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Sing Street: Este es tu momento

Comedia. Drama. Romance En el Dublín de 1980, la recesión económica hace que Conor cambie la comodidad de la escuela privada en la que estudiaba por un centro público donde el clima es más tenso. Encontrará un rayo de esperanza en la misteriosa Raphina y, con el objetivo de conquistarla, la invitará a ser la estrella en los videoclips de la banda que quiere formar. Ella accede, y ahora Conor debe cumplir su palabra. (FILMAFFINITY)
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8
20 de noviembre de 2016 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La adolescencia, el primer amor, los 80, el pop, el rock, el punk, la irlanda católica, la crisis económica, el proceso creativo etc... todos estos ingredientes están en Sing Street. Si algo puede denominar a esta película es la frescura, y teniendo en cuenta que estamos hablando de una música y unas tendencias que vienen de los 80, hace ya más de 30 años, es una cualidad importante.
El reflejo del espíritu de la época cuando todo el mundo quería ser distinto, expresarse, crear, se lanzaba a la piscina sin importar demasiado si había agua o si había piscina, se encuentra en esta película. Todo era secundario cuando había una chica y cuando querías atraerla hacia tí tenías que hacer algo distinto y si en aquella época lo que veías en la tele eran tipos maquillados, con el pelo cardado, con ropajes estrambóticos que llenaban estadios y molaban, tú soñabas con ser ese Simón le Bon de turno.
Aunque John Carney ya haya hecho otras dos películas similares recurriendo al proceso creativo musical, la formación de un grupo , la relación sentimental a través de la música. La verdad es que cada una de ellas es muy distinta a las otras dos, aun teniendo los mismos ingredientes. En todas ellas la música forma el hilo conductor del relato y ésta es muy distinta en todos los casos.
No es una película con grandes pretensiones, pero todas ellas las cumple con solvencia: La vida del adolescente que busca refugio en la música y en el amor de la chica misteriosa que le atrae y que monta un grupo con el objetivo de impresionarla, la relación familiar inestable y sus consecuencias sobre sus integrantes, la influencia del hermano mayor que ha abierto el camino y que es referente, el amateurismo musical de los 80 y los primeros videoclips de una simpleza que causa sonrojo.
La música ayuda a que la narración tenga un desarrollo armónico, forma parte de la historia y la enriquece, es el nexo de unión entre los personajes y no está incluida como momentos de pausa en la narración, muy de moda en el cine de los 80 y de los 90. El haber incluido canciones propias que encajan perfectamente en la época y sólo recurrir a fragmentos de clásicos de los 80 es algo que enriquece la historia. El espectador de verdad siente como van naciendo y como van creciendo las canciones y todo lo que se aporta por el músico en su creación.
Resumiendo diría que se trata de una película redonda en su pretensiones, con el encanto y la frescura de una época que se mitifica porque para los que la vivimos, pero que en el fondo habla de algo tan eterno en el cine cuyos personajes son adolescentes como el chico conoce chica, chico pierde a la chica y chico recupera a la chica. The end.
8
14 de enero de 2018 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Peli recomendable para gente con sensibilidad, tiene cierto encanto y la musiquilla está bien. Los chavales caen simpáticos y la chica es agradable, el final es bueno.

Con estas cualidades mencionadas se sale de lo corriente, ya que no es pretenciosa ni chabacana, nada estridente, los actores son adolescentes a los que no se les puede poner pegas. La pareja de protagonistas no hacen precisamente muy "buena pareja" pero eso ya ocurría con Titanic.
8
9 de octubre de 2016 Sé el primero en valorar esta crítica
El director y guionista de la bellísima Once vuelve con otra historia de amor. De nuevo, amor a una chica, amor a la música, amor a la amistad, y amor a los hermanos. Hay películas que te gustan, y hay películas que te enamoran. Carney reconquista nuestro corazón cinéfilo-musical con esta imprescindible Sing Street.

Nota: mucho más imprescindible aún para ochenteros, ¡no os la perdáis!
6
11 de octubre de 2016 Sé el primero en valorar esta crítica
Simpático guiño a los 80 con estupenda BSO que en su almibarado tercio final decae (musicalmente incluso).
Más que una hermana menor, una prima lejana de la maravillosa Once. Aún así se ve con bastante agrado.
Ferdia Walsh-Peelo está claro que tiene talento innato. Mi pregunta es si este tipo de películas gustarán de igual modo a quienes no vivieron esa década...
7
17 de diciembre de 2016 Sé el primero en valorar esta crítica
Tras la aclamada Once y la buena acogida de su debut en la industria estadounidese, Begin Again, el irlandés John Carney vuelve a demostrar su gran oficio en su particular nicho expresivo favorito, en el que se desenvuelve con elegancia y originalidad, la tragicomedia romántica musical. Y nuevamente destaca en varios de los puntos fuertes que le hicieron irrumpir en el panorama internacional hace casi una década: una acertada dirección de actores noveles (salvo los televisivos Aidan Gillen -el maquiavélico Meñique de Juego de Tronos– y Maria Doyle Kennedy); una exquisita selección musical, en un hábil guión, y un sincero retrato, en segundo plano, de un lugar y de una época determinadas, en lo social y lo cultural.

El cineasta regresa a su Irlanda natal y baja la edad de sus protagonistas, a la adolescencia en la precaria Dublín de los años ochenta, con el "London dream" como horizonte de todo hijo de vecino con un mínimo de aspiraciones. Sobre este poso, tan paradigmático del cine de Ken Loach, Carney construye su relato, vitalista y catártico, que esquiva tanto lo lastimoso y desencantador del cine social, aquí más contextual que nuclear, como lo despreocupado y pueril de tantas instancias del cine musical, así como lo insípido y repetitivo del romance adolescente, que en la presente sirve de objetivo final e hilo conductor pero, sobre todo, de catalizador. Derivas, todas ellas, muy susceptibles de tornarse arenas movedizas si no se tratan con tino.

No es el caso de este director, que recoge lo mejor de estas tradiciones y las mezcla en su justa medida con una idea, un tono y un estilo claros en la mente, obteniendo un resultado sólido y más que notable. Es más, el giro hacia el relato adolescente le permite ir más allá en su aprovechamiento de la combinación de diferentes códigos, en este caso ilustrando la construcción de la identidad de unos púberes suburbanos a través de las diferentes estéticas musicales por las que van pasando, de acuerdo a las diferentes bandas de referencia de la época. En última instancia, el elemento liberador del protagonista no es otro que la música, su particular espacio de rebeldía y emancipación ante una realidad gris y asfixiante, ante una familia en descomposición y en apuros económicos, ante la doble opresión escolar, la de abusones y la de un férreo modelo educativo y disciplinario ("…another brick in the wall"), y ante el resto de obstáculos para perseguir el sueño de una vida mejor con la chica de sus sueños.

Muy romántico y onírico todo, pero al mismo tiempo, muy como la vida misma, o como lo que queremos que esta sea. Muy como la música que nos acompaña en la luz y la penumbra, en la euforia y en el desasosiego. Eso es Sing Street, eso es John Carney.
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