El hoyo
2019 

6,4
41.825
Thriller. Ciencia ficción
El futuro, en una distopía. Dos personas por nivel. Un número desconocido de niveles. Una plataforma con comida para todos ellos. ¿Eres de los que piensan demasiado cuando están arriba? ¿O de los que no tienen agallas cuando están abajo? Si lo descubres demasiado tarde, no saldrás vivo del hoyo.
29 de mayo de 2020
29 de mayo de 2020
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace relativamente poco se estrenada en Netflix una película sobre un futuro distopico que transcurría en unas instalaciones subterraneas divididas por un número indeterminado de niveles, cada nivel solamente contenía dos habitantes y una plataforma con comida para todos ellos que descendía de arriba a abajo. Con esta interesante e inquietante premisa arrancaba "El Hoyo", película dirigida por Galder Gaztelu-Urrutia, director de La Casa del Lago y 913.
Una de las cosas que mas me gustó de la película es que va directa al grano, no se anda con rodeos y desde el minuto uno te mete en situación, una situación agobiante por las circunstancias en si mismas y por lo desconocido e inquietante de la situación. Galder Gaztelu-Urrutia sabe muy bien como sacarle partido, y sin demasiadas explicaciones sobre el como o el por que demuestra una gran destreza en despedazar y diseccionar la naturaleza humana cuando es puesta a prueba y esta se enfrenta a situaciones limites. Para ello no escatima en ofrecer algunas escenas que debido a su truculencia resultan bastante espeluznantes.
El guión firmado por David Desola y Pedro Rivero se esfuerza en poner sobre la mesa a base de metáforas una critica feroz al capitalismo en el que se basa nuestra sociedad, una sociedad en la que mientras unos gozan de placeres y riquezas otros tienen que rebuscar en los deshechos y las migajas para poder sobrevivir. La dureza con la que se muestra no hace mas que resultar una bofetada con la mano abierta hacia la naturaleza del ser humano, su egoísmo, egocentrismo y miserias. Aún así, entre tanta mezquindad el guión deja un pequeño rayito de luz en forma de giro sorpresivo de guión respecto a un descubrimiento que pondrá a tambalearse el sistema capitalista instaurado en El Hoyo.
La música de Aránzazu Calleja resulta opresiva, como los escenarios mismos, esto ayuda a incrementar aún mas la sensación de locura y nerviosismo que rodea a toda la situación.
A nivel visual y de producción aún transcurriendo prácticamente todo en un mismo escenario se sabe usar de forma muy inteligente los diseños y los espacios para ofrecer durante toda su duración la suficiente variedad para no resultar monótono o aburrido.
Los actores están todos geniales, y tanto Ivan Massagué como Zorion Eguileor ofrecen unas actuaciones espectaculares. El resto del reparto aún siendo bastante mas secundario también ofrece una actuación a la altura.
En definitiva, nos encontramos con una obra extraña y rara de ver en los tiempos que corren, que arriesga en contar algo sin tapujos y con la máxima crudeza posible. Todo esto ya basta de por sí para calificar a El Hoyo como una propuesta arriesgada y digna de ver.
Lo mejor: La crudeza que muestra, la critica feroz a la sociedad actual dónde unos lo tienen todo y otros nada, las actuaciones y la estética de producción.
Lo peor: Se trata de una película no apta para todo tipo de públicos y que si no se entra en su juego puede llegar a resultar decepcionante.
Mi nota final es de un 8.5 sobre 10. Siempre se agradecen ver propuestas distintas y arriesgadas, y esta lo es.
Una de las cosas que mas me gustó de la película es que va directa al grano, no se anda con rodeos y desde el minuto uno te mete en situación, una situación agobiante por las circunstancias en si mismas y por lo desconocido e inquietante de la situación. Galder Gaztelu-Urrutia sabe muy bien como sacarle partido, y sin demasiadas explicaciones sobre el como o el por que demuestra una gran destreza en despedazar y diseccionar la naturaleza humana cuando es puesta a prueba y esta se enfrenta a situaciones limites. Para ello no escatima en ofrecer algunas escenas que debido a su truculencia resultan bastante espeluznantes.
El guión firmado por David Desola y Pedro Rivero se esfuerza en poner sobre la mesa a base de metáforas una critica feroz al capitalismo en el que se basa nuestra sociedad, una sociedad en la que mientras unos gozan de placeres y riquezas otros tienen que rebuscar en los deshechos y las migajas para poder sobrevivir. La dureza con la que se muestra no hace mas que resultar una bofetada con la mano abierta hacia la naturaleza del ser humano, su egoísmo, egocentrismo y miserias. Aún así, entre tanta mezquindad el guión deja un pequeño rayito de luz en forma de giro sorpresivo de guión respecto a un descubrimiento que pondrá a tambalearse el sistema capitalista instaurado en El Hoyo.
La música de Aránzazu Calleja resulta opresiva, como los escenarios mismos, esto ayuda a incrementar aún mas la sensación de locura y nerviosismo que rodea a toda la situación.
A nivel visual y de producción aún transcurriendo prácticamente todo en un mismo escenario se sabe usar de forma muy inteligente los diseños y los espacios para ofrecer durante toda su duración la suficiente variedad para no resultar monótono o aburrido.
Los actores están todos geniales, y tanto Ivan Massagué como Zorion Eguileor ofrecen unas actuaciones espectaculares. El resto del reparto aún siendo bastante mas secundario también ofrece una actuación a la altura.
En definitiva, nos encontramos con una obra extraña y rara de ver en los tiempos que corren, que arriesga en contar algo sin tapujos y con la máxima crudeza posible. Todo esto ya basta de por sí para calificar a El Hoyo como una propuesta arriesgada y digna de ver.
Lo mejor: La crudeza que muestra, la critica feroz a la sociedad actual dónde unos lo tienen todo y otros nada, las actuaciones y la estética de producción.
Lo peor: Se trata de una película no apta para todo tipo de públicos y que si no se entra en su juego puede llegar a resultar decepcionante.
Mi nota final es de un 8.5 sobre 10. Siempre se agradecen ver propuestas distintas y arriesgadas, y esta lo es.
29 de marzo de 2020
29 de marzo de 2020
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Hoyo (2019).
“Los cambios nunca se producen de manera espontánea.”
El novel cineasta Galder Gazteu-Urrutia nos presenta su ópera prima en el terreno del largometraje. Se trata de un thriller de ciencia ficción; una distopía en un futuro no muy lejano donde voluntariamente las personas se encierran -para expiar sus culpas o conseguir un fin- en una estructura formada por decenas de niveles, por los cuales una plataforma flotante baja cargada de alimentos para la manutención de todos los componentes de ese “hoyo”.
“Al poseedor de las riquezas no le hace dichoso el tenerlas, sino el gastarlas. Y no el gastarlas como quiera, sino saberlas bien gastar.” (El Quijote).
El filme -auténtica revelación en Netflix tras su estreno, tanto en España como en EE.UU.- es una clara y mordaz crítica al capitalismo, a las maldades del hombre y al egoísmo del ser humano. En la historia que se nos presenta somos testigos de personajes malvados, violentos, abnegados, benevolentes e incluso utópicos. Uno de estos últimos lo interpreta Antonia San Juan, y el reparto lo encabeza Iván Massagué (“El Año de la Plaga”). La interpretación por parte de todo el plantel es formidable.
«-La educación es lo primero: “convencer antes de vencer.”
+Y si no convencemos?
-Entonces, ¡palo!»
La cinta está plagada de mensajes. Muchos los verán como críticas a la sociedad actual y al frenético ritmo egocéntrico de los individuos que la forman. Otros, como un estudio sociológico sobre la manera de actuar del ser humano ante la presión ejercida por el sistema sobre él. Y quizá algunos, como un soplo de esperanza por la correcta forma de actuar de ciertas personas de bien ante la peor de las situaciones...
“Los Mesías multiplican los panes y los peces. No te los quitan de la boca.”
En estos días de cuarentena por el criminal virus chino que impera en el momento de escribir estas líneas, la película de la que hablamos, aunque estrenada a finales del pasado año, viene como anillo al dedo para analizar qué nos ha llevado a esta situación, si aún tenemos remedio y si somos capaces de cambiar con tal de sobrevivir, de salvar nuestro entorno y a las personas que nos rodean, sean parientes o no.
El drama está merecidamente premiado en diversos festivales en las categorías de director novel, mejor película y, desde luego, mejores efectos especiales. El diseño de producción es notable y la banda sonora, muy acorde y adecuada a la historia que se nos cuenta.
Raúl Cabral.
Puntuación personal: 6,5
https://www.filmaffinity.com/es/film427424.html
“Los cambios nunca se producen de manera espontánea.”
El novel cineasta Galder Gazteu-Urrutia nos presenta su ópera prima en el terreno del largometraje. Se trata de un thriller de ciencia ficción; una distopía en un futuro no muy lejano donde voluntariamente las personas se encierran -para expiar sus culpas o conseguir un fin- en una estructura formada por decenas de niveles, por los cuales una plataforma flotante baja cargada de alimentos para la manutención de todos los componentes de ese “hoyo”.
“Al poseedor de las riquezas no le hace dichoso el tenerlas, sino el gastarlas. Y no el gastarlas como quiera, sino saberlas bien gastar.” (El Quijote).
El filme -auténtica revelación en Netflix tras su estreno, tanto en España como en EE.UU.- es una clara y mordaz crítica al capitalismo, a las maldades del hombre y al egoísmo del ser humano. En la historia que se nos presenta somos testigos de personajes malvados, violentos, abnegados, benevolentes e incluso utópicos. Uno de estos últimos lo interpreta Antonia San Juan, y el reparto lo encabeza Iván Massagué (“El Año de la Plaga”). La interpretación por parte de todo el plantel es formidable.
«-La educación es lo primero: “convencer antes de vencer.”
+Y si no convencemos?
-Entonces, ¡palo!»
La cinta está plagada de mensajes. Muchos los verán como críticas a la sociedad actual y al frenético ritmo egocéntrico de los individuos que la forman. Otros, como un estudio sociológico sobre la manera de actuar del ser humano ante la presión ejercida por el sistema sobre él. Y quizá algunos, como un soplo de esperanza por la correcta forma de actuar de ciertas personas de bien ante la peor de las situaciones...
“Los Mesías multiplican los panes y los peces. No te los quitan de la boca.”
En estos días de cuarentena por el criminal virus chino que impera en el momento de escribir estas líneas, la película de la que hablamos, aunque estrenada a finales del pasado año, viene como anillo al dedo para analizar qué nos ha llevado a esta situación, si aún tenemos remedio y si somos capaces de cambiar con tal de sobrevivir, de salvar nuestro entorno y a las personas que nos rodean, sean parientes o no.
El drama está merecidamente premiado en diversos festivales en las categorías de director novel, mejor película y, desde luego, mejores efectos especiales. El diseño de producción es notable y la banda sonora, muy acorde y adecuada a la historia que se nos cuenta.
Raúl Cabral.
Puntuación personal: 6,5
https://www.filmaffinity.com/es/film427424.html
10 de mayo de 2020
10 de mayo de 2020
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre he sido muy fan de las historias distópicas, es decir, de aquellas que se ambientan en un futuro (quizá no muy lejano) en el que a la humanidad le ha ido bastante mal. Me gustan porque suelen ser un reflejo de los grandes males de nuestra sociedad, que a menudo vemos como perfecta o ejemplar. Por eso me ilusioné mucho con el anuncio de este título. ¿El resultado? Bueno, correcto, pero mejorable.
El verdadero mérito de esta película es su propio planteamiento: una cárcel escalonada en la que, todos los días, baja una plataforma de comida que no llega a todos los reclusos, porque los que habitan los pisos superiores engullen más de la cuenta. Así, una comida que, en teoría, sería suficiente para todos, es acaparada por aquellos que están en los primeros pisos. Como dije antes, lo fascinante de estas historias es lo fantasiosas que son y, al mismo tiempo, la terrible realidad que reflejan. ¿Realmente es nuestro mundo tan diferente a “El hoyo”? Esta pregunta es la auténtica genialidad de la película.
Partiendo de este punto tan espléndido, la acción arranca bien, generando interés en el espectador, pero poco a poco va perdiendo fuelle. Quizá sea porque en los primeros tramos del metraje nos encontramos con el mejor personaje de toda la película, brillantemente interpretado por Zorion Eguileor, al que se acaba echando de menos. Son estas escenas de auténtico duelo entre dos carismáticos personajes, muy bien interpretados en ambos casos, las que hacen que el visionado de la película sea un auténtico gustazo. Una vez que se termina la magia de este encuentro, la acción va decayendo poco a poco, a la misma velocidad que el interés del espectador, que todavía no se ha quitado de su mente las escenas de Trimagasi y que desea fervientemente el retorno de ese anciano y su fijación por los caracoles.
En cuanto al final (sin desvelar la trama), soy de los que lo critican sin piedad. Mi opinión al respeto es bastante tajante. No creo que dejar un final enigmático y en el que no se explique nada contribuya a mejorar la historia, sino que yo no puedo dejar de verlo como una salida chapucera de los escritores, que realmente no sabían cómo terminarla. Está claro que esto permite la celebración de grandes tertulias entre amigos, en las que cada uno explica su interpretación, así como las discusiones al respecto en todo tipo de foros; pero para mí no deja de ser una mala solución a un problema de guión.
De esta manera, tenemos una película con un planteamiento soberbio y con unos primeros 40 minutos realmente fascinantes, a partir de los cuales comienza a decaer, para finalizar en un desenlace tan insípido, que terminas con la sensación de estar igual que cuando empezaste. Lo que más sentí en un primer momento fue rabia, al ver unos ingredientes tan fantásticos y una elaboración final tan decepcionante para lo que podría haber sido. A pesar de todos estos fallos, no deja de ser un buen título, de recomendable visionado.
El verdadero mérito de esta película es su propio planteamiento: una cárcel escalonada en la que, todos los días, baja una plataforma de comida que no llega a todos los reclusos, porque los que habitan los pisos superiores engullen más de la cuenta. Así, una comida que, en teoría, sería suficiente para todos, es acaparada por aquellos que están en los primeros pisos. Como dije antes, lo fascinante de estas historias es lo fantasiosas que son y, al mismo tiempo, la terrible realidad que reflejan. ¿Realmente es nuestro mundo tan diferente a “El hoyo”? Esta pregunta es la auténtica genialidad de la película.
Partiendo de este punto tan espléndido, la acción arranca bien, generando interés en el espectador, pero poco a poco va perdiendo fuelle. Quizá sea porque en los primeros tramos del metraje nos encontramos con el mejor personaje de toda la película, brillantemente interpretado por Zorion Eguileor, al que se acaba echando de menos. Son estas escenas de auténtico duelo entre dos carismáticos personajes, muy bien interpretados en ambos casos, las que hacen que el visionado de la película sea un auténtico gustazo. Una vez que se termina la magia de este encuentro, la acción va decayendo poco a poco, a la misma velocidad que el interés del espectador, que todavía no se ha quitado de su mente las escenas de Trimagasi y que desea fervientemente el retorno de ese anciano y su fijación por los caracoles.
En cuanto al final (sin desvelar la trama), soy de los que lo critican sin piedad. Mi opinión al respeto es bastante tajante. No creo que dejar un final enigmático y en el que no se explique nada contribuya a mejorar la historia, sino que yo no puedo dejar de verlo como una salida chapucera de los escritores, que realmente no sabían cómo terminarla. Está claro que esto permite la celebración de grandes tertulias entre amigos, en las que cada uno explica su interpretación, así como las discusiones al respecto en todo tipo de foros; pero para mí no deja de ser una mala solución a un problema de guión.
De esta manera, tenemos una película con un planteamiento soberbio y con unos primeros 40 minutos realmente fascinantes, a partir de los cuales comienza a decaer, para finalizar en un desenlace tan insípido, que terminas con la sensación de estar igual que cuando empezaste. Lo que más sentí en un primer momento fue rabia, al ver unos ingredientes tan fantásticos y una elaboración final tan decepcionante para lo que podría haber sido. A pesar de todos estos fallos, no deja de ser un buen título, de recomendable visionado.
18 de noviembre de 2020
18 de noviembre de 2020
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sinceramente, no me ha gustado la archimencionada por tierra, mar y aire “El hoyo”. La película de Galder Gaztelu-Urrutia adolece del mismo grave defecto que la mayoría de los productos de Netflix (que cada vez valoro menos), es decir, un planteamiento (tanto estético como argumental) atrevido pero un desarrollo que se va deslizando hacia los derroteros propios del cine de ciencia-ficción distópica comercial sin tapujos, abandonando toda persecución de la calidad y la trascendencia que pudiere haberse esperado de su arranque.
“El hoyo”, para mí, con una estética ciertamente interesante, es una película fallida a pesar de una premisa argumental sublime. Porque no me transmite nada, porque no me implica, porque no me importa lo que le pase a unos personajes totalmente ficticios e increíbles, que parecen en todo momento más parte de un cómic que gentes reales. La indiferencia es total.
Y es una pena, porque el inicio no puede entusiasmar más: el protagonista despierta en el nivel 48 de “El hoyo”. Una plataforma con comida va pasando desde el nivel 0 hasta centenares de peldaños posteriores imposibles de cuantificar y los de un nivel solo pueden comer lo que han dejado los de los niveles superiores. El egoísmo como causa de la muerte por inanición de los que están abajo. Pura metáfora del capitalismo, que no puede resultar más afortunada, oportuna y apasionante.
Pero… la película poco a poco se va deslizando hacia el gore de acción y abandonando la tesis antropológica-sociológica-política. Es decir, deja atrás cualquier vestigio de cine negro para dejarse caer mansamente en las manos de la palomita sangrienta con toques de terror y chorreones de sangre por doquier.
Y todo ello se va degradando hasta llegar a su final, presuntamente inteligente pero sobre el que pienso que es justamente todo lo contrario: una forma de terminar algo cuando no se sabe cómo hacerlo. Más un final inacabado que abierto.
Otro chasco de Netflix, esa apuesta por la cantidad por encima de la calidad, y van…
“El hoyo”, para mí, con una estética ciertamente interesante, es una película fallida a pesar de una premisa argumental sublime. Porque no me transmite nada, porque no me implica, porque no me importa lo que le pase a unos personajes totalmente ficticios e increíbles, que parecen en todo momento más parte de un cómic que gentes reales. La indiferencia es total.
Y es una pena, porque el inicio no puede entusiasmar más: el protagonista despierta en el nivel 48 de “El hoyo”. Una plataforma con comida va pasando desde el nivel 0 hasta centenares de peldaños posteriores imposibles de cuantificar y los de un nivel solo pueden comer lo que han dejado los de los niveles superiores. El egoísmo como causa de la muerte por inanición de los que están abajo. Pura metáfora del capitalismo, que no puede resultar más afortunada, oportuna y apasionante.
Pero… la película poco a poco se va deslizando hacia el gore de acción y abandonando la tesis antropológica-sociológica-política. Es decir, deja atrás cualquier vestigio de cine negro para dejarse caer mansamente en las manos de la palomita sangrienta con toques de terror y chorreones de sangre por doquier.
Y todo ello se va degradando hasta llegar a su final, presuntamente inteligente pero sobre el que pienso que es justamente todo lo contrario: una forma de terminar algo cuando no se sabe cómo hacerlo. Más un final inacabado que abierto.
Otro chasco de Netflix, esa apuesta por la cantidad por encima de la calidad, y van…
31 de marzo de 2020
31 de marzo de 2020
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hoyo
Todo indica que la película española “El hoyo” está haciendo furor en la plataforma digital Netflix. Y no deja de sorprenderme que habiéndose estrenado en el 2019, después de ser la gran triunfadora en el Festival de Cine Fantástico de Sitges de ese mismo año, pasara prácticamente de puntillas por las salas de cine y que ahora, un año después, despierte repentinamente la curiosidad del público.
Puede que la combinación de una mayor disponibilidad del tiempo libre debido al aislamiento que padecemos, aunado al tirón de la poderosa plataforma de pago, sean algunas de las causas de este curioso fenómeno.
Es innegable la originalidad del guion no tanto por su temática, que ya ha sido suficientemente explorada en los tres últimos siglos por filósofos, pensadores, ciencia médica en general e incluso la literatura, sino por su insólito montaje escénico, un atrezzo tan inquietante, claustrofóbico y opresivo que roza la genialidad.Y más sorprendente aún me parece el hecho de que el director de esta incalificable realización sea la ópera prima de Galder Gaztelu-Urrutia, un director bilbaíno dedicado hasta ahora a la publicidad y dirección de algunos cortos.
La primera parte es realmente fascinante, nos introduce en la comprensión del artefacto que soporta la trama misma, mientras, paralelamente, desgrana su despiado discurso sobre el comportamiento de la naturaleza humana cuando es sometida a situaciones extremas de supervivencia. Pero agotadas ambas cuestiones y una vez el espectador ya las ha entendido y asimilado, Gaztelu-Urrutia recurre -muy hábilmente por cierto- a todo tipo de tácticas adicionales para mantener la expectación del público. Comienza así la parte más escatológica y repugnante del guion: destripamientos, canibalismo, cadáveres agusanados en descomposición, defecaciones, sangre y vísceras por doquier en un espeluznante catálogo de los horrores difíciles de soportar sin contener el sabor de la náusea.
El final de la historia me parece confuso, no muy bien resuelto, falto de imaginación. Y me asalta la sospecha de que los guionistas David Desola y Pedro Rivero nos quieren endosar, mediante el viejo truco del simbolismo encriptado, la ingrata tarea de descifrarlo, pero este cronista, poco inclinado a resolver alegorías de naturaleza esotérica, no está dispuesto a perder un solo segundo en ello.
La película cumple sobradamente una de las premisas del cine: obligarnos a un ejercicio de profunda introspección. Un espejo, al fin, en el que mirarnos, nítido reflejo de nuestra fealdad, ferocidad, egoísmo y aterradora reverberación de la propia condición humana.
Emilio Castelló Barreneche
Todo indica que la película española “El hoyo” está haciendo furor en la plataforma digital Netflix. Y no deja de sorprenderme que habiéndose estrenado en el 2019, después de ser la gran triunfadora en el Festival de Cine Fantástico de Sitges de ese mismo año, pasara prácticamente de puntillas por las salas de cine y que ahora, un año después, despierte repentinamente la curiosidad del público.
Puede que la combinación de una mayor disponibilidad del tiempo libre debido al aislamiento que padecemos, aunado al tirón de la poderosa plataforma de pago, sean algunas de las causas de este curioso fenómeno.
Es innegable la originalidad del guion no tanto por su temática, que ya ha sido suficientemente explorada en los tres últimos siglos por filósofos, pensadores, ciencia médica en general e incluso la literatura, sino por su insólito montaje escénico, un atrezzo tan inquietante, claustrofóbico y opresivo que roza la genialidad.Y más sorprendente aún me parece el hecho de que el director de esta incalificable realización sea la ópera prima de Galder Gaztelu-Urrutia, un director bilbaíno dedicado hasta ahora a la publicidad y dirección de algunos cortos.
La primera parte es realmente fascinante, nos introduce en la comprensión del artefacto que soporta la trama misma, mientras, paralelamente, desgrana su despiado discurso sobre el comportamiento de la naturaleza humana cuando es sometida a situaciones extremas de supervivencia. Pero agotadas ambas cuestiones y una vez el espectador ya las ha entendido y asimilado, Gaztelu-Urrutia recurre -muy hábilmente por cierto- a todo tipo de tácticas adicionales para mantener la expectación del público. Comienza así la parte más escatológica y repugnante del guion: destripamientos, canibalismo, cadáveres agusanados en descomposición, defecaciones, sangre y vísceras por doquier en un espeluznante catálogo de los horrores difíciles de soportar sin contener el sabor de la náusea.
El final de la historia me parece confuso, no muy bien resuelto, falto de imaginación. Y me asalta la sospecha de que los guionistas David Desola y Pedro Rivero nos quieren endosar, mediante el viejo truco del simbolismo encriptado, la ingrata tarea de descifrarlo, pero este cronista, poco inclinado a resolver alegorías de naturaleza esotérica, no está dispuesto a perder un solo segundo en ello.
La película cumple sobradamente una de las premisas del cine: obligarnos a un ejercicio de profunda introspección. Un espejo, al fin, en el que mirarnos, nítido reflejo de nuestra fealdad, ferocidad, egoísmo y aterradora reverberación de la propia condición humana.
Emilio Castelló Barreneche
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