Una historia en el cual una chica humilde como Gabriela tiene sueños por delante empezando por ser la mejor patinadora del país y que por cuestiones de la vida se topa con un muchacho fresco, desordenado y casanova llamado Pablo la atropelló y le arrebató sus sueños así como también su carrera deportiva por lo que le toca empezar de cero. Su padre Efraín es un empresario de una fábrica de jugos que al no madurar lo reprende y lo castiga con falsificarle su identidad y trabajar como un empleado raso en su empresa y que pasando dicho lapso puede ascender como sucesor en la presidencia de dicha fábrica. Lo que Pablo no sabe es que cuando llegue Gabriela a trabajar en la empresa por recomendación de su amigo Ernesto Zárate -que curiosamente la ama, ella no le corresponde-, termina enamorándose de él perdidamente sin saber que puede cambiarle las prioridades que tenía antes.
Mirando el elenco Carolina Gaitán hace el papel de la optimista oronda que no se va a ocupar del amor la siento muy desabrida y cuando se pone histérica en sus frustraciones no convence. Y de los señores Andrés Toro y John Alex Toro que se dieron a conocer como antagonista y protagonista, respectivamente en la recordada novela Nuevo rico, nuevo pobre se invirtieron los papeles cuyo resultado es tremendamente mediocre. Me explico: Andrés no le lucía para nada en ese papel, y Jhon Alex se le vió muy repetetivo con su hablado de Bryan Galindo Ferreira y era muy exasperante. Y del resto de elenco: Jorge Herrera como siempre haciendo el papel del abuelo, tío o padre cantaletudo y regañón (que siempre le ha lucido), Constanza Duque, Luz Estela Luengas, Carolina Sepulveda y demás muy normalitos.
El escenario casi igualito a lo de Nuevo rico, nuevo pobre y diálogos interesantes que le faltó profundidad.y que dicha trama aunque es fácil de crear la complicaron a más no poder.
Si el tiempo jugara a favor o en contra, dejen que el destino haga su labor pero con Gabriela, giros del destino habrá que calibrarlo para que no se dé un estrellón y que si se cruzan tocaría buscar un momento adecuado para que se dé y ponerle un poco de imaginación para hacerlo más creíble.
¡Que siga el tren una eternidad!