2001) del film amplifica la citada cuestión multicultural según convierte al resto de asuntos en meras anécdotas. Parece claro que el director no quiere muchos más embrollos que los que la multiplicación de sensibilidades culturales trae consigo, que no son pocos, por otro lado. Así, los hermanos musulmanes comiéndole el tarro a unos chavales, los gitanos maltratadores de animales (con una escena tachada de inmoral que este crítico, sin embargo, celebra como cine de la crueldad) o las tensiones internas entre guetos de diversa índole racial, certifican de sobra tanto la complejidad de la película como la falta de complacencia en la mirada de Ladj Ly.
El director entiende que el cine es mostrar, y allá va, con las estéticas propias del cine social, a adentrarse donde otros no quieren mirar, acompañado a la vez de nuevos lenguajes, como Instagram o el de los drones. Con estos últimos llega hasta el marco de la acción (una ventana, el plano aéreo de una trifulca callejera), con la cámara en mano se acerca a las personas y con las redes sociales se interna en su intimidad.
De esta manera Los miserables alumbra una problemática relación visibilidad-denuncia que no es más fascinante porque Ladj Ly no propone un diálogo-duelo de estéticas realmente profundo. Le falta pericia (¿qué hubiera hecho ahí Brian de Palma?) y le sobran maniqueísmo (la insistencia en subrayar la mediocridad del poli malo y la nobleza del bueno revela al tercer compañero como el único personaje ambiguo) y espectacularidad en la miseria.
La escena final, que desplaza la cinta hacia el cine de terror, suspende un fatal gesto en el tiempo para equiparar sorprendentemente tres tipos de miradas: una inocente (tornada en cómplice desde la mirilla de una puerta), las de los hombres al servicio del poder y la de un niño zombificado en la violencia que ejerce ese mismo poder.
También puedes leer en: https://hombreblandengue.wordpress.com/2019/11/20/visibilidad-y-denuncia/
Así es. En Montfermeil ya no suenan raps. Y las únicas rimas que escuchamos proceden de la boca de un chaval de comportamiento trastornado (acaso por culpa de las palizas recibidas por parte de una policía impune) que asegura que pasa de ‘la mierda del trap’. ¿Debemos entender que el trap ha desplazado al rap como la música de extrarradio? ¿La misma música que sacraliza las horteradas pop de la multimillonaria Rosalía? ¿Puede, entonces, esa pijada definir hoy las estéticas sonoras de los más desfavorecidos como hizo antaño el rap?
Las respuestas en el aire, como los papelillos que vuelan en la celebración de la Copa del Mundo de fútbol, la única fiesta que vemos en un trabajo donde no se entona otro tema más que La Marsellesa, pues, una vez pasada esa intro-contestación al ‘soy francés, ¿a qué quieres que te gane?’, sólo quedan los ruidos procedentes de móviles y drones. Una interesante jugada que remite a la muy superior, e incomprendida, The Bling Ring, de Sofia Coppola.
Pero el del rap no es el único latigillo del metraje. También hay espacio para cuestionar el feminismo a través de una escena en la que unas niñas físicamente superiores a un chaval lo chantajean y atemorizan (¿la violencia es sólo cosa de hombres?), la islamización en la periferia o la multiculturalidad (como cuando el niño protagonista asegura asombrado que en su país de origen no se puede robar).
El problema es que la estructura Training Day (Antoine Fuqua, 2001) del film amplifica la citada cuestión multicultural según convierte al resto de asuntos en meras anécdotas. Parece claro que el director no quiere muchos más embrollos que los que la multiplicación de sensibilidades culturales trae consigo, que no son pocos, por otro lado. Así, los hermanos musulmanes comiéndole el tarro a unos chavales, los gitanos maltratadores de animales (con una escena tachada de inmoral que este crítico, sin embargo, celebra como cine de la crueldad) o las tensiones internas entre guetos de diversa índole racial, certifican de sobra tanto la complejidad de la película como la falta de complacencia en la mirada de Ladj Ly.
El director entiende que el cine es mostrar, y allá va, con las estéticas propias del cine social, a adentrarse donde otros no quieren mirar, acompañado a la vez de nuevos lenguajes, como Instagram o el de los drones. Con estos últimos llega hasta el marco de la acción (una ventana, el plano aéreo de una trifulca callejera), con la cámara en mano se acerca a las personas y con las redes sociales se interna en su intimidad.
De esta manera Los miserables alumbra una problemática relación visibilidad-denuncia que no es más fascinante porque Ladj Ly no propone un diálogo-duelo de estéticas realmente profundo. Le falta pericia (¿qué hubiera hecho ahí Brian de Palma?) y le sobran maniqueísmo (la insistencia en subrayar la mediocridad del poli malo y la nobleza del bueno revela al tercer compañero como el único personaje ambiguo) y espectacularidad en la miseria.
La escena final, que desplaza la cinta hacia el cine de terror, suspende un fatal gesto en el tiempo para equiparar sorprendentemente tres tipos de miradas: una inocente (tornada en cómplice desde la mirilla de una puerta), las de los hombres al servicio del poder y la de un niño zombificado en la violencia que ejerce ese mismo poder.
También puedes leer en: https://hombreblandengue.wordpress.com/2019/11/20/visibilidad-y-denuncia/
22 de noviembre de 2019
22 de noviembre de 2019
2 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
"No hay malas hierbas ni hombres malos;sólo hay malos cultivadores". De esta premisa - escrita por Victor Hugo hace más de 150 años- nace la idea de "Los miserables", cinta dirigida por Ladj Ly y ambientada en el mismo barrio en el que se inspiró Victor Hugo para su novela del mismo título.
La trama transcurre en el suburbio de Montfermeil, uno de los arrabales más deprimidos de la capital en el que nació, y aún vive, el director de la película, conviviendo con miles de migrantes procedentes de Mali, cuya difícil misión en la vida es salir a flote sin la ayuda de una educación, ocupación ni futuro que se precie...
"Los miserables", ópera prima de este cineasta francés, narra la actuación de la Brigada de policía responsable de la lucha contra la delincuencia infantil y juvenil de esta zona, que en muchos casos su trabajo peca de una dudosa ética profesional. El conflicto entre policía y vecinos está asegurado.
Ladj Ly, tras el éxito obtenido con este largometraje, ha puesto en marcha una escuela de cine gratuita para familias sin recursos: "Kourtrajmé", una brillante idea que da la oportunidad a estos adolescentes marginales. "Hemos creado esta escuela- declaró Ladj Ly- para cambiar la situación de estos jóvenes. Si yo salí adelante, fue gracias a la cultura".
Cargada de violencia y mucha dureza esta película ha sido seleccionada para representar a Francia en los Oscar y además ha ganado el Premio del Jurado en el Festival de Cannes de 2019. Un buen comienzo...
La trama transcurre en el suburbio de Montfermeil, uno de los arrabales más deprimidos de la capital en el que nació, y aún vive, el director de la película, conviviendo con miles de migrantes procedentes de Mali, cuya difícil misión en la vida es salir a flote sin la ayuda de una educación, ocupación ni futuro que se precie...
"Los miserables", ópera prima de este cineasta francés, narra la actuación de la Brigada de policía responsable de la lucha contra la delincuencia infantil y juvenil de esta zona, que en muchos casos su trabajo peca de una dudosa ética profesional. El conflicto entre policía y vecinos está asegurado.
Ladj Ly, tras el éxito obtenido con este largometraje, ha puesto en marcha una escuela de cine gratuita para familias sin recursos: "Kourtrajmé", una brillante idea que da la oportunidad a estos adolescentes marginales. "Hemos creado esta escuela- declaró Ladj Ly- para cambiar la situación de estos jóvenes. Si yo salí adelante, fue gracias a la cultura".
Cargada de violencia y mucha dureza esta película ha sido seleccionada para representar a Francia en los Oscar y además ha ganado el Premio del Jurado en el Festival de Cannes de 2019. Un buen comienzo...
23 de febrero de 2020
23 de febrero de 2020
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para echarse a temblar, esto no es la naturaleza de Malick, esto es lo que hay y tenemos a la vuelta de la esquina. Esta es la cruda realidad que permanece oculta si no convives con ella directamente, pero que permitimos con nuestro egoísmo e indiferencia, porque es tan nuestra como ese supuesto mundo civilizado al que pertenecemos. Pero la culpa siempre es del otro, del que tiene más dinero, del político corrupto o por corromper, del explotador. - ¿Yo? ¿Me pregunta a mí? No sé de qué me habla... Pero si ni siquiera paso por allí - Esto es una muestra de naturaleza de cemento y ladrillo mal construido, vamos... lo que podemos encontrar a unas cuantas paradas de metro. Una gran película de otros miserables, pero me pregunto quiénes son estos; a mí que no me toquen mi ipad desde el que escribo estas líneas.
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