Una frivolización de la esquizofrenia. Se muestra con más fuerza el estilo visual del autor que la problemática misma de la historia. Por el tono narrativo de los elementos guionizados, carece de empatía y sensibilidad. Entre los testimonios, que, sin llegar a mostrar una buena representación de la problemática, más o menos hablan por sí mismos y lo hacen sin intervención externa ni juicio, el documental se burla de la profunda distorsión de la realidad que una enfermedad mental produce por medio de juegos estéticos que solo alcanzan a crear alegorías de la ficción, metáforas de las absurdas teorías de la conspiración y los mitos contemporáneos (en los que un sector de la población presuntamente no enferma también cree, por lo que también se burla de estas personas), y que en general se levantan con torpeza sobre la premisa de que "nada es ficcionado".

Eduardo Casanova incursiona en el género documental de una manera notable, con una historia que pone a pruebas los prejuicios del espectador.

La historia de Moisés supera la ficción, su historia se nos presenta de manera cronológica de distintas miradas y voces, poniendo a nuestro 'protagonista' en todos los roles, desde la víctima de un acoso cibernético, hasta un adicto a las drogas con esquizofrenia paranoide.

Casanova sabe captar la realidad, cruda y sin censura, acompañado de uno montaje onírico con toques muy personales del director.

Por ser una primera vez para el director me parece un metraje bastante sólido, con una buena narrativa y sin perder el perfil del trabajo que lo precede.

En una palabra: espeluznante. Antes de abordar este documental esperas encontrarte a alguien que se quemó a lo bonzo revindicando algo. Pero la realidad es muy diferente y te deja absolutamente helado.

Si esta peli fuera una ficción en vez de un documental diría " hala, qué exagerado" Pero la realidad a veces supera la ficción y tu cabeza no hace más que pensar "no puede ser" entre una mezcla de humor, patetismo y fascinación.
Se podría pensar que Casanova se vale de un hecho grotesco e impactante para apelar al humor del espectador por ser un asunto tan demencial y tan asociado a un drama auténtico: marginalidad social, drogas, enfermedad mental. Pero es que cada personaje que va apareciendo es más dantesco y es imposible tomártelo en serio, no pudiendo contener una carcajada. Ojo. No es una producción de humor. Más bien de terror. Pero del bueno. Del que te vuela la cabeza.

Básicamente se podría concebir como un " ten cuidado con las drogas y más si tienes tendencia a la esquizofrenia" Y, como documento de advertencia para los jóvenes, sería la opción más dura, grotesca y salvaje que te podrías encontrar. Me río de los anuncios de campaña de la DGT para prevenir los accidentes de tráfico.
En fin. Un análisis de los entresijos de algunas mentes que te deja literalmente acojonado. No sé que será lo siguiente: alguien que se cortó el rabo o se enterró vivo porque unos marcianos le indujeron a ello. Las posibilidades son infinitas. Bienvenido al más salvaje museo de los horrores: la realidad.