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Críticas ordenadas por utilidad
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3
10 de septiembre de 2024
10 de septiembre de 2024
72 de 130 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre los comentarios sorprende la ausencia de crítica a cierta falta de respeto a la sociedad por parte de la estructura narrativa del documental. Independientemente de la calidad del mismo, no hay justificación alguna para que se cuente lo que se está contando y se acumule la información que se acumula y al mismo tiempo se retrase tanto como se retrasa, a conveniencia, la comunicación con las autoridades. Esto es intolerable. Es una falta de respeto a las víctimas y a la sociedad en su conjunto, que ve cómo el director del documental, que está teniendo la oportunidad de tener contacto privado con un delincuente que sigue ejerciendo conductas inadecuadas, no denuncia lo que está viendo tan pronto como tiene la oportunidad. Lo que pudo haber sido una espléndida crítica al sistema judicial se convirtió en una falta de civismo y de respeto a los valores más básicos del cuidado al prójimo.
El documental se sostiene no por su capacidad narrativa, sino porque los hechos son horribles y la conducta del pederasta es lo suficientemente espeluznante por sí misma, y también porque nos permite ver ligeramente cómo los procesos judiciales fallan y se retrasan por tonterías. Esto último es bueno, pero pudo haber sido infinitamente mejor, y mientras tanto hay aspectos del resultado que producen indignación. En la zona spoiler explico por qué.
El documental se sostiene no por su capacidad narrativa, sino porque los hechos son horribles y la conducta del pederasta es lo suficientemente espeluznante por sí misma, y también porque nos permite ver ligeramente cómo los procesos judiciales fallan y se retrasan por tonterías. Esto último es bueno, pero pudo haber sido infinitamente mejor, y mientras tanto hay aspectos del resultado que producen indignación. En la zona spoiler explico por qué.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tras la orden de búsqueda y captura, el pederasta escapa, y Tamayo contacta con él, pero no dice ni mu hasta haber grabado la última escena de su documental. Prioriza la grabación de su documental sobre la seguridad potencial de la ciudadanía. Y lo sabe. Sabe que mientras el pederasta sigue en libertad ha seguido teniendo contacto digital con jóvenes. Y sin embargo no lo denuncia a tiempo.
Lo correcto era poner las pruebas sobre la conducta privada de un sujeto con sentencia firme en manos de la Policía, así como informar sobre la posible ubicación del delincuente una vez que escapa, y a continuación, si se desea, registrar lo que ocurre, en lugar de esperar a tenerlo todo grabado y entonces llamar a las autoridades, que es lo que parece ser que ocurrió. Si hubiera llamado antes, entonces se hubiera averiguado antes que faltaba una firma, se hubiera documentado igual esa negligencia del sistema burocrático y el documental hubiera funcionado igual. Terrible modus operandi, incívico, autoconveniente e irresponsable.
Lo correcto era poner las pruebas sobre la conducta privada de un sujeto con sentencia firme en manos de la Policía, así como informar sobre la posible ubicación del delincuente una vez que escapa, y a continuación, si se desea, registrar lo que ocurre, en lugar de esperar a tenerlo todo grabado y entonces llamar a las autoridades, que es lo que parece ser que ocurrió. Si hubiera llamado antes, entonces se hubiera averiguado antes que faltaba una firma, se hubiera documentado igual esa negligencia del sistema burocrático y el documental hubiera funcionado igual. Terrible modus operandi, incívico, autoconveniente e irresponsable.
Miniserie

6,8
3.408
6
31 de julio de 2023
31 de julio de 2023
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me da para notaza por lo breve que es, por lo poco que profundiza en los temas que toca, pero está bien en general. De distopía tiene poco (diría que ahí reside una buena parte del tono satírico). A excepción de algún detalle tecnológico, plantea una realidad no tan alejada de la actualidad y sus problemas para acceder a una vivienda en las grandes ciudades.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La solución planteada, con los argumentos que propone (viviendas minúsculas para una o dos personas que quieren vivir en el centro), me parece hasta buena; horrible, eso sí, pero también lógica y realista. Quizá es en eso en lo que debemos pensar: que estemos dando por válida cierta forma de vida estrecha y carente de luz natural y que lo hagamos por un precio elevado.

7,4
44.780
8
2 de agosto de 2023
2 de agosto de 2023
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha gustado mucho.
No es una película de acción. Bomba atómica y tal, pero no hay acción. No esperes aviones ni imágenes de guerra. Es una película eminentemente política. Si solo pudiera elegir un tema, diría eso: política. Eso incluye conspiraciones, presiones, juegos de poder, conveniencias estratégicas... Luego, por supuesto, hay un poco de ciencia, un poco de filosofía (el dilema de la bomba) y hay contexto histórico.
A mi parecer, no le sobra metraje. Hay quien lo dice de los últimos 45 minutos. Para mí esos minutos son el alma de la película. El resto es maravilloso, pero es lo que hubiera hecho cualquiera. Esos minutos, y los conceptos que maneja, el mensaje general, marcan la diferencia.
Me gustan esos 45 minutos. Hay un ejercicio de justicia narrativa con la figura de Robert Oppenheimer que me ha llegado. Y me gusta el dilema en el que profundiza la historia, el dilema de la bomba atómica. ¿Qué hacemos con este hombre entonces? ¿Lo defenestramos o lo admiramos? Pienso que no se negó al lanzamiento de la bomba porque entendió que la única manera de que no hubiera guerras nucleares era que todos viéramos lo destructivas que podían ser. Hasta la fecha, por suerte, el tiempo le ha dado la razón.
Debió de sufrir mucho. Y al mismo tiempo, es difícil ser benévolo y comprensivo con él, vistas sus decisiones. Es algo que también me gusta de la película. Intenta lo difícil, que además es lo correcto: hacerle un juicio justo por medio de una narración justa. Exponer mucha información y distintos puntos de vista es relevante. Por eso no sobra metraje.
No se podía hacer una película simple con un personaje tan complejo. Creo que es la película de Christopher Nolan que mejor se ajusta a su propio estilo narrativo. Dadas las premisas, él era el creador más indicado para ordenar todas las partes (ciencia, política, conflictos bélicos, conflictos éticos) y darle forma a tanta complejidad. El estilo de Nolan siempre fue un toque personal. En este caso es un recurso idóneo.
Nolan era perfecto para contar la historia de Oppenheimer. Gran trabajo.
NOTA: Es muy, muy densa; tanto, que, a no ser que tengas un nivel de inglés bueno de verdad —incluyendo el dominio de léxicos científicos y políticos—, sugiero verla doblada, al menos en una primera vista. Luego ya, si quieres repetir, ve a por la VO y disfruta del trabajo original.
No es una película de acción. Bomba atómica y tal, pero no hay acción. No esperes aviones ni imágenes de guerra. Es una película eminentemente política. Si solo pudiera elegir un tema, diría eso: política. Eso incluye conspiraciones, presiones, juegos de poder, conveniencias estratégicas... Luego, por supuesto, hay un poco de ciencia, un poco de filosofía (el dilema de la bomba) y hay contexto histórico.
A mi parecer, no le sobra metraje. Hay quien lo dice de los últimos 45 minutos. Para mí esos minutos son el alma de la película. El resto es maravilloso, pero es lo que hubiera hecho cualquiera. Esos minutos, y los conceptos que maneja, el mensaje general, marcan la diferencia.
Me gustan esos 45 minutos. Hay un ejercicio de justicia narrativa con la figura de Robert Oppenheimer que me ha llegado. Y me gusta el dilema en el que profundiza la historia, el dilema de la bomba atómica. ¿Qué hacemos con este hombre entonces? ¿Lo defenestramos o lo admiramos? Pienso que no se negó al lanzamiento de la bomba porque entendió que la única manera de que no hubiera guerras nucleares era que todos viéramos lo destructivas que podían ser. Hasta la fecha, por suerte, el tiempo le ha dado la razón.
Debió de sufrir mucho. Y al mismo tiempo, es difícil ser benévolo y comprensivo con él, vistas sus decisiones. Es algo que también me gusta de la película. Intenta lo difícil, que además es lo correcto: hacerle un juicio justo por medio de una narración justa. Exponer mucha información y distintos puntos de vista es relevante. Por eso no sobra metraje.
No se podía hacer una película simple con un personaje tan complejo. Creo que es la película de Christopher Nolan que mejor se ajusta a su propio estilo narrativo. Dadas las premisas, él era el creador más indicado para ordenar todas las partes (ciencia, política, conflictos bélicos, conflictos éticos) y darle forma a tanta complejidad. El estilo de Nolan siempre fue un toque personal. En este caso es un recurso idóneo.
Nolan era perfecto para contar la historia de Oppenheimer. Gran trabajo.
NOTA: Es muy, muy densa; tanto, que, a no ser que tengas un nivel de inglés bueno de verdad —incluyendo el dominio de léxicos científicos y políticos—, sugiero verla doblada, al menos en una primera vista. Luego ya, si quieres repetir, ve a por la VO y disfruta del trabajo original.
2
5 de diciembre de 2024
5 de diciembre de 2024
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una frivolización de la esquizofrenia. Se muestra con más fuerza el estilo visual del autor que la problemática misma de la historia. Por el tono narrativo de los elementos guionizados, carece de empatía y sensibilidad. Entre los testimonios, que, sin llegar a mostrar una buena representación de la problemática, más o menos hablan por sí mismos y lo hacen sin intervención externa ni juicio, el documental se burla de la profunda distorsión de la realidad que una enfermedad mental produce por medio de juegos estéticos que solo alcanzan a crear alegorías de la ficción, metáforas de las absurdas teorías de la conspiración y los mitos contemporáneos (en los que un sector de la población presuntamente no enferma también cree, por lo que también se burla de estas personas), y que en general se levantan con torpeza sobre la premisa de que "nada es ficcionado".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo único que aplaudo es que no muestra la foto del antes.
En cambio, la camiseta con la cara del director puede interpretarse como un gesto de egocentrismo o excesiva —e innecesaria, por irrelevante— autorreferencialidad, algo que tiende a desplazar la atención del tema central, que uno termina sin tener claro cuál es.
En cambio, la camiseta con la cara del director puede interpretarse como un gesto de egocentrismo o excesiva —e innecesaria, por irrelevante— autorreferencialidad, algo que tiende a desplazar la atención del tema central, que uno termina sin tener claro cuál es.
10
24 de febrero de 2021
24 de febrero de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi voto fue un 10. Y he estado preguntándome por qué. Podría parecer que se trata de una cuestión puramente emocional, pero lo cierto es que es una valoración razonada también, no sé si justa, no sé si correcta, pero razonada. Seguramente no se trate de mi documental favorito. Ni siquiera creo que catalogarlo como documental responda a una exactitud incontestable: está a medio camino entre el género documental y el de la entrevista, que en gran medida es lo que es. Y diría que entre mis entrevistas favoritas tampoco figura. Quizá sí sea la más especial que he visto. No lo sé. No importa. Según la escala de valoraciones de este sitio, un 9 habría sido una nota muy digna. Un 8, también. Un 7, por qué no. Notas buenas todas, aplicando filtros y exigencias. ¿Por qué un 10, entonces?
Nunca fui seguidor de Jarabe de Palo. Es posible, incluso, que en ocasiones haya mostrado desinterés y hastío hacia una parte de su obra musical. No obstante, hay una época que resuena en un territorio agradable de mi memoria. “Depende” y “Agua” en particular, y también “La flaca”, son canciones que me trasladan con eficacia a mis años en el instituto, en la segunda mitad de los 90. Me recuerdan las caras y las voces de personas jóvenes con las que cruzaba la puerta abierta de la adolescencia. Me recuerdan conversaciones, olores de laboratorio de química, sonidos de mañanas de sábado viendo “Del 40 al 1”. Si me concentro lo suficiente, me traen a la memoria historias de mí mismo que no sabía que guardaba. El viaje en el tiempo es uno de los hermosos poderes de la música.
Esto supone un contexto complementario, pero no me enfrento al documental desde la nostalgia, sino que lo hago, sobre todo, desde el interés sincero en los temas que trata: la vida, la enfermedad, la muerte. Lo hago con tensión en el cuerpo, a sabiendas de que toparse con una persona desmejorada no es un trago fácil. Pero esto ha de ser lo de menos. Como Pau, tengo mucho interés en la vida. Y en la salud. Se me ocurre que en una época de la historia en la que el conocimiento sobre salud aumenta al mismo tiempo que empeoran muchos marcadores, tener acceso a una parte de la intimidad cotidiana de una persona enferma, que literalmente vive sus últimos días, me parece un regalo de valor incalculable, un regalo que procede de un gesto tan artístico como social y humano.
Pau Donés murió siendo artista —puede que sin pretenderlo—, porque murió expresándose, mostrándose vital, sabio e inspirador. Dijo adiós con elegancia, sin recurrir a la metáfora, siendo coherente consigo mismo y, por encima de todas las cosas, deseando que pudiéramos verle como lo que afirmaba ser: una persona corriente, una más.
Baso mi razonamiento, por tanto, en la belleza de lo anómalo, de lo infrecuente de la exposición pública en su estado, en lo que implica la voluntad de animarse a construir cuando ya no quedan fuerzas, abierto a mostrarnos su verdad más noble. Que podamos tener acceso a un documento como este, tan absolutamente inusual, tan distinto, tan único, es para dar las gracias sin más. Está muy cerca de lo irrepetible, así que merece ser visto al menos una vez en la vida.
No sé si publicaré otras reseñas, esta es la primera. Pero si vuelvo a sentir el deseo de expresarme, tal vez lo haga, sí, del mismo modo que seguiré haciendo todo aquello que me hace feliz y amo. Porque ahora que estoy vivo puedo.
Nunca fui seguidor de Jarabe de Palo. Es posible, incluso, que en ocasiones haya mostrado desinterés y hastío hacia una parte de su obra musical. No obstante, hay una época que resuena en un territorio agradable de mi memoria. “Depende” y “Agua” en particular, y también “La flaca”, son canciones que me trasladan con eficacia a mis años en el instituto, en la segunda mitad de los 90. Me recuerdan las caras y las voces de personas jóvenes con las que cruzaba la puerta abierta de la adolescencia. Me recuerdan conversaciones, olores de laboratorio de química, sonidos de mañanas de sábado viendo “Del 40 al 1”. Si me concentro lo suficiente, me traen a la memoria historias de mí mismo que no sabía que guardaba. El viaje en el tiempo es uno de los hermosos poderes de la música.
Esto supone un contexto complementario, pero no me enfrento al documental desde la nostalgia, sino que lo hago, sobre todo, desde el interés sincero en los temas que trata: la vida, la enfermedad, la muerte. Lo hago con tensión en el cuerpo, a sabiendas de que toparse con una persona desmejorada no es un trago fácil. Pero esto ha de ser lo de menos. Como Pau, tengo mucho interés en la vida. Y en la salud. Se me ocurre que en una época de la historia en la que el conocimiento sobre salud aumenta al mismo tiempo que empeoran muchos marcadores, tener acceso a una parte de la intimidad cotidiana de una persona enferma, que literalmente vive sus últimos días, me parece un regalo de valor incalculable, un regalo que procede de un gesto tan artístico como social y humano.
Pau Donés murió siendo artista —puede que sin pretenderlo—, porque murió expresándose, mostrándose vital, sabio e inspirador. Dijo adiós con elegancia, sin recurrir a la metáfora, siendo coherente consigo mismo y, por encima de todas las cosas, deseando que pudiéramos verle como lo que afirmaba ser: una persona corriente, una más.
Baso mi razonamiento, por tanto, en la belleza de lo anómalo, de lo infrecuente de la exposición pública en su estado, en lo que implica la voluntad de animarse a construir cuando ya no quedan fuerzas, abierto a mostrarnos su verdad más noble. Que podamos tener acceso a un documento como este, tan absolutamente inusual, tan distinto, tan único, es para dar las gracias sin más. Está muy cerca de lo irrepetible, así que merece ser visto al menos una vez en la vida.
No sé si publicaré otras reseñas, esta es la primera. Pero si vuelvo a sentir el deseo de expresarme, tal vez lo haga, sí, del mismo modo que seguiré haciendo todo aquello que me hace feliz y amo. Porque ahora que estoy vivo puedo.
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