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Carol

Romance. Drama Nueva York, años 50. Therese Belivet (Rooney Mara), una joven dependienta de una tienda de Manhattan que sueña con una vida mejor, conoce un día a Carol Aird (Cate Blanchett), una mujer elegante y sofisticada que se encuentra atrapada en un matrimonio infeliz. Entre ellas surge una atracción inmediata, cada vez más intensa y profunda, que cambiará sus vidas para siempre. (FILMAFFINITY)
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7
13 de febrero de 2016 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primer trabajo que disfruto de Todd Haynes que, a partir de ahora, no será el último.

Aunque no comparto la pasión con la que otros han recibido a "Carol", es cierto que posee virtudes que la hacen una gran película.

La primera, sin duda, la gloriosa Cate Blanchett. Con su voz oscura y aterciopelada, con sus miradas de pantera poderosa pero llena de cicatrices, con una figura y unas maneras que provocan nuevos niveles de deseo en cualquiera que la vea caminar o mover los labios. Su impecable actuación es otra muestra de versatilidad que le agura buenos años de nominaciones para la pedazo de mujer que parió Australia.

La segunda, pisándole los talones en un papel mucho más discreto, Rooney Mara. Su fisonomía acompaña a una timidez, a una indecisión y a una vulnerabilidad que casi la convierten, en la mayor parte del film, en un colibrí al lado del águila real de Blanchett. Su trabajo en "Carol" también es excepcional, pocas veces se ve una inseguridad tan segura.

Otras de sus virtudes, el maravilloso vestuario, la bellísima ambientación, la delicada fotografía, y en todo esto último tengo que detenerme: en el apartado estético. Es evidente que la paleta de color, el tratamiento de la luz y la disposición de los cuerpos en el plano están medidos con un cuidado y una sensibilidad estética de agradecer. Todo resulta agradable, casi se podría decir inmaculado, la cinta siempre se orienta al refinamiento, a la elegancia, al pudor estético. Y no sé si esta sobrecarga de intención artística acaba por destruir el calor del realismo. Todo está tan metidato, tan bien acabado, que el romance se vive desde una distancia bastante grande. Además, para apostar tanto visualmente, "Carol" me ha resultado más lustrosa que poderosa, a pesar de contar con dos mujeres que se comen la pantalla.

Sumándole que los personajes son bastante herméticos y que el guion tarda en arrancar y, por evitar el melodrama, no consigue ahondar en el drama, "Carol" acaba siendo una película bastante fría sobre un romance que debería remover entrañas.

Bien cierto es que, en el fondo, es un trabajo lo suficientemente bien fundamentado como para que de él puedas sacar unas conclusiones bien claras sobre el conficto sexual en los 50s, pero la forma en la que elige contarlo no resulta tan apasionante, arrebatadora, desgorradora o cualquier otro adjetivo superlativo, como yo esperaba de un romance tan lleno de pasión, de dificultades y de dolor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Dios mío, yo no creía en los ángeles hasta que ví esta escena de cama.
9
17 de febrero de 2016 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1952, poco después de haber publicado la fabulosa Extraños en un tren y de que ésta fuera adaptada a la gran pantalla de la mano de Alfred Hitchcok, la novelista norteamericana Patricia Highsmith bajo el pseudónimo de Claire Morgan publicó no sin trabas El precio de la sal, una arriesgada obra sobre la relación amorosa entre dos mujeres; algo nada habitual para la época. La novela, de gran éxito y con una base autobiográfica (Highsmith trabajó de joven en la sección de juguetería de unos grandes almacenes y quedó prendada por la belleza de una bella mujer adulta vestida de visones), se reeditó casi 40 años después bajo el nombre de Carol y siéndose desvelada el secreto de su autoría. Hoy se lleva a la gran pantalla de la mano del interesante Todd Haynes, cineasta nacido de las raíces del festival de Sundance.

‘Carol’ efectivamente se desarrolla de manera incipiente en los años cincuenta y bajo el relato autobiográfico ya narrado se recrea una relación de amor y de descubrimiento sexual de una joven bajo el manto de normalidad heterosexual que los dictámenes de la época marcaban. Fascinada por la fotografía, Therese Belivet (Rooney Mara) es una confusa voyeur sin claro destino social, laboral ni sentimental, una flor por abrir en un mundo por descubrir que irremediablemente se siente atraída por una elegante mujer de clase alta (Cate Blanchett) que acude a comprar a los grandes almacenes donde Therese trabaja. Interesante como Todd Haynes juega con esto a través de los cristales y los reflejos en las lunas con gotas de agua de los vehículos, muy utilizados en toda la proyección y que revela la búsqueda y las dudas.

La historia quizás no tenga muchos recovecos y resulte más sencilla en su contenido, aunque las tramas de cada mujer por separado, la relación con su novio y su carrera como fotógrafa de Therese y los problemas del divorcio de Carol (me recordaron en cierto momento a la magnífica ‘Kramer contra Kramer’ de Robert Benton) intentan sin lograrlo del todo dotar a la historia de una mayor densidad, logrando sí en cambio una congruencia histórica sobre lo que narra y como lo narra. El vestuario, los decorados y la magnífica y adecuada banda sonora de Carter Burwell engarzan de maravilla con el estilo clásico que aporta la fotografía de Edward Lachman, trabajo que dirime un pulso entre la belleza de las mujeres y su lucha por la obtención de unos interesantes encuadres que muestran conversaciones desde dentro y fuera de la sala. La dirección de Todd Haynes, quien ya me gustó notablemente en ‘Lejos del cielo’ (2002), impregna de sensualidad y sensibilidad un relato que trata de alejarse de la amargura de este tipo de escarceos y que representa magníficamente el estilo tan económico de escritura de Patricia Highsmith, muy cercano al Guy de Maupassant, al que admiraba, y donde destaca especialmente como creadora de personajes especialmente marginales a través de la búsqueda de su magnética ambigüedad moral.

SI todo lo comentado hacen de ‘Carol’ una película de alta calidad y estilo, es inevitable reconocer también que gran parte demérito nace del mayúsculo trabajo mostrado por la pareja protagonista. La elección de ambas en un acierto innegable de la dirección de casting que se refleja de manera continuada a lo largo de los 118 minutos que dura el film. Tanto en las escenas de drama, como en las de duda o en las de más carga sexual ambas rebelan una máxima ternura hacia sus personajes dotando de esta manera de una mayor fortaleza al guion adaptado de Phyllis Nagy.

Quizás mis mayores dudas nacían de parte de Rooney Mara. No porque no hubiera demostrado previamente su calidad en películas como la versión norteamericana de la primera novela de ‘Millenium’ o incluso en ‘Efectos secundarios’ de Steven Soderbergh, sino por comprobar si era capaz de no acabar devorada por esa otra figura tan magnética y soberbia con la que compartía escena: Cate Blanchett.

Ciertamente resulta complicado no enamorarse de Cate Blanchett. Ya seas hombre o mujer. Su belleza, elegancia, lenguaje corporal…todo desemboca en una gran admiración hacia ella no solo como mujer sino fundamentalmente como la gran actriz en la que se ha convertido con el paso de los años: Versátil, eficiente, categórica, superlativa.

Una película de gran calidad que recomiendo desde estas líneas, nominada a 6 Oscars (incluidas ambas actrices además de guion adaptado, fotografía, banda sonora o vestuario), 5 Globos de Oro y 9 Baftas, donde las miradas entre las actrices forman una galaxia de emociones de la que nunca quisimos salir. Ni tú, ni yo, ni nadie.

Lo mejor: Cate Blanchett, el vestuario y la banda sonora. La ambientación en general.
Lo peor: Quizás se hace algo morosa en algún momento.

Valoración:
Banda sonora: 9
Fotografía: 8,5
Interpretación: 9
Dirección: 8
Guion: 7,75
Satisfacción: 9
NOTA FINAL: 8,55

@hilodeseda - www.habladecine.com
7
18 de febrero de 2016 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nueva película de Todd Haynes tiene muchos y grandes aciertos.

Para empezar, adaptar una novela de Patricia Highsmith ya es una buena garantía y contar con Kate Blanchett, Rooney Mara y Sarah Paulson como protagonistas es cuando poco, prometedor (aunque puestos a elegir, hubiera preferido mil veces a Mia Wasikowska en el papel de Rooney Mara, que era la elegida inicialmente).

Dejar la dirección en manos de Todd Haynes nos asegura cuando poco que vamos a sufrir de “melodramatitis aguda” y una buena dosis de exquisito gusto y profesionalidad.

Carol es una de esas películas que parece que no cuentan nada, pero que cuentan mucho. Narrada a golpe de detalles, silencios, ausencias, miradas e insinuaciones

Una narrativa pausada (incluso lenta en muchos momentos) que busca intimidad. Intimidad y cercanía que capta a la perfección, o mejor dicho remarca, la fotografía de Edward Lachman. Encuadres cercanos y “sucios” que nos introducen en la pantalla como si estuviéramos presentes en cada escena, como "voayeurs" agazapados en los rincones donde ver sin ser vistos, ansiosos y a la vez avergonzados de nuestro ansia.

Una narrativa que se extiende en demasía en el planteamiento de la historia, que lo estira hasta el límite y lo sobrepasa y que en cierto modo te deja agotado para cuando quiere desarrollar y concluir la trama. Este es quizás el mayor “pero” que le pongo a CAROL. Por muchos galardones a los que se haya propuesto, el guión de Phyllis Nagy no me acaba de convencer. Le encuentro descompensado y en muchos, muchísimos momentos, falto de ritmo. Y muchos de esos momentos se salvan precisamente por la estupenda dirección de Haynes.

CAROL es una película intimista, elegante, pausada, preciosista y afectada, lo cual es bueno. Pero a su vez es una película demasiado intimista, demasiado elegante, demasiado pausada, demasiado preciosista y demasiado afectada. En ocasiones resulta tediosa, artificiosa y muerta. En ocasiones se queda sin nada que contar.

Sí, cientos de nominaciones a cientos de premios a los que opta, más que por méritos propios, por méritos (una vez más) de los todopoderosos Weinstein Bros.

Porque sí, CAROL es una buena película, pero en mi opinión dista mucho de ser ese “Douglas Sirk” renacido que he leído por algún sitio, ese “melodrama imprescindible”, esa “obra maestra absoluta”…de ser todas esas cosas superlativas que tanto gusta la crítica “tocapelotas” de escribir cuando deja de sufrir de hemorroides y se siente en armonía con el universo.

Ni siquiera la enorme Blanchett acaba de convencerme (del todo) con su actuación tan estudiada y medida, tan poco fluída y natural. Aunque he de admitir, que en los momentos que se suelta, arrastra y devora, la pantalla y lo que está detrás de la pantalla.
Ni siquiera tampoco Rooney Mara, que es la verdadera protagonista de la cinta, que hace una magnífica actuación, que no se deja amedrentar por la monstruo Blanchett, me acaba de encajar en su papel. Y desde luego ahora que sé quién era la elegida para dicho papel , no puedo dejar de visualizarla a ella y no a Mrs. Mara.
Ningún pero a Sarah Paulson.

Sí, es una buena película, no lo pongo en duda en ningún momento, pero a veces cruzar la delgada línea entre lo mucho y lo demasiado, no funciona. Eso sí, cuando lo hace es glorioso…lástima no sea el caso.
9
20 de febrero de 2016 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy de vez en cuando hay películas que conectan con lo más profundo de nosotros y nos sacuden ineluctablemente. 'Carol' es una de estas películas. Rodada con un primor estético que apabulla, esta obra maestra es deudora sin ambages de aquellos melodramas sirkianos poblados de estallidos de pasión y lágrimas, de amores que luchan contra obstáculos sociales –'Solo el cielo lo sabe'- y de tramas de desapariciones y secretos no revelados –'Obsesión', 'Imitación a la vida'- que crean una suerte de suspense que intensifica el componente emocional de la historia.

Este elemento de intriga entronca además con la literatura de Patricia Highsmith -autora de la novela original- y está de algún modo presente en la película de Todd Haynes mediante una línea argumental de trasfondo con demanda judicial y espionaje incluidos que aporta aún más incertidumbre al ya de por sí azaroso romance entre las dos protagonistas.

Junto con los códigos sirkianos, la gran seña de identidad de 'Carol' es el aspecto visual, con unos suntuosos diseño de producción y fotografía que sobrecogen por su belleza y una exagerada atención al detalle que ya caracterizaba a la también aclamada 'Lejos del cielo', el único título de Todd Haynes que un servidor había visto hasta ahora. La evolución de una a otra es, sin embargo, evidente. Aquel esteticismo vacuo y de cartón piedra de 'Lejos del cielo' ha dado paso en 'Carol' a un atildamiento de exquisita estilización. Lo que entonces deslumbraba pero no emocionaba (lo que le sucede a la reciente y sobrevalorada 'El renacido') ahora está depurado, no parece impostado ni una caricatura de los melodramas de Douglas Sirk. No por ello da Haynes un giro hacia el minimalismo. Muy al contrario, todo sigue siendo abrumador, pero rezuma elegancia, autenticidad y está al servicio de unas emociones a las que potencia y sublima.

Porque las emociones son lo importante en una película como esta. Como decía el maestro Sirk, al que Haynes ahora no imita mal sino que reinterpreta: “El melodrama produce ante todo emociones, más que acciones. Sin embargo, la emoción es una acción en nuestro interior”.

Efectivamente, 'Carol' provoca en el espectador ese tipo de acción interna al no ser vistosa pero yerta, sino una obra que late. Una obra en la que la acumulación de ingredientes (cada plano, cada detalle de la puesta en escena) no es abigarrada sino planificada con mimo para emocionarnos a paso lento pero sin remedio. Una cáfila de elementos que van componiendo un poema visual tan denso que a veces transita peligrosamente al borde del ensimismamiento y por tanto del estancamiento.

Poema que embelesa y cautiva nuestros sentidos, 'Carol' es también una oda a la sensualidad que se siente y se palpa. Una topografía del deseo en la que lo sensitivo está siempre presente a través del olfato (esa colonia que Carol da a oler a Therese en su cuello), tacto (caricias y más caricias), vista (la cámara tras la que se parapeta Therese para observar el mundo), oído (esa partitura al piano…) o gusto (Carol saboreando el desnudo torso de Therese de arriba debajo y de abajo a arriba).

Y qué decir de las actrices. Cate Blanchett está magnética encarnando al personaje que da título a la película, una mujer valiente pero atrapada en un conflicto de difícil salida. Y si que Blanchett es una pedazo de actriz nadie lo duda a estas alturas, que Rooney Mara es otra maravilla tampoco debería cuestionarse ya. Había mostrado sus credenciales en 'Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres' y 'Efectos secundarios', filmes en los que su capacidad para transmitir fragilidad – en contraste con su o fiereza o maldad- era un factor clave en su interpretación. Aquí esa vulnerabilidad se manifiesta en cada mirada y en cada gesto y hace que los momentos de desazón o de dolorosa determinación de este “ángel caído del espacio” partan el alma. No me sorprende que ganase el premio a la mejor actriz en Cannes superando incluso a su propia compañera de reparto.

Ambas son el corazón y la carne de una película evidentemente femenina y feminista (no por casualidad la autora de la novela y la guionista que la adapta son mujeres) en la que los respectivos cornudos masculinos -sin desmerecer las actuaciones de Kyle Chandler y Jake Lacy- funcionan como personajes marginales.

En cuanto a Sarah Paulson, tras haber disfrutado de ella en varios papeles secundarios en la gran pantalla en los últimos años ('Martha Marcy May Marlene', 'Mud' y '12 años de esclavitud') me ilusionaba la perspectiva de verla brillar en esta película y… ¡el director la desaprovecha con un personaje sin chicha al que no da ni un primer plano en condiciones! Encima del montaje final quedó eliminada una dicen que poderosa escena con Rooney Mara. Para mear y no echar gota. Vive Dios que no pararé hasta ver el talento de la Paulson reconocido y convertir a todos mis amigos en fans de 'American Horror Story', donde ella sencillamente resplandece.

Es mi único reproche a Todd Haynes, al que perdono porque todo lo demás en esta película es una gozada para las emociones y para los sentidos. Porque ha creado este señor una obra elegante, sensual y vibrante que envuelve, embriaga y desgarra. Una obra de una delicada exuberancia visual, de virtuoso esmero y de sentimientos a flor de piel. Porque yo también quiero que alguien al posarle mi mano en su hombro cierre los ojos abrumado por tanto amor. Porque, sin perder nunca su cálida sofisticación, 'Carol' se toca. 'Carol' se siente. 'Carol' duele.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y para coronar esta joya, una sorpresa. Acostumbrados a conclusiones desasosegantes que no tienen por qué hacer mejor a una película, el director nos regala una conmovedora y palpitante escena final en la que el acrisolado amor de las protagonistas tiene el "happy ending" que pocos esperábamos. Un reencuentro en el que los ojos de Therese, mediante una temerosa pero decidida cámara subjetiva, se acercan a Carol y la pantalla se inunda de esa última sonrisa. Y nuestros ojos de lágrimas.
7
25 de febrero de 2016 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Del director Todd Haynes (‘Lejos del cielo’) nos llega ‘Carol’, una película basada en la novela de Patricia Highsmith que narra la historia de un amor prohibido en los años 50. De cómo dos mujeres rompen las reglas de la sociedad mostrando su amor. Y es aquí donde, tras ver esta y ‘La chica danesa’, rompo una lanza en favor y veo un cierto cambio de política en Hollywood y empiezo a ver historias un poco diferentes a lo que estamos acostumbrados a ver.

Y que buena labor hace Haynes, que trata la historia con una delicadeza tan sublime como aplaudible. Y el tío es capaz de hacer que todo sea sumamente elegante. Haynes siente tanto cariño por sus personajes, que quiere que tu sientas lo mismo por ellos. Hay dulzura, pasión, sutileza, suavidad. Y más si tienes un buen elenco delante.

Porque la película cobra fuerza cada vez que sus dos actrices principales aparecen en escena. Cate Blanchett y Rooney Mara se comen la pantalla con su química juntas. Una como la mujer divorciada, sofisticada, segura, inteligente. La otra como la chica joven, dulce e inocente. Cada una pertenece a una generación distinta y ambas caerán enamoradas, la una de la otra, desde el primer momento.

Con ritmo pausado y aprovechándose de silencios que cuentan más que los diálogos, ‘Carol’ nos va descubriendo poco a poco una dulce y delicada historia de un amor que nada contracorriente, perfectamente narrada. Estoy convencido de que si veis ‘Carol’, saldréis satisfechos.

Más en: https://alquimistacinefilo.wordpress.com/
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